Matteo Renzi disfruta jugando a la ruleta rusa
Amenaza con suicidarse pol¨ªticamente si sus reformas constitucionales no salen adelante
Matteo Renzi disfruta jugando, y jug¨¢ndosela, a la ruleta rusa. Hasta sus m¨¢s ac¨¦rrimos detractores ¡ªque los hay, sobre todo en su propio partido¡ª no tienen m¨¢s remedio que admitir que es un tipo con agallas. No hace falta recordar que su ascenso mete¨®rico a la pol¨ªtica nacional ¡ªsin m¨¢s bagaje que su experiencia como alcalde de Florencia y unas reservas inagotables de autoestima¡ª se produjo al grito de ¡°hay que mandar al desguace a las viejas glorias de la izquierda italiana¡±. No solo lo hizo, sino que puso a los prebostes del Partido Democr¨¢tico (PD) frente al espejo de su propia ineficacia: ¡°Despu¨¦s de 20 a?os, la izquierda a¨²n no sabe combatir a Silvio Berlusconi¡±. Sin torcer el gesto, Renzi gan¨® las primarias del PD, arrebat¨® la jefatura del Gobierno a Enrico Letta, pact¨® en secreto con Berlusconi a¨²n no se sabe qu¨¦ y fue sacando adelante reforma tras reforma igual que desbarata las emboscadas peri¨®dicas que le tiende su propio partido. Jugando, jug¨¢ndosela, a la ruleta rusa.
Ahora lo ha vuelto a hacer, solo que subiendo la apuesta. El desaf¨ªo ya no va dirigido a sus compa?eros del PD o a los parlamentarios m¨¢s o menos afines. Ahora Renzi ha decidido interpelar directamente a los italianos a trav¨¦s de un refer¨¦ndum: si no validan con su voto las reformas constitucionales dise?adas para acabar con la ingobernabilidad cr¨®nica de Italia (nada menos que 63 Gobiernos en los 70 a?os de historia republicana), jura que dirigir¨¢ el rev¨®lver hacia su prometedora carrera, apretar¨¢ el gatillo y se declarar¨¢ pol¨ªticamente muerto. Aunque tan teatral desaf¨ªo se produce en un escenario favorable ¡ªla vieja izquierda est¨¢ desarbolada, el centroderecha agoniza sin remedio y Beppe Grillo sigue provocando m¨¢s confusi¨®n en las huestes propias que en las ajenas¡ª, no es menos cierto que Matteo Renzi a?ade a los viejos atributos de la pol¨ªtica italiana un punto de eficacia y dramatismo del que carec¨ªa. El joven pol¨ªtico florentino se ha permitido el atrevimiento de proclamar la muerte pol¨ªtica del Senado de la Rep¨²blica. Parece justo que, si no lo consigue, sea el Senado el que certifique la suya.
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