A la vanguardia de la ciencia
En la historia, las investigadoras han quedado relegadas a papeles marginales e incluso, cuando una mujer era brillante y realizaba un descubrimiento, un hombre se aprovechaba Hoy los laboratorios emplean en puestos de responsabilidad a un 20% de cient¨ªficas. No falta talento. Cinco espa?olas galardonadas con el Premio L¡¯Or¨¦al Unesco lo demuestran
La persona que descubri¨® que el ¨¢tomo de uranio podr¨ªa dividirse y liberar una fabulosa cantidad de energ¨ªa fue una mujer austriaca de familia jud¨ªa. Se llamaba Lise Meitner (1878-1968) y trabaj¨® en Berl¨ªn junto al qu¨ªmico alem¨¢n Otto Hahn. En 1938, ambos enviaron un art¨ªculo a la revista Die Naturwissenschaften sobre la aparici¨®n de is¨®topos radiactivos cuando se bombardeaba uranio con neutrones. Un d¨ªa antes, Meitner hab¨ªa tenido que salir de Alemania ante la amenaza nazi.
Y en las Navidades de ese a?o, refugiada ya en Suecia, imagin¨® un modo por el que los ¨¢tomos de uranio se part¨ªan en fragmentos m¨¢s peque?os y liberaban mucha energ¨ªa. Junto con su sobrino Otto Frisch, Meitner public¨® un art¨ªculo en la revista Nature que sali¨® apenas dos meses despu¨¦s, en febrero de 1939, y que se convirti¨® en la piedra angular de la era at¨®mica, con las enormes implicaciones a ojos vista que tendr¨ªa cualquier dispositivo basado en la fisi¨®n del uranio.
Meitner hab¨ªa continuado su colaboraci¨®n por correo con Otto Hahn, pero el cient¨ªfico no incluy¨® su nombre en los trabajos posteriores, probablemente ¡°porque estaba asustado ante la intrusi¨®n de la pol¨ªtica nazi en los asuntos del instituto de investigaci¨®n¡±, reza en un panel de la exposici¨®n Mujeres extraordinarias en ciencia del Club Grolier en Nueva York. Hahn cre¨® probablemente una narrativa posterior en la que oscureci¨® el papel de Meitner, relegando los resultados a la qu¨ªmica. En 1944, Hahn fue galardonado con el Premio Nobel por el descubrimiento de la fisi¨®n del uranio, el mecanismo que Meitner hab¨ªa propuesto para explicar sus resultados.
Ella no recibi¨® reconocimiento alguno.
Y dos a?os despu¨¦s, la revista Fortune presentaba a Meitner como una ¡°estrella en f¨ªsica te¨®rica bajo la supervisi¨®n de Otto Hahn¡±, cuando en realidad Meitner era una f¨ªsica experimental y ten¨ªa su propio departamento independiente en el Instituto Kaiser Wilhelm, en Berl¨ªn, y, adem¨¢s, hab¨ªa iniciado su colaboraci¨®n con Hahn por iniciativa propia y no al rev¨¦s.
El caso de Meitner es la norma de una larga historia de discriminaci¨®n que ha apartado y minusvalorado la gigantesca aportaci¨®n de las mujeres a la historia de la investigaci¨®n cient¨ªfica. La exposici¨®n del Club Grolier, organizada por los curadores Ronald K. Smeltzer, Paulette Rose y Robert J. Ruben, present¨® hace dos a?os los impresionantes trabajos de 32 luminarias femeninas en f¨ªsica, astrof¨ªsica, matem¨¢ticas, ingenier¨ªa computacional, biolog¨ªa y bioqu¨ªmica y medicina de los ¨²ltimos cuatro siglos. Pocos saben que la construcci¨®n y finalizaci¨®n del puente de Brooklyn que une Manhattan con Nueva York hay que deb¨¦rsela a una mujer, Emily Roebling; o que el Kevlar, un material cinco veces m¨¢s resistente que el acero que hace posible, entre otras cosas, los chalecos antibalas que salvan vidas, fue inventado por la qu¨ªmica Stephanie Kwolek.
