Cien d¨ªas de consenso en pol¨ªtica exterior
M¨²ltiples factores, como el Banco Central Europeo (BCE), la Comisi¨®n Europa, Alemania, la crisis de China, la guerra de Siria, el petr¨®leo o el cambio clim¨¢tico determinar¨¢n el margen de acci¨®n del pr¨®ximo Gobierno
La invocaci¨®n al consenso ha cobrado de nuevo actualidad debido a las dificultades de formar gobierno tras el 20-D y la ansiedad por concretar las pol¨ªticas fundamentales. Pero en pol¨ªtica exterior y europea no hay una visi¨®n hegem¨®nica, ni grandes debates, ni tampoco una gu¨ªa de corto y medio plazo que aglutine a partidos tradicionales y nuevos. La nueva legislatura viene precedida una fuerte polarizaci¨®n interna: la Estrategia de Acci¨®n Exterior que el Ministro Garc¨ªa Margallo present¨® en el Congreso en diciembre de 2014 fue rechazada por el resto de grupos parlamentarios -no sin raz¨®n- por confusa, economicista, ideol¨®gica, o centralista.
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En las tres ¨²ltimas d¨¦cadas de gobiernos de PP y PSOE, hubo innumerables logros: Europa, la expansi¨®n de nuestras empresas, la cooperaci¨®n al desarrollo, las misiones de paz, la entrada en el G-20. Pero tambi¨¦n defectos: muy especialmente, la incapacidad del sistema pol¨ªtico espa?ol -especialmente el Parlamento- para generar una masa cr¨ªtica capaz de evitar o de reparar a tiempo los errores. No ha habido suficiente control del Ejecutivo ni suficientes instrumentos de rendici¨®n de cuentas. A diferencia del presidencialismo de EEUU, donde el Presidente y las dos C¨¢maras del Congreso luchan entre s¨ª incansablemente, en Espa?a nunca ha habido realmente una competici¨®n por el ¡°privilegio de dirigir la pol¨ªtica exterior¡± (seg¨²n la famosa expresi¨®n del constitucionalista norteamericano Edward Corwin). Los presidentes Su¨¢rez, Gonz¨¢lez, Aznar, Zapatero y Rajoy se comportaron en pol¨ªtica exterior y europea con un estilo ¡°presidencialista¡± muy sui generis. Salvo contadas excepciones, como la OTAN o Irak, actuaron casi en solitario, sin grandes contrapesos internos: ni en su partido, ni en el Consejo de Ministros, ni en las dos C¨¢maras.
Cuando se invocan los Pactos Moncloa de octubre de 1977 a menudo se olvida que tuvieron un car¨¢cter b¨¢sicamente ¡°dom¨¦stico¡±. La diferencia crucial de hoy con entonces no reside tanto en los problemas que trataba de abordar (algunos bastante similares, por cierto), sino en la ausencia total de referencias a Europa y a la globalizaci¨®n. Sin embargo, ahora, m¨²ltiples factores como el Banco Central Europeo (BCE), la Comisi¨®n Europa, el gobierno alem¨¢n, la crisis de China, la guerra de Siria, el petr¨®leo, el cambio clim¨¢tico, o la pobreza mundial, van a determinar el margen de acci¨®n del pr¨®ximo gobierno en pol¨ªtica social, econ¨®mica e incluso territorial.
Dos partidos emergentes - Ciudadanos y Podemos - carecen de experiencia en un ¨¢mbito internacional muy complejo e ingrato. Pero, si se canalizan bien, algunas de sus propuestas electorales pueden aportar mucho. La correlaci¨®n de fuerzas actual y la magnitud de los problemas que afronta nuestro pa¨ªs aconsejan pragmatismo en pol¨ªtica exterior. Espa?a se la juega en los primeros cien d¨ªas de gobierno. Con independencia de cu¨¢l sea la composici¨®n final del Ejecutivo, hemos de conducirnos sobre la base de un acuerdo de m¨ªnimos que incorpore lo mejor de los cuatro grandes partidos. ?C¨®mo? El consenso es posible si se centra fundamentalmente en un cambio de los procedimientos, y, de manera derivada, en unas pocas pol¨ªticas en clave europea. Ser¨¢ preciso concentrar las reformas y los mensajes en los asuntos m¨¢s urgentes, y actuar en dos niveles simult¨¢neamente.
El Congreso deber¨¢ trabajar m¨¢s estrechamente con el Parlamento Europeo sobre el Tratado de Libre Comercio e Inversi¨®n entre Estados Unidos y la UE
En un primer nivel, el protagonismo que cobrar¨¢ el Parlamento en esta legislatura nos aboca a una revisi¨®n de las reglas de juego. La fragmentaci¨®n puede verse tambi¨¦n como una oportunidad si sirve para corregir nuestro d¨¦ficit institucional, de manera que esas fuerzas pol¨ªticas vigilantes entre s¨ª favorezcan una din¨¢mica de supervisi¨®n y control. No ser¨ªa bueno empezar esta legislatura dando volantazos ¡ªdel tipo ¡°menos Bruselas y m¨¢s Espa?a¡±; ¡°menos defensa y m¨¢s cooperaci¨®n¡±, ¡°menos empresas y m¨¢s derechos humanos¡± etc¡ª. El gran reto consiste en favorecer una din¨¢mica de check and balance para nuestra acci¨®n exterior sin caer en el temible bloqueo partidista, como a menudo ocurre en EE UU.
