El VIH golpea a la Amazon¨ªa peruana
La etnia awaj¨²n, la m¨¢s afectada, es reacia a aceptar el sida por las barreras culturales y la desconfianza hacia el Estado
Como hace cinco siglos, cuando la llegada de los europeos a Am¨¦rica provoc¨® la muerte de miles de ind¨ªgenas que no ten¨ªan anticuerpos para las nuevas enfermedades importadas desde el otro lado del Atl¨¢ntico, en los ¨²ltimos a?os ha llegado un virus a varias regiones ind¨ªgenas de la Amazon¨ªa peruana para el que no estaban culturalmente preparados y que ya se ha cobrado un n¨²mero indeterminado de v¨ªctimas mortales: el VIH.
Las primeras se?ales de alerta saltaron hace unos nueve a?os en Condorcanqui, una provincia del norte del pa¨ªs, fronteriza con Ecuador y habitada por las etnias wampis y, sobre todo, awaj¨²n, pertenecientes al aguerrido grupo etnoling¨¹¨ªstico de los j¨ªbaros, celebres por su antigua tradici¨®n de reducir las cabezas de sus enemigos. Hasta entonces, debido al aislamiento de esta y otras ¨¢reas ind¨ªgenas amaz¨®nicas, se considera que los casos de sida all¨ª eran excepcionales y muy aislados. Pero Unicef, en el marco de un programa de salud materna que tiene en la zona, comenz¨® a aplicar las nuevas tecnolog¨ªas de pruebas r¨¢pidas y se llev¨® la sorpresa de que el virus estaba m¨¢s extendido de lo que se cre¨ªa.
Poco a poco se vio que el fen¨®meno se reproduc¨ªa en otras partes de la Amazon¨ªa, pero Condorcanqui ha sido tomada como modelo de referencia por el gobierno peruano para dise?ar la estrategia para el VIH a seguir con poblaciones ind¨ªgenas, ya que, por sus condiciones geogr¨¢ficas y culturales, est¨¢ siendo la m¨¢s afectada por el problema.
Esta provincia est¨¢ conformada por las cuencas de tres afluentes del r¨ªo Mara?¨®n (el Cenepa, el Nieva y el Santiago). El a?o pasado se termin¨® de asfaltar la ¨²nica carretera que llega hasta su capital, Santa Mar¨ªa de Nieva, con unos 5.000 habitantes, y la dejaban a unas seis horas de viaje en coche desde Bagua, la ciudad m¨¢s cercana, siempre y cuando las lluvias no hagan impracticable el camino. Al resto de los poblados, diseminados a lo largo de un territorio selv¨¢tico de unos 18.000 kil¨®metros cuadrados (una superficie parecida a la de la provincia de Cuenca) s¨®lo se puede llegar por r¨ªo. Acceder a algunos de ellos desde Nieva puede llevar m¨¢s de un d¨ªa, adem¨¢s de resultar muy oneroso en una zona particularmente castigada por la pobreza
La incidencia del VIH llega al 2% de la poblaci¨®n en la regi¨®n awaj¨²n, frente al 0,23% de medio del resto de Per¨²
A parir de 2012 se iniciaron campa?as de detecci¨®n del sida m¨¢s amplias y las alarmas se dispararon con la multiplicaci¨®n de casos detectados. El porcentaje de infectados respecto al total de poblaci¨®n analizada ha oscilado en los ¨²ltimos cuatro a?os entre el 1,32% y el 2,1%. Muy por encima del 0,23% de la prevalencia general de Per¨², que se mantiene en los par¨¢metros de la regi¨®n latinoamericana, y m¨¢s cerca de los valores de un grupo de riesgo como es el de las trabajadoras sexuales (entre el 1% y el 2%).