O que el primer manual para la operaci¨®n del primer ordenador electromec¨¢nico, el Mark I, de m¨¢s de 15 metros de largo, se lo debemos a Grace Murray Hopper, una teniente de la Marina americana con un doctorado en Matem¨¢ticas, la cual escribi¨® la mayor parte del libro pese a que su nombre aparece en segundo lugar, tras Howard H. Aiken, el ingeniero de Harvard que figura como su supervisor; o que Maria Cunitia escribi¨® en 1627 un libro de 550 p¨¢ginas que corrigi¨® el cat¨¢logo de estrellas y planetas de Johannes Kepler mediante un revolucionario m¨¦todo de c¨¢lcu?lo de sus posiciones que eliminaba los logaritmos, tan asombroso que convirti¨® a esta cient¨ªfica polaca en la mente m¨¢s avanzada de la matem¨¢tica astron¨®mica de su tiempo.
Casi siempre, detr¨¢s de cada hallazgo femenino suele esconderse la sombra amenazante de un ego masculino (afortunadamente tambi¨¦n hay excepciones, como el apoyo del prestigioso astr¨®nomo Arthur Eddington a Cecilia Payne, la cosm¨®loga m¨¢s influyente desde 1925).
La bi¨®loga molecular Sarah Clatterbuck Soper se hac¨ªa eco en una columna reciente de The New York Times de un comentario del Nobel Tim Hunt ¨Cun bioqu¨ªmico que realiz¨® hallazgos clave en la divisi¨®n celular¨C acerca de ¡°sus problemas con las chicas¡± en los laboratorios. ¡°Cuando te enamoras de ellas, ellas se enamoran de ti, y cuando las criticas, ellas se ponen a llorar¡±.
Hunt, partidario de segregar a hombres y mujeres en los laboratorios, tuvo que renunciar a su cargo honorario de la University College de Londres. Un trabajo de 2014 en la revista Proceedings, de la Academia Nacional de Ciencias de EE UU (PNAS), demostraba emp¨ªricamente que los cient¨ªficos de ¨¦lite en ciencias de la vida emplean menos mujeres que hombres en sus laboratorios, pese a que la mitad de licenciados en biociencias en EE UU ¨Cla superpotencia cient¨ªfica mundial¨C ya son mujeres. En el mismo estudio ¨Cque examinaba los datos desde 1969 hasta 2009¨C se comprob¨® que solo el 18% de profesores a tiempo completo en las facultades eran mujeres.
El programa L¡¯Or¨¦al-Unesco, en su 15? aniversario, ha premiado el trabajo de 2.250 mujeres cient¨ªficas en 115 pa¨ªses. Lleva 10 a?os en Espa?a reconociendo el trabajo de investigadoras. La fundaci¨®n arroja unas cifras que esculpen un paisaje discriminatorio parecido en Espa?a. Menos del 20% de los cient¨ªficos que ocupan ¡°posiciones estrat¨¦gicas en laboratorios, universidades y centros de investigaci¨®n¡± son mujeres, y en otro orden de cosas, ¡°un hombre con hijos tiene una probabilidad cuatro veces mayor de ser promocionado a catedr¨¢tico que una mujer con la misma situaci¨®n familiar¡±.
La diferencia con EE UU es que no preguntas qu¨¦ hay, sino que ellos dicen ¡®qu¨¦ necesitas¡±
Marta Navarrete
Marta Navarrete (Salvale¨®n, Badajoz, 35 a?os) es una de las cinco galardonadas este a?o. Se educ¨® en un pueblecito ganadero de menos de 1.900 habitantes, en una familia de siete hermanos de los que dos son cient¨ªficos. Siempre le atrajo la ciencia, en especial la qu¨ªmica. ¡°En mi casa se hac¨ªa jab¨®n y se usaba cal, son reacciones qu¨ªmicas¡±. Tras licenciarse en la Universidad de Extremadura, qued¨® atrapada por el misterioso embrujo de la investigaci¨®n del cerebro, primero trabajando en el Instituto Cajal, para luego dar el salto a la Universidad Albert Einstein College en Nueva York. ¡°La diferencia all¨ª son los medios. No preguntas qu¨¦ es lo que hay, sino que ellos te preguntan qu¨¦ necesitas¡±. Su investigaci¨®n en el Centro de Biolog¨ªa Molecular Severo Ochoa se centra en el papel fundamental de los astrocitos. Antes considerados meros auxiliares que nutren a las neuronas, son las c¨¦lulas m¨¢s abundantes del cerebro. Intervienen en la memoria, el aprendizaje y en el desarrollo de patolog¨ªas como el mal de Alzheimer, lo que los convierte en dianas para dise?ar futuros tratamientos, un nuevo y prometedor campo de investigaci¨®n.
