Un golpe de habas
A veces sue?o con un mundo en el que en los bares y discotecas se sirvieran saquitos de semillas de mirto, glicinia o romero
Ciudades y pueblos, a pesar de la crisis, han seguido llen¨¢ndose de bares y discotecas, que proliferan como hongos en cada esquina. Barrios enteros se dedican al m¨¢s burdo de los ocios. Barrios enteros en los que los visitantes comen, beben y satisfacen sus necesidades en mitad de la acera durante la noche y cualquier d¨ªa de la semana. Y as¨ª cada ma?ana, tras horas de insomnio y alguna que otra pesadilla demasiado real, los vecinos se asoman a unas calles regadas de botellas, latas y restos de pizza, entre charcos de orina y bo?igas humanas.
A veces sue?o con un mundo en el que en los bares y discotecas a todas esas personas, muchas de las cuales presumen de que se preocupan por el planeta y se hacen fotos abrazadas a los ¨¢rboles, aunque dejan la basura en cualquier rinc¨®n y no reciclan, se les impartieran cursos de respeto y disfrute del silencio y del entorno. Bares en los que, en lugar de jarras de cerveza y mezclas de costosas bebidas alcoh¨®licas con l¨ªquidos carbonatados, sirvieran saquitos de semillas de mirto, glicinia o romero. Y ramas de liquid¨¢mbar, de olivo o de roble, adem¨¢s de cucuruchos rebosantes de madro?os, cerezas y d¨¢tiles.
As¨ª al despertar correr¨ªamos hasta la ventana para ver un espect¨¢culo bien distinto del que descubrimos ahora. En lugar de espumarajos, condones reventados y bocadillos como calcos tras la huida de la ¨²ltima erupci¨®n del Vesubio, encontrar¨ªamos las calles alfombradas de flores, frutos, ra¨ªces y tallos, que, con un poco de suerte, prender¨ªan entre las baldosas y los adoquines y en los alcorques y trepar¨ªan por las farolas y se?ales de tr¨¢fico. Los bares tendr¨ªan otros nombres. En lugar de Chachach¨¢ o El Perro Muerto, se llamar¨ªan, pongamos: Un Golpe de Habas. O como dicen entre Cazorla y Segura: Un ¡°Gorpe¡± de Habas. Ese pu?ado que se arroja al sembrar.
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