San Andres: turismo, desarrollo e identidad en el Caribe
A pesar de ser el segundo destino tur¨ªstico colombiano, muchos habitantes del archipi¨¦lago viven sin agua potable y sin alcantarillado
Cristina es una joven de 28 a?os, tiene piel clara y ojos incre¨ªblemente verdes. Quiz¨¢s nada excepcional si no fuera porque nos encontramos en una isla del Caribe, en la que los blancos son identificados sobre todo como turistas. Despu¨¦s de haber pasado a?os fuera de San Andr¨¦s, Cristina est¨¢ de vuelta para marcar positivamente este peque?o territorio que sufre una crisis ambiental y de escasez de recursos.
Cristina naci¨® en una zona privilegiada, pero recuerda la poca calidad del agua, los altos precios de la energ¨ªa el¨¦ctrica, y las muchas veces que la isla se inunda en la temporada de lluvias. A pesar de que San Andr¨¦s es el segundo destino tur¨ªstico colombiano, con 678.000 visitantes en? 2013, muchos habitantes viven sin agua potable, con un sistema de disposici¨®n de residuos s¨®lidos inefectivo y sin alcantarillado.
Desde los a?os noventa la poblaci¨®n insular se ha duplicado y en el 2005 la comunidad nativa de solo 23.000 personas pas¨® a ser una minor¨ªa. San Andr¨¦s es una de las islas m¨¢s pobladas del Caribe: en 27 kil¨®metros cuadrados se concentra una poblaci¨®n de m¨¢s de 100.000 habitantes. A pesar de que en la isla existe la Oficina de Control de Circulaci¨®n y Residencia (OCCRE), una instituci¨®n encargada del control de la poblaci¨®n, parece no haber servido. Al menos unas 20.000 personas est¨¢n en situaci¨®n irregular.
Hoy en d¨ªa, sectores de la isla buscan encontrar una soluci¨®n a los varios problemas a trav¨¦s de m¨¢s autonom¨ªa con respecto al Gobierno central en Bogot¨¢, lo que permitir¨ªa un desarrollo diferente, en el que los continentales no tendr¨ªan el control pol¨ªtico.
El origen
La historia de los nativos del archipi¨¦lago de San Andr¨¦s, Providencia y Santa Catalina, comienza a principios del siglo XVIII, cuando empiezan a llegar pobladores angl¨®fonos y esclavos africanos. A pesar de que a fines de aquel siglo la Corona espa?ola decidi¨® reconquistar el territorio, ingleses y jamaiquinos siguieron llegando a las islas, y es en este per¨ªodo en que la familia de Cristina registra los comienzos de su historia. El inmigrante jamaiquino, hijo de irlandeses, Jeremiah Lynton (tatarabuelo de Cristina) se casa con Rebecca Bowie, sanandresana heredera de plantaciones y esclavos.
En 1853 el reverendo Philip B. Livingston abole la esclavitud de las islas. ¡°Cuando mi abuela era chiquita atend¨ªa a los esclavos que por un tiempo fueron de la familia. Ya eran viejos y no pod¨ªan moverse¡±, cuenta Cristina. Las grandes plantaciones de algod¨®n son sustituidas por las de coco, las tierras son divididas entre los pobladores que emplearon la agricultura de subsistencia, lo cual formar¨ªa una sociedad igualitaria, sin sistema asalariado.
Al mismo tiempo, Livingston fund¨® la Primera Iglesia Bautista, que luego caracterizar¨ªa la forma de relacionarse de los nativos. La cultura anglosajona se transmiti¨® por generaciones. El ingl¨¦s est¨¢ndar se volvi¨® la lengua culta de la sociedad. Cristina cuenta que su abuela siempre distingue su ingl¨¦s del creole, que era visto con desd¨¦n por sus ra¨ªces africanas, y recuerda el origen ingl¨¦s e irland¨¦s de sus antepasados.
Problemas ambientales y sobrepoblaci¨®n
A partir de la constituci¨®n del 1886, el Estado se vuelve centralista y promueve este modelo a trav¨¦s de pol¨ªticas llamadas de colombianizaci¨®n. Esto permiti¨® la primera oleada de inmigrantes que llegaron a San Andr¨¦s con el objetivo de ejercer los principales cargos p¨²blicos, desconectados de la realidad social y cultural del territorio.
Con la ca¨ªda del cultivo del coco, la dirigencia isle?a, sin estar preparada para los cambios que eso generar¨ªa, propuso un nuevo modelo econ¨®mico. En 1953 San Andr¨¦s se convirti¨® en Puerto Libre. Colombianos continentales y ¨¢rabes descendientes, los que realmente aprovecharon estas pol¨ªticas, empezaron a poblar y crear negocios en la isla. Se dio inicio a una gran ola migratoria y, m¨¢s tarde, con la masiva inversi¨®n por parte de continentales, lleg¨® la primera sucursal bancaria. A pesar de ser del continente, el t¨ªo pol¨ªtico de Cristina, Manuel Angarita, fue el primer gerente del Banco de Bogot¨¢, y es as¨ª como su familia materna se integr¨® a la isla.
