Cambio de planes
La ficci¨®n se ha vuelto m¨¢s interesante que nuestra realidad, frustrante y empe?ada en unir lo que no se puede
Estaba escribiendo sobre el n¨²mero 1.515, que fue la cantidad de miembros del partido de la CUP que votaron S? pero tambi¨¦n NO al Gobierno de Artur Mas, cuando me llam¨® mi editora de EL PA?S para informarme de un cambio de planes.
Me qued¨¦ chafado, porque estaba muy metido en las posibilidades de ese enigm¨¢tico 1.515. ?La Habana, una ciudad que dar¨¢ mucho que hablar en este a?o, fue fundada... en 1515! Mi editora me convenci¨®: escribir sobre un personaje de la televisi¨®n de este a?o. Quer¨ªan hacer un monogr¨¢fico sobre personajes y series de televisi¨®n de este 2015. Porque la ficci¨®n se ha vuelto m¨¢s interesante que nuestra realidad, frustrante y empe?ada en unir lo que no se puede unir.
Me dije las palabras m¨¢gicas, esas que us¨® Rajoy en su WhatsApp a Luis B¨¢rcenas: ¡°S¨¦ fuerte¡±. Y pens¨¦ en Don Draper, mi h¨¦roe personal desde que Maruja Torres me recomendara Mad Men. Este a?o ha sido su despedida, la serie cerr¨® convertida en referencia de esta ¨¦poca de empate y turbulencia. El actor que le dio vida, Jon Hamm, por fin recibi¨® el Grammy y subi¨® a recogerlo trepando por el escenario como una especie de le¨®n herido pero orgulloso. Los d¨ªas previos a la grand finale, como lo anunciaban en la cadena AMC, productora de la serie, los viv¨ª visionando episodios pasados. Y cre¨ª entender pedazos de la fascinaci¨®n de Don Draper.
Es un publicista que considera a la publicidad como un medio de seducci¨®n masiva. Su vestuario de la d¨¦cada del sesenta, los a?os en que todo cambi¨®, resucit¨® un estilo riguroso, casi represivo pero tambi¨¦n inquietante, que representaba la testosterona y, al mismo tiempo, una apasionante sensibilidad. Debajo de sus ropas, un secreto. Una identidad oculta. Don Draper podr¨ªa no ser Don Draper sino otro hombre. Esa fue la gran atracci¨®n del personaje. Al igual que los superh¨¦roes del c¨®mic americano, Don Draper ten¨ªa doble personalidad. Como Batman o Superman pero no en una Nueva York ficticia, sino en la hipercompetitiva y real Madison Avenue.
Sin Draper, observo con m¨¢s detenimiento Homeland y House of Cards, convencido de que en sus protagonistas femeninas est¨¢ la sucesora de Draper. Un poco lo que ocurre tambi¨¦n con Soraya S¨¢enz de Santamar¨ªa y Susana D¨ªaz, que cada d¨ªa que pasa se les va poniendo m¨¢s cara de sucesoras. Y, como todo son empates hoy d¨ªa, adem¨¢s les encuentro parecidos a Claire Underwood, la helada esposa de congresista de House of Cards, y a Carrie Mathison, la esp¨ªa bipolar de Homeland.
Fascinan de estas protagonistas que est¨¢n muy alejadas del prototipo femenino. No son tan consumistas como Carrie Bradshaw, la enloquecida prota de Sexo en Nueva York, que nos hizo creer que la burbuja inmobiliaria era para siempre. Desde la infanta Cristina hasta la esposa de B¨¢rcenas, todas le imitaron ese af¨¢n consumista y la creencia, muy democr¨¢tica por cierto, de que puedes combinar ostentaci¨®n y lujo con actitudes macarras. Pero al igual que la burbuja, Carrie y su serie murieron de su propio ¨¦xito. La crisis cre¨® a Don Draper y a Carrie Mathison y Claire Underwood. Y en los tres el estilo, la forma de vestir y moverse, conforman una atracci¨®n que deber¨ªamos analizar mientras esperamos Gobierno y un final feliz a lo de Catalu?a.
Claire y Carrie buscan cosas distintas. Claire quiere poder. Y para eso lleva pelo corto y practica deporte. Carrie Mathison, en cambio, quiere justicia y vengar, a su manera, el 11-S. Su bipolaridad la erotiza y tambi¨¦n trastorna. Cuando siente la llamada se lanza a la calle con una chupa de cuero o una americana informalita. Y es tanto el desorden emocional que, al final, termina siendo casi madre del hombre que m¨¢s odia y ama, Brady, un exmilitar americano secuestrado por a?os por fuerzas vinculadas a Al Qaeda. O sea, es maternalmente desordenada.
Carrie se pasa todo el tiempo fuera de casa, Claire es una mujer de interiores, clavando las agujas de sus zapatos. Claire solo lleva faldas y vestidos. Carrie, en cambio, lleva pantalones, porque se pasa el d¨ªa corriendo como una loca tanto en un bosque de Virginia como en el metro de Berl¨ªn o por una kasbah en Oriente Medio. Son muy distintas de Soraya, que usa leggings en los debates y en casa. O de Mar¨ªa Dolores, que pase lo que pase va perfumada como para un estreno. Y Susana D¨ªaz que, en la peor de las discusiones, lleva medias irrompibles.
La recomendaci¨®n es que vean con m¨¢s detenimiento estas series. Mientras esperamos presidentes y que Catalu?a salga de su empate, ellos: Don Draper, Carrie Bradshaw y Carrie Mathison quiz¨¢s no puedan resolver nuestros problemas, pero como buenos superh¨¦roes s¨ª puedan prestarnos su estilo y su fuerza para volar hacia un pa¨ªs 1.515 veces mejor.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.