Navarrete cuenta que hace cuatro a?os pensaba que la discriminaci¨®n era cosa del pasado. Ahora que es madre (dos hijos, de a?o y medio y tres a?os), las cosas han cambiado. ¡°S¨ª, encuentras algunas diferencias. No cuentan tanto contigo. Te ponen en un segundo plano, y tienes que rebelarte en el trabajo. No puedes liderar, y tienes que demostrar por partida doble que puedes hacerlo¡±. Explica que la vida productiva de un investigador es corta, y que la franja de entre 30 y 40 a?os es crucial para darse a conocer. Las madres investigadoras que ella conoce experimentan problemas parecidos. Decididamente, afirma a El Pa¨ªs Semanal, ¡°existe discriminaci¨®n hacia las madres cient¨ªficas¡±.
Rosalind Franklin (1920-1958, Reino Unido) escribi¨® el 5 de octubre de 1950 una carta a su hermano Colin desde Par¨ªs. Un a?o antes hab¨ªa presentado su tesis sobre sus m¨¦todos para desarrollar modelos de difracci¨®n de rayos X de mol¨¦culas org¨¢nicas. Franklin estaba deprimida, pues se trasladaba al King¡¯s College de Londres para trabajar en el laboratorio de Maurice Wilkins. Un ambiente poco propicio para las mujeres investigadoras, a las que no se les permit¨ªa cenar con los hombres.
Mujer con personalidad y muy perseverante, no se llev¨® bien con Wil?kins, quien crey¨® que ven¨ªa a trabajar como un miembro m¨¢s de su equipo y no como alguien al frente de su propio grupo de investigaci¨®n. Por aquel entonces, un cient¨ªfico americano, James Watson, acudi¨® al laboratorio para estudiar con Francis Crick, un colega de Wilkins, la estructura del ADN. Watson estuvo presente en una conferencia de Franklin en la que ella proporcion¨® datos clave sobre la posici¨®n de las bases de ADN y los grupos fosfatos, deducidos a ra¨ªz de sus cristalograf¨ªas, pero aparentemente Watson no prest¨® atenci¨®n.
Sin embargo, cuando Wilkins mostr¨® a Watson una de las excelentes im¨¢genes obtenidas por Franklin, el americano se qued¨® boquiabierto. Dedujo que el ADN podr¨ªa tener una estructura de h¨¦lice. Esa imagen ¨Cque se conocer¨ªa despu¨¦s como la foto 51¨C hab¨ªa llegado a sus manos sin el conocimiento ¨Cni permiso¨C de Franklin. Tres a?os despu¨¦s, Watson y Crick publicaron su hist¨®rico art¨ªcu?lo en Nature. Ni una sola menci¨®n a la foto 51.
Solo al final, reconocieron en un par de l¨ªneas, ¡°el trabajo no publicado y las ideas del Dr. E. Franklin¡± en el mismo n¨²mero en que ella firmaba otro estudio sobre un nucle¨®tido del ADN con su famosa imagen, en la que comentaba que sus ideas no eran inconsistentes con el modelo propuesto por Watson y Crick en la comunicaci¨®n anterior. Tanto Watson como Crick y Wilkins recibir¨ªan el Nobel de Medicina en 1962. Los dos primeros no hicieron ni una sola menci¨®n a Franklin, que hab¨ªa muerto cuatro a?os antes de c¨¢ncer de ovario.