El coordinador nacional de la estrategia para el VIH del Ministerio de Salud peruano, Carlos Benites, indica que est¨¢n utilizando una tasa del 2% como valor program¨¢tico para sus previsiones, pero reconoce que el porcentaje puede variar conforme aumente el n¨²mero de personas a las que se les hace la prueba. ¡°No creemos que en ning¨²n caso tengamos indicadores mayores del 5% de positivos, pero tampoco creemos que es una proporci¨®n como la de la poblaci¨®n general¡±, admite.
Zebelio Kayap, presidente de Organizaci¨®n de Desarrollo de las Comunidades Fronterizas del Cenepa, la cuenca con mayor incidencia del virus en la provincia, cree que ¨¦ste pudo entrar por varias v¨ªas, como el ingreso regular de comerciantes mestizos que venden sus productos en las comunidades de las orillas de los r¨ªos o la llegada de profesionales de otras partes del pa¨ªs para trabajar como sanitarios, trabajadores de la construcci¨®n y, sobre todo, profesores. Tambi¨¦n apunta a los crecientes contactos con los ind¨ªgenas achuar, del lado ecuatoriano de la frontera, con mejores v¨ªas de comunicaci¨®n que los awaj¨²n, y con soldados de una base militar situada en el r¨ªo Cenepa.
Por ¨²ltimo, a?ade el l¨ªder ind¨ªgena, ¡°salen muchos j¨®venes a trabajar, a estudiar a (ciudades como) Chiclayo, Ja¨¦n, Lima. Incluso hay se?oritas que est¨¢n trabajando en los bares de pueblos cercanos. Esos j¨®venes regresan de la ciudad y nadie controla c¨®mo lo hacen¡±.
Aunque Kayap no lo menciona, entre estos emigrantes retornados tambi¨¦n hay muchos awaj¨²n homosexuales, que cada vez son m¨¢s aceptados en la zona.
¡°Hay una fuerte presencia de hombres que tienen sexo con hombres en comunidades ind¨ªgenas amaz¨®nicas, pero estas comunidades se resisten un poco a aceptar ese tema¡±, advierte Benites. Algunos incluso practican el sexo con hombres sin ser homosexuales a cambio de dinero o alg¨²n regalo, algo que en la cultura awaj¨²n no es considerado prostituci¨®n. As¨ª pueden quedar infectados y luego le trasmiten en VIH a sus parejas heterosexuales.
Los awaj¨²n desconf¨ªan del sistema de salud tradicional y muchas veces atribuyen los casos de sida a la brujer¨ªa
Pero este no es el ¨²nico factor que est¨¢ contribuyendo a que se extienda la enfermedad entre los awaj¨²n. El Ministerio de Salud ha hecho estudios que han encontrado que estas poblaciones ind¨ªgenas amaz¨®nicas tienen una serie de conductas de riesgo para adquirir enfermedades de transmisi¨®n sexual, afirma Benites.
En la cultura amaz¨®nica, se?ala, hay ¡°un inicio sexual muy temprano: desde los 10 u 11 a?os¡± y ¡°culturalmente es aceptado tener m¨²ltiples parejas sexuales¡±. En el caso concreto de los awaj¨²n, un hombre puede tener incluso m¨¢s de una mujer. Pero m¨¢s importante todav¨ªa, destaca Benites, en estas comunidades todav¨ªa no se ha podido hacer llegar a entender la importancia del uso del preservativo, que es muy escaso¡±.
Este caldo de cultivo, id¨®neo para la expansi¨®n del VIH, ha obligado al Ministerio de Salud a tomar medidas como la de realizar la prueba r¨¢pida a todas las mujeres gestantes, empezar a medicar a los pacientes en cuanto den positivo en dos pruebas r¨¢pidas, sin esperar a la confirmaci¨®n del an¨¢lisis definitivo y llevar el tratamiento a los puestos de las comunidades. Hasta 2012, el ¨²nico centro de tratamiento estaba en Bagua, a m¨¢s de un d¨ªa de viaje de la mayor¨ªa de los poblados, lo que disuad¨ªa a muchos pacientes.
