Robert Zemeckis, en la cuerda floja de Hollywood
¡®Regreso al futuro¡¯, ¡®Forrest Gump¡¯¡ ha creado alguno de los iconos m¨¢s populares del cine. Pero sucumbi¨® a la t¨¦cnica digital y estuvo a punto de costarle la carrera No es f¨¢cil mantener el equilibrio en las alturas. El director regresa con la odisea de un artista del alambre
En persona, Robert Zemeckis no desprende ning¨²n glamur. Su corpach¨®n recuerda al de un oso afable. Resulta alto y robusto. De rostro cuadrado y escaso de pelo, si se dedicara a la interpretaci¨®n, perfectamente podr¨ªa meterse en la piel de un fontanero, un mat¨®n en horas bajas o un general de Estados Unidos ¨Cel t¨ªpico que informa al presidente de la invasi¨®n alien¨ªgena¨C. No hay nada en ¨¦l que le haga parecer un director oscarizado de Hollywood, salvo quiz¨¢ su dentadura de un blanco fosforescente; y una camisa vaporosa de manga corta, muy estilo Los ?ngeles, con el dibujo de una avioneta en la espalda. Bajo las alas se lee: ¡°La cabeza en las nubes¡±. Zemeckis, al parecer, es un piloto consumado. Vuela ¡°para no pensar¡±, seg¨²n dir¨¢ en la entrevista. Pero ahora mismo lo que tiene enredado en la cabeza, en el pelo para ser precisos, es un papelito de pl¨¢stico. Lleva con ¨¦l todo el encuentro. Probablemente toda la ma?ana: son cerca de las 14.30 cuando se da cuenta la fot¨®grafa, a punto de disparar su c¨¢mara:
¨CSe?or Zemeckis, tiene usted¡
¨C?Qu¨¦? ?Qu¨ªtemelo!
¨CAh¨ª, en la cabeza¡
¨C?Oh! ?C¨®mo ha llegado esto aqu¨ª? ?No es gracioso¡? ?Sabe de d¨®nde viene? De mi bote de champ¨².
Lo dicho: Zemeckis no posee ning¨²n glamur. Quiz¨¢ nunca lo tuviera. Ha forjado iconos del cine popular americano como Regreso al futuro y Forrest Gump. Pero su pose, su aura, su discurso, todo en ¨¦l, recuerda m¨¢s a un t¨¦cnico campechano que a un ¡°visionario director¡±, por citar la t¨ªpica frase de tr¨¢iler. ¡°Solo pido una cosa¡±, a?ade antes de ser retratado. ¡°No me hag¨¢is parecer gordo. Ni calvo. Ni viejo¡±.
Todo el mundo est¨¢ aterrado con el actor virtual. Y se encuentra a la vuelta de la esquina. Est¨¢ en mi pel¨ªcula y ni siquiera te das cuenta¡±
La entrevista, en la suite de un hotel de cinco estrellas en el paseo de Gracia de Barcelona, comienza con puntualidad escandinava. Zeme?ckis hunde su cuerpo en un sof¨¢ de cuero color crema. Eleva la mirada, apaga el ipad y lo posa en una mesita. Tiende la mano, lleva gafas de metal de otra d¨¦cada ¨Cdigamos, las de general estadounidense en los ochenta¨C y sonr¨ªe con sus dientes luminiscentes. Hasta ese momento (a¨²n es verano), lo que se sabe es que se encuentra de paso por Espa?a para presentar en el festival Cine Europe, ante ?exhibidores europeos, su ¨²ltima pel¨ªcula, El desaf¨ªo. Una cita cerrada, privada, estrictamente de negocio: se trata de que los due?os de los cines compren los derechos de proyecci¨®n de su criatura. Hoy se sabe m¨¢s: la cinta, a pesar de haber recibido cr¨ªticas razonables, ha pasado sin pena ni gloria por la taquilla estadounidense. O quiz¨¢ resulte m¨¢s correcto con m¨¢s pena que gloria. La cinta llega a los cines de Espa?a el d¨ªa de Navidad. Pero en su tierra ha sido uno de los peores lanzamientos de una pel¨ªcula con pretensiones ¨Cestrenada en m¨¢s de 2.500 salas¨C, seg¨²n la web especializada Box Office Mojo.
