Pel¨ªculas africanas de puro entretenimiento
Ayanda, Sara Blecher (Sud¨¢frica, 2015). Fotograma cortes¨ªa de Restless Global.
La temporada oto?al de festivales de cine africano acaba de terminar. El Africa in Motion escoc¨¦s celebr¨® su d¨¦cimo aniversario del 23 de octubre al 1 de noviembre; del 30 de octubre al 8 de noviembre, Film Africa tomaba el relevo en la capital brit¨¢nica, y hace apenas unos d¨ªas el African International Film Festival (AFRIFF, 8 al 15 de noviembre) otorgaba sus premios en Lagos. Salvo contadas excepciones entre las que destaca Things of the Aimless Wanderer (2014) del ruand¨¦s Kivu Ruhorahoza, una pel¨ªcula realizada para adaptarse al gusto de los despistados programadores occidentales, si en algo han coincidido estos tres cert¨¢menes es en dar preeminencia a realizaciones cuyo objetivo fundamental es el entretenimiento y que son capaces de ofrecer representaciones culturales al p¨²blico local sin someterse a las expectativas del cin¨¦filo o el especialista extranjero.
Aunque es de recibo apuntar que el (AFRIFF) marca un antes y un despu¨¦s en este tipo de cert¨¢menes, con una clara tendencia a valorar producciones africanas sin ligaduras (neo)coloniales o servilismos hacia las modas preponderantes europeas o del mercado Indie internacional, el premio especial del jurado al cortometraje de terror Hex, del hasta ahora director de v¨ªdeos musicales nigeriano Clarence Peters, es sintom¨¢tico de esta apuesta por el cine de entretenimiento y econ¨®micamente viable.
Durante a?os, uno de los h¨¢ndicaps de los cines de ?frica era su falta de audiencias nacionales y continentales, una tendencia que se est¨¢ revirtiendo en la actualidad a un ritmo fren¨¦tico gracias a la revoluci¨®n tecnol¨®gica, que abarata y facilita la producci¨®n, y a la creaci¨®n de h¨¢bitos de consumo visual aut¨®ctonos provocados, en buena medida, por el ¨¦xito de las series de televisi¨®n africanas a nivel transcontinental y de la influencia de Nollywood y sus industrias hermanas.
Tras d¨¦cadas de realizar pel¨ªculas desbordantes de valores humanistas y/o cr¨ªtica social a los reg¨ªmenes nacionales corruptos; filmes en los que se somet¨ªa a juicio a las codiciosas ¨¦lites capitalistas y a los dictadores que esquilmaban las riquezas de la naci¨®n, o se reflexionaba sobre el encuentro con occidente y el regreso a ?frica tras la emigraci¨®n o el exilio, la generaci¨®n contempor¨¢nea de directores africanos est¨¢n optando por emplear prioritariamente el melodrama, el cine negro, el terror y la comedia para acercar al p¨²blico historias m¨¢s ¨ªntimas basadas en vidas corrientes de hombres y mujeres africanas.
A trav¨¦s de estos g¨¦neros se hacen eco de realidades culturales, pol¨ªticas y sociales de manera sutil, sin verse obligados necesariamente a enarbolar la bandera del compromiso y el didactismo, algo habitual en aquellos a?os iniciales en el que el cine africano era concebido como arma revolucionaria de la "escuela de noche" propugnada por Semb¨¨ne Ousman (inimitable pionero senegal¨¦s denominado el "padre del cine africano") y cuya visi¨®n comparten, entre otros, Haile Gerima, Med Hondo, F¨¦rid Boughedir o Souleymane Ciss¨¦, cada uno en su estilo.
Xala, Semb¨¨ne Ousman (Senegal, 1975). Tr¨¢iler.
Uno de los grandes logros en la emancipaci¨®n de estos cines frente a las directrices marcadas por occidente surge de que, en este siglo XXI, el director africano ya no ha de hacer concesiones al p¨²blico for¨¢neo al no depender de ¨¦ste su ¨¦xito comercial. Si antes Francia (a trav¨¦s de subvenciones, t¨¦cnicos y el control de la postproducci¨®n) y otros pa¨ªses (con coproducciones y ayudas) impon¨ªan sus agendas en relaci¨®n a la est¨¦tica formal, las narrativas, los temas, los formatos, los g¨¦neros o las calidades t¨¦cnicas de las pel¨ªculas africanas que se ve¨ªan en festivales internacionales y permit¨ªan fijar las residencias permanentes de sus autores en Europa y Am¨¦rica, estamos asistiendo cada vez en mayor medida a una liberaci¨®n de los creadores africanos al alcanzar cierta independencia econ¨®mica.
Una puntualizaci¨®n: no hay duda de que seguir¨¢n existiendo pel¨ªculas concebidas para moverse por festivales como la arriba citada del director Kivu Ruhorahoza, pero ya no se tratar¨¢ del grueso de producci¨®n africana. La trayectoria de este joven ruand¨¦s es sintom¨¢tica de un tipo de director cada vez menos numeroso. En el 2011 se dio a conocer con su desigual aunque sugerente Grey Matter, encumbrada por una cr¨ªtica siempre dispuesta al descubrimiento de joyas ¨²nicas al ser la primera pel¨ªcula realizada en Ruanda por un director local que se enfrentaba de manera ¨ªntima al trauma y la locura derivados del genocidio con escenas on¨ªricas y po¨¦ticas evitando una narrativa lineal convencional.
