El mundo sigue
La obra de Fernando Fern¨¢n G¨®mez muestra una Espa?a dividida entre trepadores y los que se dejaban trepar
Un d¨ªa, Fernando Fern¨¢n G¨®mez recibi¨® en casa a un grupo de amigos. Uno de ellos le dijo en medio de la tertulia: ¡°Bueno, Fernando, ?y esto de la Macarena? Menuda verg¨¹enza, qu¨¦ imagen damos de Espa?a con el talento que ten¨¦is tantos¡±.
Fern¨¢n G¨®mez se puso colorado. ¡°?La Macarena! Eso es una maravilla. ?Por qu¨¦ a lo que triunfa se le descalifica en lugar de analizarlo? Si la baila todo el mundo, y nuestras pel¨ªculas las ven cien personas, ?por algo ser¨¢!¡±.
Acto seguido pidi¨® que se le acercase el ced¨¦, que al parecer andaba por casa. Ninguno de los que estaba con ¨¦l hab¨ªa visto f¨ªsicamente el disco; Fern¨¢n G¨®mez, sin embargo, lo ten¨ªa a mano. No s¨®lo eso: parec¨ªa haberlo estudiado. Sac¨® el libreto y se puso a declamar muy despacio:
Macarena tiene un novio que se llama / ?que se llama de apellido Vitorino! / y en la jura de bandera del muchacho / se la dio con dos amigos / ?aaaaaaaaah!
Se produjo un silencio que rompi¨® el propio Fernando Fern¨¢n G¨®mez.
¡ªJoder. ¡°Macarena tiene un novio que se llama / que se llama de apellido Vitorino¡±. Menuda repetici¨®n. Y el efecto que causa. Pero c¨®mo no va a gustar: es imposible que no guste.
La ley¨® entera, elevando la voz cuando daba con algo que supon¨ªa que a la gente le volv¨ªa loca.
Macarena, Macarena, Macarena / ?que te gustan los veranos de Marbella! / Macarena, Macarena, Macarena / que te gustan las movidas guerrilleras.
¡°Que te gustan los veranos de Marbella¡±, se qued¨® murmurando. ¡°Que te gustan las movidas guerrilleras¡±. El amigo que le hab¨ªa preguntado ya no sab¨ªa d¨®nde meterse.
A Fern¨¢n G¨®mez le interesaba mucho saber de qu¨¦ estaba hecho el ¨¦xito. No es raro. Muri¨® sin haber visto una obra maestra dirigida por ¨¦l, El mundo sigue, en salas comerciales. Dos hermanas guap¨ªsimas: Lina Canalejas y Gemma Cuervo. Belinch¨®n recuerda c¨®mo en una prueba Pilar Bardem nombr¨® a Zunzunegui, el autor del libro, y Fern¨¢n G¨®mez dijo: ¡°Nunca estrenaremos. Ese nombre es gafe¡±. Efectivamente: nunca se estren¨®. La aplast¨® la censura. Ha pasado medio siglo para estar de vuelta. El mundo sigue ense?a la penitencia del honor y destripa una sociedad implacable movida por el machismo, el escr¨²pulo religioso y la moral ancha; una Espa?a dividida entre trepadores y los que se dejaban trepar.
En cierto modo result¨® un alivio que la condenase el franquismo: era el final apropiado de la pel¨ªcula.
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