Las consecuencias de ¡®Brexit¡¯
Los brit¨¢nicos est¨¢n dominados por la ret¨®rica m¨¢s incendiaria del bando euroesc¨¦ptico
La perspectiva de un divorcio entre el Reino Unido y la Uni¨®n Europea es patente. El pr¨®ximo Consejo Europeo dise?ar¨¢ un acuerdo sobre las condiciones de su permanencia en la UE. Pero nadie apuesta por un resultado favorable del refer¨¦ndum, y a¨²n menos se prev¨¦ c¨®mo afrontar la posible salida del Reino Unido.
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El pasado muestra que, cuando se llama a refer¨¦ndum, los votantes rara vez se centran en lo que realmente est¨¢ en juego. As¨ª sucedi¨® en las consultas sobre la Constituci¨®n Europea en 2005: los holandeses votaron contra el euro (que no era objeto del tratado), mientras que a los franceses les movi¨® el miedo al ¡°fontanero polaco¡±. Todo parece indicar que los votantes brit¨¢nicos est¨¢n, hoy, m¨¢s enfrascados en ideas reduccionistas, prejuicios y emociones, que en consideraciones pragm¨¢ticas, dominados por la ret¨®rica m¨¢s apasionada y m¨¢s incendiaria del bando euroesc¨¦ptico.
Sorprende la inconsciencia del debate brit¨¢nico sobre las turbulencias que el Brexit generar¨ªa. M¨¢s all¨¢ incluso del impacto que tendr¨ªa en Escocia, el acuerdo de Belfast o su ¡°relaci¨®n especial¡± con Estados Unidos, los interrogantes son numerosos. Con su tergiversaci¨®n sobre ciertas pol¨ªticas y acuerdos existentes ¡ªcomo los tratados de libre comercio de la UE con Canad¨¢ y Singapur¡ª, los defensores de la retirada edifican un falaz relato sobre la vida m¨¢s all¨¢ de la Uni¨®n que engatusa a muchos brit¨¢nicos. Insisten en hacerles creer que la City seguir¨¢ siendo el centro financiero europeo por excelencia, que el Reino Unido conservar¨¢ su libre acceso al Mercado ?nico sin las cargas inherentes a la libre circulaci¨®n de trabajadores.
Nada m¨¢s lejos de la realidad. Por s¨®lida que pueda ser la posici¨®n internacional del RU en seguridad y defensa, su capacidad negociadora en materia comercial y de inversiones ¡ªentre otros con la UE, que representa la mitad del comercio brit¨¢nico¡ª se ver¨ªa seriamente mermada. As¨ª ha sucedido con otros pa¨ªses extracomunitarios como Suiza o Noruega. Si los l¨ªderes europeos ya se muestran descontentos con el acceso de Suiza al Mercado Interior, ?c¨®mo pensar que, tras un portazo, la Uni¨®n acepte un acceso sin restricciones del RU?
Otros aluden a lo f¨¢cil que result¨® negociar la retirada de Groenlandia de la Comunidad Econ¨®mica Europea en 1985, ¨²nico precedente de salida de la organizaci¨®n. Pero las circunstancias no podr¨ªan ser m¨¢s diferentes. La reducida CEE de hace 30 a?os es incomparable con la Uni¨®n de hoy, al igual que entre Reino Unido y Groenlandia hay un abismo en envergadura econ¨®mica o peso pol¨ªtico.
?Qui¨¦n se comprometer¨ªa a invertir en Reino Unido en el largo plazo sin saber qu¨¦ t¨¦rminos legales lo regir¨¢n?
Las negociaciones posteriores a una decisi¨®n de retirada se anuncian arduas y amargas, y prolongar¨ªan durante a?os una incertidumbre que tendr¨ªa costes reales tanto para empresas y ciudadanos. ?Qui¨¦n se comprometer¨ªa a invertir en RU en el largo plazo sin saber qu¨¦ t¨¦rminos legales lo regir¨¢n? Para evitar esta deriva, el pr¨®ximo Consejo Europeo deber¨¢ defender la mayor estabilidad que le espera al RU dentro de la UE y recordar la flexibilidad que caracteriza a la UE, como refleja el opt-out de RU en Schengen, el euro y las pol¨ªticas de Justicia y Asuntos de Interior.
En determinados asuntos, como el empuje de la competitividad o la racionalizaci¨®n regulatoria, ser¨¢ relativamente f¨¢cil alcanzar un consenso. Tambi¨¦n deber¨ªa ser posible llegar a un acuerdo para incrementar el papel de los parlamentos nacionales en materia legislativa. En cuanto a la petici¨®n de Cameron de excluir para RU la obligaci¨®n contemplada en los tratados de trabajar por una ¡°uni¨®n cada vez m¨¢s estrecha¡±, ya hay acuerdo sobre una soluci¨®n de interpretaci¨®n y matiz.
El ¨²ltimo ¡°cesto¡± planteado por Cameron ¡ªinmigraci¨®n y beneficios sociales¡ª entra?a mayores dificultades. Sin perjuicio de ello, para allanar el camino hacia un entendimiento es preciso dejar clara la diferencia entre esta discusi¨®n y el debate sobre la crisis actual de los inmigrantes/refugiados. La cuesti¨®n brit¨¢nica se plantea frente a trabajadores europeos.
En 1953, Winston Churchill dijo: ¡°Estamos con Europa, pero no somos Europa. Estamos vinculados, sin estar atados¡±. La forma m¨¢s clara de materializar el esp¨ªritu de esta c¨¦lebre frase es evitar el Brexit, en beneficio de todos. Si la fantas¨ªa y la manipulaci¨®n contin¨²an dominando el debate brit¨¢nico, el Reino Unido ¡ªy Europa¡ª se exponen a encontrarse d¨®nde nunca quisieron ir.
Ana Palacio, exministra de Asuntos Exteriores de Espa?a y exvicepresidenta primera del Banco Mundial, es miembro del Consejo de Estado de Espa?a.
? Project Syndicate, 2016.
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