Nuevos movimientos para un mundo h¨ªper conectado
Los nuevos movimientos sociales, con un pie en las calles y otro en las redes, marcan el paso de las reivindicaciones ciudadanas
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Cuando, el pasado 15 de marzo, los servicios de seguridad congole?os irrumpieron por la fuerza en la sala en la que se estaba presentando Filimbi, a las afueras de Kinshasa, las autoridades de la RD Congo pretend¨ªan poner una sordina a ese movimiento juvenil, cuyo nombre significa en lingala ¡°silbato¡±. En realidad, consiguieron ofrecerle un altavoz privilegiado para demostrar al mundo entero la validez de sus reivindicaciones sobre la intolerancia del Gobierno. Entre los detenidos, a los que los portavoces gubernamentales acusaban de ¡°preparar la desestabilizaci¨®n¡± del pa¨ªs e incluso de tener v¨ªnculos con el terrorismo, hab¨ªa miembros de diversas organizaciones de la sociedad civil congole?a y tambi¨¦n activistas burkineses y senegaleses de los colectivos Balai Citoyen y Y¡¯en a Marre, respectivamente.
Aquel asalto policial, adem¨¢s de presentar en sociedad a Filimbi, pon¨ªa de manifiesto dos fen¨®menos novedosos. El primero era que los movimientos de contestaci¨®n y cr¨ªtica de diferentes pa¨ªses africanos estaban estrechando sus lazos, buscando conexiones y reforz¨¢ndose entre s¨ª. El segundo era que en el continente africano estaban naciendo movimientos sociales de nuevo cu?o, colectivos que no atend¨ªan a las l¨®gicas de las organizaciones de la sociedad civil convencionales y que llevaban en el ADN, adem¨¢s del activismo, el ciberactivismo. Lo que Manuel Castells lleva a?os llamando ¡°movimientos sociales en red¡±. Una categor¨ªa en la que entra desde el ¡°zapatismo¡± hasta los ¡°indignados¡± y que califica a aquellos movimientos interconectados y que con la misma fluidez y naturalidad ocupan las calles y las redes. Filimbi y Lucha, dos colectivos nacidos en la Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo, son el mejor ejemplo de esta nueva corriente. El mejor, aunque no el ¨²nico.
#Filimbi "@ngimbis ?Des terroristes ¨¤ Kinshasa?, allusion aux leaders de @YENAMARRE_SN et du Balai citoyen arr¨ºt¨¦s pic.twitter.com/IMmidmae03 "
— Cheikh Fall? (@cypher007) March 16, 2015
Franck Otete es uno de los miembros del colectivo Filimbi. Un m¨¦dico que tuvo que abandonar el Kinshasa cuando las autoridades congole?as se empe?aron en silenciarlo. Ahora vive en B¨¦lgica y su explicaci¨®n acerca del nacimiento de este fen¨®meno resulta absolutamente natural. Incluso en su discurso se mezclan las dos f¨®rmulas de movilizaci¨®n: ¡°La oposici¨®n pol¨ªtica convencional en la RD Congo ha acabado comport¨¢ndose de manera oportunista, ha fracasado en su misi¨®n de constituir objetivamente un poder de control que act¨²e a favor de los ciudadanos, en general, m¨¢s all¨¢ de individuos concretos. Esa es la percepci¨®n que la poblaci¨®n congolesa tiene y por eso ha retirado su confianza a la oposici¨®n pol¨ªtica. Los congoleses sienten la necesidad de una fuerza viva, diferente a la oposici¨®n convencional, en la que depositar su confianza¡±. Y Otete, en relaci¨®n con la dimensi¨®n digital de Filimbi, a?ade: ¡°Cuando presentamos p¨²blicamente y el Estado nos reprimi¨®, el ciberactivismo, que ya contempl¨¢bamos en nuestra estrategia, fue para nosotros una herramienta para continuar llegando a los j¨®venes congoleses desde la distancia, incluida la di¨¢spora¡±.