En el hotel, frente a Zemeckis, nadie pod¨ªa preverlo. Al contrario, parec¨ªa destinado a convertirse en el largometraje que iba a devolverlo al lugar que abandon¨®, pongamos, con N¨¢ufrago, aquella en la que Tom Hanks sobreviv¨ªa en una isla desierta tras un accidente a¨¦reo. Fue la tercera con mayor recaudaci¨®n del a?o 2000 en el mundo: casi 430 millones de d¨®lares de la ¨¦poca. Una combinaci¨®n de efectos especiales ¨Cel ag¨®nico accidente de avi¨®n¨C y odisea personal ¨Cla del n¨¢ufrago¨C que suelen constituir los dos sellos de identidad de este realizador. Desde entonces no ha vuelto a acercarse al Olimpo de la taquilla; ya hace 20 a?os que logr¨® el Oscar a mejor direcci¨®n y a mejor pel¨ªcula por Forrest Gump. Y 30 desde que estren¨® Regreso al futuro.
Despu¨¦s de N¨¢ufrago, Zemeckis se embarc¨® en proyectos de animaci¨®n digital durante la primera d¨¦cada del siglo XXI. Fue uno de los primeros en abrazar una t¨¦cnica llamada performance capture (captura de interpretaci¨®n): en lugar de filmar a actores, les colocaban sensores por todo el cuerpo, decenas de ellos en la cara; se trataba la informaci¨®n con ayuda de potentes procesadores y a partir de ah¨ª era posible recrear un universo gestual en escenarios imaginarios, en 3D, tambi¨¦n creados por ordenador. La primera de sus incursiones fue Polar Express (2004), un relato navide?o en el que Tom Hanks, digitalizado, se met¨ªa en la piel de una decena de personajes. En un art¨ªculo de The New York Times de la ¨¦poca se afirmaba: ¡°Podr¨ªa marcar un punto y aparte en la transici¨®n del mundo anal¨®gico al digital [¡] una pel¨ªcula que trae una verdadera presencia humana al mundo virtual digitalizando actores de carne y hueso y tambi¨¦n los mundos que habitan¡±. Zemeckis, en la pieza, lo comparaba con la evoluci¨®n en la m¨²sica: ¡°Tenemos equipos de sonido digital sofisticados que pueden crear cualquier sonido, manipular una nota, sostenerla, cortarla, cambiarla¡±. Lo mismo comenzaba a suceder en el cine. Pero no funcion¨® como se esperaba. Volvi¨® a intentarlo con Beowulf (2007) y Cuento de Navidad (2009). Otros dos pinchazos. Su ¨²ltima aventura enteramente digital la corri¨® como productor de Marte necesita madres (2011), en la que uni¨® sus fuerzas con Disney. El realizador, desatado, la llam¨® ¡°la pel¨ªcula de captura de interpretaci¨®n digital en 3D m¨¢s avanzada hasta la fecha¡±. Fue uno de los desastres m¨¢s sonados de Disney. De inmediato, la compa?¨ªa de Mickey Mouse cancel¨® su contrato con los estudios digitales de Zemeckis (Image Movers) y este se vio obligado a echar a 400 empleados a la calle. ¡°Fue su peor momento profesional¡±, cont¨® a LA Times Jack Rapke, uno de sus socios. ¡°Recuerdo a Bob decir: ¡®?Se ha acabado? ?Merece la pena seguir sufriendo?¡±.
Hoy, sin embargo, la t¨¦cnica se encuentra por todas partes: en los monos de El planeta de los simios; en la tierra de los na¡¯vi de Avatar; en el Tint¨ªn de Steven Spielberg. Cuenta con actores especializados como Andy Serkis (Gollum en El se?or de los anillos). Y hay quien regresa a los ¡°cl¨¢sicos¡± de Zemeckis como el que revisita las primeras pel¨ªculas con sonido: a sus mu?ecos virtuales les falta alma, sus ojos parecen de madera, pero en ellos se encuentran los fundamentos de un nuevo medio.
