La Espa?a exagerada
La reacci¨®n hiperb¨®lica es inherente a la pol¨ªtica de este pa¨ªs, m¨¢s cerca del esperpento que de la realidad
El estilo, ahora, es la exageraci¨®n. Un paradigma es Donald Trump. Para seguir en la carrera, no puede moderarse. Su combustible es la exageraci¨®n. Y en Polonia, como en Hungr¨ªa, la extrema derecha gobierna con tal mayor¨ªa, extinguido todo rastro de izquierda, que ha tenido que inventarse un enemigo por exageraci¨®n. En la nueva cruzada han sido declarados traidores a la patria los ciclistas y los vegetarianos. La derecha espa?ola parec¨ªa empujada a la renovaci¨®n tras la irrupci¨®n de Ciudadanos, pero creo que est¨¢ redescubriendo como alternativa la exageraci¨®n.
La ventaja de la exageraci¨®n es que supera el dilema de la verdad y la mentira
Cuando los socialistas decidieron presentarse a unas elecciones generales por vez primera en Espa?a, establecido el sufragio universal (masculino) en 1891, el conservador C¨¢novas declar¨® que no le parec¨ªa mal que entrasen algunos diputados obreros ¡°siempre que sus ideas no fueran exageradas¡±. As¨ª que la l¨ªnea roja, por decirlo a la moda de hoy, era la exageraci¨®n. En realidad, Espa?a viv¨ªa en una situaci¨®n extremadamente exagerada y los pol¨ªticos de la poltrona giratoria acumulaban ese patrimonio de exageraciones llamado caciquismo. La corrupci¨®n era tan exagerada que hasta los corruptos estaban escandalizados. Rechazada la negociaci¨®n, ocupadas las instituciones y la opini¨®n por el partido ¨²nico del patriotismo exagerado, el de la fuerza, no hab¨ªa voluntad ni ideas realistas para afrontar el problema colonial. Todo era demasiado exagerado y la ?desigualdad social iba m¨¢s all¨¢ de la exageraci¨®n.
El esperpento, esta realidad desatinada, grotesca, ya estaba en el habla popular. Lo que hizo Valle-Incl¨¢n, a?os despu¨¦s, fue convertirlo en literatura. Describir la Espa?a exagerada de una forma sublime.
Volviendo a aquellos tip¨®grafos emergentes, entre las demandas que inclu¨ªan en sus primeros programas figuraban: ¡°La creaci¨®n de cantinas donde se d¨¦ gratuitamente una comida sana a los hijos de los trabajadores¡ Dar todos los a?os a esos ni?os ropa y calzado, un traje y un par de botas o zapatos a la entrada del invierno y otro traje y otro par de botas a la entrada del verano¡±, o la ¡°creaci¨®n de Casas de Maternidad para ni?os cuyas madres tienen que abandonarlos durante el d¨ªa o la noche para ir al taller o a la f¨¢brica¡±. Eran medidas de m¨ªnima calidad a las que durante mucho tiempo se les aplic¨® la l¨ªnea roja. ?Ideas exageradas!
Tan exagerada era la desigualdad que un liberal-conservador como Gabriel Maura tuvo el valor de reconocer que las ¡°demandas concretas¡± de los socialistas eran ¡°razonables¡±. Cuando Pablo Iglesias fue elegido por vez primera diputado, en 1910, un joven y brillante fil¨®sofo llamado Ortega y Gasset se atrevi¨® a escribir: ¡°El ¨¦xito de Pablo Iglesias ha significado un triunfo de la sinceridad¡±. Digo que se atrevi¨® porque desde la primera comparecencia en el Congreso se convirti¨® en el blanco de toda la exageraci¨®n. Aquel primer discurso, cr¨ªtico con lo que todav¨ªa restaba de Antiguo R¨¦gimen, la tutela del Ej¨¦rcito y la Iglesia, acab¨® de forma tumultuaria. Y ya no habr¨ªa tregua para aquel hombre que hab¨ªa significado el triunfo de la sinceridad. No se respetaba ni el discurso ni la vestimenta. P¨ªo Baroja lo retrat¨® como ¡°un hombrecillo escu¨¢lido¡±. Se abrigaba con una bufanda. Pero la prensa vejaminista no par¨® de extender la especie de que El Abuelo hibernaba en un abrigo de pieles. No hab¨ªa un Intermedio con El Gran Wyoming para desmentir a los ilustres pelagatos. No era una exageraci¨®n. Era una mentira. Pero esa es una diferencia banal en la pol¨ªtica exagerada.
El esperpento, esta realidad desatinada, grotesca, ya estaba en el habla popular
La ventaja de la exageraci¨®n es que supera el dilema de la verdad y la mentira. Esta moderna producci¨®n hiperb¨®lica tiene su propia l¨®gica: causar tal estruendo que anule, por un tiempo, la conversaci¨®n entre iguales y crear un malestar apod¨ªctico, imperativo.
La gran exageraci¨®n puesta en curso por la Espa?a Exagerada es que en Espa?a es inviable un Gobierno con una pol¨ªtica diferente a la actual. La maquinaria de hip¨¦rboles es apabullante. Hay pol¨ªticos hasta ahora mudos que de repente producen una hip¨¦rbole pasmosa. Una s¨ªntesis de cat¨¢strofe, hundimiento y hecatombe. Las m¨¢s frecuentes son las herbicidas: esas declaraciones o art¨ªculos de carn¨ªvoros irritados porque crezca otra vez la hierba. No solamente de personas de talante reaccionario. Entre los m¨¢s estruendosos, llaman la atenci¨®n esos intelectuales otrora en vanguardia a los que se les ha subido la hip¨¦rbole a la cabeza. Como C¨¢novas, ponen las l¨ªneas rojas en las ¡°ideas exageradas¡±. El Apocalipsis siempre son los otros. La Espa?a Exagerada no comprende que lo que es exagerada es la realidad: el pa¨ªs donde m¨¢s ha crecido la desigualdad, el pa¨ªs de la pobreza laboral, del abaratamiento humano. No acaba de ver que aqu¨ª hay ciclistas, vegetarianos y una gran mayor¨ªa social que quiere que crezca la hierba en Espa?a. Sin exagerar.
elpaissemanal@elpais.es
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