#Telema: Kabila's govt just arrested activists from Senegal & Burkina who came for the launch of #Filimbi in #Congo. pic.twitter.com/MmkiE78f0O
— Nicolas-Patience Basabose RGTABWB 1st (@MrBasabose) March 15, 2015
Los j¨®venes llevan a?os saliendo a las calles de las ciudades del ?frica subsahariana para exigir cambios, pero la alargada sombra de las malogradas Primaveras ?rabes ha eclipsado medi¨¢ticamente ese proceso. Sin retroceder demasiado, durante 2011 y 2012 se vivieron manifestaciones pr¨¢cticamente en las capitales de todos los pa¨ªses de la regi¨®n desencadenadas, por ejemplo, por el aumento de los precios de los productos b¨¢sicos o por el desempleo, pero tambi¨¦n a favor de un sistema pol¨ªtico m¨¢s participativo. Ocurri¨®, por ejemplo, en Dakar, donde emergi¨® el movimiento Y¡¯en A Marre, y a?os despu¨¦s en Uagadugu, donde el colectivo Balai Citoyen se gan¨® la admiraci¨®n de los j¨®venes del continente, siendo la punta de lanza de las manifestaciones que acabaron con la hu¨ªda de Blaise Compaor¨¦, primero, y de la resistencia ciudadana al golpe de estado, despu¨¦s. Entorno a colectivos que han superado las organizaciones convencionales de la sociedad civil, los j¨®venes africanos est¨¢n conquistando la calle para pedir protagonismo, para reclamar democracias m¨¢s horizontales, para clamar por el fin de sistemas corruptos y para exigir ser escuchados.
En paralelo, los movimientos de ciberactivistas hac¨ªan lo propio en la red. Colectivos de usuarios de las redes sociales organizaban dispositivos de vigilancia de los procesos electorales, montaban campa?as contra la corrupci¨®n o denunciaban la represi¨®n de gobiernos que no respetaban derechos fundamentales. Y, sin embargo, la salsa con los dos ingredientes, los movimientos sociales y los ciberactivistas no terminaba de ligar.
En el punto de partida, los unos menospreciaban el entorno digital en pa¨ªses en los que un ordenador o una conexi¨®n a Internet era, hace unos a?os, un aut¨¦ntico lujo y desconfiaban de unas herramientas que no dominaban y que ve¨ªan m¨¢s propias de las ¨¦lites contra las que protestaban. Los otros, no ten¨ªan ni el n¨²mero ni la capacidad de convocatoria. Igual que Roma no se construy¨® en un d¨ªa, tampoco la confianza y la legitimidad. Es cierto que hab¨ªa puntos de encuentro entre los activistas de uno y otro lado, pero ni Y¡¯en A Marre fue demasiado activo en Internet, en un primer momento, ni Balai Citoyen se apoy¨® decididamente en las redes para sus movilizaciones.
Sin embargo, en otros pa¨ªses se hizo evidente que las autoridades pod¨ªan reprimir las manifestaciones sin demasiados miramientos. Pero que cuando aparec¨ªa un tel¨¦fono m¨®vil y las im¨¢genes se lanzaban a la red, la comunidad internacional pod¨ªa sacar los colores a los l¨ªderes y aplacar, al menos en ocasiones, sus iras. Y mientras esos movimientos sociales se han ido acercando al ciberactivismo, el cambio determinante ha sido la aparici¨®n de movimientos que desde su nacimiento han encontrado el encaje perfecto de las dos almas: La de las manifestaciones en las calles y la de la ocupaci¨®n de las redes.
Filimbi y Lucha son el mejor ejemplo ahora mismo de ese nuevo esp¨ªritu. ¡°La oposici¨®n constituida en partidos pol¨ªticos sufre los mismos problemas que todo el sistema. Forma parte de la misma disfunci¨®n que todo el sistema¡± se?ala Otete, que no puede evitar los s¨ªmiles m¨¦dicos que le son familiares para analizar la realidad congole?a: ¡°El mal es tan profundo en nuestro pa¨ªs que afecta a todo el sistema. El diagn¨®stico es de necesidad de un cambio del sistema. No basta con cambiar a los individuos, sino que hace falta cambiar el paradigma de gesti¨®n de la res publica y la oposici¨®n est¨¢ igualmente afectada por ese mal¡±.
