Tener muchos problemas es tener un problema
Cuando los contratiempos parecen acumularse entramos en el terreno de lo inevitable. Para intentar resolverlos hay que buscar la ra¨ªz de los mismos
Mi amiga Angelina es una experta en contratiempos. No porque sepa c¨®mo solucionarlos, sino porque siempre anda enfrascada en unos cuantos. Con ella la conversaci¨®n suele empezar con la pregunta: ¡°?En qu¨¦ l¨ªos andas metida?¡±. Entonces empieza a contarlos, los enumera y los jerarquiza. Mientras la noto ansiosa ante tanta problem¨¢tica, no puedo evitar mi mirada de observador y apreciar, tambi¨¦n por costumbre, que all¨¢ donde ella ve fuegos, agujeros negros, enemigos y aludes que la arrastrar¨¢n al fondo del abismo, yo solo veo un problema. Y siempre es el mismo.
Un d¨ªa, aprovechando una pausa en su relato mientras absorb¨ªa un caf¨¦ doble ¨Cque lo ¨²nico que hac¨ªa era ponerla a¨²n m¨¢s nerviosa¨C, le cont¨¦ que lo que le pasaba en realidad no era que tuviera muchos frentes abiertos, sino que siempre era el mismo que se reproduc¨ªa en todos los ambientes de su vida. La cara que puso era de tal incredulidad que me qued¨¦ con la duda de si no entend¨ªa nada o, de repente, lo hab¨ªa entendido todo. Hay d¨ªas en los que parece que todos los elementos se han conjurado para amargar la existencia a cualquiera. Entonces se intentan superar los agravios con los recursos aprendidos, pero el resultado, al final, var¨ªa poco. ?Qu¨¦ est¨¢ ocurriendo? Resulta curioso que el ser humano no se d¨¦ cuenta de que, aunque cambien las personas y los contextos, suele existir un problema de fondo que hay que resolver. Angelina suele cansarse de todo. En todos los aspectos en los que ella ve mala suerte, negocios fallidos y gente que no la entiende, yo solo veo cansancio.
La manera en que una persona solucione sus conflictos puede determinar su car¨¢cter. La cualidad de saber reaccionar frente a las ?adversidades es una de las particularidades que pueden forjar una personalidad. Para desatascar una situaci¨®n complicada hay que llevar a cabo una serie de acciones puntuales que no valen para resolver otra dificultad de diferente ¨ªndole. Es decir, no se deben repetir los patrones de conducta porque cada problema requiere una determinada resoluci¨®n. Es importante entender este punto y luchar contra la fuerza del h¨¢bito, que siempre te empuja a actuar de la misma forma. Lo complicado es que no siempre es f¨¢cil identificar nuestra propia conducta. Creemos ir por la derecha, pero cuando advertimos nuestros pasos resulta que andamos hacia la izquierda. Es m¨¢s, muchas veces somos capaces de cambiar de ruta en d¨¦cimas de segundo. Damos un golpe de volante y no sabemos bien por qu¨¦. ?Una corazonada? ?Un impulso irrefrenable?
No todo son agravios. Muchas veces el motivo de tanta angustia es la insatisfacci¨®n
El remedio a tales entuertos se encuentra, como tantas otras cosas, en ese mecanismo invisible que se llama inconsciente. Entonces los h¨¢bitos se han mecanizado hasta tal extremo que se ha perdido la referencia de su proceso. Conducimos, por ejemplo, sin pensar que conducimos. Lo que se aprendi¨® en la autoescuela se convierte con los a?os en un proceso mecanizado que permite fijarse en el paisaje, escuchar m¨²sica o dialogar con el copiloto. Cuando nuestros h¨¢bitos, tambi¨¦n los psicol¨®gicos, quedan mecanizados, el inconsciente se convierte en una m¨¢quina infalible que decide por nosotros, que retorna una y otra vez a lo que una vez le ense?amos. Albert Einstein abri¨® el camino para que, ante los problemas, sepamos salir del paradigma que los cre¨®.
