¡°En ?frica, los m¨¢s marginados son los m¨¢s innovadores¡±
Un arquitecto togol¨¦s utiliza sus conocimientos para empoderar a las comunidades m¨¢s pobres
El arquitecto togol¨¦s S¨¦nam¨¦ Koffi Agbodhinou, de Woelab, trabaja en proyectos vernaculares que empoderan a las comunidades e intentan incluir todas las inteligencias en el proyecto urbano. La tendencia vernacular significa el ¡°suicidio¡± del arquitecto como tal para convertirlo en un facilitador que revela en una comunidad cosas que ella misma no sab¨ªa que necesitaba.
Se llama S¨¦nam¨¦ Koffi Agbodjinou, fund¨® WoeLab y habla por skype desde Lom¨¦, la capital del peque?o y muy desconocido Togo. Particip¨®, en septiembre, en Le D¨¦bat de Le Monde en Abiy¨¢n (Costa de Marfil), hablando de urbanismo e innovaci¨®n. Se prend¨ªa una chapa con la leyenda ¡°Kiss the architect¡± (besa al arquitecto) en la solapa de la chaqueta. Luc¨ªa una barba rizada cuidadosamente recortada, lenguaje gestual pausado, la expresi¨®n serena. Parte de su intervenci¨®n vers¨® sobre la visi¨®n de las smart cities que se construye desde Occidente y que ¨¦l desmonta al trasladarlas a los contextos africanos. En su visi¨®n del urbanismo, el arquitecto desaparece para que la comunidad pueda expresarse y construir sobre sus necesidades y capacidades.
¡°Trabajo la arquitectura vernacular, lo que quiere decir que construyo con la gente¡±, precisa, lejano y n¨ªtido a un tiempo por el altavoz del port¨¢til. ¡°Intento utilizar los saberes de esas personas y los materiales que conocen bien, que no son caros y que tienen a mano, adem¨¢s de sus propias din¨¢micas de trabajo¡±.
Koffi explica que hay muchos arquitectos africanos que hoy se interesan por lo vernacular, aunque no todos de la misma manera. Sin embargo, se?ala que lo parad¨®jico en esta corriente de pensamiento urbano es que desaparece el arquitecto. ¡°Cuando se es arquitecto en esta corriente, hace falta ser consciente de que te est¨¢s suicidando. No vas a una comunidad con una idea o un dise?o para imponerlo: hace falta que sea la propia gente la que cree la arquitectura. Es parad¨®jico, porque el arquitecto ya no sirve para nada. Pero, de hecho, s¨ª que lo hace. Su papel cambia, no es el experto que lo sabe todo y que impone su visi¨®n, sino alguien que es capaz de lograr que la gente tenga confianza en s¨ª misma y pueda producir la mejor arquitectura posible para ellos mismos. Esa humildad no existe en muchos profesionales. Incluso cuando dicen que se dedican a lo vernacular, no llegan tan lejos como para asumir que ya no existen. En realidad, se limitan a firmar proyectos un tanto folcl¨®ricos, en tierra o utilizando formas redondas, porque se supone que son tradicionalmente africanas. Pero el vernacular verdadero es cuando se acompa?a a la poblaci¨®n y ella misma se encuentra capaz de producir lo que mejor le conviene. Y nos da igual si es redondo o cuadrado o triangular¡±.
Trabaja en un peque?o laboratorio urbano en un barrio de Lom¨¦ en el que experimentan desde 2012. Dice que es independiente, que no logran financiaci¨®n ni hay una apuesta pol¨ªtica por su trabajo, que funciona con recursos propios y por libre. Y muestra una inquebrantable confianza en que un trabajo continuado con una comunidad, a lo largo del tiempo, garantiza que se pongan en marcha dispositivos para que la gente que habita un territorio pueda responsabilizarse de la transformaci¨®n de ese espacio. Tambi¨¦n es consciente de que es m¨¢s complicado que el urbanismo vernacular funcione en las ciudades y apostilla que no tiene una soluci¨®n milagrosa para convertir una gran ciudad colapsada y ca¨®tica en algo diferente.
¡°La gente que vive en los pueblos tiene mecanismos para hablar y decidir juntos, hay una cohesi¨®n, mientras que la gente en la ciudad no se habla y a veces no se conoce a pesar de vivir en el mismo edificio. Por eso, en las ciudades son los pol¨ªticos y los arquitectos los que deciden por sus habitantes. Mi obsesi¨®n durante mucho tiempo fue encontrar la manera de llevar lo vernacular a la ciudad y la encontr¨¦ con el movimiento maker y todo lo que tiene que ver con lo colaborativo, las nuevas tecnolog¨ªas y el do it yourself. En estas alternativas encontr¨¦ cosas que existen en el pueblo y que hacen que el pueblo funcione. Cosas que se pueden recrear en la ciudad¡±.
S¨¦nam¨¦ Koffi Agbodjinou desarrolla su teor¨ªa apuntando que en los pueblos hay momentos de encuentro, de fiesta tradicional, de charla, que son muy importantes porque la gente habla entre s¨ª y puede tomar decisiones y compartir saberes. ¡°Algo que puede recrearse en la ciudad con los Barcamp¡±, a?ade. Otra cosa que existe en los pueblos y no en las ciudades son los clubes de iniciaci¨®n en los que los m¨¢s j¨®venes pueden descubrir su potencial y decidir c¨®mo trabajar juntos. ¡°Y descubr¨ª que los Fab Lab y todos esos espacios de trabajo colaborativo se asemejaban al modelo de esos clubes de iniciaci¨®n¡±. El tercer factor que diferencia a pueblo de ciudad es la experiencia. Los habitantes de la ciudad pueden haber llegado a ella recientemente y no conocerla bien, mientras que es posible que un aldeano lleve en su pueblo toda la vida y existe una artesan¨ªa, un conocimiento, que se transmite de generaci¨®n en generaci¨®n.
