La revoluci¨®n de los peque?os gestos
Los j¨®venes iran¨ªes cuestionan las normas del Gobierno en improvisadas tertulias y campa?as por internet. ¡°Si hay una revoluci¨®n, ser¨¢ silenciosa¡±, afirma uno
Por un mal trago, Saphura recuerda sus primeras vacaciones en Europa con cierta desaz¨®n. ¡°Me perd¨ª en una estaci¨®n de tren en Alemania y no hubo una sola persona que me prestara el m¨®vil para localizar a mi hermano. Di vueltas durante una hora hasta que lo encontr¨¦¡±, cuenta esta iran¨ª de 28 a?os. Por eso, remarca, no dejar¨ªa ¡°por nada del mundo¡± su vida en Isfahan, ciudad de Ir¨¢n en la que vive y trabaja. ¡°Aqu¨ª, si te encuentras mal o tienes alg¨²n problema, nunca vas a sentir esa indiferencia, aunque nadie te conozca¡±, a?ade.
Saphura es ingeniera civil desde hace cuatro a?os, vive sola, no tiene pareja ni est¨¢ en sus planes tenerla. Cuando termin¨® la carrera consigui¨® trabajo por un sueldo ¡°miserable¡±, muy inferior al que ofrec¨ªan, por el mismo cargo, a un hombre. ¡°Como les pasa a las mujeres en todos los pa¨ªses¡±, dice. Decidi¨® entonces abrir un negocio con su hermano, una casa de t¨¦ situada en el coraz¨®n del centro tur¨ªstico de Isfahan, la ciudad m¨¢s coqueta de Ir¨¢n.
All¨ª mismo, sentada a cuatro pasos de la Plaza del Imam y la majestuosa mezquita azul, Saphura, como otras muchas mujeres de esta ciudad, critica sin vacilar al gobierno iran¨ª y su particular ¡°obsesi¨®n¡± con las mujeres. ¡°Mi padre me ense?¨® a ser libre y por eso quiero tener derecho a elegir c¨®mo vivir. No me gusta llevar el velo ni tener que ir toda cubierta, pero no hay alternativa. A nadie le gusta comer algo que no le sienta bien, ?no? Esto es igual¡±, se?ala.
Las estad¨ªsticas muestran que en Ir¨¢n alrededor del 60% de sus 78 millones de habitantes tiene menos de 30 a?os. De modo que Saphura y sus contempor¨¢neos no vivieron los comienzos de la Revoluci¨®n Isl¨¢mica de 1979 ni el fervor nacionalista desatado durante la guerra entre Ir¨¢n e Irak, que termin¨® en 1988 con un saldo de un mill¨®n de muertos. Forman parte de una nueva generaci¨®n con media o alta formaci¨®n acad¨¦mica y el esp¨ªritu libre que el escritor Ferdosi inmortaliz¨® con maestr¨ªa en El libro de los Reyes, hace mil a?os.
¡°El problema est¨¢ en el velo pero sobre todo en c¨®mo pensamos y actuamos¡±, dice F¨¢tima, de 35 a?os
¡°Todos los a?os peregrino a su tumba para agradecerle lo que hizo por nosotros. Ferdosi es un verdadero h¨¦roe¡±, dice Ali en Teher¨¢n, mientras atraviesa la plaza Imam Jomeini, el l¨ªder de la revoluci¨®n que derroc¨® al ¨²ltimo sha de la dinast¨ªa Pahlevi en el 79. Justamente, a pocos metros de all¨ª nace una de las principales calles de la capital, que lleva el nombre del venerado escritor. ¡°Ferdosi dedic¨® la mitad de su vida a rescatar nuestra lengua frente al dominio del ¨¢rabe y a ense?arnos a ser libres con historias emocionantes. En el libro que tenemos en casa est¨¢n los rastros de las l¨¢grimas de mis padres, de mis abuelos y tambi¨¦n las m¨ªas¡±, agrega este estudiante y lector compulsivo de 23 a?os.
En el Libro de los Reyes los h¨¦roes consuman grandes haza?as; son bravos guerreros, tambi¨¦n piadosos y a veces algo torpes. ¡°Hay que arrancarse el miedo del coraz¨®n¡±, dice uno de ellos. Los personajes femeninos sobresalen por su personalidad, act¨²an con determinaci¨®n y gallard¨ªa. Y por lo que cuenta Ali, sus compa?eras de clase siguen esa tendencia, con peque?os gestos cotidianos que desaf¨ªan las normas religiosas. ¡°Jugamos juntos al f¨²tbol a escondidas, bajo llave, en el gimnasio. De momento no nos han descubierto o si alguien lo sabe no nos ha delatado. Ellas tuvieron la idea e insisten en seguir jugando. Y hasta ahora siempre nos han ganado¡±, cuenta riendo.
