La buena salud de las bibliotecas p¨²blicas
Pese a que se han cerrado 96 centros, el n¨²mero de usuarios aumenta y crece la demanda de soportes digitales
Cuando parec¨ªa que aquellas vetustas salas llenas de estanter¨ªas, luces mortecinas y densos silencios iban a desaparecer por obsolescencia social, ocurri¨® el milagro. Las bibliotecas p¨²blicas no solo sobrevivieron a la era de consumismo individualista, sino que se convirtieron en equipamientos p¨²blicos de ¨¦xito gracias a unos programas de inversi¨®n y modernizaci¨®n aplicados por Ayuntamientos, diputaciones y universidades. Pese a que la crisis se ha dejado sentir, el sector de las bibliotecas p¨²blicas goza de excelente salud social y la clave del ¨¦xito radica en su capacidad para adaptarse a las nuevas demandas.
Internet ha cambiado radicalmente la forma de acceder a la cultura, pero las bibliotecas son un ejemplo vivo de que, la mayor¨ªa de las veces, el progreso tecnol¨®gico no se traduce en cambios radicales, de tipo disruptivo, sino en evoluciones adaptativas que van incorporando las mejoras sin erradicar las viejas formas de consumo. Lo hemos visto en el caso del libro digital. En las mejores bibliotecas, las nuevas tecnolog¨ªas pueden convivir con los viejos h¨¢bitos del pr¨¦stamo, y el consumo de pantalla, cada vez m¨¢s intenso, es perfectamente compatible con el encuentro presencial de los miembros de un club de lectura.
Datos del Instituto Nacional de Estad¨ªstica dan cuenta de esta vitalidad. Pese a que la crisis se ha llevado por delante en tres a?os a 96 bibliotecas de la red p¨²blica (1,9% menos), el n¨²mero total de usuarios ha crecido un 7%. Las bibliotecas municipales que se inauguran suelen convertirse r¨¢pidamente en los equipamientos m¨¢s frecuentados. Y no siempre la utilizaci¨®n es presencial. En 2014, las consultas a trav¨¦s de Internet hab¨ªan crecido un 6,7% respecto de 2012.
Las bibliotecas no solo satisfacen necesidades culturales de la poblaci¨®n, sino que act¨²an como un dinamizador econ¨®mico. Un reciente estudio muestra que la mitad de los usuarios acaban comprando libros de los autores que han conocido a trav¨¦s de la biblioteca. Promediando entre lectores ¨¢vidos (aquellos que seg¨²n los patrones de la American Library Association leen m¨¢s de 47 t¨ªtulos al a?o) con consumidores menos intensivos, la tasa de frecuentaci¨®n se sit¨²a en nuestro caso en una media de 4,5 visitas por ciudadano y a?o. Para un pa¨ªs con bajo ¨ªndice de lectura, no est¨¢ tan mal. Y este dato tiene mucho que ver con la calidad de la oferta.
Las grandes bibliotecas p¨²blicas ofrecen ya contenidos en todo tipo de soportes. Pero las tecnolog¨ªas cambian muy deprisa. El gran desaf¨ªo es ahora canalizar la demanda de cultura a trav¨¦s de nuevas aplicaciones interactivas. Por ejemplo, sistema digitales de autopr¨¦stamo, sensores inteligentes de reconocimiento facial, sistemas de recomendaci¨®n basados en las experiencias en tiempo real de otros usuarios, sistemas digitales de recomendaci¨®n y selecci¨®n de contenidos, etc¨¦tera. Y todo eso sin perder lo que m¨¢s aprecian los usuarios: que puedan ser tambi¨¦n un lugar de encuentro alrededor de la cultura, en el que poder satisfacer su curiosidad y acceder a un conocimiento cambiante que ya no est¨¢ en las estanter¨ªas sino desparramado por la Red.
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