Jureles contra el hambre
Un proyecto de la AECID contribuye a luchar contra la inseguridad alimentaria llevando el pescado en condiciones seguras hasta la poblaci¨®n m¨¢s vulnerable del interior de Mauritania
A¨²n no ha salido ni el sol y Selma Mint Bilal ya est¨¢ levantada. Se despereza, comprueba que todo est¨¢ en orden en su casa del barrio de Toujounine, en Nuakchot, la capital mauritana, y se dirige a comprar el pescado con el que alimentar¨¢ hoy a su familia. Las calles est¨¢n desiertas y Selma camina en silencio. ¡°Antes com¨ªamos pescado de vez en cuando, algunas sardinas, pero eran muy caras, as¨ª que no nos lo pod¨ªamos permitir sino en raras ocasiones; ahora que lo comemos m¨¢s a mis hijos les encanta¡±, asegura. Cuando llega, ya hay tres o cuatro mujeres haciendo cola. Ninguna se quiere quedar sin su raci¨®n de hasta dos kilos diarios. El pescado, un recurso abundante en este pa¨ªs, va ganando adeptos entre los mauritanos gracias a un proyecto financiado por la Agencia Espa?ola de Cooperaci¨®n (AECID) que lo pone a disposici¨®n de los m¨¢s necesitados, a un precio muy asequible y en lugares muy alejados del interior del pa¨ªs.
Mauritania es un pa¨ªs muy pobre con enormes problemas de malnutrici¨®n especialmente en el sur y en el interior, pero tambi¨¦n en los barrios humildes de Nuakchot. Hasta ahora, la disponibilidad de pescado ha sido escasa debido al alto coste de su transporte y almacenamiento, hace falta fr¨ªo en todo el proceso y eso cuesta dinero, lo que hac¨ªa que su precio fuera demasiado elevado para los sectores m¨¢s pobres de la poblaci¨®n, precisamente quienes sufren m¨¢s el d¨¦ficit alimentario. Sin embargo, cuando la Cooperaci¨®n Espa?ola decidi¨® apoyar esta idea, en la cara de muchos asom¨® una sonrisa burlona. ¡°Pero si a los mauritanos no les gusta el pescado¡±, dec¨ªan entre dientes. La iniciativa comenz¨® en 2012 y se enfrent¨® a enormes dificultades en los primeros momentos. El proyecto se ralentiz¨®, parec¨ªa abocado al fracaso. Sin embargo, poco a poco, las cosas fueron cambiando y en la actualidad, los jureles procedentes de las ricas aguas mauritanas y desembarcados en el puerto de Nuadib¨² llegan hasta Nuakchot y el interior del pa¨ªs gracias a un sistema de transporte y c¨¢maras de fr¨ªo.
Escucha el reportaje de Nicol¨¢s Castellano sobre este proyecto en el programa Punto de Fuga, de la Cadena Ser.
La idea no es nueva, de hecho los mauritanos llevan a?os tratando de extender el consumo de pescado a todo su territorio. Sin embargo, algunas irregularidades y la falta de un sistema de reparto y almacenamiento adecuados limitaban la iniciativa a tres regiones, la propia Nuadib¨², Nuakchot y Kiffa. ¡°Fue en 2011 cuando el Ministerio de Pesca y la Cooperaci¨®n Espa?ola decidieron trabajar juntos¡±, explica Moctar Ould Ahmed Ould Bouceif, director general de la Sociedad Nacional de Distribuci¨®n de Pescado (SNDP). La AECID se comprometi¨® a invertir cinco millones de euros en cuatro a?os con el objetivo de poner en marcha una red eficaz de distribuci¨®n y constituir una sociedad p¨²blica independiente, la propia SNDP, para la gesti¨®n, promoci¨®n y reparto. La idea es que el pescado llegue a la poblaci¨®n m¨¢s vulnerable.