¡°Es absurdo: las mujeres no pueden ver las piernas desnudas de quienes no son sus maridos, pero las ven. No podemos beber alcohol, pero en las fiestas privadas de Teher¨¢n siempre lo consigues, en general adulterado, muy malo. El gobierno bloquea Facebook, pero tiene su propia cuenta porque sabe que toda la gente joven lo desbloquea. Si me preguntan si soy musulm¨¢n dir¨¦ que s¨ª, pero no lo soy. Hay muchas m¨¢s restricciones y m¨¢s transgresiones. Lo importante es que no te descubran¡±, asegura Ali.
Maryam, de 26 a?os, va un poco m¨¢s all¨¢. Desde hace mucho tiempo camina por la calle con buena parte de su pelo descubierto, con el velo apenas sujetado por un mo?o diminuto. Sus labios est¨¢n pintados de rojo fuerte, contestatario, que con todo es bastante m¨¢s suave que el fucsia que enciende su melena entre todas las dem¨¢s. Maryam, que no se define como rebelde, defiende el uso opcional del hiyab o velo, como lo fue hasta 1979, a?o en que la reci¨¦n instaurada Rep¨²blica Isl¨¢mica de Ir¨¢n estableci¨® su obligatoriedad. ¡°As¨ª deber¨ªa volver a ser¡±, dice.
Sentada en un restaurante de Isfahan, esta joven habla con soltura en ingl¨¦s, flanqueada por amigos que discuten animadamente de pol¨ªtica y religi¨®n. ¡°Claro que me han rega?ado¡±, comenta. ¡°La polic¨ªa me ha llamado la atenci¨®n por llevar parte del pelo descubierto, nunca por el color. Les he dicho que es un asunto personal. No ha pasado de eso¡±. A su lado, Saed, de 25 a?os, opina que ese ¡°deslizamiento¡± del velo y el br¨ªo de los colores fuertes usados por miles de j¨®venes iran¨ªes, son una ¡°forma de protesta¡± que no tiene marcha atr¨¢s. ¡°Las apoyo, ?por supuesto!, a m¨ª tampoco me gusta que me impongan cosas y menos una religi¨®n. Siempre voy a preferir que se construyan universidades en lugar de catedrales o mezquitas¡±, dice.
Otro comensal de la misma edad, Morteza, acota: ¡°Si hay una revoluci¨®n, ser¨¢ silenciosa. Paso a paso. A este gobierno no le gustan las protestas masivas¡±. Los amigos coinciden en que el r¨¦gimen religioso tendr¨¢ que aceptar reformas si quiere mantenerse en el poder. ¡°Hay una fuerte puja entre religi¨®n y modernidad. Si eres moderno debes aceptar la igualdad entre hombres y mujeres, y eso va en contra de los intereses religiosos, que siempre juegan a favor del hombre. Para ellos, esto es el para¨ªso¡±, a?ade Morteza.
Varias voces sostienen que las elecciones legislativas de febrero de 2016 supondr¨¢n un ¡°test determinante¡±, ya que revelar¨¢n hasta qu¨¦ punto las mujeres y los candidatos reformistas alcanzar¨¢n llegar al Parlamento iran¨ª
En un pueblo situado a 200 kil¨®metros de Shiraz, en el suroeste del pa¨ªs, los ojos de Kourosh se ponen como dos platos cuando ve el dato en su m¨®vil: de los 290 legisladores que ocupan el parlamento iran¨ª, solo nueve son mujeres. Se sorprende, pero no se espanta. ¡°No es que no se puedan postular, el problema est¨¢ en que no las conocen¡±, dice este estudiante de 24 a?os. Pero de hecho muchas de ellas no llegan a ser candidatas, seg¨²n comprueba en internet el propio Kourosh ante la insistencia de su hermana Eli, de 18 a?os. En este sentido, el sistema pol¨ªtico iran¨ª tambi¨¦n hace zancadillas estrat¨¦gicas a las mujeres.
Varias voces, de j¨®venes y no tan j¨®venes, sostienen que las pr¨®ximas elecciones legislativas de febrero de 2016 supondr¨¢n un ¡°test determinante¡±, ya que revelar¨¢n hasta qu¨¦ punto las mujeres y los candidatos reformistas alcanzar¨¢n llegar al Parlamento iran¨ª, contando a priori con el benepl¨¢cito del Consejo de Guardianes, un grupo de veteranos religiosos y juristas que decide qui¨¦n es elegible y qui¨¦n no. Por lo pronto, tanto el presidente del pa¨ªs, Hasan Rohani, como miembros de su equipo, manifiestan por estos d¨ªas que en Ir¨¢n hay lugar para todas las ideas y que todos son libres de expresarlas. La realidad, sin embargo, no avala sus palabras. ¡°Con Rohani la situaci¨®n sigue igual, tal vez un poco mejor. Hay activistas por los derechos humanos y pol¨ªticos opositores que siguen en el exilio o en la c¨¢rcel¡±, dice Shirin, de 28 a?os, empleada en un banco de Shiraz.