Los premios Nobel no se conceden a t¨ªtulo p¨®stumo, pero la foto 51 jug¨® un papel crucial. Franklin no estaba demasiado interesada en dilucidar la estructura y abandon¨® el King¡¯s College para aplicar su t¨¦cnica y convertir el virus del mosaico en un modelo asombroso para el estudio de los virus.
Mi inter¨¦s por la ciencia viene desde muy peque?a. Me encantaba ver ¡®?rase una vez la vida¡±
Mar¨ªa Jos¨¦ Buz¨®n
¡°Mi inter¨¦s por la ciencia viene desde muy peque?a¡±, nos dice Mar¨ªa Jos¨¦ Buz¨®n (36 a?os, Cerdanyola del Vall¨¨s, Barcelona), otra de las galardonadas L¡¯Or¨¦al cuyo recuerdo m¨¢s lejano se remonta a los ocho o nueve a?os: ¡°Recuerdo esperar con ansia a que empezaran los dibujos de la serie ?rase una vez la vida. Me encantaba verlos y pensar que era alucinante que eso mismo estuviera sucediendo dentro de m¨ª¡±. Su tesis doctoral se centr¨® en explicar los escondrijos que eleg¨ªa el virus del sida (VIH) en pacientes que estaban siendo tratados, como la estrategia del virus para escapar a la acci¨®n de los f¨¢rmacos. Despu¨¦s de tres a?os en el Instituto Ragon, del MIT (Instituto Tecnol¨®gico de Massachu?setts), y en la Escuela de Medicina de Harvard, Buz¨®n regres¨® recientemente a Espa?a para proseguir sus investigaciones en el Departamento de Enfermedades Infecciosas del Instituto de Investigaci¨®n Vall d¡¯Hebron (VHIR). Como madre de dos ni?os, una de dos a?os y el segundo de apenas un mes, admite que no tiene un momento para ella misma. Su familia y su carrera lo es todo. ¡°No puedo pasar las mismas horas en el trabajo que antes, pero lo compenso trabajando en casa. Investigar no es un trabajo de nueve de la ma?ana a cinco de la tarde. ¡°Por suerte y por el momento, el ser madre no me ha supuesto ning¨²n obs?t¨¢culo o discriminaci¨®n¡±.
Buz¨®n ¡°quiere curar la infecci¨®n causada por el VIH¡±. Y avisa. ¡°La ciencia en general no interesa en Espa?a. La investigaci¨®n en I+D a¨²n se ve como una p¨¦rdida de dinero. Hay poca cultura cient¨ªfica. Todos los pol¨ªticos tendr¨ªan que mirar a largo plazo, y no solo los cuatro a?os vista de las candidaturas¡±.
Hertha Ayrton (1854-1923, Reino Unido) decidi¨® convertir la habitaci¨®n en la que sol¨ªa dibujar en un laboratorio para investigar los patrones que las olas dejaban en forma de dunas en la arena. A los 30 a?os, invent¨® un instrumento que divid¨ªa en partes iguales cualquier l¨ªnea, ¨²til para la ingenier¨ªa. Su mayor logro fue la investigaci¨®n minuciosa de las condiciones de estabilidad del arco el¨¦ctrico para producir iluminaci¨®n, asombrando a propios y extra?os al ser la ¨²nica mujer que particip¨® en 1900 en el Congreso Internacional El¨¦ctrico en Par¨ªs. Dos a?os m¨¢s tarde, escribi¨® un libro que cambi¨® la tecnolog¨ªa del arco, mejor¨¢ndolo con varias patentes que se usaron hasta en los primeros proyectores de cine. En 1915 Ayrton invent¨® adem¨¢s un ventilador port¨¢til que creaba un v¨®rtice especial y permit¨ªa dispersar los gases qu¨ªmicos que se arrojaban sobre las trincheras en la guerra, especialmente el cianuro gaseoso, bas¨¢ndose en sus estudios sobre la hidrodin¨¢mica.
