Ni los ba?os ni las letrinas p¨²blicas libraron a Roma de los par¨¢sitos
La incidencia de gusanos intestinales y piojos fue similar a la del Neol¨ªtico o la Edad Media
Cuando a¨²n no era un imperio, ni siquiera una rep¨²blica, Roma ya contaba con la Cloaca M¨¢xima, hace unos 2.600 a?os. M¨¢s tarde vendr¨ªan los acueductos para llevar agua limpia a la ciudad, los ba?os o las letrinas p¨²blicas. Con la expansi¨®n primero republicana y despu¨¦s imperial, los romanos llevaron su cultura e instalaciones de salud p¨²blica por la mayor parte del mundo entonces conocido. Sin embargo, la incidencia de infecciones intestinales y ectopar¨¢sitos no se redujo. En ocasiones, incluso, la civilizaci¨®n romana hizo de vector de pat¨®genos.
Las nociones modernas sobre higiene p¨²blica son del siglo XIX. La Revoluci¨®n Industrial y la urbanizaci¨®n fueron paralelas a la revoluci¨®n m¨¦dica. Con las aportaciones de Louis Pasteur, Robert Koch y otros, la microbiolog¨ªa sac¨® de las sombras a los g¨¦rmenes responsables de muchas enfermedades. Y las que no eran de origen microbiano pod¨ªan combatirse con medidas de higiene tanto p¨²blica como privada. Hasta hubo un movimiento higienista que quiso aplicar estas ideas a la arquitectura.
Por eso siempre ha fascinado c¨®mo la civilizaci¨®n romana cuid¨® de la salud e higiene p¨²blicas. Desde la grandiosa Roma, con sus 14 acueductos, hasta la ciudad hispana m¨¢s peque?a, todas las urbes romanas contaban con ba?os p¨²blicos, dotados la mayor¨ªa de agua caliente. Casi lo mismo se puede decir de las letrinas, contadas por decenas en la capital y con cursos de agua para arrastrar las deposiciones o esponjas enganchadas a un palo para limpiarse. ?Se adelantaron los romanos a su tiempo o, en realidad, no pensaban en reducir las infecciones cuando constru¨ªan una letrina?
Mientras en el Neol¨ªtico predominan los par¨¢sitos de origen animal, en Roma son las infecciones por higiene
"Era de esperar que las distintas tecnolog¨ªas sanitarias romanas, como las letrinas p¨²blicas, el agua limpia de los acueductos o los ba?os p¨²blicos mejoraran la salud intestinal de la poblaci¨®n reduciendo los par¨¢sitos. Sin embargo, las evidencias arqueol¨®gicas no lo demuestran", dice el antrop¨®logo y paleopat¨®logo de la Universidad de Cambridge, Piers Mitchell. Tampoco se redujo la incidencia de piojos, ladillas y otros ectopar¨¢sitos.
Mitchell ha estudiado decenas de yacimientos arqueol¨®gicos, algunos in situ, otros recurriendo a investigaciones ya publicadas, para medir la incidencia de los endopar¨¢sitos (lombrices, tenias, nem¨¢todos...) y ectopar¨¢sitos en tiempos de Roma. Los huevos de la mayor¨ªa de los endopar¨¢sitos intestinales se conservan durante milenios gracias a la quitina de la que est¨¢ hecho su caparaz¨®n, un material que da consistencia al exoesqueleto de los artr¨®podos. La otra gran fuente de informaci¨®n para la paleoparasitolog¨ªa son los coprolitos, heces endurecidas o en proceso de fosilizaci¨®n.
Tal como explica el arque¨®logo brit¨¢nico en la revista Parasitology, el n¨²mero de huevos de endopar¨¢sitos por cent¨ªmetro cuadrado de coprolito puede dar una indicaci¨®n del grado de parasitismo en un momento dado de la historia. As¨ª, las pruebas reunidas por Mitchell se?alan que no hubo una mejora significativa en las regiones controladas por Roma respecto a lo que se sabe de los par¨¢sitos en el Neol¨ªtico o en las edades de Bronce y de Hierro. "No hay un descenso de par¨¢sitos con los romanos. Y esto vale tanto para los gusanos intestinales como para los ectopar¨¢sitos como pulgas y piojos", sostiene Mitchell.
Otra forma de medir la incidencia de los par¨¢sitos es hacia adelante, comparando la situaci¨®n romana con la ¨¦poca inmediatamente posterior, la Edad Media. En este caso, adem¨¢s, el Medievo est¨¢ grabado en el imaginario colectivo como una era oscura, sucia y alejada de la luz de Roma. Aunque es cierto que desaparecieron la mayor¨ªa de las infraestructuras de salud p¨²blica y el decoro cristiano acab¨® con las que quedaron, los datos no son favorables para la civilizaci¨®n romana. En la ciudad de York (actual Reino Unido), por ejemplo, la densidad de piojos, ladillas o pulgas en el estrato romano, el de las posteriores invasiones vikingas y el medieval es muy similar.
