Diario de un cubano (VIII): ¡°Es lo que hay¡± o el teorema de la supervivencia
La vida de un guardia de seguridad. / CC Mart¨ªn Calder¨®n
Uno por pura supervivencia va convirti¨¦ndose en un monstruo. Nos vamos monstruorizando, no existe el verbo, pero..Luis Eduardo Aute
Despert¨¦ desorientado, me di cuenta de que a¨²n era de noche. A pesar del ruido de la calle y de la televisi¨®n hab¨ªa podido dormir varias horas. Era la primera vez que iba a trabajar em horario nocturno y el primer consejo que me hab¨ªan dado fue que cambiara los horarios de sue?o: deb¨ªa acostarme por la ma?ana a mi llegada y tratar de simular un espacio oscuro que me permitiera descansar. Cuando cambias los horarios tan dr¨¢sticamente tu cuerpo se altera, pero al menos compensa saber que algunos te creen dichoso por tener un trabajo, algo as¨ª como un gui?o de resignaci¨®n que la mayor¨ªa suele rematar con una frase c¨¦lebre: ¡°Es lo que hay..¡±
La quinta hora fue la peor de todas. La adrenalina se transform¨® en hambre, pues no hab¨ªa comido nada antes de salir de casa. Busqu¨¦ en una peque?a mochila, pero solo hab¨ªa llevado agua. Tom¨¦ un sorbo como para enga?ar el est¨®mago, pero no result¨®. No pens¨¦ que a esa hora la ansiedad querr¨ªa cobrar en calor¨ªas, ahora solo pensaba en comida¡
Justo entonces siento que se abre la verja y, como de costumbre, saludo al vecino que entra. Este era un hombre joven que tra¨ªa en su mano un paquete envuelto en papel de brillante. Lo puso cuidadosamente encima del colector de residuos, a la entrada del complejo, y sigui¨® su camino. Con la intuici¨®n de animal de caza me acerqu¨¦ y abr¨ª el paquete. All¨ª estaba un pedazo de pan con carne. No era el momento de preguntarme si era ¨¦tico lo que iba a hacer: mire a ambos lados, con temor a ser visto, met¨ª el paquete en el abrigo y fui al cuarto donde ten¨ªa mi mochila.
Una vez all¨ª recorte la zona mordida pues, aun con hambre, se conserva el instinto de la higiene. Las mordidas se sucedieron una tras otra, el sorbo de agua apenas venc¨ªa el atragantamiento, no recuerdo hoy lo que conten¨ªa el pan. Me incline hacia atr¨¢s, la digesti¨®n estaba empezando, mis ojos me pesaban. Era incre¨ªble, hab¨ªa comido de la basura y no sent¨ªa remordimiento ni verg¨¹enza.
Cre¨ª entender esa noche el sentido pr¨¢ctico del teorema de ¡°es lo que hay¡± , medio por el cual sobrevivir no es una opci¨®n, es una obligaci¨®n, es la confirmaci¨®n de seguir vivo m¨¢s all¨¢ de lo convencional. Es la supresi¨®n de los escr¨²pulos, es el principio filos¨®fico del que busca un sue?o y el primer paso de una lucha que no termina nunca.
- Diario de un cubano (I): Puertas que se abren
- Diario de un cubano (II): El d¨ªa que el sol no se ocult¨®
- Diario de un cubano (III): La esquela inadmisible
- Diario de un cubano (IV): Lo que me trajo aqu¨ª o el derecho a vivir
- Diario de un cubano (V): Primer amanecer o el acto de no estar presente
- Diario de un cubano (VI): El banco de la nostalgia
- Diario de un cubano (VII): El dif¨ªcil arte de aceptar
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