?Avanza la neurociencia hacia el control de la mente humana?
La optogen¨¦tica permite activar o desactivar voluntariamente en tiempos muy precisos las neuronas que hacen posible estados mentales particulares
Imagine que ha sido usted v¨ªctima de un atraco o violaci¨®n y que el recuerdo de esa situaci¨®n se repite en su mente caus¨¢ndole estr¨¦s postraum¨¢tico, una alteraci¨®n que compromete su bienestar cotidiano. Suponga entonces que un m¨¦dico o especialista tiene un dispositivo con el que marca selectivamente las neuronas que se activan en su cerebro para producirle ese estr¨¦s y que el mismo dispositivo va a poder utilizarse m¨¢s tarde para impedir que esas mismas neuronas se reactiven como antes y le vuelvan a hacer sentirse mal.
Dele ahora vuelta a la situaci¨®n e imagine que su estado es de satisfacci¨®n y alegr¨ªa, pues le ha tocado la loter¨ªa o su equipo de futbol ha ganado un importante campeonato. Una vez marcadas las neuronas correspondientes, el mismo dispositivo anterior podr¨ªa reactivarlas a voluntad, haciendo posible que se sienta feliz en cualquier momento. Vayamos m¨¢s lejos y conciba que tal dispositivo marca las neuronas espec¨ªficas que genera cualquier percepci¨®n o estado mental de una persona, como el que permite ver un paisaje, sentir hambre o dolor, oler una rosa o tener una determinada idea o pensamiento. Activando o desactivando dichas neuronas a voluntad se podr¨ªa controlar la mente de esa persona. ?Hasta qu¨¦ punto? Si el dispositivo fuese perfecto, casi hasta donde quisi¨¦ramos. Lo podr¨ªamos utilizar para cambiar estados de ¨¢nimo, para eliminar fobias, para modificar sensaciones, gustos o preferencias y, yendo lejos, para cambiar o implantar en un cerebro ideas y pensamientos.
?Ciencia ficci¨®n? Sin duda, hasta la fecha. Pero la neurociencia viene pegando tan fuerte que quiz¨¢ no tardemos en temer que esa ficci¨®n se haga realidad y necesitemos activar nuestro sistema de control ¨¦tico para evitar que, como en otras ocasiones, los hallazgos cient¨ªficos sigan un camino diferente al del bien. En lo que aqu¨ª nos ocupa, todo empez¨® cuando a principios del presente siglo se descubri¨® que algunas algas unicelulares eran portadoras de unas prote¨ªnas que cambiaban de conformaci¨®n cuando se las iluminaba. Parecidas a las que tenemos en las retinas de nuestros ojos, esas prote¨ªnas se abr¨ªan al recibir la luz dejando pasar cargas el¨¦ctricas a su trav¨¦s.
Activando o desactivando dichas neuronas a voluntad se podr¨ªa controlar la mente de esa persona. ?Hasta qu¨¦ punto? Si el dispositivo fuese perfecto, casi hasta donde quisi¨¦ramos"
Lo interesante de ello es que precisamente es as¨ª como se activan las neuronas, es decir, dejando que entren y salgan cargas el¨¦ctricas en ellas a trav¨¦s de prote¨ªnas especiales distribuidas por toda su superficie membranosa, por toda su piel, podr¨ªamos decir. Lo que ocurre es que esas prote¨ªnas de las neuronas no se activan con luz, sino por sustancias qu¨ªmicas (neurotransmisores) que les llegan desde otras neuronas en los contactos entre ellas (las sinapsis).
Pero si consigui¨¦ramos que las neuronas fabricaran e instalasen en sus membranas esas prote¨ªnas sensibles a la luz podr¨ªamos activarlas a voluntad con solo hacer llegar la iluminaci¨®n necesaria a la zona del cerebro donde se encontrasen. ?C¨®mo conseguir esa fabricaci¨®n? Los ingenieros de la gen¨¦tica lo han logrado extrayendo de dichas algas el ADN (los genes) que lleva la informaci¨®n para fabricar tales prote¨ªnas e inyect¨¢ndolo en las neuronas de ratones mediante virus que les sirven como medio de transporte. El sistema funciona extraordinariamente bien, pues las neuronas inyectadas de ese modo fabrican por s¨ª mismas las prote¨ªnas sensibles a la luz y las distribuyen por toda su superficie, prestas a abrirse y a activar con ello a sus portadoras cuando son convenientemente iluminadas.
