Se hace paz al andar
Cada 25 de noviembre, D¨ªa internacional de la eliminaci¨®n de la violencia contra la mujer, miles de colombianas toman las carreteras del pa¨ªs para viajar en caravana a una zona en conflicto
Son ind¨ªgenas, negras, blancas, mestizas, campesinas, j¨®venes, amas de casa, v¨ªctimas del conflicto armado o profesionales y dos d¨ªas antes de cada 25 de noviembre, D¨ªa internacional de la eliminaci¨®n de la violencia contra la mujer, emprenden una gran marcha pac¨ªfica hacia los lugares que m¨¢s han sido golpeados por el conflicto armado en Colombia. Desde 1996, la llamada Ruta Pac¨ªfica de las Mujeres, formada por m¨¢s de 350 organizaciones sociales y comunitarias, ha viajado a zonas donde nadie se atrev¨ªa a ir con la idea de visibilizar los efectos de la guerra en las mujeres y llevar una voz de aliento y solidaridad a las viudas, a las madres, a las abuelas, a las j¨®venes y a las ni?as que m¨¢s sufr¨ªan la confrontaci¨®n armada.
Este a?o la Ruta volvi¨® a tomar las carreteras del pa¨ªs, con la ilusi¨®n y la esperanza a?adidas de ver por fin muy cerca el final del conflicto armado contra el que tanto clamaron. Unas 9.000 mujeres procedentes de todos los rincones de Colombia recorrieron en algunos casos distancias de m¨¢s de 1.000 kil¨®metros para llegar a Popay¨¢n, la capital de la regi¨®n del Cauca. Lo hicieron en caravana, a bordo de unos 100 autobuses que fueron agrup¨¢ndose por el camino ondeando pa?uelos blancos y con toda la simbolog¨ªa que caracteriza a esta gigantesca movilizaci¨®n femenina contra la guerra.
El Cauca les recibi¨® ayer con los brazos abiertos. Este departamento del sur del pa¨ªs ha vivido la guerra en carne propia y es un territorio muy representativo por su diversidad ¨¦tnica, cultural y resistencia social. Con el lema de Las mujeres paz haremos refrendando la paz, esas miles de mujeres recorrer¨¢n hoy las calles payanesas para manifestar su respaldo a la firma del posible acuerdo final en las negociaciones que el Gobierno y la guerrilla de las FARC llevan a cabo desde hace casi tres a?os en La Habana. Las mujeres de la Ruta, reconocidas el a?o pasado con el Premio Nacional de Paz, consideran que tienen una responsabilidad hist¨®rica de contribuir a que el proceso llegue a feliz t¨¦rmino. No en vano, esta organizaci¨®n surgi¨® en 1996 como movimiento social feminista, pacifista, antimilitarista y promotor de una ¨¦tica de la no violencia que siempre le apost¨® a la v¨ªa de la salida negociada al conflicto armado. La regi¨®n caucana a donde llegaron ser¨ªa adem¨¢s una de las zonas donde se priorizar¨ªa la implementaci¨®n de los acuerdos con un enfoque de paz territorial.
Desde 1996, la llamada Ruta Pacifica ha llegado a zonas donde nadie se atreve a ir para visibilizar los efectos de la guerra en las mujeres
¡°El cuerpo de las mujeres no es bot¨ªn de guerra¡±, ¡°Ni guerra que nos destruya ni paz que nos oprima¡± o ¡°Ni la guerra ni el hambre han destruido nuestra dignidad¡± son solo algunas de las consignas que durante a?os las mujeres gritaron en voz alta all¨¢ donde iban. Para Osana Medina, l¨ªder feminista integrante de la Ruta, el movimiento social de mujeres supo construir otras maneras de pronunciarse en un pa¨ªs que tuvo y tiene miles de formas para silenciarlas. ¡°Siempre dijimos alto y claro que las mujeres colombianas no queremos parir hijos e hijas para la guerra, que como civiles exigimos el derecho a la paz y a so?ar con un pa¨ªs en el que la vida y la muerte sean hechos naturales y no como ha pasado siempre que nos matan por organizarnos y por participar¡±, dice.
