La mayor alegr¨ªa del mundo
En el teatro se hizo el silencio. La casualidad se hab¨ªa convertido en causalidad. Aquella obra provoc¨® el final de una guerra
Pedro Oom, poeta portugu¨¦s, muri¨® de alegr¨ªa. Un d¨ªa despu¨¦s de la Revoluci¨®n de los Claveles, el 26 de abril de 1974, su coraz¨®n dio un salto acrob¨¢tico durante un brindis para celebrar la ca¨ªda de la dictadura, en un restaurante lisboeta con nombre de n¨²mero: ¡°13¡±. Hasta en eso, en la despedida, fue un aut¨¦ntico surrealista. Dej¨® un pu?ado de maravillosos cuentos infantiles para criaturas ¡°emancipadas¡±. En 1963, en la Operaci¨®n Papagayo, ignorada por la historia, el grupo surrealista portugu¨¦s hab¨ªa intentado derrocar la dictadura de Salazar con un plan consistente en la toma de R¨¢dio Clube y la emisi¨®n de mensajes y m¨²sica que provocar¨ªa una explosi¨®n po¨¦tica. Fueron detenidos por la polic¨ªa pol¨ªtica en el caf¨¦ Gelo. Los Capitanes de Abril se inspiraron, de alguna forma, en ese precedente en el que la ¨²nica arma era la imaginaci¨®n.
Aquella obra de teatro hab¨ªa provocado el final de una guerra, como so?¨® su autor
Oom era muy austero. Se cuenta que en su casa solo hab¨ªa un detalle ornamental: una flor de pl¨¢stico. Vivi¨® su activismo po¨¦tico de una forma tan aut¨¦ntica que le llev¨® a extremar el surrealismo hasta crear la vanguardia m¨¢s descarnada que ha conocido la pen¨ªnsula Ib¨¦rica y tal vez Europa: el abjeccionismo. Un ismo a partir del t¨¦rmino abyecto. Por desgracia, se ha perdido el texto fundacional del Manifiesto Abyeccionista, pero algunas frases de Oom nos dan idea de su sentido de total insumisi¨®n: ¡°?Qu¨¦ puede hacer un hombre desesperado cuando el aire es un v¨®mito?¡±. Pero ese hombre desesperado muri¨® de alegr¨ªa celebrando la libertad.
En Arenas movedizas (Tusquets Editores), Henning Mankell se pregunta cu¨¢l ha sido la mayor alegr¨ªa de su vida. Es una pregunta importante para un hombre que ha dedicado gran parte de su vida a escribir sobre el lado oscuro de la condici¨®n humana, uno de los grandes de la serie negra n¨®rdica, pero que en ese libro celebra la vida, los recuerdos transportando hemoglobina, aprovechando la ¡°tregua¡± que le ha dado el c¨¢ncer, descubierto en la Navidad de 2014 en una revisi¨®n m¨¦dica de rutina.
La ¡°tregua del cangrejo¡± termin¨® el pasado 5 de octubre, y el escritor yace en Gotemburgo, en su Suecia natal, pero estas Arenas movedizas, las memorias de Mankell, son un regalo para la humanidad. C¨¦lebre por sus obras policiacas, con el inspector Kurt Wallander como protagonista, el autor sueco vivi¨® en Mozambique, son sus palabras, los ¡°a?os m¨¢s intensos de mi vida¡±. En la capital, en Maputo, dirigi¨® un teatro popular que pon¨ªa cada a?o dos obras en escena. Y es all¨ª, en el teatro Avenida, donde localiza la mayor alegr¨ªa de su vida.
En plena guerra, una guerra absurda e interminable, en la que la gente ya no recuerda por qu¨¦ empez¨® la matanza, Mankell propone a un grupo de mujeres representar Lis¨ªstrata, la obra de Arist¨®fanes en la que las hembras deciden declararse en huelga sexual hasta que los machos dejen de aniquilarse. Las actrices no solo aceptan con entusiasmo la propuesta de adaptar la obra, sino que ellas, y otras muchas, estaban incluso dispuestas a llevar a la pr¨¢ctica la huelga amorosa en la vida diaria.
Ese hombre desesperado muri¨® de alegr¨ªa celebrando la libertad
En vez de Lis¨ªstrata, se estren¨® con el t¨ªtulo de Julietta, que era el nombre de una pescadera del mercado de Maputo. Fue un gran ¨¦xito popular, pero la raz¨®n de la alegr¨ªa de Mankell tiene que ver con esa forma de casualidad que se asemeja al milagro. El grupo de teatro hab¨ªa decidido poner fin a las representaciones el 4 de octubre. Desde hac¨ªa a?os, se ven¨ªan celebrando reuniones en Roma para intentar poner fin a la guerra. Pero el resultado era nulo y ya nadie confiaba en aquellas negociaciones convertidas en ch¨¢charas in¨²tiles. Aquel 4 de octubre, camino del teatro, a Mankell le lleg¨® la sorprendente noticia de que en Roma se hab¨ªa firmado la paz.
En la ¨²ltima funci¨®n, Lucrecia Paco, la actriz que representaba a Lis¨ªstrata/Julietta, tom¨® la palabra para dirigirse al p¨²blico y celebrar la paz, pero a?adi¨®: ¡°Debemos confiar en que se respetar¨¢ el acuerdo. Pero os prometo que si hace falta, volveremos a representar esta obra. Nosotros, como vosotros, no nos rendimos nunca¡±.
En el teatro se hizo el silencio. Para la gente, la casualidad se hab¨ªa convertido en una causalidad. Aquella obra de teatro hab¨ªa provocado el final de una guerra, como so?¨® su autor 2.000 a?os antes. ¡°Me cuesta encontrar en toda mi vida un instante m¨¢s grande y m¨¢s lleno de alegr¨ªa que aquel episodio en el teatro¡±, escribe Mankell. ?l sabe que la funci¨®n teatral no ha influido para nada en las negociaciones. Pero compartimos su emoci¨®n. Comprendemos su alegr¨ªa.
Haber escuchado la inolvidable voz de Lis¨ªstrata, la pescadera, en Maputo. Lo que ella dijo era la verdadera garant¨ªa de la paz.
elpaissemanal@elpais.es
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