Las leyes de los talibanes minan la salud mental de las afganas: ¡°Por la noche me derrumbo en mi alfombra de oraci¨®n. Todos los d¨ªas la polic¨ªa de la moral me insulta¡±
El aumento de la depresi¨®n, la ansiedad o los intentos de suicidio son algunas de las consecuencias de las leyes de la moralidad. Un informe de la ONU indica que el 68% de las mujeres describe su salud mental como ¡°mala¡± o ¡°muy mala¡±, y atribu¨ªa su angustia a la eliminaci¨®n ¡°sistem¨¢tica¡± de las mujeres de la vida p¨²blica
Noor, de 25 a?os, licenciada en Derecho por la Universidad de Herat, en el oeste de Afganist¨¢n, so?aba con trabajar en la Fiscal¨ªa General de Afganist¨¢n. Pero ahora toma pastillas para combatir la depresi¨®n y la presi¨®n de su familia para que se case. ¡°Mi familia me dice que, como ahora no hay trabajo ni universidad, lo mejor es casarse. No tengo ninguna esperanza¡±, se lamenta, derrumb¨¢ndose. ¡°Recibo un bofet¨®n de mi familia y otro de los talibanes¡±.
Tras sufrir repetidas depresiones, Noor busc¨® ayuda en el ¨¢rea de salud mental del hospital de Herat. ¡°Le dije al psiquiatra que no me encontraba bien¡±, cuenta. La soluci¨®n, le dijo ¨¦l, era aceptar la situaci¨®n. Acto seguido, le entreg¨® una caja de clonazepam, un psicof¨¢rmaco que la mantiene dormida la mayor parte del tiempo. ¡°Los pensamientos negativos y suicidas aumentaron en mi cabeza despu¨¦s de usar la medicaci¨®n¡±, relata Noor, as¨ª que la tir¨®. ¡°Los talibanes solo quieren deshacerse de m¨ª cuanto antes¡±.
Las pastillas le proporcionan ¨²nicamente un alivio temporal, sin abordar la agitaci¨®n emocional m¨¢s profunda causada por la p¨¦rdida de oportunidades educativas y laborales y la realidad de tener que quedarse en casa sin esperanza de un futuro mejor. La depresi¨®n de Noor se vio agravada por el intento de suicidio de su hermana Sof¨ªa hace dos meses. La empresa en la que trabajaba Sof¨ªa la hab¨ªa acusado de violar el c¨®digo de vestimenta de los talibanes y la polic¨ªa de la moral la amenaz¨® con encarcelarla, cuenta Noor. ¡°Los m¨¦dicos le hicieron un lavado de est¨®mago ese d¨ªa, pero ella sigue teniendo pensamientos negativos¡±.
Desde la vuelta de los talibanes al poder en agosto de 2021, tras la retirada estadounidense y la ca¨ªda de la rep¨²blica afgana respaldada por Estados Unidos, el grupo militante islamista ha reinstaurado sus leyes de Fomento de la Virtud y Prevenci¨®n del Vicio. Esta norma, ratificada en agosto de este a?o, estipula un estricto c¨®digo de vestimenta para las mujeres, que deben llevar un chador, obliga a la segregaci¨®n de sexos en los lugares de trabajo y exige que las mujeres vayan acompa?adas de familiares varones en los viajes de larga distancia.
Algunos de sus 35 art¨ªculos las proh¨ªben hablar en voz alta en p¨²blico. A las ni?as tambi¨¦n se les ha prohibido asistir a la educaci¨®n secundaria y universitaria, se les han retirado la mayor¨ªa de las oportunidades laborales y se han recortado sus libertades sociales, como acudir a parques y ba?os p¨²blicos.
La ley tambi¨¦n permite a la polic¨ªa de la moral aconsejar, amenazar, castigar verbalmente y detener a los infractores de forma independiente, siguiendo su propio criterio.