Si consigui¨¦ramos que las neuronas fabricaran e instalasen en sus membranas esas prote¨ªnas sensibles a la luz podr¨ªamos activarlas a voluntad"
Ahora viene lo m¨¢s dif¨ªcil, ?c¨®mo conseguir que el ADN, para fabricar las prote¨ªnas sensibles a la luz, se instale s¨®lo en las neuronas responsables de un determinado estado mental y no en tantas otras miles vecinas o distantes? ?C¨®mo conseguir, por ejemplo, que esas prote¨ªnas se fabriquen e instalen ¨²nicamente en las neuronas que hacen que en un momento o situaci¨®n determinada el rat¨®n sienta miedo? Tambi¨¦n en esto la ingenier¨ªa gen¨¦tica ha tenido ¨¦xito, pues se han creado ratones transg¨¦nicos en los que s¨®lo las neuronas que se activan al implicarse en un estado mental son capaces de captar los virus inyectados en el cerebro del animal con la informaci¨®n para fabricar las prote¨ªnas sensibles a la luz. Es decir, se han creado ratones gen¨¦ticamente modificados en los que s¨®lo las neuronas que se activan, por ejemplo, cuando el rat¨®n siente miedo, son las que fabrican e instalan dichas prote¨ªnas en sus membranas.
De ese modo, esas neuronas ser¨¢n tambi¨¦n las ¨²nicas que se activen evocando nuevamente el miedo cuando posteriormente los investigadores hagan llegar el adecuado rayo de luz a la zona del cerebro del rat¨®n donde se encuentren. Un m¨¦todo, en definitiva, que permite reactivar a voluntad y con una precisi¨®n de milisegundos a las neuronas que originan el miedo o cualquier otro estado mental que consideremos. Adem¨¢s, se han hallado prote¨ªnas diferentes que permiten activar o desactivar las neuronas en que se inyectan en funci¨®n del color de la luz con que se iluminen. Los investigadores disponen por tanto de una especie de interruptor de la actividad neuronal que pueden controlar con alt¨ªsima precisi¨®n espacial y temporal.
La t¨¦cnica de la que hablamos, conocida como optogen¨¦tica, es bastante m¨¢s compleja de lo aqu¨ª explicado, pues incluye m¨¦todos y procedimientos variados, pero se est¨¢ desarrollando y perfeccionando vertiginosamente en laboratorios de diferentes pa¨ªses y sus excelentes resultados est¨¢n sorprendiendo a los propios investigadores que la aplican. Gracias a ella en roedores ya ha sido posible controlar el movimiento, evocar o inhibir antiguas memorias, crear falsos recuerdos, asociar estados emocionales a situaciones originalmente neutras, provocar hambre o saciedad, inhibir o activar el dolor, reducir comportamientos depresivos e inhibir zonas del cerebro involucradas en la apetencia y el consumo de drogas, entre otros logros.
La optogen¨¦tica, merecedora sin duda de laureles de Premio Nobel, a buen seguro acabar¨¢ desarroll¨¢ndose en humanos"
Un prometedor hallazgo permiti¨® activar neuronas enfermas de la retina y mejorar la visi¨®n en ratones ciegos. Y esto no ha hecho m¨¢s que empezar, pues cada d¨ªa se vac¨ªan en las fuentes de datos nuevos e interesantes aportaciones conseguidas mediante optogen¨¦tica. Por el momento s¨®lo es posible aplicarla en ratones y en animales invertebrados, con alg¨²n intento tambi¨¦n, poco satisfactorio, en monos. La optogen¨¦tica, merecedora sin duda de laureles de Premio Nobel, a buen seguro acabar¨¢ desarroll¨¢ndose en humanos, donde se le supone un alto potencial terap¨¦utico, pues podr¨ªa usarse como procedimiento para restablecer o mejorar capacidades som¨¢ticas o mentales y para curar enfermedades, como la ceguera causada por degeneraci¨®n de las c¨¦lulas de la retina o el mencionado estr¨¦s postraum¨¢tico. Pero, adem¨¢s de prometer, la optogen¨¦tica asusta, porque supone una capacidad de penetraci¨®n y control del cerebro y la mente humana hasta hace poco inimaginable.
Ignacio Morgado es catedr¨¢tico de Psicobiolog¨ªa en el Instituto de Neurociencia y la Facultad de Psicolog¨ªa de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona
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