Renunciar al ¡®San Jos¨¦¡¯
El Gobierno debe impulsar pol¨ªticas de patrimonio y no reclamar su propiedad
El descubrimiento y posible rescate del San Jos¨¦, uno de los muchos galeones espa?oles hundidos en aguas del Caribe, plantea cuestiones que van m¨¢s all¨¢ de un simple pleito jur¨ªdico. Har¨ªa mal el Gobierno espa?ol, que este s¨¢bado inicia los primeros contactos sobre el asunto en Cartagena de Indias a trav¨¦s del ministro de Exteriores, Jos¨¦ Manuel Garc¨ªa-Margallo, en reducir el problema a un forcejeo sobre la aplicaci¨®n de la convenci¨®n de la Unesco de 2001 y la consideraci¨®n del gale¨®n como un buque militar, propiedad por tanto del pa¨ªs de origen.
Al margen de que el Gobierno de Colombia, como ya han recordado algunos de sus portavoces, no haya firmado esta convenci¨®n, lo que no es un argumento jur¨ªdico menor, ?cu¨¢l era el pa¨ªs de origen del San Jos¨¦? Desde luego no el Estado naci¨®n espa?ol tal como hoy lo entendemos, sino una estructura pol¨ªtica desaparecida, la monarqu¨ªa cat¨®lica, de la que formaban parte tanto los reinos americanos como los europeos. Tan s¨²bditos del rey cat¨®lico eran los habitantes de Cartagena de Indias como los de C¨¢diz, y no resulta f¨¢cil argumentar por qu¨¦ los descendientes de estos tienen m¨¢s derechos que los de aquellos sobre un gale¨®n construido con los impuestos de los antepasados de unos y de otros.
Pero el Gobierno har¨ªa mal, sobre todo, porque lo que se est¨¢ dirimiendo es mucho m¨¢s que la propiedad de unas cuantas toneladas de oro y joyas. El problema de fondo tiene que ver con la historia y la memoria de la monarqu¨ªa cat¨®lica, un Estado imperio del que el Estado naci¨®n espa?ol contempor¨¢neo ha tendido a asumirse como heredero pero del que, en un sentido cultural amplio, no lo es m¨¢s que cualquiera de los dem¨¢s nacidos de la disgregaci¨®n imperial.
El patrimonio, y el tesoro del San Jos¨¦ al margen de su mayor o menor valor econ¨®mico es un bien patrimonial, constituye una parte fundamental de la historia y la memoria de las sociedades. Si Espa?a quiere contribuir a conservar alg¨²n tipo de memoria sobre la historia compartida del mundo hisp¨¢nico har¨ªa mucho mejor en impulsar pol¨ªticas de recuperaci¨®n de este patrimonio que en reclamar su propiedad. La senda abierta por la Academia de la Lengua en relaci¨®n con el idioma puede servir de referente en esta tarea.
Cartagena de Indias, como otras muchas decenas de ciudades coloniales a lo largo y ancho del continente, no es una ciudad espa?ola sino hisp¨¢nica. Una de las mejores expresiones de lo que posiblemente fue tanto una forma de civilizaci¨®n como una organizaci¨®n pol¨ªtica. Pocos lugares m¨¢s apropiados para albergar un museo sobre uno de sus barcos: parte de esa historia y memoria compartidas.
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