Desde los a?os noventa la poblaci¨®n insular se ha duplicado y en el 2005 la comunidad nativa de solo 23.000 personas pas¨® a ser una minor¨ªa
Daniel Bent, un pensionista que vivi¨® toda su vida como guarda de unos terrenos, es cr¨ªtico: ¡°Por unos pesos hemos regalado nuestras tierras¡±. Otros han arrendado sus tierras con contratos informales que a largo plazo, seg¨²n la ley colombiana, conllevaron una trasferencia de estas a los inmigrantes. Al mismo tiempo, algunas tierras fueron perdidas tras procesos de expropiaci¨®n por parte del Estado. El sentimiento de algunos lugare?os es que fueron demasiado ingenuos.?Orma Wilson, tambi¨¦n pensionista, recuerda: ¡°Antes ten¨ªamos tierra suficiente para producir papas dulces, yuca, coco, pl¨¢tano, aguacate¡¡±. En este sentido, de vivir de la agricultura y la pesca, la sociedad pas¨® a depender de lo que se tra¨ªa del exterior sin poder efectivamente integrarse a una nueva econom¨ªa basada en el turismo y el comercio.
Problemas culturales?
Al mismo tiempo, la colombianizaci¨®n oblig¨® al aprendizaje del espa?ol y la conversi¨®n al catolicismo para promulgar la identidad nacional. En 1933 el bogotano Alberto Mun¨¦var, que result¨® ser marido de Rosylda Lynton Bowie, bisabuela de Cristina, instituy¨® en San Andr¨¦s El Bolivariano, la primera escuela primaria bajo la direcci¨®n de Bogot¨¢. ¡°Mi abuela siempre dice que recuerda cuando viv¨ªa en los terrenos de lo que hoy es el colegio, hasta que su pap¨¢ la traslad¨® a Barranquilla en busca de una mejor calidad de vida¡±.
¡°En el recreo nos dec¨ªan que no habl¨¢ramos esta jeringonza¡±, recuerda un antiguo estudiante. "No pod¨ªas lograr becas si no te volvieras lo que ellos quer¨ªan¡±, se?ala. Mariano G¨®mez, exrector del Colegio Bolivariano asegura que en 1984 esperaban matricular a 60 muchachos en sexto grado y se presentaron 120 de la noche a la ma?ana. "?No s¨¦ de d¨®nde salieron!¡±, exclama.
Un nativo cuenta: ¡°Hace unos a?os vi una novela de Irvin Wallace en ingl¨¦s y en espa?ol. Compr¨¦ la versi¨®n en espa?ol y despu¨¦s de haber caminado una cuadra dije: ¡°?Dios m¨ªo, ?qu¨¦ me est¨¢ pasando?¡±. La situaci¨®n hizo que los continentales ¡°empezaran a cambiar la cosmovisi¨®n y vida de la gente¡±, as¨ª que los isle?os se han ido segregando en dos sectores. En La Loma y San Luis, a trav¨¦s de ¡°las iglesias bautistas se preservaron los elementos de identidad¡± y se promovieron los sentimientos de resistencia hacia Colombia.
Lucha etnopol¨ªtica
Al verse marginados, los raizales (as¨ª se define la cultura propia del archipi¨¦lago) empezaron a identificarse como un grupo distinto y a resaltar sus particularidades ¨¦tnicas. Pero analizando su discurso, en una cierta medida se pierde la autenticidad otorgada a las caracter¨ªsticas de su identidad ¨¦tnica. A lo largo de las d¨¦cadas, muchos raizales adoptaron el catolicismo, as¨ª mismo l¨ªderes del movimiento ven el protestantismo como elemento fundamental de la identidad raizal.
El creole, que fue denigrado por la ¨¦lite, ha vuelto a ser promovido como lengua aut¨®ctona para legitimar la lucha de identidad del nativo frente al Estado colombiano. Adem¨¢s, para no confundirse con las dem¨¢s comunidades afro que generalmente no se benefician de ning¨²n estatus particular, prefieren sobresaltar su ascendencia brit¨¢nica.
El avance de la causa ind¨ªgena ha dado paso a la estrategia pol¨ªtica de los raizales, que le exigen al Gobierno derechos particulares. Vi¨¦ndose reconocidos como minor¨ªa ¨¦tnica, los raizales pueden exponer sus problemas ante organizaciones internacionales como la ONU o la Unesco.
