La semilla para un futuro digno
Un programa de cooperaci¨®n para el empoderamiento de la mujer en el entorno rural de Palestina y L¨ªbano propicia la creaci¨®n de casi un centenar de empresas


Fathiye S. Saleh a¨²n recuerda los consejos que, de peque?a, le daba su padre para conseguir que las abejas fabricaran m¨¢s miel. Y m¨¢s sabrosa. En esos momentos, no pod¨ªa imaginar que, casi medio siglo despu¨¦s, la apicultura ser¨ªa su forma de ganarse la vida. Y la de las siete mujeres que trabajan en la peque?a empresa que dirige en Gaza. ¡°Hemos tenido hasta 52 colmenas, pero llegaba la guerra y arrasaba con todo. Una y otra vez. Hasta en tres ocasiones¡±, recuerda Saleh sin apenas cambiar el tono de voz. ¡°Ahora, tenemos 37¡±, apunta con la misma sobriedad. Esta empresaria de 50 a?os es una de las 550 trabajadoras que participan en un proyecto puesto en marcha por Asamblea de Cooperaci¨®n por la Paz para promover el emprendimiento y el empoderamiento de la mujer en el entorno rural de Palestina y L¨ªbano.
Saleh tiene siete hijos, de entre 10 y 25 a?os, y sobre su espalda recae la econom¨ªa familiar. Su marido no trabaja desde hace una d¨¦cada y sus tres hijos mayores van a la Universidad. ¡°Dos estudian Administraci¨®n y el tercero para ser asistente social¡±, afirma orgullosa sin dejar de apuntar los gastos que ello conlleva. ¡°Cuando mi marido perdi¨® el empleo, empec¨¦ a moverme por diferentes cooperativas para conseguir un cr¨¦dito y poder comprar las primeras colmenas. Fue duro, pero satisfactorio. De cada colmena, sac¨¢bamos dos y as¨ª ¨ªbamos creciendo. Despu¨¦s, en 2008, al perderlo todo por la guerra, estuve trabajando en la construcci¨®n de unos pozos de agua de siete por 13 metros de profundidad. ?ramos 14 mujeres¡±, apunta mientras simula cavar. ¡°He trabajado de sol a sol para poder mantener a mi familia¡±, asegura Saleh.

Solo el 13% de las palestinas que viven en las zonas rurales trabaja, seg¨²n Asamblea de Cooperaci¨®n por la Paz. En L¨ªbano no hay datos oficiales, pero las estimaciones son menores. ¡°En las ciudades lo hace el 22%¡±, apunta la coordinadora del ¨¢rea de Oriente Medio de esta organizaci¨®n, Kirsten Sutherland. Desde 2012, el programa Ruwomed (Rural Women Mediterranean) ha ofrecido apoyo a microempresas y cooperativas gestionadas por estas mujeres y ha conseguido la creaci¨®n de casi un centenar de entidades tanto en Cisjordania (44) como en Gaza (50). ¡°El programa pretende reducir la pobreza y contribuir en el empoderamiento econ¨®mico y social femenino. En ¨¦l participan m¨¢s de medio millar de mujeres de entre 18 y 70 a?os. Casadas, solteras o viudas sin ning¨²n tipo de apoyo y que tienen que sacar a su familia hacia delante en las m¨¢s dif¨ªciles de las condiciones¡±, asegura Sutherland. El proyecto, que debido a la situaci¨®n pol¨ªtica en ambos pa¨ªses se ha alargado hasta finales de este a?o, ha contado con 1,9 millones de euros procedentes de un fondo europeo de cooperaci¨®n transfronteriza (Programa de la Cuenca del Mar Mediterr¨¢neo).
Adem¨¢s de apoyar la creaci¨®n de empresas, el programa se ha centrado en fortalecer la actividad econ¨®mica en estas zonas ofreciendo ayudas, microcr¨¦ditos y formaci¨®n a este grupo de mujeres. En el caso de Saleh, por ejemplo, el proyecto se ha hecho cargo de la maquinaria y el material necesario para disipar las huellas de la guerra. ¡°Nos facilitaron los trajes especiales para la apicultura, antes nos las apa?¨¢bamos con la ropa que ten¨ªamos. Ahora, podemos trabajar m¨¢s r¨¢pido y m¨¢s seguras¡±, explica la empresaria, quien tambi¨¦n dirige un taller de bordados y artesan¨ªa. ¡°Hemos aprendido inform¨¢tica, contabilidad, marketing y hasta hemos puesto en marcha un c¨¢terin¡±, explica Hala Ghammouch, presidenta de una cooperativa libanesa dedicada a la elaboraci¨®n y envasado de diferentes productos y en la que trabajan 27 mujeres. ¡°Hacemos mermeladas, esencias, hierbas arom¨¢ticas, un tipo de berenjena confitada¡ Todo cien por cien ecol¨®gico¡±, se apresura a calificar.

