Desajuste general
Los nacionalismos de todo tipo contestan los avances de un mundo globalizado
Marine Le Pen exagera, pero no va muy desenfocada. ¡°La l¨ªnea divisoria ya no es izquierda y derecha¡±, ha dicho, ¡°sino mundialistas y patriotas¡±. Le da tanta verg¨¹enza usar el vocablo ¡°nacionalista¡± como identificador pol¨ªtico que lo disfraza con el m¨¢s sentimental de ¡°patriota¡±. Los populistas espa?oles hacen algo parecido. Pero por ah¨ª vamos. La paradoja es que la mayor parte de las batallas entre mundialistas y nacionalistas no tienen lugar en un escenario global, sino en el seno de cada Estado, que es precisamente el marco institucional que se ha convertido en menos capaz de abordar algunos de los mayores desaf¨ªos actuales.
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No hay duda de que la creciente interdependencia global est¨¢ impulsada por los cambios tecnol¨®gicos. Los nuevos medios para los transportes, las comunicaciones y las guerras han difundido el sentimiento de que todos los habitantes del mundo compartimos muchos intereses y valores. As¨ª lo sienten los agricultores exportadores y los empleados en empresas transnacionales; los consumidores de m¨²sica pop, pel¨ªculas o deportes internacionales; los turistas, los estudiantes y los empresarios que viajan; los indigentes, los trabajadores, los profesionales y los jubilados que emigran; los terroristas y sus v¨ªctimas; y los j¨®venes que navegan por la Red, se comunican a trav¨¦s de las redes sociales, hablan varios idiomas o se interesan por los derechos humanos, la pobreza o los cr¨ªmenes violentos.
Sin embargo, las instituciones multilaterales no est¨¢n a la altura de los cambios en curso, por lo que, pese a su enorme empuje, el movimiento globalizador podr¨ªa revertirse. As¨ª ocurri¨®, de hecho, hace unos cien a?os, cuando los niveles relativos de circulaci¨®n transnacional de personas, mercanc¨ªas, servicios y capitales no eran muy diferentes de los actuales. Como recordaba John M. Keynes, a principios del siglo XX un habitante de Londres pod¨ªa pedir por tel¨¦fono cualquier cantidad de los diversos productos de la Tierra para ser entregados a su puerta, pod¨ªa seguir la suerte de sus activos en empresas de cualquier parte del mundo, y pod¨ªa viajar a cualquier pa¨ªs o clima con billetes o calderillas de cualquier moneda sin esperar ninguna queja o interferencia. Como dice una gu¨ªa para turistas americanos en Europa de 1913 que tengo enfrente: ¡°Passport is not essential¡±. Sin embargo, en muy pocos a?os se sucedieron la atroz I Guerra Mundial, la destructiva revoluci¨®n rusa, el fracaso de la Sociedad de Naciones, la explosi¨®n de proteccionismos econ¨®micos y nacionalismos estatales rivales, el aumento de la violencia del fascismo y el nazismo, y la devastadora II Guerra Mundial, que comport¨® un colapso global.
Las instituciones van retrasadas respecto a la integraci¨®n econ¨®mica y cultural
En comparaci¨®n con la globalizaci¨®n de hace cien a?os, el entorno actual est¨¢ m¨¢s institucionalizado. Pero en varios aspectos las instituciones van a¨²n retrasadas con respecto a la integraci¨®n econ¨®mica y cultural. El Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional han tardado cinco a?os en lograr la ratificaci¨®n de la reforma interna que da a China, India, Rusia y Brasil m¨¢s votos e influencia. La par¨¢lisis de la Organizaci¨®n Mundial del Comercio ha abierto espacio para el Acuerdo Transpac¨ªfico, pero su correlato transatl¨¢ntico no ha llegado todav¨ªa a buen fin. En Europa, tanto las migraciones masivas desde Oriente Pr¨®ximo como los ataques terroristas en Francia muestran que la Uni¨®n no puede avanzar sin profundizar en su pol¨ªtica exterior y de seguridad com¨²n, empezando por la gesti¨®n comunitaria de las fronteras exteriores que los Estados perif¨¦ricos ya no pueden asegurar por s¨ª mismos.
Mientras tanto, los nacionalismos de todo tipo surgen con etiquetas diversas, populistas, de extrema derecha o de extrema izquierda, prepotentes o insurgentes, pero todos jact¨¢ndose de su supuesto derecho a la ¡°soberan¨ªa¡± y apart¨¢ndose de la uni¨®n de Europa o del mundo global. El problema contin¨²a siendo que el dise?o adecuado de las reglas institucionales de ¨¢mbito transnacional, as¨ª como las decisiones favorables a una mayor integraci¨®n de las pol¨ªticas p¨²blicas y la provisi¨®n de bienes p¨²blicos globales, dependen en gran medida de pol¨ªticos elegidos a nivel estatal. El actual bloqueo de la pol¨ªtica espa?ola tambi¨¦n refleja este desajuste general.
Josep M. Colomer es profesor de Econom¨ªa Pol¨ªtica en la Universidad de Georgetown y autor de El gobierno mundial de los expertos (Anagrama).
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