El Parlamento puede lograr mucho, por ejemplo, reforzando los poderes de las Comisiones y Subcomisiones en Asuntos Exteriores, Defensa, Constitucional o las Comisiones Mixtas Congreso-Senado para la UE y para Cooperaci¨®n; intensificando las comparecencias del gobierno y sus ¨®rganos, como el Consejo de Seguridad Nacional; solicitando excepcionalmente la comparecencia de la Comisi¨®n, el Eurogrupo, o el BCE; promoviendo Comisiones independientes de investigaci¨®n para conflictos b¨¦licos o crisis humanitarias; requiriendo m¨¢s comparecencias de la sociedad civil; o mejorando la asistencia t¨¦cnica a diputados y senadores. De paso, una reforma del Senado deber¨ªa apuntar tambi¨¦n a la implicaci¨®n de las CCAA ¡ªmuy especialmente Catalu?a y Pa¨ªs Vasco¡ª en la coordinaci¨®n de la acci¨®n exterior, y no solo a trav¨¦s de sus Oficinas y consejeros auton¨®micos en Bruselas.
?Ventajas? Por ejemplo, al Ejecutivo le ser¨ªa m¨¢s dif¨ªcil puentear al Congreso a la hora de iniciar una intervenci¨®n militar; la Comisi¨®n Mixta Congreso-Senado para la UE podr¨ªa reclamar al Ejecutivo m¨¢s informaci¨®n con anterioridad a los Consejos Europeos, y no solo a posteriori; se podr¨ªa abordar al fin de manera transparente y racional el control del presupuesto de Defensa; o se podr¨ªa de manera conjunta revisar, y en su caso derogar, la Ley de Acci¨®n Exterior del PP - otro fiasco en la senda de anteriores Administraciones. Ser¨ªa saludable que el Congreso supervise la designaci¨®n de Embajadores, y conectar mejor con el Servido Europeo de Acci¨®n Exterior. Todo lo anterior podr¨ªa implicar pactos para nuevas leyes, reformas legislativas y de los reglamentos de Congreso y Senado, o incluso modificaciones en una nueva Constituci¨®n.
En un segundo nivel, est¨¢ Europa, que ocupar¨¢ un lugar central en el pr¨®ximo periodo. El primer viaje al exterior del presidente deber¨ªa ser esta vez no tanto Rabat, sino Bruselas, para presentar su visi¨®n sobre la UE a sus socios y las instituciones comunitarias. Hay tres asuntos vitales para Espa?a: a) la pol¨ªtica econ¨®mica. Al tiempo que aborda una dura renegociaci¨®n del presupuesto, el gobierno debe reclamar el fin de la austeridad fiscal, y buscar apoyos y coaliciones con otros socios (Grecia, Portugal, Francia, Italia) para dar un giro hacia una pol¨ªtica presupuestaria m¨¢s flexible, y un mayor foco en la inversi¨®n y el empleo. El posible enfrentamiento con la Comisi¨®n y los pa¨ªses del norte de Europa puede compensarse en parte con iniciativa y liderazgo en los otros dos asuntos: b) la pol¨ªtica migratoria. Se debe poner de manera inmediata a disposici¨®n de nuestros socios un plan de refuerzo, material y humano, para abordar la crisis de refugiados y coliderar una pol¨ªtica de asilo europea; y c) la pol¨ªtica de seguridad y defensa europea: hay que reactivar las llamadas ¡°cooperaciones estructuradas permanentes¡± y apostar por capacidades europeas y unidades multinacionales de despliegue r¨¢pido para afrontar crisis. En cuanto al pacto antiyihadista cocinado por PP y PSOE, deber¨ªa renegociarse a partir de un diagn¨®stico m¨¢s comprehensivo, en clave europea y global, y tratar de incluir a todos los grupos parlamentarios. Adem¨¢s, el gobierno habr¨¢ de posicionarse pronto en asuntos donde deber¨ªa contribuir activamente a un mayor perfil de la UE, como Siria, Ir¨¢n, Israel-Palestina, ¨® Rusia-Ucrania.
Paralelamente, el Congreso deber¨¢ trabajar m¨¢s estrechamente con el Parlamento Europeo sobre el TTIP (Tratado de Libre Comercio e Inversi¨®n EE UU-UE), del cual hay nueva ronda negociadora en febrero. La Comisi¨®n Mixta Congreso-Senado deber¨ªa supervisar esta cuesti¨®n para incorporar los est¨¢ndares medioambientales de la reciente Conferencia del Clima de Par¨ªs; elevados est¨¢ndares laborales y sociales, y la autonom¨ªa de los gobiernos en salud o educaci¨®n. Espa?a no deber¨ªa enrocarse en un rechazo frontal al Tratado, pero s¨ª extender la negociaci¨®n el tiempo que sea necesario. Finalmente, el nuevo Ejecutivo deber¨¢ tomarse muy en serio la gobernanza global, especialmente en el ¨¢mbito financiero de la lucha contra los para¨ªsos fiscales, en el Consejo Europeo, la OCDE, o el G-20. En definitiva, un consenso en los primeros cien d¨ªas de gobierno al menos tendr¨¢ la doble virtud de dotar de mayor calidad institucional a nuestra pol¨ªtica exterior, y reducir el riesgo de graves y persistentes errores en la pr¨®xima legislatura.
Vicente Palacio es Director del Observatorio de Pol¨ªtica Exterior (Opex) de la Fundaci¨®n Alternativas
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