¡°La idea es tomar todas las tecnolog¨ªas libres, como Open Street Map, que sirve para conocer r¨¢pidamente un espacio f¨ªsico y cartografiarlo, y utilizarlas a fin de que los ciudadanos tengan tambi¨¦n una experiencia de la ciudad que les permita transformarla. Es un poco complicado, pero con esas tres cosas, Barcamps, Fab Lab y tecnolog¨ªas libres tipo OpenStreet Map, podemos recrear en la ciudad las condiciones del pueblo¡±, concluye, convencido.
Koffi precisa que los proyectos de smart city calcados sobre el modelo occidental no llegan a arrancar en ?frica porque son caros y no se corresponden con el contexto. Es rotundo: ¡°No conozco ning¨²n proyecto africano de smart city que se haya concretado en algo real y que funcione. Son proyectos sobre papel, pol¨ªticos, para comunicar solamente¡±. ¡°Lo que propongo¡±, contin¨²a, ¡°es que, en lugar de interesarnos directamente por la tecnolog¨ªa, nos interesemos en las formas de trabajar que existen en el medio de la tecnolog¨ªa, como Barcamps, Fab Lab, etc. No son tecnolog¨ªa ellos mismos, sino maneras de trabajar que han surgido con la revoluci¨®n digital. Si metemos esas maneras de trabajar con las nuevas tecnolog¨ªas en la ciudad africana, veremos que en unos a?os la poblaci¨®n tendr¨¢ el nivel necesario para producir su propia tecnolog¨ªa y crear ellos mismos su propia ciudad inteligente¡±.
Tambi¨¦n asegura que no est¨¢ en contra las grandes infraestructuras modernas o la fibra ¨®ptica. Siempre que no se impongan a la gente. ¡°La mejor soluci¨®n seg¨²n los principios vernaculares es la que la gente elige por y para s¨ª misma¡±, sentencia filos¨®ficamente. ¡°Aunque es dif¨ªcil conseguir esto en las ciudades, porque no existen los reflejos que existen en los pueblos. Los ciudadanos no piensan que la ciudad les pertenece y aunque lo pensaran, no tienen la capacidad o la confianza en s¨ª mismos para decidir c¨®mo hacer la ciudad. Creen que necesitan un urbanista, un arquitecto, un ingeniero... No saben lo que quieren. El rol del arquitecto en ese contexto no es decidir por ellos sino acompa?arles en la reconquista de su propia autoconfianza y desarrollar dispositivos que les permitan adquirir competencias para fabricar la ciudad que quieren para s¨ª mismos. El arquitecto debe evolucionar y convertirse en alguien que puede despertar en la gente lo que la gente no sabe que tiene¡±.
Este arquitecto ¡ªy poeta y antrop¨®logo¡ª togol¨¦s explica que todas las inteligencias, hasta las m¨¢s marginales, son fundamentales en ?frica.
Cuenta que lograron crear una impresora 3D en apenas ocho meses gracias a un joven desempleado que estudi¨® Geograf¨ªa, de familia muy modesta, que jam¨¢s habr¨ªa podido tener acceso a uno de los TechLab que ahora proliferan en el continente africano. ¡°No le habr¨ªan aceptado porque no es desarrollador ni ingeniero ni tiene las facilidades que comporta una familia pudiente: no habla bien franc¨¦s, por ejemplo. Si trabaj¨¢ramos en un TechLab elitista que s¨®lo admite un perfil determinado de profesional, habr¨ªamos pasado de lado junto a este joven que nos puso sobre la mesa esta idea¡±.
Tambi¨¦n relata el caso de un hombre que vino a dormir a la puerta de Woelab porque no ten¨ªa a d¨®nde ir en el barrio. ¡°Desde que ¨¦l lleg¨®, todos los proyectos que tenemos de agricultura urbana comenzaron a avanzar porque, aunque era una persona sin hogar, un marginado, tambi¨¦n sab¨ªa c¨®mo trabajar la tierra y cultivarla. Nos aport¨® una inteligencia que nos habr¨ªamos perdido si nos hubi¨¦semos quedado entre arquitectos y urbanistas. Jam¨¢s habr¨ªamos elaborado proyectos de agricultura urbana con la calidad de los proyectos que hacemos desde que ¨¦l est¨¢ con nosotros¡±.
?La moraleja? ¡°Aqu¨ª, en ?frica, la gente que no tiene estudios, que incluso sufre adicciones o que es muy pobre es la gente m¨¢s innovadora. Pero no hay dispositivos para que pongan su creatividad al servicio de la sociedad. ?frica ignora un vivero de inteligencia del que puede servirse. Por eso decimos que el trabajo con la comunidad debe desarrollarse con todos los miembros de esa comunidad¡±.
Ficha t¨¦cnica
Pa¨ªs: Togo
N¨²mero de miembros: 25-30
A?o de creaci¨®n: 2012
Objetivo: Dotar a los ciudadanos de Lom¨¦ de lugar en el que pudieran investigar, experimentar y construir tecnolog¨ªa a pie de calle y al alcance de cualquiera, aunque no tenga muchos conocimientos.
Logros: Garantizar que se pongan en marcha dispositivos para que la gente que habita un territorio pueda responsabilizarse de la transformaci¨®n de ese espacio
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