Ambos movimientos han encontrado, de hecho, puntos de confluencia. Filimbi desde las calles de la capital del pa¨ªs, Kinshasa, y Lucha desde Goma, la ciudad principal de la turbulenta regi¨®n de Kivu Norte, donde hac¨ªa a?os que actuaba.
A pesar de su paso por los calabozos de Goma, Micheline Mwendike, una joven militante del movimiento Lucha, recuerda con cierto idealismo la actividad del colectivo. ¡°¡®A la lucha¡¯ era la frase con la que nos anim¨¢bamos antes de las manifestaciones. Supongo que nos sonaba bien¡±, cuenta divertida la joven congolesa. Tanto les espoleaba un lema que les resultaba ¨¦pico que se impuso a otras opciones en el momento de dar un nombre al colectivo. ¡°Barajamos nombre en lenguas nacionales e incluso en franc¨¦s, pero nos quedamos con Lucha porque nos animaba¡±, relata Mwendike. Lucha pas¨® a convertirse en el acr¨®nimo de Lutte pour le Changement (Lucha por el cambio). Una de esas manifestaciones que se desarrollaba entre arengas de ¡°a la lucha¡± con un curioso acento de franc¨¦s naturalizado congole?o, termin¨® con los huesos de Micheline en una celda, eso fue tiempo atr¨¢s, en 2012. En 2015, tom¨® una dif¨ªcil decisi¨®n. Llevaba a?os militando, haciendo pol¨ªtica de una manera intuitiva y en precario. Quer¨ªa formarse pero, sobre todo, saber cu¨¢l era la esencia de la pol¨ªtica y se fue a estudiar a Italia, sin reducir ni un ¨¢pice su militancia.
Las redes sociales y las TIC, en general, son una herramienta fundamental para estos movimientos que se articulan combinando las di¨¢sporas y el exilio con las acciones sobre el terreno. Es curioso, pero a pesar de la distancia, Micheline Mwendike no ha perdido de vista el riesgo de su militancia y es consciente del control del entorno digital que ejercen las autoridades. Seguramente, por eso advierte a cualquiera que se acerque a ella. Lo hace por ejemplo en la descripci¨®n de su perfil de Skype que, como un cartel de precauci¨®n, reza: ¡°Si eres mi amigo, respeta este mandamiento: s¨¦ siempre t¨² mismo. ?Sabes que soy militante del movimiento Lucha?¡±. Esta joven de 31 a?os no pierde de vista a los que quedaron atr¨¢s y aprovecha cualquier ocasi¨®n para recordar a Fred y a Yves y a muchos otros militantes encarcelados. Fred Bauma e Yves Makwambala. Ambos fueron detenidos durante la presentaci¨®n de Filimbi. Fred era uno de los miembros de Lucha presentes en el acto del 15 de marzo en Kinshasa. Yves hab¨ªa colaborado con el movimiento de la capital como dise?ador gr¨¢fico. Ambos han protagonizado desde marzo una campa?a sistem¨¢tica en las redes con las etiquetas #FreeFred y #FreeYves.
Et ¨¤ #Kinshasa tjs pas de nouvelles de Fred Bauma... Ne l'oublions pas! #Filimbi @luchaRDC #Team243 #RDC #Lib¨¦ration pic.twitter.com/6tMVe3qihb
— Maxime Le Hegarat (@MaxLeHegarat) April 15, 2015
En los ¨²ltimos meses, los activistas se han abonado, muy a su pesar, a las etiquetas que empiezan con la exigencia de libertad, luego de las sucesivas detenciones de militantes y simpatizantes y de las reacciones del gobierno a las manifestaciones. #FreeFred, #FreeYves, #FreeLucha o #FreeFilimbi, han tomado el relevo de #Telema otra etiqueta m¨¢s gen¨¦rica que en enero de 2015 confeder¨® la contestaci¨®n congolesa contra las reformas constitucionales. Esas campa?as han llevado las detenciones y con ellas toda la problem¨¢tica del pa¨ªs y las reivindicaciones de los colectivos a los medios internacionales.