Movimientos sociales
El movimiento raizal est¨¢ formado por varios grupos con distintos objetivos. Su origen puede estar relacionado con el grupo pol¨ªtico Sons of the Soil (SOS), que en los a?os ochenta el cual buscaba una diferenciaci¨®n positiva de los nativos.
Con la Constituci¨®n de 1991, las diferencias culturales fueron reconocidas, lo que permiti¨® a los isle?os luchar por sus derechos. El art¨ªculo 310 estableci¨® la necesidad de crear una legislaci¨®n especial para las islas. Debido a la sobrepoblaci¨®n y al car¨¢cter limitado de los recursos se gener¨® la Occre. Del mismo modo, SOS logr¨® el reconocimiento de los isle?os como una minor¨ªa ¨¦tnica nacional legitimando el nombre raizal, lo que dio pie a la elaboraci¨®n del Estatuto Raizal.
Sin embargo, esos logros no fueron suficientes para mejorar la situaci¨®n de la isla. En 1999, con la ayuda de varios pastores bautistas, se realiz¨® un paro c¨ªvico en el que el movimiento raizal exigi¨® al Gobierno la expulsi¨®n de habitantes ilegales, la declaraci¨®n de emergencia ambiental debido a la sobrepoblaci¨®n y que se le diera m¨¢s autonom¨ªa al pueblo raizal.
En este marco surgi¨® el grupo Archipelago Movement for Ethnic Native Self-Determination for the Archipelago of San Andr¨¦s, Providence and Kethlena (AMEN-SD) hoy encabezado por Raymond Howard, el pastor de la Primera Iglesia Bautista, quien asegura: ¡°No somos colombianos, nuestra cultura no es la de ellos, nuestra lengua no es la de ellos, nuestro territorio es diferente, no nos conocen y lo demostraron¡±. Seg¨²n su interpretaci¨®n excluyente, a pesar de que lo ancestros de Cristina est¨¢n entre las primeras generaciones de pobladores, ella no puede considerarse raizal porque no habla creole y no es bautista.
Ante esta radicalizaci¨®n, en 2007 el Gobierno colombiano organiz¨® la celebraci¨®n nacional de la Independencia en las islas. Ahora, en la cabeza de muchos est¨¢ la idea de que Bol¨ªvar les libert¨®. Sin embargo, desde hace algunos a?os se est¨¢ rescatando el 1 de agosto como el d¨ªa de la emancipaci¨®n de los esclavos, gracias al se?or Livingston, fecha fundamental para el pueblo nativo.
Sectores de la isla buscan m¨¢s autonom¨ªa con respecto al Gobierno central en Bogot¨¢, lo que permitir¨ªa un desarrollo diferente, en el que los continentales no tendr¨ªan el control pol¨ªtico
Aunque AMEN-SD sigue siendo el referente pol¨ªtico de la lucha raizal, R-Youth crece como un movimiento que pretende enaltecer el discurso raizal. Al llegar a San Andr¨¦s, Cristina se encontr¨® con los l¨ªderes del movimiento por coincidencia: ¡°Hicimos una radiograf¨ªa de nuestra lucha y nos dimos cuenta de que hablar de raizalidad tiene m¨¢s sentido. Se trata de un sentimiento de arraigo. Al vivir aqu¨ª los dem¨¢s colombianos crearon sentimientos de pertenencia hacia la isla. Si t¨² quieres y amas al archipi¨¦lago, lo defiendes¡±.
Marco Fides, nacido en Barranquilla y habitante de la isla desde hace 40 a?os declara: ¡°Me duele la isla como a cualquier raizal. La Occre est¨¢ permitiendo que se quede mucha gente ilegal, m¨¢s de lo que la isla puede recibir. Y nosotros, los residentes o raizales nos quedamos sin trabajo¡±. Franklin con tono sarc¨¢stico agrega: ¡°Ojala Nicol¨¢s Maduro pudiera ser director de la Occre y sacar a todos los colombianos ilegales¡±.
La particularidad de unos puede beneficiar a todos los residentes. Obviamente, para llegar al estatuto de la autonom¨ªa el consenso de la mayor¨ªa es indispensable. Para R-Youth la autonom¨ªa no es independencia. ¡°Queremos que el pueblo raizal sea reconocido como due?o de este territorio. Con poder pol¨ªtico pretendemos mejorar a la isla¡±. En 2016 el Congreso colombiano se pronunciar¨¢ sobre el estatuto raizal. ¡°Siento que estamos en un punto de inflexi¨®n¡±, apunta Cristina, ¡°Si nos unimos y nos reconciliamos, podemos vivir todos en el para¨ªso que son estas islas¡±.
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