H¨¦roes y villanos de la retirada
Nuestra clase pol¨ªtica triunfa levantando muros. Del imperativo moral de la renuncia no siente nada
Nos contaba hace ya muchos a?os (El PAIS, 26-XII-1989) Hans Magnus Enzensberger que en todas las capitales de Europa se encuentran esos seres h¨ªbridos, verdaderos centauros de metal fundido que representan al h¨¦roe montado a caballo, una figura imaginaria sin la cual la historia pasada del continente ser¨ªa totalmente inimaginable, h¨¦roes a los que jam¨¢s les preocup¨® otra cosa que la conquista, el triunfo y la megaloman¨ªa y a quienes la literatura abandon¨® hace m¨¢s de un siglo. De Augusto, Alejandro o Napole¨®n solo se habla ya en los s¨®tanos literarios. Hoy d¨ªa, escrib¨ªa Enzensberger, el lugar del h¨¦roe cl¨¢sico lo han ocupado otros protagonistas, h¨¦roes de un nuevo estilo que no representan el triunfo, la conquista, la victoria, sino la renuncia, la demolici¨®n, el desmontaje¡
Lo que hace memorable al protagonista de la historia es la dimensi¨®n moral de su acci¨®n y ah¨ª es donde encuentran su lugar hist¨®rico esos ¡°h¨¦roes de la retirada¡± a los que alud¨ªa Enzensberger en su celebrado ensayo que hoy podr¨ªa cobrar actualidad en el panorama pol¨ªtico de nuestro pa¨ªs de pa¨ªses. Nikita Jruschof fue un ejemplo pionero, as¨ª como el polaco Jaruzelski, todo un h¨¦roe tr¨¢gico, aunque el ep¨ªtome de todos los h¨¦roes de la retirada fuera Mijail Gorbachov tan valorado fuera de su pa¨ªs como menospreciado en el suyo, como les sucede a muchos h¨¦roes de la retirada. Y piensa el intelectual b¨¢varo en nuestro Adolfo Su¨¢rez, traidor para sus antiguos camaradas, oportunista para los dem¨®cratas con pedigr¨ª y finalmente h¨¦roe de la retirada que con su renuncia desbroz¨® el camino hacia la consolidaci¨®n de la democracia y no fue justamente valorado hasta algunas d¨¦cadas despu¨¦s.
Otros art¨ªculos del autor
No nombra Enzensberger a Felipe Gonz¨¢lez quiz¨¢ porque su amago de retirada en el XXVIII Congreso del PSOE al no aceptar el partido el abandono de la ideolog¨ªa marxista que ¨¦l propon¨ªa fue m¨¢s estrat¨¦gica que moral, aunque sus consecuencias fueran de largo alcance y enormemente positivas para el desarrollo pol¨ªtico y econ¨®mico de Espa?a... Y much¨ªsimo menos invocar¨ªa hoy d¨ªa al reci¨¦n retirado Artur Mas que m¨¢s que como un h¨¦roe de la retirada se ha comportado como un avispado t¨¢ctico, al intuir el descalabro en una hipot¨¦tica repetici¨®n de elecciones, un empecinado, adem¨¢s, en la huida hacia adelante, al contrario que los h¨¦roes citados, hombres discretos, tal vez solitarios y m¨¢s proclives al repliegue que a la llamarada mesi¨¢nica.
Quien s¨ª podr¨ªa oficiar de h¨¦roe de la retirada si tuviera la suficiente estatura moral ser¨ªa el presidente del Gobierno en funciones Mariano Rajoy quien probablemente no sea una persona indecente, seg¨²n el desafortunado exabrupto de Pedro S¨¢nchez, pero si ha actuado con escasa decencia pol¨ªtica en el asunto de la corrupci¨®n estructural de su partido y con notable impericia en el espinoso asunto catal¨¢n al que se ha limitado a observar y amenazar con resoluciones judiciales. Tampoco se comport¨® con altura de miras cuando fue posponiendo la convocatoria de elecciones por mero c¨¢lculo electoralista. Pero s¨ª podr¨ªa convertirse ahora en ¡°h¨¦roe de la retirada¡± (tildar de h¨¦roe a Rajoy merece cuando menos unas comillas) si renunciara dando paso a otro compa?ero /a de partido menos lastrado por sus hipotecas pol¨ªticas y m¨¢s dotado para el di¨¢logo pol¨ªtico.
Tambi¨¦n ser¨ªa heroico en el sentido que le da Enzensberger que el nuevo l¨ªder catal¨¢n del proc¨¦s Carles Puigdemont diera un paso atr¨¢s y pospusiera sus anhelos de ruptura a la l¨®gica del tempo pol¨ªtico que nos lleva necesariamente a una refundaci¨®n de la democracia de envergadura parecida a la de la llamada Transici¨®n, en la que habr¨¢ que encauzar asuntos capitales como la crisis institucional, la corrupci¨®n, la creciente desigualdad, y por supuesto el problema territorial que no podr¨¢ resolverse con meras apelaciones a la ley y el orden ni menos a¨²n con sacudidas emocionales y /o atajos intransitables en democracia.
Ser¨ªa hora, concluye su ensayo Enzensberger, que nuestros pol¨ªticos tomaran ejemplo de los especialistas del desmontaje. En lugar de ello, nuestra clase pol¨ªtica se ejercita en posturas necias de vencedores y mentiras de autocomplacencia y vanidad. Triunfa levantando muros. Del imperativo moral de la renuncia no siente nada, el arte de la retirada le es ajeno¡
Pedro J. Bosch es m¨¦dico oftalm¨®logo y escritor.
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