Algo m¨¢s optimista es Reza, quien hace dos a?os cumpli¨® su sue?o de regresar a Ir¨¢n, a pesar de lo bien que le iba en Malasia. ¡°Siempre pens¨¦ en volver y quiero quedarme aqu¨ª¡±, explica. Videasta, de 34 a?os, se march¨® luego de participar en la llamada Revoluci¨®n Verde de 2009, reprimida por el gobierno de Mahmud Ahmadineyad (presidente entre 2006 y 2013). Parti¨® motu proprio y en el exterior realiz¨® con ¨¦xito una serie de mon¨®logos humor¨ªsticos que fue seguida por cientos de miles de iran¨ªes. ¡°Nuestro l¨ªmite est¨¢ en la pol¨ªtica y en la religi¨®n. Con esos temas no nos metemos¡±, explica. Aunque, reconoce, eso es relativo.
Los cap¨ªtulos que dirige y presenta Reza compilan hechos de la vida cotidiana de los iran¨ªes, aparentemente deshilvanados, que han logrado esquivar la censura con un lenguaje que se mueve con destreza entre la iron¨ªa y el disparate, sin que en ellos aparezca cr¨ªtica expl¨ªcita alguna al gobierno y a sus l¨ªderes. ¡°Mientras no te metas directamente con ellos tienes cierto margen de acci¨®n¡±, apunta. Cree adem¨¢s que el pa¨ªs entrar¨¢ en una nueva etapa cuando se levanten las sanciones econ¨®micas que aislaron a Ir¨¢n del mundo durante d¨¦cadas. ¡°Conf¨ªo en Rohani, el gobierno de Ahmadineyad fue vergonzoso. Espero que los l¨ªderes religiosos entiendan que necesitamos m¨¢s apertura¡±, dice.
Sin embargo, para una parte de la poblaci¨®n y la mayor¨ªa del gobierno ¡ªes decir, para los pol¨ªticos hombres¡ª, esa apertura significar¨ªa entre otras cosas ceder ante una concepci¨®n de la mujer ajena a la sociedad iran¨ª y que llega a trav¨¦s de los canales de comunicaci¨®n occidentales. ¡°La mujer debe ir cubierta porque as¨ª est¨¢ escrito en el Cor¨¢n¡±, arguye Navyd, de 45 a?os, profesor de ingl¨¦s en la norte?a ciudad de Sari. Est¨¢ convencido de que el chador, el gran mant¨®n negro que recubre a la mujer de la cabeza a los pies, evita las agresiones sexuales. No son pocos quienes, como Navyd, defienden el c¨®digo de vestimenta femenino como un asunto de soberan¨ªa nacional. ¡°Es una cuesti¨®n de fe y de decoro¡±, sostiene.
Por estos meses, el canal Press TV, que se emite en ingl¨¦s y es financiado por el gobierno de Ir¨¢n, promueve desde sus pantallas y por Facebook la campa?a I love the hijab (Amo el hiyab) en aras de estimular el uso del velo como prenda asociada a la modestia y a la decencia. El Gobierno sale as¨ª al cruce de otra campa?a lanzada en sentido contrario, el a?o pasado, en la misma red social vetada por las autoridades: My stealthy freedom (Mi libertad silenciosa), que reivindica el derecho de la mujer a elegir si llevar o no el velo.
¡°La igualdad entre hombres y mujeres no es patrimonio de Occidente. Las mujeres somos las personas m¨¢s instruidas de este pa¨ªs y por eso seremos las protagonistas de la pr¨®xima revoluci¨®n¡±, comenta F¨¢tima, enfermera de 35 a?os. Los datos le dan la raz¨®n: en Ir¨¢n, el 65% del total de la poblaci¨®n universitaria son mujeres, ¨ªndice que convierte al pa¨ªs en la excepci¨®n de la regi¨®n. ¡°El problema est¨¢ en nuestra cabeza, en c¨®mo pensamos y actuamos, no solo en el hecho de llevar el velo o el chador¡±, apunta. ¡°Es verdad, no me gusta, y mis sobrinas adolescentes est¨¢n hartas. Pero en gran medida el velo es un s¨ªmbolo del machismo que est¨¢ muy naturalizado entre nosotros. Lo justo es que podamos elegir qu¨¦ hacer con nuestras vidas¡±.
F¨¢tima coincide, sin saberlo, con el leitmotiv de la campa?a Mi libertad silenciosa emprendida el a?o pasado por un grupo de mujeres iran¨ªes: ¡°Caminar hombro con hombro con quienes creen o no creen en el hiyab, con libertad y dignidad¡±. Y con alegr¨ªa y rebeld¨ªa, a?adir¨ªa Ferdosi, el maestro persa que hace mil a?os anim¨® a los suyos a sacarse el miedo del coraz¨®n bajo la premisa de que el universo es mutante. ¡°Uno entra, otro sale y as¨ª gira el destino¡±, escribi¨® Ferdosi.
Este texto ha sido escrito ¨ªntegramente fuera de Ir¨¢n a partir de conversaciones informales, tras el compromiso asumido por el autor de no realizar actividades period¨ªsticas en el pa¨ªs. Por este motivo los nombres de los interlocutores espont¨¢neos fueron cambiados.
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