¡°Si la gente tiene buena informaci¨®n y la formaci¨®n adecuada sobre acci¨®n no violenta, podr¨¢n converger en torno a una acci¨®n colectiva. Los problemas y los retos que se nos presentan son colectivos y los problemas son comunes¡±, se?ala el m¨¦dico congole?o convertido en portavoz de Filimbi. ¡°Nosotros hemos optado por la v¨ªa pac¨ªfica. Podr¨ªamos haber escogido otros caminos, pero venimos de un pa¨ªs en el que ha habido mucha violencia y hemos visto que cada levantamiento armado s¨®lo ha empeorado las cosas. Y con este principio, la lucha es larga¡±, comenta Mwndike.
A pesar de las experiencias vividas, tanto los miembros de Filimbi como los de Lucha se muestran esperanzados y consideran que la situaci¨®n no es irreversible, aunque saben que un proceso que pase por la toma de conciencia, es siempre un proceso lento. ¡°Antes incluso del cambio de sistema, hay que confrontar ese sistema a las necesidades de la poblaci¨®n y por eso la poblaci¨®n se tiene que hacer consciente de cu¨¢les son sus necesidades y sus derechos¡±, sentencia Otete. ¡°Cuando la persona que gobierna se encuentra delante de una poblaci¨®n que le dice ¡®lo que has hecho no puedes volver a hacerlo, tienes que hacerlo seg¨²n nuestros intereses¡¯. Entonces comienza el cambio del sistema¡±, esa es la filosof¨ªa de Filimbi que su representante transmite.
Es en este proceso de toma de conciencia en el que las herramientas digitales se convierten en una herramienta poderosa para estos movimientos. ¡°Durante mucho tiempo nos han impedido hablar, pero no han podido cerrar nuestras bocas. Los congoleses tenemos una historia de expresi¨®n¡±, advierte Mwendike. ¡°El acceso a la informaci¨®n es una pieza clave de la democracia. Las TIC permiten un acceso diferente, independiente y m¨¢s amplio a la informaci¨®n¡±, a?ade Otete. Este miembro de Filimbi reconoce que hab¨ªan pensado en estas herramientas ¡°como elementos de difusi¨®n de las ideas del movimiento, pero se han mostrado especialmente cr¨ªticas para denunciar la represi¨®n¡±.
Ten Months On today. #FreeFred #FreeYves #FreeFilimbi #FreeFilimbi2 #Congo #SavetheCongo pic.twitter.com/c24sLbO2im
— Vava Tampa (@VavaTampa) January 15, 2016
As¨ª, para los movimientos sociales en red, la dimensi¨®n ciberactivista sirve para darse a conocer y trabajar la dimensi¨®n de informaci¨®n y concienciaci¨®n, tambi¨¦n para hacer frente a los obst¨¢culos que plantean las autoridades y adem¨¢s para mantener el contacto entre los movimientos. ¡°Filimbi y Lucha est¨¢n en Congo, pero a dos mil kil¨®metros de distancia entre s¨ª (entre Kinshasa y Goma), sin la posibilidad de comunicarnos con estas herramientas no habr¨ªamos podido estrechar las relaciones¡±, se?ala como ejemplo el miembro de Filimbi.
Siguiendo la estela de movimientos como Lucha o Filimbi y las evoluciones de Y¡¯en a Marre o Balai Citoyen, otros colectivos van ganado fuerza en diferentes pa¨ªses africanos, de Chad a Congo Brazzaville, por ejemplo. Como dice Micheline Mwendike, ¡°lo bonito de la Lucha es la capacidad para adaptarse y ser conscientes de que somos vulnerables¡±. Puede que Franck Otete tenga raz¨®n cuando dice que las autoridades congole?as "siguen leyendo la situaci¨®n actual bajo el prisma del pasado y van a sorprenderse". Los movimientos sociales en red conf¨ªan en que el resto de los dirigentes africanos tampoco sean capaces de actualizar sus ¡°gafas¡± y se vean sobrepasados por una sociedad que ha cambiado.
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