En estos 50 a?os de guerra han sido muchos los abusos de los grupos armados contra las mujeres. Fue precisamente saber c¨®mo les afectaba a ellas el conflicto que vive Colombia lo que llevo a cuatro l¨ªderes feministas a crear hace 20 a?os este gran movimiento social. ¡°Quer¨ªamos conocer su cotidianidad en medio de la guerra, solidarizarnos con ellas y convertirnos en actoras de paz. Nuestra propuesta era una salida negociada del conflicto y un proceso de paz como se est¨¢ dando ahora en La Habana en el que seguimos queriendo que se garantice el derecho a la verdad, la justicia, la reparaci¨®n, la memoria y la no repetici¨®n¡±, cuenta Mar¨ªa Eugenia S¨¢nchez, una de las promotoras.
Hoy se sabe que han sido las mujeres las que han sufrido de manera muy intensa una guerra que, adem¨¢s de destruir el tejido familiar, las convirti¨® en v¨ªctimas directas de masacres, asesinatos, desapariciones, violaciones, abusos sexuales, desplazamiento forzado o reclutamiento tambi¨¦n forzado para hacer labores dom¨¦sticas, ser sometidas a explotaci¨®n sexual e incluso obligadas a combatir.
Siempre dijimos alto y claro que las mujeres colombianas no queremos parir hijos e hijas para la guerra Osana Medina
Enfrentar el reclutamiento forzado y arriesgar la vida por salvar la de los hijos ha sido un denominador com¨²n en muchas de las historias de las v¨ªctimas. Ante las amenazas y el riesgo de que los paramilitares o la guerrilla pudieran reclutar a las hijas, muchas madres optaban por abandonar su casa y convertirse en desplazadas. ¡°?ramos solo campesinos. Viv¨ªamos tranquilos, pero llegaron los paramilitares. Tuvimos que irnos porque violaban a las ni?as y a las mujeres, mataban a inocentes y amenazaban con reclutar a mis peque?os de nueve y once a?os. Llegamos a Bogot¨¢ con lo puesto¡±, dice entre l¨¢grimas Edylma Noguera al recordarlo.
Algo parecido le sucedi¨® a una madre del Cauca cuando no tuvo m¨¢s remedio que dejar que se quedaran a dormir a unos guerrilleros en su casa y al d¨ªa siguiente cuando despert¨® se dio cuenta que se hab¨ªan llevado a su hija de 14 a?os reclutada a la fuerza. No se lo pens¨® dos veces y esa madre se adentr¨® en la selva para recuperar a su ni?a. Consigui¨® saltarse todos los controles y se plant¨® con toda la valent¨ªa ante el comandante del frente guerrillero para decirle que ven¨ªa a por su hija. Se la devolvieron, pero la obligaron a marcharse de la vereda donde viv¨ªa.
La verdad de las mujeres
La Ruta conoce bien las historias de las mujeres que han vivido bajo el yugo del conflicto armado, porque no solo ha denunciado los efectos de la guerra en sus vidas, sino que tambi¨¦n las ha estado acompa?ando todo este tiempo. Un informe elaborado el a?o pasado por esta organizaci¨®n titulado La verdad de las mujeres recoge el testimonio de 1.000 colombianas que han sufrido los horrores de la violencia en el pa¨ªs. Se trata de un documento de enorme valor para la memoria hist¨®rica de la guerra en el pa¨ªs y que a la vez se constituye ya como una aut¨¦ntica comisi¨®n de la verdad.
