El peligro de la guerra
Una estrategia reactiva con el ISIS puede ayudar a la expansi¨®n de la violencia yihadista
Durante la guerra de los Balcanes, Bill Clinton debi¨® hacer una declaraci¨®n oficial porque tres soldados estadounidenses fueron hechos prisioneros. En 1993 las tropas norteamericanas se retiraron de Somalia luego de sufrir 18 bajas. Hace pocos a?os Israel cambi¨® mil prisioneros palestinos por un soldado israel¨ª. Estados Unidos perdi¨® la guerra de Vietnam con 50,000 bajas y los vietnamitas la ganaron con cinco millones de muertos. La profunda asimetr¨ªa en el desarrollo de los pa¨ªses ha impactado severamente las capacidades militares de Occidente para librar guerras lejanas.
Durante la segunda guerra mundial abundaban los j¨®venes pobres en occidente y esto le permiti¨® a los aliados reclutar a millones de soldados para enfrentar a los nazis. Ni Churchill ni Roosevelt hac¨ªan declaraciones por los miles de prisioneros que capturaban alemanes y japoneses. Las infanter¨ªas eran baratas y la superioridad num¨¦rica era fundamental. Sin embargo, el desarrollo elev¨® el valor de la vida, increment¨® los derechos y aument¨® la resistencia de las sociedades a que sus j¨®venes participen en guerras. Cada soldado utiliza ahora alta tecnolog¨ªa, tiene un salario alto y muchas prestaciones. El Estado Isl¨¢mico (EI) ha generado un rechazo tan grande como los nazis, sin embargo ahora occidente solo puede reunir bombarderos, misiles y dinero.
El problema es que es la infanter¨ªa la ¨²nica que puede ocupar territorios, administrarlos y establecer un gobierno en estos. Occidente ha construido infanter¨ªas altamente eficientes, pero peque?as. Existen ej¨¦rcitos privados, aviones sin piloto y proyectos de soldados robots. El poder letal occidental es enorme, pero su capacidad de mantener ocupado un territorio extra?o es reducida. Los militares occidentales pueden desarticular a un ej¨¦rcito que los supere en n¨²mero, pueden hostigar y golpear al EI desde el aire, pero esto no implica que puedan derrotarlo.
El EI cuenta en Siria e Irak con un territorio del tama?o de Gran Breta?a y una milicia de 70,000 hombres. Domina provincias en ?frica y tiene grupos terroristas en Europa. La guerra est¨¢ estrat¨¦gicamente planteada en dos escenarios distintos, uno dom¨¦stico defensivo y otro internacional ofensivo. Es importante diferenciar esta realidad, para evitar que lo que se haga en uno de esos escenarios retroalimente al otro. Los terroristas vinculan ambos escenarios para radicalizar y ganar adeptos entre los millones de ¨¢rabes que viven en Occidente.
Los bombardeos a¨¦reos solo son ¨²tiles si hay una estrategia en tierra, sin esto son acciones reactivas que pueden aumentar el flujo de refugiados y la conflictividad en Europa. El problema fundamental es tener una estrategia pol¨ªtica y militar que asegure destruir al EI o forzarlo a un acuerdo pol¨ªtico. La ¨²nica forma en que Occidente puede contar con infanter¨ªa es a trav¨¦s de una pol¨ªtica pragm¨¢tica de alianzas regionales. Esto requiere pactar con todos aquellos que tengan motivos reales para combatir al EI, pero sin inventar ej¨¦rcitos o guerrillas democr¨¢ticas usando el dinero como factor de movilizaci¨®n. El fracaso del ej¨¦rcito iraqu¨ª frente al EI es un claro ejemplo de esto.
La primera regla en la resoluci¨®n de un conflicto es entender su naturaleza. Shlomo Ben Ami, ex canciller de Israel, ha se?alado que en el mundo ¨¢rabe existe ahora una lucha entre la religi¨®n y el laicismo y que el conflicto no est¨¢ planteado entre democracia y dictadura, sino entre autocracia y teocracia. En 1999 el profesor Anthony Giddens dijo que en siglo XXI la batalla ser¨ªa entre el fundamentalismo y la tolerancia cosmopolita. Desde los ataques del once de septiembre en Estados Unidos, el terrorismo ha crecido en fuerza, influencia social, territorio y teatros de operaciones. Las acciones terroristas han funcionado como provocaciones que han conducido a una estrategia reactiva que ha agravado el problema. Con la bandera de la democracia Occidente combati¨® a quienes no deb¨ªa y esto fortaleci¨® a sus verdaderos enemigos.
Las guerras de religi¨®n en Europa duraron siglos y solo el desarrollo pudo separar la religi¨®n de la pol¨ªtica. El EI es un ej¨¦rcito medioeval peleando en el siglo XXI. Los pa¨ªses tienen edad y la democracia requiere precondiciones, como lo ha dicho recientemente el profesor Francis Fukuyama. Pretender llevar democracia a un pa¨ªs tribal como Libia gener¨® un vac¨ªo de poder que lo ha llenado el terrorismo, algo similar ocurri¨® en Irak y Afganist¨¢n, empez¨® a ocurrir en Egipto y est¨¢ sucediendo en Siria. Continuar con una estrategia reactiva puede expandir las guerras fundamentalistas del mundo ¨¢rabe al mundo occidental cosmopolita, provocando cierres de fronteras, ascenso de los nacionalismos y una absurda lucha entre cristianos y musulmanes.
Joaqu¨ªn Villalobos fue guerrillero salvadore?o y es consultor para la resoluci¨®n de conflictos internacionales
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