Ni?as que dan el ¡°no quiero¡±
En Blangladesh, donde un 65% de las menores de 18 est¨¢n casadas, la educaci¨®n es una herramienta fundamental para combatir esta tradici¨®n, muy asociada a la pobreza
Su piel era m¨¢s clara que la de su hermana mayor. Ese fue el motivo por el que un hombre mucho mayor que ella quer¨ªa desposar a Jesmin cuando ten¨ªa 11 a?os. El matrimonio infantil es una pr¨¢ctica tan extendida en Bangladesh que la proposici¨®n no era descabellada. El pa¨ªs asi¨¢tico es el primero del mundo en porcentaje de ni?as con menos de 15 a?os casadas, con un 29%; el cuarto si se observa la ratio de menores de 18, con un 65%, solo por detr¨¢s de N¨ªger (76%), Chad (68%) y Rep¨²blica Centroafricana (68%), seg¨²n datos de Unicef. Jesmin no engros¨® la estad¨ªstica de v¨ªctimas. Se neg¨®.
¡°No quer¨ªa dejar la escuela. Soy buena estudiante, quiero ir a la universidad¡±, dice la joven que hoy tiene 15 a?os y cursa noveno de primaria. Su madre, Nooryehan Begam, de 39, la observa con orgullo mientras la escucha hablar resuelta e intentar expresarse en ingl¨¦s cuando el vocabulario que domina se lo permite. ¡°No se me da muy bien¡±, admite. Pero le gusta practicar. ¡°Para ser maestra lo necesitar¨¦¡±.
Obligada a ser adulta antes de tiempo, como la mayor¨ªa de cr¨ªos del pa¨ªs, Jesmin trabajaba en una f¨¢brica textil cuando el matrimonio estuvo a punto de truncar (m¨¢s) su destino. ¡°Cos¨ªa abalorios en la ropa¡±, explica. De familia paup¨¦rrima y residente en uno de los poblados de chabolas de la capital, Dacca, su vida cambi¨® el d¨ªa que ingres¨® en un colegio de la ONG espa?ola Educo. Dej¨® su empleo y hoy se costea su formaci¨®n dando clases a siete ni?os por un sueldo de 15.000 takas al mes (unos 175,5 euros).
¡°El matrimonio infantil tiene mucho que ver con la educaci¨®n: cuanto m¨¢s tiempo pasan en la escuela, m¨¢s tarde se casan. As¨ª que hace falta m¨¢s inversi¨®n p¨²blica en el sistema¡±, se?ala Edouard Beigbeder, representante de Unicef en el pa¨ªs. ¡°Las ni?as con formaci¨®n primaria, secundaria y superior son un 24%, 72% y 94% menos propensas respectivamente a contraer matrimonio que las que no tienen estudios¡±, recoge el informe El matrimonio infantil en Bangladesh de Human Right Watch de junio de 2015. Y viceversa: la mayor¨ªa de las que se casan suelen abandonar la escuela.
Por su deseo de continuar sus estudios fue precisamente por lo que Sahanaj, de 14 a?os, no quiso casarse cuando un vecino la pidi¨® en matrimonio. No bast¨® con que ella y su madre, Peroza Begum, se negaran para que el hombre dejara de hostigarla, as¨ª que se mudaron. El cambio de casa no fue suficiente. En su nueva residencia en la ciudad, otro hombre quiso desposar a la ni?a. Desesperadas, recurrieron a la mentira. ¡°Le dijimos que hasta que no se casara mi hermana mayor, yo no pod¨ªa¡±, relata la adolescente, que sonr¨ªe t¨ªmida al admitir que quiz¨¢ el se?or todav¨ªa la est¨¦ esperando. Ella tiene planes muy distintos. No descarta el matrimonio, pero despu¨¦s de los 18 a?os, y quiere ser doctora. ¡°Porque hay muchas personas pobres que no se pueden permitir ir al m¨¦dico y quiero ayudarles¡±, explica.
Las ni?as con formaci¨®n son menos propensas a contraer matrimonio que las que no tienen estudios
Pese a que cada vez m¨¢s ni?as, muchas apoyadas por ONG, consiguen eludir el matrimonio, la elevada tasa de casamientos tempranos ha llevado organizaciones internacionales como Unicef o Human Right Watch a elevar la alarma y exigir al Gobierno banglades¨ª que tome medidas. ¡°La primera ministra, Sheikh Hasina, fue a Londres y se comprometi¨® a erradicar el matrimonio infantil, pero el plan nacional que ha presentado contempla una excepci¨®n para las chicas de entre 16 y 18 a?os¡±, se queja Beigbeder. Seg¨²n la norma todav¨ªa en discusi¨®n, las adolescentes podr¨ªan contraer matrimonio legalmente si est¨¢n embarazadas o se fugan con un hombre. ¡°Estamos en contra de esta casu¨ªstica, en pa¨ªses del entorno no existe¡±, asevera rotundo el representante de Unicef en una cafeter¨ªa de Dacca, al resguardo de la incesante lluvia fuera. HRW reclama, adem¨¢s, una red de apoyo nacional. Las chicas que se niegan no tienen, seg¨²n la organizaci¨®n, ayuda por parte de las autoridades para evitar y frenar los ataques y presiones. Y quedan a la suerte de toparse con una ONG o de su individual valent¨ªa.