El informe de 2024 de la Misi¨®n de Asistencia de Naciones Unidas en Afganist¨¢n (UNAMA, por sus siglas en ingl¨¦s) revelaba que, de 888 mujeres entrevistadas en 33 provincias, el 68% describ¨ªa su salud mental como ¡°mala¡± o ¡°muy mala¡±, y atribu¨ªa su angustia a la eliminaci¨®n ¡°sistem¨¢tica¡± de las mujeres de la vida p¨²blica por parte de los talibanes.
Un psiquiatra explica que el n¨²mero de pacientes que acuden a su consulta se ha triplicado desde que los talibanes tomaron el poder
Los talibanes sostienen que estas restricciones se ajustan a su interpretaci¨®n de la shar¨ªa (ley isl¨¢mica) y afirman que la prohibici¨®n universitaria es temporal, a la espera de que se establezca un ¡°clima isl¨¢mico¡±. Sin embargo, las divisiones internas de los talibanes indican que muchos partidarios de la l¨ªnea dura se oponen a la educaci¨®n moderna de las mujeres. Naciones Unidas ya habla de ¡°apartheid de g¨¦nero¡± en Afganist¨¢n, un t¨¦rmino que define el acoso sin tregua y la progresiva reducci¨®n de los derechos m¨¢s elementales por el simple hecho de ser mujer.
El impacto de estas leyes ha sido grave. Un informe reciente de la ONU destaca que la p¨¦rdida de influencia de las mujeres en la toma de decisiones p¨²blicas y privadas se ha traducido en una alarmante crisis de salud mental. Adem¨¢s, en marzo de 2023, el 48% de los entrevistados afirmaban que conoc¨ªan al menos a una mujer o a una ni?a que sufr¨ªa ansiedad o depresi¨®n desde agosto de 2021, y el 8% dijo que conoc¨ªa a alguna mujer o alguna ni?a que hab¨ªa intentado suicidarse.
Mi familia me dice que, como ahora no hay trabajo ni universidad, lo mejor es casarse. No tengo ninguna esperanzaNoor, mujer afgana de 25 a?os
¡°Tr¨¢gicamente, todas mis pacientes refieren la misma depresi¨®n, la misma desesperanza ante el futuro ligada a la incapacidad para estudiar o trabajar¡±, asegura el doctor Omar, psiquiatra de un hospital privado en el este de Afganist¨¢n que prefiere utilizar solo su nombre de pila por temor a represalias. ¡°Una chica de 19 a?os me dijo que se siente agobiada en casa pensando en la prolongada prohibici¨®n escolar¡±. Esa paciente ten¨ªa 16 a?os cuando comenz¨® la prohibici¨®n de asistir a la escuela, explica Omar. Esta situaci¨®n sigue afectando a la salud mental de las mujeres, ya que la mayor¨ªa de sus pacientes tienen entre 16 y 30 a?os. Y no para de crecer. El n¨²mero de pacientes que acuden a su consulta se ha triplicado desde que los talibanes tomaron el poder, explica.
M¨¢s all¨¢ del impacto mental y f¨ªsico
D¨¦cadas de conflicto e inestabilidad han hecho que muchos afganos sean propensos a la ansiedad, la depresi¨®n y el trastorno de estr¨¦s postraum¨¢tico. El estigma social asociado a las enfermedades mentales complica a¨²n m¨¢s las cosas. A finales de 2021, se calculaba que la mitad de los 40 millones de afganos sufren trastornos psicol¨®gicos, seg¨²n HealthNet TPO, una de las mayores ONG sanitarias que operan en el pa¨ªs.
El doctor Ghafoor, psiquiatra del departamento de salud mental del hospital de Herat, explica a este diario que los talibanes han prohibido a su cl¨ªnica compartir los datos de los pacientes con los medios de comunicaci¨®n, pero se?ala que el Departamento de Salud Mental recibe 250 pacientes diarios y el Departamento de Psicoterapia atiende entre 20 y 25 casos de intentos de suicidio o desmayos todos los d¨ªas.