Una de las grandes ventajas de este proyecto es que la materia prima sale gratis: o bien procede del 2% del total de las capturas que las flotas pesqueras europeas, chinas o de pa¨ªses del Este est¨¢n obligadas a entregar al Gobierno mauritano, o bien de los decomisos de pescado capturado de forma ilegal. Del mar directos a Nuadib¨². Una vez en puerto, los jureles o sardinelas son guardados en unos frigor¨ªficos privados con capacidad para hasta 3.100 toneladas (la SNDP prev¨¦ contar con una propia de 450 toneladas), desde donde cada d¨ªa salen en camiones para otras c¨¢maras fr¨ªas repartidas por el pa¨ªs. En este momento se est¨¢ construyendo una en Nuakchot (450 toneladas) y ya fueron inauguradas tres en Kiffa (100 toneladas), Tidjija y Nema (ambas de 40 toneladas), todo ello con financiaci¨®n espa?ola.
El incremento en el n¨²mero de c¨¢maras fr¨ªas y la compra de camiones frigor¨ªficos ha permitido pasar de 19 a 36 toneladas diarias repartidas, pr¨¢cticamente el doble, que llegan hasta los puntos de distribuci¨®n o pescader¨ªas, espacios cedidos por el Ayuntamiento, a bordo de unos triciclos mejor adaptados para circular por la ciudad y que pueden transportar hasta 500 kilogramos. ¡°Antes el pescado llegaba de manera espor¨¢dica, no hab¨ªa canales de distribuci¨®n fijos, no exist¨ªan las pescader¨ªas en los barrios y s¨®lo se pod¨ªa comprar en los mercados de cada ciudad a precios que pod¨ªan estar en torno a las 400 ¨® 500 ouguiyas (aproximadamente un euro y medio)¡±, asegura Yapci Blanco, coordinador del proyecto en Mauritania.
En El Mina, uno de los barrios m¨¢s pobres de la capital mauritana, Mina Mint Boubo, de s¨®lo 25 a?os, carga en la espalda al ¨²ltimo de sus siete hijos. ¡°Claro que comemos carne, pero no podemos pagarla sino en raras ocasiones¡±, dice. Su marido es alba?il y s¨®lo trabaja unos pocos d¨ªas al mes, cuando le sale algo, mientras ella se ocupa de cuidar a los peque?os. A su lado, Hadjiatou Djibril, 30 a?os, cinco hijos, espera tambi¨¦n a que se abra la pescader¨ªa. ¡°Lo preparo frito con arroz. Los fines de semana, cuando no hay reparto, lo echamos de menos¡±, asegura. Es temprano, pero una veintena de mujeres y alg¨²n hombre se arremolinan ya en torno a la puerta. La llegada de Hadjiatou Mint Barke, la pescadera, es recibida con alivio. ¡°En toda esta zona la gente es muy pobre, los hombres trabajan en lo que pueden y las mujeres intentan completar los ingresos vendiendo por la calle¡±, asegura. Ella misma pertenece a la comunidad y el proyecto le ha permitido encontrar un trabajo estable.
Una de las grandes ventajas de este programa es que la materia prima sale gratis
S¨®lo en Nuakchot existen 53 pescader¨ªas como esta mientras que en todo el pa¨ªs hay 131 puntos de distribuci¨®n. En lugares alejados como Aleg o Rosso se han plantado contenedores equipados para mantener la cadena de fr¨ªo, una especie de centros log¨ªsticos provisionales. ¡°Soy mauritano y estoy muy sorprendido¡±, asegura el director de la SNDP, ¡°nunca pude imaginar que habr¨ªa una demanda como esta de pescado, de hecho no llegamos a todo el mundo que quiere comprar¡±. La clave de esta pasi¨®n est¨¢, sin lugar a dudas, en el bajo precio. Si hace un a?o hab¨ªa que pagar unas 400 ouguiyas por el kilo (1,20 euros) ahora el precio es de solo 50 ouguiyas (es decir, unos 15 c¨¦ntimos, la mitad de lo que cuesta una barra de pan). Para intentar llegar al m¨¢ximo de poblaci¨®n y evitar fen¨®menos de acaparamiento o que alguien intente hacer negocio se limita a dos kilos la cantidad diaria por familia.