Por la peculiaridad del tratamiento del tema, encontr¨® espacio en festivales de todo el globo, a pesar de caer una y otra vez en un relativismo est¨¦tico complaciente y carecer de la fuerza de obras m¨¢s "populares" como Sometimes in April (2005) del veterano director de la FEMIS, el haitiano Raoul Peck. Con Idris Elba como protagonista, conocido ¨²nicamente por aquel entonces por su papel de Stringer "Bell" en The Wire, Sometimes in April sigue siendo a d¨ªa de hoy la mejor pel¨ªcula realizada sobre el genocidio ruand¨¦s.
Por su valent¨ªa en el tratamiento de un tema tan sensible una d¨¦cada despu¨¦s de la masacre sirvi¨¦ndose de la compleja historia de una pareja de hermanos de bandos opuestos que se encuentran en el aniversario del genocidio y, especialmente, por la decisi¨®n de su director de realizarla para televisi¨®n para llegar a una audiencia lo m¨¢s amplia posible, las decisiones de Peck y la trayectoria de Ruhorahoza nos ponen sobre la pista de dos tendencias muy marcadas en los cines africanos actuales: la primera estar¨ªa compuesta por un grupo de pel¨ªculas desconocidas en ?frica y realizadas con el fin de viajar de uno a otro festival extranjero y, la segunda, por aquellas cuya raz¨®n de ser es comunicarse con su audiencia, sea esta local o universal, y que se sirven de g¨¦neros reconocibles por el p¨²blico general, ansioso de reconocerse en la pantalla.
El experimento que supuso Timbukt¨² de Abderrahamane Sissako (2014) demuestra que existe una v¨ªa intermedia muy fruct¨ªfera.
Ayanda, Sara Blecher (Sud¨¢frica, 2015). Tr¨¢iler.
Encontramos ejemplos de esta segunda tendencia en pel¨ªculas como Ayanda (2015) de la sudafricana Sara Blecher, presentada recientemente en nuestro pa¨ªs en el ciclo de cines africanos organizado por ?frica imprescindible en la Filmoteca de Navarra, mientras los espectadores londinenses hac¨ªan lo propio. Su directora, conocida por el cortometraje documental sobre los m¨¢s dotados "surfistas de trenes" Surfing Soweto (2010) y por el largometraje de ficci¨®n Otelo Burning (2011), filme que recibir¨ªa en su momento una muy grata acogida entre la cr¨ªtica y los festivales, ha dado un giro en su producci¨®n con un melodrama popular sobre una joven hipster hom¨®nima (Fulu Moguvhani, premio a la mejor actriz protagonista en el AFRIFF) que ha de hacer paces con el recuerdo de su padre y consigo misma a trav¨¦s del arte.
Frente a sus propuestas anteriores, Ayanda es la primera pel¨ªcula de Blecher dirigida a las audiencias mayoritarias que asisten a salas comerciales, raz¨®n por la cual ha sido comprada por ARRAY, la distribuidora de Ava DuVernay, para distribuirse en teatros de los EE.UU. Mezclando con inteligencia ingredientes coloristas de la cultura local y temas universales como el amor, la familia, la traici¨®n, la corrupci¨®n, la llegada a la madurez y la amistad, Ayanda es un melodrama al uso que sit¨²a en el centro a una energ¨¦tica protagonista en busca de su camino en la vida. Ayanda vive en Yeoville con su madre y amigos, el barrio m¨¢s multicultural y Pan-africano de Joburg.
La vida en Yeoville se convierte en met¨¢fora de un continente multicultural que mira al futuro y que no se ha de ver forzosamente reducido a conflictos armados, xenofobia y epidemias sanitarias o gritos anti capitalistas. M¨¢s que en la propia trama (repetida con matices mil veces en la literatura y el cine), el ¨¦nfasis se ha puesto en la construcci¨®n de un personaje de f¨¢cil identificaci¨®n para el p¨²blico y en la gratificaci¨®n del espectador al seguir la historia sin esfuerzo. Seg¨²n palabras de su directora, "mi intenci¨®n es brindar un modelo nuevo de mujer para las generaciones j¨®venes que ampl¨ªe las posibilidades de lo que pueden ser sus vidas".
Frente a narrativas de violencia y los an¨¢lisis de la Sud¨¢frica post-apartheid habituales, el recurso a un barrio como Yeoville en efervescencia creativa como tel¨®n de fondo nos habla del inter¨¦s por crear con esta pel¨ªcula un producto econ¨®mico-cultural que busca aliarse con un p¨²blico universal joven y cosmopolita, preocupado m¨¢s en encontrar peinados y referentes de moda que en recibir discursos plagados de advertencias sobre los efectos da?inos del desenfreno humano ligado a los excesos del capitalismo, el peligro de practicar sexo sin protecci¨®n o la importancia de preservar las costumbres tradicionales.
En los pr¨®ximos meses y a?os, nos ir¨¢n llegando m¨¢s y m¨¢s pel¨ªculas como ¨¦stas, que forzar¨¢n al espectador habituado a documentales con financiaci¨®n de ONGs o ayudas gubernamentales a refinar su cr¨ªtica y reconocer que los cines africanos son mucho m¨¢s diversos y muy diferentes de lo que cre¨ªa...
Surfing Soweto, Sara Blecher (Sud¨¢frica, 2010). Pel¨ªcula completa.
Otelo Burning, Sara Blecher (Sud¨¢frica, 2011). Tr¨¢iler.
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