Explica que el 80% de sus pacientes siempre han sido mujeres de entre 16 y 45 a?os, pero que esta cifra se dispar¨® entre un 25 y un 30% solo cinco meses despu¨¦s de la vuelta de los talibanes al poder. ¡°Despu¨¦s de que se las prohibiera estudiar y trabajar, se vieron presionadas para casarse porque las familias no pueden soportar la carga econ¨®mica que supone mantenerlas¡±, afirma Ghafoor.
¡°En muchos casos, la polic¨ªa de la moral interfiere en nuestro trabajo, sobre todo en el Departamento de Psicoterapia¡±, explica el doctor. ¡°Me preguntan por qu¨¦ se hospitaliza a mujeres sin lesiones, dando a entender que solo las personas con lesiones f¨ªsicas pueden considerarse pacientes¡±. Debido a esta presi¨®n constante, se ve¨ªa obligado a dar el alta a las pacientes antes de que estuvieran preparadas. ¡°Era humillante para las pacientes y angustioso para m¨ª como profesional¡±, se?ala.
Dado que se ve¨ªa cada vez m¨¢s limitado en su trabajo y ante la injerencia desenfrenada de la polic¨ªa de la moral, abandon¨® Afganist¨¢n. Seg¨²n los pacientes, el Departamento de Salud Mental est¨¢ dirigido ahora principalmente por internos.
Wranga, una mujer soltera del este de Afganist¨¢n, suele recoger a su joven sobrino antes de irse a trabajar si su hermano no puede hacerlo. A esta mujer de 31 a?os solo se le permite viajar largas distancias si va acompa?ada de un pariente cercano var¨®n para cumplir la ley de la moral de los talibanes.
Pero hace unos meses, ni su hermano ni otro de sus sobrinos estaban disponibles y pidi¨® a una pariente que la acompa?ara. Cuando lleg¨® a un puesto de control talib¨¢n, unos polic¨ªas de la moral con AK-47 colgados del hombro inspeccionaron el coche y le recordaron las normas sobre los tutores varones. ¡°Me pidi¨® que saliera del veh¨ªculo¡±, relata Wranga. Cuando intent¨® explicarse, le dijeron ¡°c¨¢llate, no queremos hablar contigo¡± y el soldado interrog¨® al conductor tras amenazar con azotar a Wranga. ¡°Me trataron como a una esclava¡±, afirma.
Wranga es una de las pocas mujeres que pueden trabajar en una ONG internacional que presta apoyo sanitario y de subsistencia a la poblaci¨®n rural afgana, que representa m¨¢s del 73% de los 42 millones de habitantes. Tambi¨¦n es el ¨²nico sost¨¦n de una familia de 14 miembros. Tanto su madre como su hermano est¨¢n hospitalizados por enfermedades cr¨®nicas. Al igual que millones de ni?as afganas que viven bajo el r¨¦gimen talib¨¢n, las hermanas de Wranga no tienen acceso a la educaci¨®n.
¡°Por la noche me derrumbo en mi alfombra de oraci¨®n. Todos los d¨ªas la polic¨ªa de la moral me insulta por una raz¨®n u otra¡±, comenta Wranga. ¡°Cualquiera que hable de las prohibiciones corre el riesgo de ser detenido o de desaparecer¡±, relata una activista de Kabul que prefiere permanecer en el anonimato por temor a represalias. ¡°A pesar de todas nuestras iniciativas, no hemos conseguido cambios tangibles para las mujeres¡±.
Aunque los talibanes alegan que sus restricciones son ¡°temporales¡±, hace poco cerraron un instituto m¨¦dico que ense?aba a las mujeres parter¨ªa y enfermer¨ªa, un duro golpe para el sector sanitario afgano, que sufre una crisis econ¨®mica cada vez m¨¢s grave y la escasez de donantes internacionales que abandonaron Afganist¨¢n tras la toma del poder por los talibanes. El grupo tambi¨¦n ha anunciado planes para prohibir las ONG internacionales, una medida que podr¨ªa afectar a mujeres como Wranga. ¡°Ahora vienen a por mi ¨²ltima esperanza¡±, se lamenta.
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