Sucede entonces que, a pesar de haber tenido trabajos diferentes, relaciones y amistades, cambiar de domicilio, de pa¨ªses y de culturas, se repite la misma historia, se acaba m¨¢s o menos igual, suceden los mismos contratiempos y se intentan solucionar de igual manera. Lo que pasa es que nunca se resolvieron porque se desconoc¨ªa su origen. Esto se debe a que, al no ser conscientes de la repetici¨®n de conductas, se piensa que esta vez s¨ª que valdr¨¢n para salir del atolladero. Cuando no se logra salir del bucle, el contratiempo puede llegar a someter a cualquiera. En este punto es muy complicado ver la implicaci¨®n en su origen y solo se ven las consecuencias. Y entonces la culpa acaba siendo de los dem¨¢s o de las circunstancias.
Para salir del atolladero hay que indagar en el inconsciente hasta que se encuentre la ra¨ªz que causa el mecanismo de repetici¨®n. No es una tarea sencilla, pero le puede ayudar formularse esta pregunta: ?qu¨¦ hay de com¨²n en lo diferente? Si ha tenido varias relaciones a lo largo de su vida, ?hay algo que se repite sistem¨¢ticamente en su conducta? Los problemas pueden presentarse en todos los ¨¢mbitos de la rutina, pero ?qu¨¦ tipo de acci¨®n se reproduce en cada una de esas situaciones? Centrar la atenci¨®n en el epicentro de la cuesti¨®n ayuda a no perderse en un bosque de multitud de posibles causas. Dar vueltas no sirve de nada. Justificarse en exceso, tampoco.
Una de las frases c¨¦lebres de Krishnamurti dice: ¡°Si realmente podemos entender el problema, la respuesta surgir¨¢ del mismo problema, porque la respuesta no est¨¢ separada del problema¡±. Con ella el fil¨®sofo alude a la gigantesca capacidad que tiene el ser humano para buscar contratiempos donde no los hay. Conocer c¨®mo funciona la mente es el primer paso para su resoluci¨®n. Luego vienen las preguntas sabias que ayudan a desencallar el conflicto. Una de las m¨¢s importantes es: ?qu¨¦ hay de com¨²n en lo diferente?
Con los problemas ocurre como con las crisis, que pueden convertirse en fuente de autoconocimiento o conducir directamente hacia el abismo. Puede ser muy ¨²til identificar las conexiones que hay entre los contratiempos que m¨¢s sufrimos, estudiar sus pautas y descubrir as¨ª los aspectos que no se han logrado superar. Tambi¨¦n cabe preguntarse hasta qu¨¦ punto un conflicto presenta realmente una dificultad. El fil¨®sofo hind¨² Jiddu Krishnamurti sol¨ªa decir que los problemas solo existen si hay que resolverlos. Con esta idea indicaba la tendencia humana a buscar dificultades all¨¢ donde no los hay. Imaginarse que uno estar¨ªa mejor en otro lugar, trabajo o relaci¨®n no es un problema, sino una situaci¨®n, probablemente de cierto vac¨ªo. Pero cuando se pretende convertir la fantas¨ªa en realidad, entonces s¨ª se genera un contratiempo del que ser¨¢ complicado salir. En ese caso tendr¨¢ que mover ficha y buscar ese otro lugar. Lo conveniente ser¨ªa afrontar la situaci¨®n y ver c¨®mo paliar esa insatisfacci¨®n general, pero no marearse con algo que solo est¨¢ en la mente de quien busca un rato de consuelo.
La filosof¨ªa estoica advert¨ªa de que un problema deja de serlo cuando no puede resolverse. Es mejor ocuparse de lo que est¨¢ en nuestras manos y olvidarse de aquello que anda lejos de nuestras posibilidades. Cada dificultad plantea un nuevo reto y, visto desde un punto de vista positivo, se puede convertir en una oportunidad. Es como si los dioses, en su af¨¢n de hacer madurar al com¨²n de los mortales, se dedicaran a poner pruebas cada vez m¨¢s duras. No se trata de fastidiar, sino de fortalecer el alma. Quien es capaz de superarlas puede ayudar a otros a hacerlo. Quien soluciona los problemas de los otros puede prestar los mismos servicios a su comunidad. Si se logra, se puede ayudar al mundo entero. Si, por lo contrario, no se resuelven, no es por su magnitud, sino porque a¨²n persisten problemas de ra¨ªz, los de siempre, aquellos con los que tropezamos una y otra vez. La pr¨®xima vez ser¨¢ mejor encontrar aquello que podr¨ªa ser diferente en lo com¨²n. Por ah¨ª empieza el cambio del problema.
elpaissemanal@elpais.es
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