En 2012, el director regres¨® al cine de humanos y estren¨® El vuelo, con Denzel Washington como protagonista. Una pel¨ªcula de presupuesto humilde, con resultados notables de recaudaci¨®n y que logr¨® dos nominaciones a los Oscar, incluida la interpretaci¨®n (real) de Washington. Pareci¨® recuperar su toque. Pero tambi¨¦n se hizo evidente que quiz¨¢ el par¨¦ntesis le hubiera pasado factura. Zemeckis tiene hoy 64 a?os. Y cuando se le pregunta si ya hace tiempo que dio su gran golpe cinematogr¨¢fico, responde: ¡°Me estoy haciendo mayor y espero no estar siendo arrogante [al seguir haciendo pel¨ªculas]. Quiz¨¢ me vuelva irrelevante, no lo s¨¦. Otros lo dir¨¢n. Es algo que no puedo desentra?ar por m¨ª mismo¡±.
La pregunta sobre el golpe tiene cierto sentido. El desaf¨ªo, rodada de nuevo con actores reales, se inspira en la historia de Philippe Petit, el funambulista franc¨¦s que tendi¨® una ma?ana de 1974 un cable de acero entre las Torres Gemelas y se jug¨® la vida a 415 metros de altura. Camin¨® sobre el alambre, de un edificio a otro, durante tres cuartos de hora, hasta ser detenido por la polic¨ªa. Petit ten¨ªa entonces 24 a?os. Y ya era consciente de que resultar¨ªa imposible igualar su haza?a. Vivir¨ªa el resto de los d¨ªas a su sombra. ¡°?Qu¨¦ puedes hacer despu¨¦s?¡±, se pregunta en una escena. Al cruce entre las Torres, en la pel¨ªcula, lo llaman ¡°le grand coup¡±. El gran golpe. ¡°?l se jugaba la vida por el arte¡±, prosigue Zemeckis. ¡°Yo busco historias que supongan un reto. Hacer algo que no se ha hecho antes. Es como caminar sobre el alambre. ?Funcionar¨¢? Es arriesgado. Aterrador¡±.
En la cr¨ªtica de la edici¨®n estadounidense de Rolling Stone, El desaf¨ªo recibi¨® tres de cuatro estrellas y alg¨²n que otro palo: ¡°Esp¨¦rate lo peor de la primera mitad, la parte antes de que el artista del alambre Philippe Petit (Joseph Gordon-Levitt) aterrice en Nueva York y coloque un cable entre las Torres [¡]. Pero luego, oh, nena, esta pel¨ªcula s¨ª que vuela¡±. La ¨²ltima media hora resulta vertiginosa. Recrea casi minuto a minuto la haza?a de Petit, su danza en las alturas, su paseo por las nubes. La c¨¢mara sube y baja, rota en todas direcciones, flota junto al funambulista, entre las gaviotas de Manhattan y las calles de la ciudad. Parece casi un ensayo cinematogr¨¢fico sobre las posibilidades visuales del nuevo mundo. Tras la premi¨¨re en 3D en el Festival de Cine de Nueva York, la CBS inform¨® de algunos espectadores que salieron del rev¨¦s, e incluso vomitaron en los ba?os del cine, debido a su realismo.
El realizador asegura que no ha perdido el tiempo estos a?os: ¡°Todo lo que he aprendido t¨¦cnicamente en mi carrera est¨¢ combinado en esta pel¨ªcula. Por supuesto, hay performance capture en ella. Ya est¨¢ por todas partes. Fui el primer cineasta en emplearla, y el primero en usar 3D. Y han sido herramientas ¨²tiles para El desaf¨ªo¡±. Concede que sus experimentos digitales quiz¨¢ llegaron demasiado pronto. Y a?ade: ¡°Ahora, todo el mundo est¨¢ aterrado con el actor virtual. Y se encuentra a la vuelta de la esquina. Va a suceder. Est¨¢ en El desaf¨ªo y ni siquiera te das cuenta. No es importante ya. Es solo otra herramienta para el director¡±.
Un comisario del Moma: ¡°Zemeckis pertenece a una tradici¨®n de cineastas capaces de trabajar en el sistema comercial con pel¨ªculas personales¡±
Steve Starkey, productor de todas sus pel¨ªculas desde ?Qui¨¦n enga?¨® a Roger Rabbit? (1989), aquella fantas¨ªa en la que conviv¨ªan dibus y personas en el mundo real, describe as¨ª al realizador: ¡°A su lado descubr¨ª que no solo era un gran contador de historias, sino un genio de la t¨¦cnica cinematogr¨¢fica. Yo ya hab¨ªa trabajado en dos guerras de las galaxias, ten¨ªa experiencia en ese tipo de creaci¨®n en la que uno se adentra en terrenos inexplorados, generando nuevas im¨¢genes para el cine. ?l tiene esa habilidad para atravesar las fronteras del lenguaje visual¡±.