El documento argumenta que es indispensable que las mujeres v¨ªctimas reciban explicaciones sobre los hechos de barbarie cometidos por sus victimarios y que el Estado las repare por los graves da?os padecidos. Y plantean esa reparaci¨®n de lo muchas veces irreparable desde una visi¨®n feminista. Marina Gallego, directora de la Ruta Pac¨ªfica de las Mujeres, se?al¨® en la presentaci¨®n del informe que no existe una ¨²nica aspiraci¨®n de reparaci¨®n. ¡°Entre las demandas de las mujeres s¨ª se repiten aspectos como el de justicia, perd¨®n y memoria, el deseo de vivir sin miedo y que no se repitan los hechos, as¨ª como tambi¨¦n el apoyo laboral, el apoyo al estudio de los hijos, la desmilitarizaci¨®n del pa¨ªs, la devoluci¨®n de las tierras despojadas o el conocer la verdad y el por qu¨¦ les pas¨® lo que les pas¨®¡±, explic¨®.
Del Urab¨¢ al Choc¨®
Con la firma de la paz pr¨¢cticamente a las puertas, la movilizaci¨®n nacional de mujeres a Popay¨¢n cobra un significado especial para una organizaci¨®n como la Ruta que desde hace 20 a?os no ha dejado de movilizarse. La primera de sus marchas se remonta a 1996. Fue a la localidad de Mutat¨¢, en la regi¨®n del Urab¨¢ antioque?o, despu¨¦s de conocerse que pr¨¢cticamente la totalidad de las mujeres del municipio hab¨ªan sido violadas. Unas 1.000 mujeres llegaron a esa zona del pa¨ªs para abrazar a las compa?eras que sufr¨ªan en silencio la verg¨¹enza de la guerra.
En el a?o 2000, la localidad elegida fue Barrancabermeja que por entonces viv¨ªa bajo el terror paramilitar. Nuevamente m¨¢s de un millar de mujeres se atrevieron a desafiar el miedo que se hab¨ªa apoderado de ese puerto petrolero asentado a orillas del r¨ªo Magdalena para solidarizarse con la Organizaci¨®n Femenina Popular (OFP), que hac¨ªa resistencia a control de los grupos armados de derecha trabajando en pro de la defensa de los derechos humanos. En 2003 viajaron a la selv¨¢tica regi¨®n del Putumayo se?alando los perniciosos efectos que las fumigaciones a¨¦reas con glifosato para la erradicaci¨®n de la coca ten¨ªan sobre los comunidades.
Muchas de esas marchas fueron toda una odisea. De las aproximadamente 15 realizadas, s¨®lo en una ocasi¨®n no pudieron llegar al destino porque la guerrilla hab¨ªa incendiado dos camiones en el camino y no pudieron pasar. Lo volvieron a intentar al a?o siguiente a la misma regi¨®n en un trayecto lleno de penurias. Y lo lograron. Una caravana con m¨¢s de 40 autobuses y cientos de mujeres llegaron a la olvidada regi¨®n del Choc¨® por una carretera sin asfaltar en medio de torrenciales lluvias. A su paso encontraron camiones volcados en la cuneta y continuos retenes militares. Ellas mismas tuvieron que llenar con piedras los grandes socavones que se presentaban en el trayecto y empujar cada vez que alg¨²n autob¨²s quedaba atrapado en el barro. Ya en el Choc¨®, la solidaridad se hizo presente con las mujeres afrochocoanas e ind¨ªgenas de la regi¨®n al tiempo que denunciaban los efectos del conflicto armado sobre sus vidas y sus cuerpos.
Para las mujeres de la Ruta, los caminos recorridos les hicieron ver que pod¨ªan ser un soporte para construir la paz y la reconciliaci¨®n. ¡°Tomarse todos los a?os las carreteras de la naci¨®n significaba contarle a Colombia que el pa¨ªs nos pertenec¨ªa y que lo sent¨ªamos en nuestra piel. Por eso nuestra idea fue siempre exigir la desmilitarizaci¨®n del territorio y recuperarlo para los civiles¡±, afirma Irma Ort¨ªz, una de las integrantes del movimiento. Llegadas a Popay¨¢n reconocen que la paz no pasa solo por el fin de la guerra, pero s¨ª que la lucha por sus derechos se podr¨¢ desarrollar de manera m¨¢s efectiva en ausencia de los horrores generados por el conflicto armado.
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