As¨ª naci¨® el mito de Madonna
Deborah Feingold, Peter Cunningham y George DuBose muestra en M¨¢laga las fotos m¨¢s ic¨®nicas de los inicios de la reina del pop
Mientras la incombustible Madonna, de 57 a?os, sigue desplegando oficio, magia y sexualidad sobre los escenarios con su gira Rebel Heart, en M¨¢laga se muestran los or¨ªgenes de Louise Veronica Ciccone, la joven que a principios de los a?os ochenta recorr¨ªa los locales neoyorquinos con radio-casetes e intentaba hacerse un hueco en el mundo de la m¨²sica. Entonces era vocalista del grupo The Breakfast Club y nada hac¨ªa pensar que esa tal Madonna terminar¨ªa convirti¨¦ndose en el ¨ªdolo de millones de personas.
A construir la imagen de la reina del pop contribuyeron en ese momento unos incr¨¦dulos Deborah Feingold, Peter Cunningham y George DuBose. Sus fotograf¨ªas forman parte del imaginario colectivo, proyectan el look inmortalizado poco despu¨¦s en Buscando a Susan desesperadamente (1985, a?o en el que la int¨¦rprete vendi¨® 25 millones de discos de Like a virgin), y medio centenar de esas instant¨¢neas se exhiben por primera vez en Espa?a en la exposici¨®n Madonna. El nacimiento de un mito, organizada por La T¨¦rmica de M¨¢laga y comisariada por Contempor¨¢nea. El montaje se puede visitar desde este viernes hasta el 15 de mayo.
Una Madonna con 26 a?os, pelo ochentero, camiseta blanca y pulseras hasta el codo, saborea un chupa chups mientras posa para el objetivo de Feingold, poco despu¨¦s de su ¨¦xito Everybody. En otra estampa, con su archiconocido sombrerito, masca chicle mientras mira irreverente a la c¨¢mara. Hay momentos en los que destila sensualidad y otros en los que se muestra dulce.
Un par de a?os antes, en 1982, se produjo la sesi¨®n con Cunningham. La cantante juega por las calles del Soho, corre, salta, aborda a los transe¨²ntes y hasta finge su crucifixi¨®n apoyada en una valla, ataviada con un cintur¨®n con tachuelas. Al fot¨®grafo canadiense no le quedaron dudas de la seguridad esc¨¦nica de la futura diva, de sus dotes para el transformismo y del talento que le hab¨ªa prometido la publicista de la discogr¨¢fica Warner Liz Rosenberg cuando lo llam¨® para organizar el reportaje.
George DuBose, representante de la new wave neoyorquina, fotografi¨® a la artista a principios de los ochenta en el club Uncle Sam¡¯s de Long Island y en el Danceteria de Manhattan, donde empez¨® su proyecci¨®n. Tambi¨¦n en el local Metro de Boston. ¡°Cuando la vi por primera vez me di cuenta de que ten¨ªa algo especial, que no solo era guapa. Me dio buenas vibraciones¡±, ha rememorado DuBose este jueves en M¨¢laga, durante la presentaci¨®n de la muestra.
Este profesional asentado en Colonia, uno de los dise?adores de discos m¨¢s importantes de las ¨²ltimas d¨¦cadas, aporta al montaje 18 instant¨¢neas, de las 144 que tom¨® de Madonna actuando en directo. Su favorita es una del club de Long Island, donde hubo dos pases. La artista, con pelo corto y moreno, luce piernas enfundadas en medias de rejilla y se cubre con unas pieles. Se muestra de perfil, micr¨®fono en mano y con la oreja horadada por pendientes. ¡°Est¨¢ muy sexy. Me gusta porque es pura, es una Madonna real¡±, ha subrayado DuBose.
La transformaci¨®n de la joven Louise en un mito es el hilo conductor de la exposici¨®n. ¡°Mostramos a la proto Madonna, su actitud y su seguridad. Ella sab¨ªa hacia d¨®nde quer¨ªa ir, que quer¨ªa ser una estrella¡±, ha apuntado Mario Mart¨ªn, comisario de la exposici¨®n.
El montaje de La T¨¦rmica incluye dos videocreaciones de los artistas Chema Alonso y Carlo T. Mori y una pieza exclusiva de Silvia Prada, artista con una est¨¦tica muy ligada a la iconograf¨ªa de los ochenta. El p¨²blico puede meterse en la piel de la cantante en un karaoke con sus canciones. El mismo que utilizar¨¢n los fans del club Divina Madonna (el primer que se cre¨® en Espa?a), que desde 1987 siguen incansables la trayectoria del mito y este fin de semana, con motivo de la muestra, han organizado un encuentro en M¨¢laga.
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