Los estudios de biomedicina esconden qui¨¦n los paga
Dos an¨¢lisis muestran que el secretismo y la chapucer¨ªa ralentizan el desarrollo de f¨¢rmacos M¨¢s de la mitad de las investigaciones no revela sus fuentes de financiaci¨®n
Sin quererlo, el poeta romano Juvenal dej¨® en su obra una frase que ha sobrevivido casi 2.000 a?os despu¨¦s de su muerte: Quis custodiet ipsos custodes? (?Qui¨¦n vigila a los vigilantes?). En la ciencia, ese papel de investigador de los investigadores lo ejecuta con mano de hierro el epidemi¨®logo de origen griego John Ioannidis.
En un primer latigazo, Ioannidis mostr¨® en 2005 que, con las defectuosas pr¨¢cticas de los laboratorios de la ¨¦poca, era m¨¢s probable que las afirmaciones de los estudios cient¨ªficos fueran falsas que ciertas. Hoy, Ioannidis, codirector del Centro de Innovaci¨®n en Metainvestigaci¨®n de la Universidad de Stanford (EE UU), vuelve a desnudar al sistema cient¨ªfico actual. Su equipo ha analizado 441 estudios de biomedicina seleccionados al azar entre los publicados entre 2000 y 2014. Ninguno de ellos inclu¨ªa sus datos en bruto, solo uno revelaba el protocolo seguido, m¨¢s de la mitad proclamaban de manera dudosa nuevos descubrimientos y la mayor¨ªa no mencionaba sus fuentes de financiaci¨®n ni sus conflictos de intereses con farmac¨¦uticas u otras instituciones.
¡°Nuestra evaluaci¨®n emp¨ªrica muestra que la literatura biom¨¦dica publicada adolece de una falta de transparencia de grandes dimensiones¡±, denuncian los autores en su trabajo, que se publica hoy en la revista especializada PLOS Biology. El 52% de los estudios analizados no revelaba de d¨®nde sal¨ªa el dinero para investigar. Y solo un 6% de los art¨ªculos inclu¨ªa una declaraci¨®n de conflictos de inter¨¦s, una cifra que ¡°probablemente es una subestimaci¨®n¡± de la realidad, seg¨²n el equipo de Ioannidis.
La literatura biom¨¦dica publicada adolece de una falta de transparencia de grandes dimensiones", alerta el epidemi¨®logo John Ioannidis
El secretismo y la chapucer¨ªa destapados por Ioannidis tienen un precio muy caro para la sociedad, como ya critic¨® el m¨¦dico brit¨¢nico Iain Chalmers, uno de los fundadores de la red Cochrane. Esta organizaci¨®n sin ¨¢nimo de lucro agrupa a m¨¢s de 37.000 investigadores de 130 pa¨ªses para elaborar informaci¨®n sanitaria cre¨ªble y libre de patrocinios comerciales. En 2009, Chalmers alert¨® de que la exageraci¨®n de los resultados en investigaciones con animales, la elaboraci¨®n de estudios innecesarios y la imposibilidad de reproducir algunos trabajos por falta de informaci¨®n podr¨ªan provocar p¨¦rdidas de hasta el 85% de la inversi¨®n en investigaci¨®n biom¨¦dica. En 2009, esa inversi¨®n total alcanz¨® los 100.000 millones de d¨®lares en todo el mundo.
En 2015, otro equipo se?al¨® que m¨¢s del 50% de los resultados de las investigaciones precl¨ªnicas, en animales, eran irreproducibles. Es decir, alguien publica que ha frenado el c¨¢ncer de pulm¨®n en ratones con una mol¨¦cula, por ejemplo, pero luego ning¨²n investigador es capaz de lograr los mismos resultados con el mismo m¨¦todo. El grupo de cient¨ªficos, liderado por el economista Timothy Simcoe, de la Universidad de Boston, calcul¨® que esta irrepetibilidad costaba cada a?o 28.000 millones de d¨®lares, solo en EE UU. ¡°Como era de esperar, el descubrimiento de nuevos f¨¢rmacos se ha ralentizado y sus costes han aumentado, ya que las investigaciones precl¨ªnicas en animales raramente se consiguen reproducir en ensayos cl¨ªnicos [en humanos]¡±, critica en su editorial de hoy la revista PLOS Biology.
En otro trabajo paralelo, publicado hoy en la misma revista, otro equipo de investigadores ha analizado cientos de estudios sobre el c¨¢ncer y el derrame cerebral. El grupo, liderado por Ulrich Dirnagl, del hospital universitario Charit¨¦, en Berl¨ªn, ha detectado que la inmensa mayor¨ªa no especifica el n¨²mero de animales utilizados, ni cu¨¢ntos murieron durante el estudio, algo que ser¨ªa inimaginable en ensayos cl¨ªnicos con humanos y que pone en duda los resultados de los laboratorios.
La inmensa mayor¨ªa de los estudios de c¨¢ncer analizados no especifica cu¨¢ntos animales murieron, algo inimaginable en estudios con humanos
¡°Esta es una prueba m¨¢s del enorme abismo entre nuestra imagen p¨²blica como cient¨ªficos y la desagradable realidad¡±, opina Ben Goldacre, del Centro para la Medicina Basada en la Evidencia de la Universidad de Oxford. Goldacre, ajeno a los dos nuevos estudios, subraya que ¡°la ciencia es precisi¨®n¡± y los cient¨ªficos deben ser ¡°exquisitos¡± en sus m¨¦todos. ¡°Esto no suceder¨¢ por arte de magia o esperando a que pase. Se requieren acciones urgentes. Necesitamos donantes e instituciones que recompensen ¡ªecon¨®micamente y con promociones¡ª a aquellos investigadores que sean completamente transparentes en su trabajo¡±, propone.
El investigador John Ioannidis admite que la detectada falta de informaci¨®n sobre las fuentes de financiaci¨®n podr¨ªa deberse a que una gran parte de la investigaci¨®n se hace, de hecho, sin dinero adicional, ¡°pero tambi¨¦n podr¨ªa significar que algunos estudios no revelan sus fuentes de financiaci¨®n¡±, algo previsible en un sector entreverado con la industria farmac¨¦utica. ¡°En cuanto a los conflictos de intereses, es posible que muchos estudios no los tengan, pero es m¨¢s probable que muchos de los estudios que no los mencionan en realidad tengan algunos conflictos potenciales, pero no se informe de ellos¡±, apunta.
Consciente de las repercusiones de su trabajo, Ioannidis hace un llamamiento a ¡°confiar en la ciencia m¨¢s que en los negacionistas de la ciencia o en otras fuentes de informaci¨®n no cient¨ªficas¡±. Para el investigador de Stanford, ¡°la buena investigaci¨®n deber¨ªa intentar mejorarse a s¨ª misma constantemente¡±, con la presi¨®n de los ciudadanos informados de las incertidumbres inherentes a la ciencia. ¡°Esperemos que nuestros datos supongan un incentivo para mejorar la transparencia, la reproducibilidad y la exactitud de los resultados que obtenemos de la investigaci¨®n cient¨ªfica¡±.
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