Ella se involucr¨® en los movimientos para lograr el sufragio femenino en Londres, con una hist¨®rica concentraci¨®n en 1910, y protegi¨® a las mujeres que hab¨ªan sido encerradas por pedir el derecho al voto. Un a?o despu¨¦s se neg¨® a participar en el censo, escribiendo en el formulario que no pod¨ªa contestar a esas preguntas ¡°si no tengo inteligencia para elegir entre dos candidatos al Parlamento¡±. Ayrton fue una magn¨ªfica amiga de Marie Curie, a la que acogi¨® en su momento m¨¢s dif¨ªcil, deprimida y enferma, en el verano de 1912. La prensa francesa atac¨® a Curie y moviliz¨® a la opini¨®n p¨²blica en su contra por su relaci¨®n con el f¨ªsico Paul Langevin acus¨¢ndola de manchar el nombre de su marido Pierre, que hab¨ªa muerto en 1906 atropellado por un carruaje.
¡°Mi abuelo paterno era farmac¨¦utico y en el piso de arriba de su farmacia fund¨® en el a?o 1947 un peque?o laboratorio, convertido por mi padre a?os despu¨¦s en una empresa familiar y pr¨®spera de productos farmac¨¦uticos y cosm¨¦ticos, primero instalada en Luarca y desde los a?os noventa en Oviedo. Creo que mi inter¨¦s por la ciencia naci¨® en ese peque?o laboratorio de Luarca, donde tres se?oras muy mayores y mi padre trabajaban, y en el que siempre hab¨ªa un inolvidable olor a sacarina¡±. Quien habla es Mar¨ªa Mittelbrunn (Madrid, 37 a?os), premio L¡¯Or¨¦al, que ya va a formar su propio grupo de investigaci¨®n en la Facultad de Medicina de la Universidad Aut¨®noma de Madrid, en conexi¨®n con la Fundaci¨®n de Investigaci¨®n del Hospital 12 de Octubre.
Mittelbrunn quiere entender c¨®mo las c¨¦lulas humanas se libran de los desechos mediante unas estructuras llamadas lisosomas, y el papel de las mitocondrias, los org¨¢nulos celulares que fabrican la energ¨ªa. Los fallos en estos sistemas desembocan en patolog¨ªas muy graves para las que no hay cura y urge buscar tratamientos. Estos procesos tambi¨¦n est¨¢n relacionados con la inflamaci¨®n y el envejecimiento.
La paridad ocurrir¨¢ cuando se valore el talento y el esfuerzo y se compartan responsabilidades¡±
Mar¨ªa Mittelbrunn
Ella no ha sufrido discriminaci¨®n por ser madre, pero reconoce que hay un antes y un despu¨¦s. ¡°Todav¨ªa no se ha llegado a un equilibrio entre mujeres y hombres a la hora de alcanzar puestos de responsabilidad. Pero esto no creo que ocurra solo en la ciencia. En cualquier empresa, hay m¨¢s puestos directivos que recaen en los hombres que en las mujeres. Es un problema cultural. Yo no estoy a favor de la paridad forzada, sino de la natural, que ocurrir¨¢ cuando se valore el talento y el esfuerzo, y realmente se compartan las responsabilidades familiares y dom¨¦sticas¡±.
Y a?ade: ¡°La investigaci¨®n b¨¢sica es el cimiento para cualquier exploraci¨®n m¨¢s aplicada. No creo que los f¨ªsicos que estudiaban la polaridad de la luz se les ocurriera contestar que su investigaci¨®n servir¨ªa para desarrollar el l¨¢ser, que ser¨¢ una herramienta con m¨²ltiples aplicaciones en la medicina del futuro¡±.
Cecilia Payne-Gaposchkin (1900-1970, Reino Unido) demostr¨® en su tesis doctoral que las estrellas estaban hechas de hidr¨®geno y helio en un 99% a partir del an¨¢lisis de su espectro. Era el a?o 1925. Payne hab¨ªa viajado desde la Universidad de Cambridge, que no permit¨ªa doctorados a las mujeres, para intentar convertirse en astr¨®noma en el Observatorio del Harvard College en Cambridge (Massachusetts). All¨ª lo logr¨®, siendo la primera mujer en la historia de esta instituci¨®n. Pero no fue nada f¨¢cil.