De El desaf¨ªo, Starkey destaca la recreaci¨®n de los rascacielos destruidos el 11-S. ¡°Es una carta de amor a las Torres Gemelas¡±. Y una de las primeras veces que se muestran con tanto detalle tras el atentado. A veces, de hecho, parecen las protagonistas. Seg¨²n Zemeckis, ¡°su memoria es uno de esos momentos seminales, no solo en Am¨¦rica, sino en el mundo. Est¨¢n en el recuerdo de todos. Grabadas. Nunca ser¨¢n borradas¡±. A ¨¦l, el 11-S le pill¨® en California. ¡°Me estaba levantando. Son¨® el tel¨¦fono, y era una amiga de mi mujer. Dijo: ¡®Ten¨¦is que encender la televisi¨®n inmediatamente¡±.
De ni?o, cuenta poco despu¨¦s, se crio en los suburbios de Chicago, al lado de donde creci¨® Unabomber, aquel terrorista que atemoriz¨® a su pa¨ªs en los noventa. Era de origen eslavo, como ¨¦l. La conversaci¨®n se adentra en los rincones oscuros de Estados Unidos: las armas, los tiroteos, las matanzas. ¡°Definitivamente, tenemos alg¨²n tipo de enfermedad del alma de la que debemos ocuparnos. Algo no funciona¡±, dice Zemeckis. En cualquier caso, la historia de Petit no la conoci¨® en el momento, sino mucho despu¨¦s, cuando tras el 11-S comenz¨® a leer sobre las Torres Gemelas. En 1974, dice, solo ten¨ªa cabeza para el cine.
Aquel a?o conoci¨® a Steven Spielberg y el encuentro cambiar¨ªa el rumbo de su carrera. Seg¨²n Zemeckis, ¡°todo lo m¨ªo con Steven es una sincronicidad del universo¡±. Como si se tratase de esa pluma (digital) con la que comienza Forrest Gump: cae desde el cielo, bailando a merced de las corrientes, hasta posarse en un pie del protagonista, que la guarda en un malet¨ªn. La vida puede ser como una caja de bombones. Zemeckis creci¨® en una familia humilde en un barrio deprimido. ¡°Me dec¨ªan que ¨¦ramos clase media. Pero ahora s¨¦ que ¨¦ramos pobres¡±. Su padre, de origen lituano, trabajaba en la construcci¨®n. Y el d¨ªa en que su hijo le dijo que se largaba a una escuela de cine, respondi¨®: ¡°No puedo creer que vayas a unirte al circo¡±. La frase aparece en El desaf¨ªo en boca del progenitor de Petit, que era militar. ¡°Mi padre no era capaz de entenderlo¡±, recuerda Zemeckis. ¡°El mundo del cine le resultaba tan ajeno que no sab¨ªa ni c¨®mo denominarlo¡±. En su casa nunca hubo arte: ni libros, ni m¨²sica, ni teatro. Su pasi¨®n naci¨® filmando y editando encuentros familiares con una c¨¢mara dom¨¦stica. Y viendo mucha tele: la primera vez que oy¨® hablar de una escuela de cine, la de la Universidad de California del Sur, fue en el show de Jimmy Carson. Se lanz¨® a por ella. Pensaba que podr¨ªa convertirse en un t¨¦cnico, quiz¨¢ en operador de c¨¢mara. El list¨®n comenz¨® a elevarse cuando aterriz¨® en el campus. En sus aulas se hab¨ªa graduado George Lucas e impartido lecciones Alfred Hitchcock, y un d¨ªa de 1974 anunciaron la visita de un director veintea?ero. Spielberg. Primero proyectaron El diablo sobre ruedas. ¡°La vi y pens¨¦: ¡®Esto es asombroso¡¯. Y luego entr¨® caminando en el aula este cr¨ªo y exhibi¨® su nueva cinta: Loca evasi¨®n. Inmediatamente se convirti¨® en mi h¨¦roe¡±. Al final de la clase, se acerc¨® y le pidi¨® a la joven promesa si pod¨ªa ver un cortometraje que hab¨ªa dirigido como estudiante.