En la pescader¨ªa de El Mina hay cierta tensi¨®n. Una mujer que pretende comprar es acusada de pertenecer a la misma familia de alguien que ya se llev¨® su raci¨®n. Hay alg¨²n empuj¨®n y otra mujer intenta colarse. Un hombre esgrime un bast¨®n para intentar mantener el orden. Uno de los desaf¨ªos de este proyecto es que, efectivamente, no se produzca un mal uso del pescado. Para ello se est¨¢ barajando facilitar alg¨²n tipo de identificaci¨®n a los beneficiarios, evitando as¨ª las corruptelas. ¡°No s¨®lo es el precio¡±, asegura Bouceif, ¡°la gente est¨¢ descubriendo tambi¨¦n las buenas condiciones nutricionales del pescado¡±.
Aminetu Mint Iselmu tiene nueve hijos y vive a pocos metros del punto de distribuci¨®n de El Mina en una caseta de madera, a la que llega con sus dos kilos de jureles. Su marido es conductor y ella cose ropa y la vende en la puerta de su casa mientras no despega el ojo de Zeinab, su peque?a de solo nueve meses. Ir a comprar pescado se ha convertido para ella en una nueva rutina. ¡°A veces compro carne, pero me cuesta 400 ouguiyas (1,20 euros) el kilo y es de mala calidad, casquer¨ªa. Preferimos el pescado¡±. Uno de los hijos de Iselmu sufri¨® de malnutrici¨®n y ahora sabe que debe aportar prote¨ªnas a la dieta de sus hijos.
El Hadra Mint Sidi el Moctar tiene que recorrer un camino mucho m¨¢s largo para regresar a su hogar en la zona de 16 I, en Riad. De 36 a?os y viuda desde hace cuatro, El Hadra es pobre de solemnidad. Tras dormir sobre una alfombra en una chabola de apenas cinco metros de largo, cada ma?ana se levanta, hace sus oraciones, prepara un poco de t¨¦ y reparte pan duro a sus cinco hijos y a su nieto de pocos meses. Luego sale a pedir limosna al mercado central. ¡°En un buen d¨ªa puedo conseguir hasta 6 euros¡±, explica. Desde que descubri¨® que pod¨ªa comprar pescado a 15 c¨¦ntimos aprovecha la vuelta a casa para pasar por la pescader¨ªa. ¡°Me lo coment¨® una mujer y a m¨ª me ayuda a comer cada d¨ªa. Lo fr¨ªo aqu¨ª fuera, en la puerta, y lo comemos tanto en la comida como en la cena¡±.
Una de las dudas que planean sobre este proyecto es saber qu¨¦ pasar¨¢ cuando la financiaci¨®n espa?ola se acabe
En este momento, la SNDP calcula que el pescado est¨¢ llegando a unas 36.000 familias cada dos d¨ªas, es decir, a un total de 216.000 personas por semana, lejos a¨²n de las 750.000 personas que se fij¨® como objetivo este proyecto. La suspensi¨®n del acuerdo de pesca con la Uni¨®n Europea durante el presente a?o oblig¨® al Ministerio de Pesca a diversificar la fuente de aprovisionamiento de la SNDP, lo que han conseguido con los barcos de licencia libre, sobre todo rusos y ucranianos. Garantizado el suministro el siguiente escollo es seguir mejorando la red de distribuci¨®n. Adem¨¢s de las c¨¢maras fr¨ªas ya citadas, cuentan con siete camiones (de 40 y 20 toneladas) y pretenden llegar a m¨¢s de diez. La idea es llegar en un a?o a 300.000 personas y en el plazo de dos a las 750.000.
Una de las dudas que planean sobre este proyecto es saber qu¨¦ va a pasar una vez que la financiaci¨®n espa?ola se acabe. Pero las cuentas est¨¢n hechas. Seg¨²n Bouceif, para alcanzar el objetivo de 750.000 beneficiarios es necesario repartir unas 109 toneladas diarias, pero habr¨¢ que subir el precio para poder mantener el sistema montado, pasando de las 100 ouguiyas actuales a 130 ouguiyas los dos kilos (unos 40 c¨¦ntimos de euro), lo que en todo caso seguir¨¢ siendo m¨¢s bajo que el precio de mercado. La SNDP busca estrategias propias que le permitan seguir vendiendo a bajo precio, como comprar un barco propio para con sus capturas financiar el pescado barato. Esta sociedad da empleo en la actualidad a 438 personas y la previsi¨®n es incrementar el personal para alcanzar los objetivos marcados.
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