Su demostraci¨®n de que las estrellas estaban hechas de los elementos m¨¢s ligeros del universo era tan revolucionaria que el eminente astr¨®nomo Henry Russell, de la Universidad de Princeton, examin¨® la tesis y lo calific¨® de ¡°imposible¡±. As¨ª que para proteger su carrera ella tuvo que insertar con calzador un comentario aludiendo a que las cantidades calculadas seguramente ¡°no eran reales¡±. Hasta 1938 no se reconoci¨® oficialmente su trabajo en Harvard, ganaba un m¨ªnimo salario de 2.300 d¨®lares al a?o y ninguno de los cursos que imparti¨® se recogieron en el cat¨¢logo de la instituci¨®n hasta 1945.
En 1960, el eminente astr¨®nomo Otto Struve se refiri¨® a su trabajo como ¡°la m¨¢s brillante tesis jam¨¢s escrita en astronom¨ªa¡±. No en vano, sus investigaciones sentaron la base de la cosmolog¨ªa de las estrellas como las conocemos hoy en d¨ªa.
¡°Nac¨ª en Manresa, provincia de Barcelona. Mi inter¨¦s por la ciencia fue despertando poco a poco y una de mis motivaciones principales es poder dar explicaci¨®n a las cosas y comprenderlas. Tuve un muy buen profesor de qu¨ªmica y f¨ªsica en BUP y COU. Eso me marc¨®. Al licenciarme quer¨ªa saber m¨¢s y me puse a hacer el doctorado con el sue?o de llegar a ser profesora universitaria, que tambi¨¦n investiga¡±, dice Laura Masgrau (39 a?os), premio L¡¯Or¨¦al-Unesco. ¡°En estos momentos soy m¨¢s investigadora que profesora. Y el futuro dir¨¢¡±.
Masgrau quiere explorar ¡°el dise?o computacional de unos f¨¢rmacos que ayuden a frenar las met¨¢stasis en c¨¢ncer colorrectal y combinar esto con el uso de nanopart¨ªculas espec¨ªficas que puedan llevar la mol¨¦cula f¨¢rmaco a las c¨¦lulas tumorales de forma selectiva¡±. Combatir este c¨¢ncer con mucha m¨¢s precisi¨®n. Es madre de una ni?a de siete a?os y un ni?o de tres. ¡°Yo no he sentido ning¨²n tipo de discriminaci¨®n por este hecho¡±. Desde 2011 es la subdirectora del Instituto de Biotecnolog¨ªa y Biomedicina de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona.
¡°La competencia en ciencia es buena¡±, indica. ¡°?Pero aqu¨ª no solo competimos para tener dinero para desarrollar proyectos, sino incluso para conseguir un sueldo! ?Es esto necesario?¡±, se pregunta. No vale la pena ¡°desgastar el talento y a las personas con tanta inestabilidad laboral. La estabilidad contractual tendr¨ªa que llegar antes, pasados unos cinco a?os de la defensa de la tesis m¨¢ximo. Esto s¨ª, con filtros y evaluaci¨®n muy exigentes¡±. Asegura que hay que definir mejor el camino para la carrera acad¨¦mica e investigadora.
La penicilina, descubierta por Alexander Fleming en 1929, no empezar¨ªa a aplicarse como antibi¨®tico hasta la Segunda Guerra Mundial. Dorothy Hodgkin (Reino Unido, 1910-1994) dirigi¨® un equipo para desvelar su estructura cristalina y su trabajo fue clasificado como secreto hasta que se hizo p¨²blico en 1946. Posteriormente, un par de a?os despu¨¦s, Hodgkin y su equipo se dedicaron a dilucidar la estructura de la vitamina B12 y a deducir su composici¨®n qu¨ªmica. Monumentales trabajos de d¨¦cadas que le valieron a Hodgkin el Premio Nobel de Qu¨ªmica en 1964.