La ley no es ant¨ªdoto suficiente para frenar esta ¡°epidemia¡±, en t¨¦rminos de HRW, cuando la tradici¨®n manda y la pobreza aprieta. Seg¨²n el informe de esta entidad, los entrevistados para su estudio en el pa¨ªs asi¨¢tico aduc¨ªan como primer motivo para el casamiento de sus hijas la situaci¨®n de necesidad. Los datos globales muestran que las j¨®venes del 20% m¨¢s pobre de la sociedad tienen el doble de probabilidades de casarse antes de los 18 que las que pertenecen al 20% m¨¢s rico. Y Bangladesh es el ejemplo. ¡°Las ni?as son consideradas una carga para las familias y si alg¨²n var¨®n se quiere casar con ellas, no esperan a que alcancen la edad legal [18 para ellas, 21 para los varones]¡±, detalla el documento. Las esposas viven en la residencia del marido, por lo que una hija casada deja de ser un gasto. Adem¨¢s, la pr¨¢ctica de la dote ¡ªpago en dinero, joyas o bienes que realiza la familia de la novia para que se produzca el enlace¡ª est¨¢ muy extendida, a pesar de estar prohibida. Y cuanto m¨¢s joven es la muchacha, menor es la cantidad a saldar.
50.000 takas (unos 590 euros) era lo que ten¨ªan que pagar en concepto de dote los padres de Rubi Adam. Ella ten¨ªa 13 a?os y su marido 25. El d¨ªa de la boda, dieron 20.000. ¡°Y despu¨¦s entregar¨ªamos lo dem¨¢s¡±, explica la madre, Helena Begum. La idea era que, aunque se casara, la ni?a viviera con sus padres hasta cumplir los 18, pero el marido no cumpli¨® su acuerdo y se la llev¨®. Durante los 22 d¨ªas que Rubi convivi¨® con su esposo y la familia de ¨¦l, solo recibi¨® golpes. ¡°?l trabajaba en una f¨¢brica de tintes y pens¨¢bamos que era una buena elecci¨®n para ella¡±, justifica la progenitora. ¡°Pero mi decisi¨®n fue equivocada¡±, reconoce sin rodeos mientras le lanza miradas cari?osas empa?adas en culpa a su hija. La experiencia de Rubi no hace sino confirmar las denuncias de las organizaciones: las mujeres casadas antes de los 15 sufren m¨¢s violencia de g¨¦nero en el matrimonio que las que se enlazan a partir de los 25.
¡°Mis suegros me dec¨ªan que solo me permit¨ªan llamar a mi madre para que pagara los 30.000 takas que faltaban de la dote¡±, rememora la chica, que hoy tiene 17 a?os y cursa segundo de secundaria. Harta de aguantar los malos tratos y preocupada por haber abandonado la escuela, escap¨® de la casa. ¡°Me puse un burka para que nadie me reconociera¡±, y tapa r¨¢pido con su mano una p¨ªcara sonrisa. ¡°Ahora estoy bien, pude hacer mi examen y mis padres me ayudaron mucho a superar aquel momento¡±. A los seis meses, se divorci¨®
La edad legal para casarse en Bangladesh es de 18 a?os para las mujeres y 21 para los hombres
Seg¨²n avanza el relato de la adolescente, a su madre se le enmudece el envejecido rostro. Se siente responsable del sufrimiento de su peque?a. ¡°Intentaremos que tenga la mejor vida. Si Dios quiere, llegar¨¢ a la universidad¡±, asegura. ¡°Quiero estudiar en la facultad de Comercio y trabajar para el Gobierno¡±, anota la joven.
El caso de Rubi fue un ejemplo en su clase de la escuela de Educo. Sirvi¨® para que los profesores tratasen el tema con todos los alumnos. ¡°Ninguna ni?a m¨¢s de ese curso se cas¨®¡±, apostilla Hatsatun Naharz, quien fue su maestra. En este sentido, Beigbeder subraya que es importante que la sociedad hable de este problema, que exista un debate, y que las v¨ªctimas compartan su experiencia y sirvan de ejemplo contra el matrimonio infantil. Como lo fue Rubi para sus compa?eras.
