Los nuevos mosqueteros
La revoluci¨®n 'hipster', que ni siquiera lleva un lustro en marcha, ya est¨¢ en las listas y preferencias del PP
Todo debate genera otro. Y en casa hemos debatido mucho sobre el estilo de cada candidato en el de Atresmedia. Ya nos atrap¨® desde el primer minuto esa din¨¢mica realizaci¨®n con los candidatos llegando como si fueran finalistas de GH u Operaci¨®n triunfo. A toda la familia nos sedujo el show y poder comentar sobre looks masculinos y femeninos en plan igualitario por primera vez en democracia. Los candidatos varones parec¨ªan tres mosqueteros y Soraya S¨¢enz de Santamar¨ªa, una nueva D¡¯Artagnan.
Vestida de terciopelo, Soraya consigui¨® lucirse tambi¨¦n como mosquetera sin necesidad de cuellos frufr¨² ni sables en alto. El chasco es que lo hiciera en nombre de otro. Parece injusto que el resultado de su esfuerzo se lo lleve Rajoy, que vio el duelo desde Do?ana, ese bello parque nacional donde se mueven libremente (como linces) los presidentes de Gobierno, sin tener que aguantarse las incomod¨ªsimas dos horas de pie viendo como Vicente Vall¨¦s y Ana Pastor se relajaban sobre la mesa a?os noventa que ten¨ªan de apoyo.
Digerido ya el debate, desde esta columna nos vemos obligados a insistir en que alguien tiene que hablar seriamente con los estilistas de Albert Rivera y sugerir otro corte de trajes. ?C¨®mo va a llevar hombreras un caballero que ya tiene espaldas! Esas americanas le dan un aspecto de aspirante a presidente de banco que quiz¨¢s desvele en demas¨ªa el trasfondo de su discurso y la modesta relevancia del tejido que frota con su incesante movimiento de brazos. S¨¦ de lo que escribo porque a m¨ª tambi¨¦n se me critica ese mismo movimiento. Si algo puede robarle Rivera a Pedro S¨¢nchez es la chaqueta. Sobria, con un corte relajado, acariciando la figura antes que enmarcarla. Pero lo bien vestido de S¨¢nchez, su esposa es de Bilbao, tampoco le sirvi¨® de mucho porque ¨¦l parec¨ªa m¨¢s interesado en guardarse para el debate VIP de este lunes con Rajoy. Estamos todos deseando saber qu¨¦ se va a poner.
En casa, Pablo Iglesias volvi¨® a crear controversia. El fen¨®meno estil¨ªstico de Iglesias podr¨ªa sintetizarse en que Espa?a es diferente. Tiene sus propias reglas de estilo. De repente, dejas de fijarte en c¨®mo viste alguien cuando tiene algo muy importante que transmitirte. Trataremos de recordar ese minuto en que Iglesias enumer¨® las cosas que no debemos olvidar de esta legislatura: las tarjetas black, las preferentes, las Operaciones G¨¹rtel y P¨²nica, los ERE de Andaluc¨ªa, el ¡°Luis, se fuerte¡±; dichas a c¨¢mara como quien canta una nana que en vez de dormirte te despierta. Y todo con esa camisa azul p¨¢lido con manchas de humedad. ?Qu¨¦ pasa con el sudor y el var¨®n espa?ol? ?Puede ser un efecto secundario de la dieta mediterr¨¢nea? Es cierto que muchos usan americana para evitar esa visi¨®n, pero si se hubiera puesto chaqueta habr¨ªa quedado m¨¢s disuelto entre los otros candidatos. Ese momento de sudor lo distingui¨® de los dem¨¢s. Una buena financiaci¨®n para su partido podr¨ªa venir de un anuncio de desodorantes sostenibles.
Poco antes del debate, el PP viraliz¨® un v¨ªdeo insostenible donde un hipster casta?o oscuro se confiesa como votante y costalero del partido conservador. Rajoy subi¨® una foto con el joven a su Twitter. De inmediato se descubri¨® que el hipster real era un rociero de M¨¢laga y, adem¨¢s, de los que llevan camisas de cuadros, c¨¢rdigan y barba profunda. Estamos en Espa?a, ?por qu¨¦ no vamos a tener un hipster rociero? En el v¨ªdeo todos parecen m¨¢s bien universitarios torturados en un retiro del Opus Dei, pero tambi¨¦n hay que reconocer que las cosas van cada vez m¨¢s r¨¢pido: la revoluci¨®n hipster, que ni siquiera lleva un lustro en marcha, ya est¨¢ en las listas y preferencias del PP. Y es que lo hipster no ha sido una soluci¨®n monol¨ªtica e inflexible a la crisis metrosexual. Puede servir para orientar a j¨®venes varones indecisos hacia el voto conservador.
En Venezuela, con el ocaso de la revoluci¨®n bolivariana, se ha producido otro debate tras el abrumador ¨¦xito de la oposici¨®n en las elecciones parlamentarias. Superado el chavismo, ?qu¨¦ va a pasar con el chandalismo? El ch¨¢ndal se convirti¨® en uniforme del comunismo caribe?o cuando Fidel Castro apareci¨® as¨ª vestido en Cubavisi¨®n para reafirmar su estado de salud, leyendo un libro sobre el fin del capitalismo. Tanto Ch¨¢vez como Maduro, cual mosqueteros, se sumaron a esa tendencia y de repente la prenda de poli¨¦ster se volvi¨® una nueva hoz y martillo. La moda, como la pol¨ªtica, siempre necesita novedades. El ch¨¢ndal es casi m¨¢s pol¨¦mico que las manchas de sudor porque es un look que no solo te da confort sino que te permite ser t¨² mismo, algo muy peligroso en lo personal. Y diab¨®lico en un pol¨ªtico.
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