Garo, la salsa de pescado con gusanos
Lo que s¨ª ha comprobado este estudio es una evoluci¨®n en el tipo de par¨¢sitos que m¨¢s castigaban a los humanos. En el Neol¨ªtico predominan las enfermedades zoon¨®ticas, provocadas por par¨¢sitos de origen animal como la tenia bovina (Taenia saginata) o la porcina (Taenia solium), el gusano gigante del ri?¨®n que, ocasional en los perros y muy raro en humanos, en el pasado ten¨ªa mayor incidencia que en la actualidad. Salvo en este caso, en casi todos los dem¨¢s el origen de la infecci¨®n era el consumo de carne o pescado crudos o poco cocinados.
Pero hace 3.000 a?os, en la Edad de Hierro, empieza un proceso que culmina en la ¨¦poca romana. En paralelo a la urbanizaci¨®n, se produce una paulatina retirada de las enfermedades zoon¨®ticas y el predominio de par¨¢sitos relacionados con la higiene o falta de ella. Apoyado en excavaciones en una decena de pa¨ªses actuales tan dispares como Polonia o Israel y ciudades tan importantes como Roma, Pompeya o Parma, Mitchell establece un clasificaci¨®n de par¨¢sitos.
Cualquier mejora para la salud aportada por las letrinas se vio superada por la pr¨¢ctica romana de fertilizar los cultivos con heces humanas" Piers Mitchell, antrop¨®logo Universidad de Cambridge
En el primer puesto est¨¢ el tricoc¨¦falo (Trichuris trichiura), un gusano alargado cuyo h¨¢bito de alimentarse de sangre puede provocar serios cuadros de anemia y diarreas sanguinolentas. En un segundo lugar aparecen las Ascaris lumbricoides, o lombrices intestinales. En ambos casos, el origen de la infecci¨®n est¨¢ en la contaminaci¨®n fecal de la comida y la ingesta de sus huevos. No lavarse las manos o usar heces humanas como abono ser¨ªan las fuentes m¨¢s probables.
"Sospecho que cualquier mejora para la salud aportada por las letrinas se vio superada por la pr¨¢ctica romana de fertilizar los cultivos con heces humanas recolectadas en las ciudades", comenta Mitchell. De hecho, las normas que obligaban a retirar las heces de las calles y la costumbre de usarlas para abonar los campos que rodeaban las ciudades eran el marco ideal para las infecciones.
En tercer lugar de los par¨¢sitos m¨¢s comunes en tiempos de los romanos est¨¢ la tenia de los peces (Diphyllobothrium latum). Este par¨¢sito, que llega al intestino tras consumir peces infectados, era relativamente frecuente en los yacimientos del Neol¨ªtico, en especial en el norte de Europa. Sin embargo, su incidencia se reduce a muy pocas pruebas en los siglos posteriores hasta que, con?la civilizaci¨®n romana, vuelve a intensificarse. La causa bien podr¨ªa estar en el garo, una salsa a base de v¨ªsceras de pescado fermentadas que los romanos usaban para sazonar la comida como los orientales hacen con la soja hoy en d¨ªa. Fermentado al sol, los huevos de la tenia se expandieron por todo el imperio.?
El emperador Ner¨®n dec¨ªa que era fundamental calentar el agua para evitar la contaminaci¨®n" Francesco Galassi, paleopat¨®logo Universidad de Z¨²rich
Pero los romanos conoc¨ªan ya a los endopar¨¢sitos. Plinio el viejo escribe sobre las lombrices y tenias y remedios para combatirlas. Tambi¨¦n Quinto Sereno Samonico escribe sobre los gusanos intestinales en su?Liber Medicinalis. "Hab¨ªa prescripciones higi¨¦nicas muy avanzadas pero no sabemos si eran muy seguidas en la pr¨¢ctica", comenta el paleopat¨®logo del Instituto de Medicina Evolutiva de la Universidad de Z¨²rich, el m¨¦dico italiano Francesco Galassi.
"El emperador Ner¨®n, por ejemplo, manten¨ªa que era fundamental calentar el agua para evitar la contaminaci¨®n y otras prescripciones alertaban sobre la comida en mal estado. Pero, claro, los microbios y los virus eran algo que los romanos no pod¨ªan entender", recuerda Galassi, que no ha intervenido en la investigaci¨®n de Mitchell.
"Los romanos no entend¨ªan las enfermedades infecciosas de la forma que lo hacemos nosotros ahora, as¨ª que no podemos presumir que levantaran letrinas para frenar la propagaci¨®n de enfermedades", recuerda el arque¨®logo brit¨¢nico. En todo caso Mitchell no ha perdido su fascinaci¨®n por esta parte de la civilizaci¨®n romana: "Los saneamientos romanos a¨²n ten¨ªan su utilidad", advierte Mitchell: "Los retretes ven¨ªan bien para evitar que la gente tuviera que dejar la ciudad para ir a casa a hacer sus necesidades, los ba?os p¨²blicos debieron hacer que la gente oliera mejor y los acueductos minimizar¨ªan el riesgo de quedarse sin agua. Pero ninguna de estas cosas parece haber reducido el riesgo de infectarse con alg¨²n par¨¢sito".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.