Pero la geogr¨¢fica no es la ¨²nica barrera que est¨¢ propiciando el avance del VIH-sida. ¡°Estas poblaciones no s¨®lo no hablan nuestro idioma, sino que no comparten nuestra forma de hacer salud y tienen una cosmovisi¨®n totalmente diferente de la nuestra¡±, subraya Benites.
El contacto de los awaj¨²n con la civilizaci¨®n occidental ha sido a menudo traum¨¢tico y est¨¢ plagado de malas experiencias. Por ello, predomina entre ellos el recelo frente al Estado. Los trabajadores sanitarios encuentran complicado generar confianza en el sistema de salud occidental entre los awaj¨²n. Muchos de ellos prefieren recurrir a su medicina tradicional, basada en el uso de plantas de la selva, o rechazan los diagn¨®sticos de los centros de salud.
Milagros Osorio, coordinadora de la estrategia contra el VIH de la red de salud de Condorcanqui, trabaj¨® durante unos a?os como obstetra en el puesto de salud de Kusu Kubain, una comunidad a orillas del Cenepa donde se concentra el mayor n¨²mero de casos de sida de la provincia. En muchas ocasiones su trabajo choc¨® con las diferencias culturales. Por ejemplo, tuvo que aprender a asistir al parto vertical, tradicional en la zona, y calcular cu¨¢ndo las mujeres est¨¢n listas para dar a luz por el calor de su cabeza, dado que no se dejaban tocar en sus partes ¨ªntimas.
Asegura que cuando se comenz¨® a detectar casos del virus ¡°hab¨ªa personas, incluso profesores, que no quer¨ªa aceptarlo y rechazaban someterse a tratamiento¡±. ¡°Dec¨ªan que era brujer¨ªa y se resist¨ªan a someterse a tratamiento. Ten¨ªan otras relaciones y contagiaban a m¨¢s gente¡±, lamenta.
Para los awaj¨²n es dif¨ªcil entender una enfermedad como el VIH, que aunque se puede controlar, no tiene cura, y que alguien lo puede tener y no presentar ning¨²n s¨ªntoma. Es por ello por lo que para mucha gente de esta etnia es menos complicado atribuir los s¨ªntomas, cuando se presentan, a la brujer¨ªa, a conjuros atribuidos a algunos pobladores por envidias o alg¨²n otro tipo de animadversi¨®n personal contra sus vecinos.
Pero a la fuerza ahorcan y en los ¨²ltimos a?os han comenzado a aceptar la existencia de la enfermedad al aumentar las muertes por sida sin que las plantas medicinales ni los curanderos puedan hacer nada. ¡°Ahora hay gente que cumple bastante el tratamiento. Se est¨¢n dando cuenta de que si lo dejan empeoran y han visto c¨®mo personas cercanas de sus familias han fallecido. Entonces tienen miedo¡±, explica Osorio.
La Defensor¨ªa del Pueblo pide la aplicaci¨®n de una pol¨ªtica de salud intercultural, bloqueda por el presidente desde hace un a?o
Es el caso de Esli Kantuash, de 32 a?os y su esposa, Amanda Ugkush, de 20, de Kusu Kubain. Ambos fueron diagnosticados con VIH el pasado mes de abril, cuando ella se qued¨® embarazada y acudi¨® al centro de salud. Esli estuvo trabajando varios a?os en grandes ciudades como comerciante y como guardia de seguridad antes de regresar a su pueblo en 2008. Est¨¢ convencido de que fue en este periodo cuando contrajo el virus, que luego transmiti¨® a su mujer.
¡°Cuando me dijeron que ten¨ªa VIH/sida me sent¨ª muy mal, pens¨¦ en morirme, en separarme de mi mujer¡±, recuerda. ¡°Pero la doctora nos dijo que los que tienen sida viven tomando pastillas y cambi¨¦ de idea. Ahorita estamos tranquilos¡±, cuenta mientras sostiene a su hijo Juan, de apenas dos meses de edad.