En 1978, Spielberg se convertir¨ªa en el productor ejecutivo de su primer largo, Locos por ellos. Y dos a?os despu¨¦s, del segundo, Frenos rotos, coches locos (1980). Hasta dirigi¨® 1941 (1979), sobre un guion escrito por Zemeckis y Bob Gale, su compa?ero de fatigas en aquella etapa. Principios de los ochenta. M¨¢s o menos entonces, ambos hab¨ªan comenzado a imaginar viajes en el tiempo a bordo de un coche marca DeLorean. Regreso al futuro se estren¨® en 1985. Coescrita y dirigida por Zemeckis, producida por Spielberg. Arras¨® en los cines. Y catapult¨® a su realizador, inaugurando lo que podr¨ªa llamarse su?d¨¦cada prodigiosa. Diez a?os, seis pel¨ªculas, 11 oscars, cuatro de ellos a los mejores efectos visuales. Y nunca sabes qu¨¦ bomb¨®n te va a tocar: en 1995, cuando recibi¨® la estatuilla a mejor direcci¨®n por Forrest Gump ¨Csu ¡°gran golpe¡±, a los 44 a?os¨C, el universo quiso que la recogiera de manos de su mentor. Como era tradici¨®n, el galard¨®n lo entregaba el ganador del a?o anterior: fue Spielberg, con La lista de Schindler.
Este a?o se han cumplido tres d¨¦cadas del estreno de Regreso al futuro. El 12 de octubre de 2015 fue adem¨¢s la fecha a la que Marty McFly y Doc Brown viajaron en la secuela: un mundo en el que los autom¨®viles y los patinetes volaban, se llevaban robocordones en el calzado y los bolsillos de los vaqueros por fuera. Con la excusa, el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MOMA) organiz¨® en oto?o una retrospectiva de la obra de Zemeckis. El cr¨ªtico de cine Dave Kehr, comisario adjunto del departamento de cine en el museo, cuenta desde Nueva York: ¡°?l pertenece a una larga tradici¨®n de cineastas americanos que no ven contradicci¨®n entre espect¨¢culo e historia. Capaz de trabajar dentro del sistema comercial, pero creando pel¨ªculas personales. Es autor de algunos de los t¨ªtulos estadounidenses m¨¢s importantes de los ¨²ltimos 30 a?os. Su trilog¨ªa de Regreso al futuro pertenece al subconsciente del pa¨ªs. Y hay frases de Forrest Gump que la gente sigue citando, quiz¨¢ err¨®neamente. Porque en su cine suele haber una superficie placentera, pero si uno bucea, se vuelve duro y amargo. Forrest Gump no es solo esa cosa bonita. Sugiere que en Am¨¦rica el ¨¦xito depende de factores arbitrarios. Lo cual resulta subversivo con el mito americano¡±. Sobre su d¨¦cada digital, Kehr lamenta que Zemeckis dejara a un lado la ¡°expresi¨®n personal¡±. Y cita como acierto de su virtuosismo tecnol¨®gico la l¨¢grima falsa que le coloc¨® a Harrison Ford en Lo que la verdad esconde (2000). ¡°?l quiere el control total de la imagen. Y con sus incursiones en la t¨¦cnica de performance capture lo logr¨®, pero a costa de restar vida a la imagen¡±. El cr¨ªtico y comisario disfrut¨® de su regreso al cine de humanos, a ¡°esa calidez¡± de El vuelo. Y de El desaf¨ªo asegura: ¡°El final es una obra maestra de puro formalismo cinematogr¨¢fico¡±.
Dice Zemeckis que cuando estren¨® Regreso al futuro ni siquiera imaginaba que seguir¨ªa dirigiendo pel¨ªculas 30 a?os despu¨¦s: ¡°Cre¨ªa que a mi edad ya me habr¨ªan apartado. Soy incapaz de ver el futuro. Todo lo que predije cuando escribimos aquel guion eran bromas. Nunca le prestamos demasiada atenci¨®n, jam¨¢s cre¨ªmos que llegar¨ªan a significar nada. Inventamos cosas porque pens¨¢bamos que era divertido¡±. Quiz¨¢ hubiera algo m¨¢s. Una semilla. Cuando en la segunda parte Marty viaja a 2015, un tibur¨®n digital surge de un cine con realismo pavoroso. Da la sensaci¨®n de que el director llevara tres d¨¦cadas persiguiendo esa imagen. Entre las nubes. Jug¨¢ndosela en la cuerda floja de Hollywood.
elpaissemanal@elpais.es
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