Hodgkin no dud¨® en dar una conferencia en 1938 en la Royal Society de Londres estando embarazada de ocho meses, lo que no era convencional por entonces. Romp¨ªa los moldes establecidos para las mujeres. Cuando gan¨® el Nobel, ya en los a?os sesenta, la prensa brit¨¢nica la trat¨® con condescendencia, escribe Athene Donald, profesora de f¨ªsica experimental en la Universidad de Cambridge, en el peri¨®dico The Guardian. Los titulares lo dicen todo: ¡®El Nobel recae en una mujer brit¨¢nica, madre de tres hijos¡¯ (Daily Telegraph); ¡®Un ama de casa de Oxford gana el Nobel¡¯ (Daily Mail). O lo comentado en The Observer: ¡°La afable ama de casa, la se?ora Hodgkin¡±, hab¨ªa ganado el Premio Nobel ¡°por una habilidad que no ten¨ªa que ver con nada del trabajo de casa, la estructura de cristales, de gran inter¨¦s para la qu¨ªmica¡±.
Lo dif¨ªcil es volver a Espa?a para establecerte. La investigaci¨®n no est¨¢ consolidada
Ver¨®nica Ayll¨®n
A Veronica Ayll¨®n (39 a?os, Elche) le gustaba investigar desde que era peque?a. La qu¨ªmica, las matem¨¢ticas, la biolog¨ªa. Finalmente se decant¨® por esta ¨²ltima, terminando su licenciatura en 1998. ¡°Siempre he encontrado oportunidades a lo largo del camino¡±. Recuerda que, en un viaje de vuelta en avi¨®n desde Uruguay, cay¨® un peri¨®dico en sus manos y un anuncio de ofertas de beca para realizar investigaci¨®n para el doctorado en Madrid. Fue en el Centro Nacional de Biotecnolog¨ªa del CSIC. Se decant¨® por estudiar la forma en que las c¨¦lulas mueren. Tras una estancia en Par¨ªs, varios a?os en Irlanda para estudiar la gen¨¦tica de tumores, recal¨® finalmente en el centro de Gen¨®mica y Oncolog¨ªa de Granada. ¡°Lo dif¨ªcil es cuando vuelves a Espa?a para establecerte. La carrera de investigadora no est¨¢ consolidada¡±.
El premio L¡¯Or¨¦al-Unesco reconoce sus esfuerzos para encontrar alg¨²n d¨ªa una cura investigando los mecanismos b¨¢sicos de la leucemia megacariobl¨¢stica, un c¨¢ncer infantil raro y muy grave. Como investigadora, explica que la franja de edad de m¨¢s de 35 a?os pone las cosas ¡°m¨¢s dif¨ªciles. Somos un grupo posdoctoral muy preparado, pero estamos bloqueados, competimos con gente que hace tres o cuatro a?os tendr¨ªan que tener plaza¡±. Este atasco de generaciones se debe fundamentalmente a que ¡°no hay prioridad pol¨ªtica a la investigaci¨®n¡±.
Es el problema cr¨®nico de siempre. La estabilidad laboral en ciencia se consigue por el funcionariado. Se necesitan contratos indefinidos, pero con algo que para Ayll¨®n es fundamental, tienen que ser evaluables peri¨®dicamente para asegurar la calidad del trabajo. ¡°Y si no es as¨ª, te despiden¡±.
Ayll¨®n es madre de un ni?o de dos a?os. Tuvo que compaginar el trabajo, pero desde entonces admite que las cosas han cambiado algo. Hay miradas recelosas, comentarios del tipo ¡°es que las madres¡¡±. Trabajo menos pero trabajo mejor. En mi centro de investigaci¨®n solo hay dos mujeres que lideran grupos de investigaci¨®n, el resto son hombres: en el d¨ªa a d¨ªa, hay gente que piensa que cuando eres madre tu carrera no va a ser competitiva, y no tiene por qu¨¦ ser as¨ª¡±.
elpaissemanal@elpais.es
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