Como parte del proyecto, 16 empresarias de ambos pa¨ªses, entre ellas Saleh y Ghammouch, han visitado a mediados de este mes varias empresas y cooperativas de comercio justo en C¨¢diz, M¨¢laga y C¨®rdoba. Tambi¨¦n encabezadas por mujeres y dedicadas a sus mismas labores. ¡°El objetivo era que intercambiaran conocimientos y t¨¦cnicas¡±, explica la coordinadora de la organizaci¨®n. Y, al parecer, la visita ha sido m¨¢s que fruct¨ªfera. ¡°Estoy deseando volver para poner en marcha muchas de las cosas que he visto. Voy a intentar hacer con la miel jabones y cremas como hacen aqu¨ª¡±, explica Saleh. ¡°Nosotros producimos 100 toneladas de pepinillo al a?o. Me han aconsejado que pruebe a hacer con ellos una especie de crema¡±, afirma Nawal Khalil Yousef, una venezolana que desde hace 17 a?os vive en el peque?o pueblo palestino de Deir Ballout. Su cooperativa vive de la agricultura. ¡°Tambi¨¦n he podido ver maquinarias que nos vendr¨ªa muy bien para, por ejemplo, controlar la fermentaci¨®n. He tomado nota¡±, reconoce.
Otro de los objetivos del programa y de esta visita a la comunidad andaluza ha sido analizar el potencial del mercado espa?ol de comercio justo para absorber sus productos. Pues, como reafirman estas mujeres, su principal escollo es la comercializaci¨®n. ¡°Es muy complicado que un producto ecol¨®gico como el nuestro pueda competir con el de los supermercados¡±, reconoce Hala Ghammouch. ¡°Hasta que tom¨¦ las riendas de la cooperativa, los comerciantes hac¨ªan lo que les ven¨ªa en gana y eso desmotivaba mucho a mis compa?eras. En los primeros d¨ªas de la cosecha, nos la compraban a, por ejemplo, cinco euros, pero conforme iban pasando los d¨ªas nos iban pagando menos. Esa competencia injusta no se puede permitir. Y as¨ª se lo dije, hasta les amenac¨¦¡±, asegura Nawal Khalil Yousef como rememorando ese momento. Como parte de esta campa?a de promoci¨®n, el grupo ha participado en la feria BioCultura celebrada hace unos d¨ªas en Madrid.

Ante la dificultad de vender sus productos, unas 40 empresas libanesas unieron sus fuerzas en la cooperativa Namlieh (que significa alacena), situada en el centro de Beirut. ¡°Estamos en un punto estrat¨¦gico para as¨ª poder dar mejor salida a nuestros productos. Los beneficios se reparten por igual entre las cooperativas participantes. Nuestro objetivo es lograr que las mujeres sean autosuficientes¡±, explica la responsable de Namlieh, Nathalie Chemaly, quien apunta que est¨¢n trabajando con el Ministerio de Agricultura para conseguir que las mujeres tengan un seguro en caso de accidente. ¡°En L¨ªbano no existe la Seguridad Social para una mujer, si tiene alg¨²n accidente, debe coste¨¢rselo de su bolsillo¡±, expone la representante. ¡°Hala se quem¨® hace unos d¨ªas la cara y la mano con el horno y ha tenido que pagarse el tratamiento¡±, apunta mientras la empresaria muestra las heridas. ¡°El proyecto respalda el empoderamiento de las mujeres, que sean iguales, que no haya tantas diferencias de oportunidades, que tengan los mismos derechos. El objetivo es que la mujer tenga una vida digna¡±, concluye Chemaly.
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