¡°No solo se cambia la mentalidad con la ley, sino que hace falta trabajar con la sociedad civil. Y cada vez hay m¨¢s historias de gente que se dedica a frenar casamientos tempranos¡±, indica modestamente esperanzado Beigbeder. Md. Sahahaz Alaman Mridha, de 56 a?os, par¨® el matrimonio de su propia hija, en contra de las intenciones de su mujer y la familia de esta. ¡°Hab¨ªa una conspiraci¨®n para casarla¡±, dice. Citado en el colegio del que fue alumna la joven, el padre argumenta que ¨¦l solo deseaba que su peque?a tuviera una buena vida, una postura que no es la habitual entre los progenitores. ¡°Como ve¨ªa a profesores de esta escuela, personas educadas que ense?aban a nuestros hijos, pens¨¦ que si mi ni?a estudiaba podr¨ªa ayudar a otros tambi¨¦n¡±, detalla este se?or de ojos brillantes, barba cana y hablar sereno.
Rozina Akhter ten¨ªa 12 cuando su madre y hermana se la llevaron desde el f¨¦tido barrio de chabolas de Korail en el que viv¨ªa en la capital para celebrar la boda que la unir¨ªa a un se?or del pueblo al que solo hab¨ªa visto una vez. ¡°Estuve secuestrada tres meses en la casa sin poder salir¡±, recuerda ella sin dramas. ¡°Pero ten¨ªa educaci¨®n y sab¨ªa que no me ten¨ªa que casar¡±. Tanto es as¨ª que durante el cautiverio s¨®lo pensaba en escapar. Y lo hizo un d¨ªa antes de los fastos, para regresar a Dacca con su buen padre. El viaje fue una odisea para la ni?a que naveg¨® durante 12 horas en una peque?a embarcaci¨®n. Han pasado 11 a?os de aquel episodio y de nuevo convive con su madre. ¡°A veces le digo: ¡®Si hubieras conseguido casarme, no habr¨ªa ido a la universidad¡±.
En efecto, su vida y planes de futuro son muy distintos de lo que hab¨ªa planeado su progenitora. Rozina ha terminado la diplomatura de Ingenier¨ªa Civil y contin¨²a sus estudios rumbo a la licenciatura. ¡°Me gustar¨ªa trabajar como ingeniera en una compa?¨ªa o en una ONG¡±, sue?a con los pies bien plantados en el barro del slum en el que ya no habita, pero donde ejerce de maestra. En el caso de Rozina Akhter, de 23 a?os, no s¨®lo ella es un ejemplo a seguir para sus pupilos en el colegio, sino tambi¨¦n su padre.
Otras no tuvieron la suerte de contar con el apoyo paterno, un ¨¢ngel de la guarda que las protegiese de las zarpas de un desconocido. Mousumi Lataa, de 19 a?os, fue secuestrada por sus padres ¡ªas¨ª lo dice ella¡ª cuando ten¨ªa 13 para casarla con un divorciado de 30. Sin m¨¢s ayuda que su propio deseo de escapar para cumplir su sue?o de convertirse en doctora, se subi¨® a una barcaza que la llevar¨ªa a Dacca.
Mousumi Lataa, de 19 a?os, fue secuestrada por sus padres ¡ªas¨ª lo dice ella¡ª cuando ten¨ªa 13 para casarla con un divorciado de 30
De voz grave, ojos grandes y car¨¢cter espont¨¢neo, Mousumi relata as¨ª su odisea: ¡°El trasporte era gratis para los ni?os. Eran las cuatro de la tarde y durante la noche iba de pie porque no hab¨ªa sitio. A las ocho de la ma?ana llegu¨¦ a un lugar cerca de Dacca. Por error, la barcaza no nos dej¨® en la ciudad. Entonces le cont¨¦ mi problema a una mujer que me dio dinero para poder coger un autob¨²s. Volv¨ª a Korail, donde los que hab¨ªan sido mis vecinos, me acogieron. Pronto encontr¨¦ empleo en una f¨¢brica textil, es un trabajo f¨¢cil. Y termin¨¦ octavo en una escuela de Educo para ni?os trabajadores mientras ahorraba para pagarme la educaci¨®n¡±. Esa fue la primera vez que la ni?a huy¨® de sus padres y sus oscuras intenciones. Habr¨ªa una segunda, en la que sus progenitores recurrir¨ªan al chantaje para que aceptara. ¡°Me dijeron que me pagar¨ªan el examen de acceso a la secundaria si me casaba¡±, recuerda seria sentada en una silla de pl¨¢stico de la que fue su escuela en el laber¨ªntico barrio.
¡°Ahora entienden su error y les he perdonado. Ten¨ªan mucha presi¨®n de la comunidad¡±, explica la joven profesora de primaria y estudiante de empresariales, de 19 a?os. ¡°En el futuro tendr¨¦ una vida mejor. Creo que puedo ser un modelo para otras ni?as. A mis alumnos les cuento mis historias y les intento inspirar para que vean que pueden tener otro destino¡±. Mousumi quiere que sepan que, en contra de lo que dicte la tradici¨®n y lo que elijan los adultos, pueden decir: ¡°No quiero¡±.
Nota: este reportaje ha sido posible gracias al apoyo log¨ªstico en Bangladesh de la ONG Educo.
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