Villar o la psicopatolog¨ªa del superviviente
La Federaci¨®n Espa?ola de F¨²tbol no es una mafia; se parece m¨¢s a una secta. El l¨ªder se enroca detr¨¢s de un grupo de elegidos
A Villar no le basta con 27 a?os de presidencia de la Federaci¨®n Espa?ola de F¨²tbol. Durante ese tiempo ha tejido una red tan extensa de favores e intereses que incluso un bi¨®grafo autorizado tendr¨ªa dificultades para explicar si se presentar¨¢ a las nuevas elecciones porque as¨ª lo quiere su libre voluntad o si es la madeja de colusiones la que ha tomado el piloto autom¨¢tico y decide por ¨¦l. Resulta contrario a toda racionalidad corporativa asimilada a un sistema democr¨¢tico que una persona ocupe durante 27 a?os el poder de una organizaci¨®n. Tal persistencia en el mandato es propia de organizaciones caudillistas asimilables al liderazgo presuntamente carism¨¢tico o a las redes de gesti¨®n de intereses que necesitan ¨¢rbitros para dirimir los repartos del bot¨ªn. Para entendernos, el papel que desempe?aba Lucky Luciano en el directorio de la mafia estadounidense.
Pero como Villar carece de carisma natural o propio y no vamos a suponer que la Real Federaci¨®n Espa?ola de F¨²tbol (RFEF) es una organizaci¨®n mafiosa, la sed de eternidad de Villar solo puede explicarse por el modelo te¨®rico de la psicolog¨ªa del superviviente. Llega un momento ¡ªen el caso de Villar, probablemente a finales del segundo mandato¡ª en el que el l¨ªder descubre que casi todo lo que pod¨ªa hacer ya est¨¢ hecho; que la gesti¨®n desarrollada, buena o mala, le ha granjeado tantos enemigos como amigos; que nada le impide dictar normas por el m¨¦todo de recurrir a quienes le deben favores o son amigos gracias al quid pro quo; y que le motiva m¨¢s superar a sus enemigos que resolver las dificultades de gesti¨®n. Es ese momento, descrito magn¨ªficamente por Bertrand Russell, en el cual el individuo ya no piensa ¡°Yo soy mejor que t¨²¡±, sino ¡°T¨² no eres mejor que yo¡±; es el instante exacto en el que un l¨ªder se convierte en superviviente; solo le motiva resistir a sus enemigos.
Villar ha sido un superviviente durante lustros. De hecho, el estallido de corrupci¨®n de la FIFA le ha traspasado sin mancharlo ni tocarlo. Ahora se prepara para rentabilizar su psicolog¨ªa de superviviente convirti¨¦ndola en psicopatolog¨ªa pura. Para perdurar en el cargo, para imponerse en las pr¨®ximas elecciones del 22 de abril a un candidato que anta?o fue uno de sus elegidos (Jorge P¨¦rez), Villar ha recurrido a la trampa y el cart¨®n. Modifica el reglamento electoral de forma que se reduce el n¨²mero de asamble¨ªstas de 180 a 140; y se reduce el n¨²mero de votos de la Liga de F¨²tbol Profesional (LFP), enemiga de Villar, de 30 a 20 votos. Que las reglas de juego operen siempre a tu favor, ese es el mensaje.
La RFEF no es una mafia; se parece m¨¢s a una secta. El l¨ªder se enroca detr¨¢s de un grupo de elegidos. Como en toda secta, hay traidores, herejes y felones. Se observa, dicho sea con precauci¨®n, que la secta de Villar en la RFEF sufre un proceso continuado de jibarizaci¨®n. La adhesi¨®n disminuye mientras aumenta la felon¨ªa; de ah¨ª que aumente tambien la avidez de supervivencia de Villar. Unos meses m¨¢s y la secta federativa, empujada a defenderse a la desesperada, responder¨¢ al modelo del sitio de Masada, obsesivamente descrito por Flavio Josefo.
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