¡°Queremos estar vivos, por eso estamos acudiendo al puesto de salud cada mes y estamos al tanto con nuestro tratamiento. Desde que nos diagnosticaron tomamos pastillas y estamos normales¡±, comenta.
¡°Se ha avanzado mucho, pero hay que seguir trabajando en la zona¡±, reconoce Osorio. Basta con hablar con algunos l¨ªderes locales para comprobar la ardua tarea a la que se enfrentan las autoridades sanitarias.
Uno de los problemas a la hora de hacer comprender el problema es la confidencialidad que por ley se aplica a los casos de infectados de sida.
Sa¨²l Sejekan, viceapu (autoridad local elegida en asamblea comunitaria) de Huampami, la capital de la cuenca del Cenepa, cuenta un caso reciente de un joven fallecido. Extraoficialmente ha sabido que ten¨ªa sida, pero sus familiares aseguran que ha muerto a causa de la brujer¨ªa.
Como en estos casos, el poblado se re¨²ne y decide expulsar a la persona que supuestamente le ha causado el da?o (usualmente identificada porque la v¨ªctima so?¨® con ella antes de enfermarse). Sejekan considera que el acusado en esta ocasi¨®n es inocente, pero no puede oponerse a la decisi¨®n popular. ¡°Yo quiero que el m¨¦dico nos d¨¦ el diagn¨®stico a las autoridades para que tratemos de hacer comprender a las personas¡±, dice.
El otro gran problema en la estrategia contra el sida en Condorcanqui, reclama Kayap, es la prevenci¨®n. En el centro de salud de Huampami, cuartel general de la microrred de salud del Cenepa, no se ve ni un cartel alertando del sida o promoviendo el uso del preservativo.
Los m¨¦dicos entregan condones a los j¨®venes y a los padres de familia y les dan orientaci¨®n de planificaci¨®n familiar y charlas, pero no parece que esta labor tenga mucho ¨¦xito.
La Defensor¨ªa del Pueblo peruana ha denunciando la situaci¨®n y exige la aplicaci¨®n de una pol¨ªtica de salud intercultural para avanzar en la integraci¨®n de las etnias ind¨ªgenas en el sistema sanitario p¨²blico. Dicha pol¨ªtica fue acordada mediante un proceso de dos a?os de consulta previa entre el Ministerio de Salud y representantes de los pueblos originarios de todo el pa¨ªs. Entre sus aspectos m¨¢s importantes est¨¢n el reconocimiento de su medicina tradicional y su articulaci¨®n con la occidental.
No obstante, Daniel S¨¢nchez, jefe del programa de Pueblos Ind¨ªgenas de la Defensor¨ªa, denuncia que desde hace m¨¢s de un a?o se espera que el presidente peruano, Ollanta Humala, emita el Decreto Supremo que permita su implementaci¨®n. ¡°Esa pol¨ªtica ya pas¨® por todos los canales de consulta y aprobaci¨®n, pero no se sabe por qu¨¦ el presidente tiene el Decreto Supremo en sus manos y todav¨ªa no lo rubrica¡±, lamenta.
Carlos Benites asevera que ya han elaborado un plan de comunicaci¨®n, elaborado por un grupo de antrop¨®logos, para concienciar a la poblaci¨®n awaj¨²n sobre el problema del VIH y la importancia de la prevenci¨®n. ¡°El plan es que tiene fases donde lo que queremos es que se genere material comunicacional desde las mismas comunidades. No solamente folletos, sino dramatizaciones, teatro, pintado de murales¡¡±, argumenta.
Pero la Defensor¨ªa del Pueblo reclama medidas de largo plazo que abarquen a todos los pueblos originarios, como que se cree una Direcci¨®n de Salud de Pueblos Ind¨ªgenas y que se le destine un presupuesto adecuado.
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