Emergentes

Yo tambi¨¦n fui emergente y recuerdo aquellos tiempos con nostalgia. Hace ocho a?os fundamos un partido destinado a acabar con el bipartidismo, pero la mala suerte fue que entonces casi todo el mundo estaba contento con ¨¦l. Con la acostumbrada seriedad asnal, se nos dec¨ªa que el espacio pol¨ªtico estaba ya ocupado, que entre PP, PSOE, los nacionalistas varios y las r¨¢fagas eventuales de IU no quedaba sitio para m¨¢s chalets con vistas al mar. Consecuentemente los espacios tertulianos y los informativos nos ninguneaban, los peri¨®dicos s¨®lo nos recordaban para consignar alg¨²n tropez¨®n, los bancos nos dijeron que de cr¨¦ditos nada de nada. Y tuvimos que inventar el crowdfunding, todo menos el nombre. En nuestra primera campa?a electoral reclam¨¢bamos un espacio en los debates de los candidatos pero las plazas ya estaban asignadas, eran s¨®lo para quienes tuviesen previa representaci¨®n parlamentaria, nosotros a esperar turno. Seguimos sin des¨¢nimo, emergente que es uno, y conseguimos entrar en el parlamento estatal, en el vasco, en el europeo. Pero una vez emergidos, no nos fue mejor. Quiz¨¢ nuestro pecado fue defender la unidad de Espa?a como garante de nuestra ciudadan¨ªa o ¨Cm¨¢s probable- ser los primeros en perseguir judicialmente la corrupci¨®n (caso Bankia, caso Pujol), con denuncias que nos ganaron dejaron sin fondos y con fama de tocapelotas. Ahora se nos reh¨²sa un lugar en los debates electorales, decisivos (sobre todo para los medios de comunicaci¨®n que los autopromocionan), porque es m¨¢s importante la intenci¨®n de voto seg¨²n encuestas que suelen responder a las simpat¨ªas de quienes las convocan que millones de sufragios depositados en las urnas presentando el DNI. ?Vaya, haberlo dicho antes! Si llegamos a saberlo, no nos molestamos en emerger¡­