El ?mito? de la ciudad voladora
Es innegable que la evoluci¨®n en los medios de transporte ha influido en la manera de habitar del hombre.Tanto que el arquitecto Gueorgui Kr¨²tikov -nacido al sur de Mosc¨² el ¨²ltimo a?o del siglo XIX- cre¨ªa adem¨¢s que los medios de transporte modernos eran arquitectura m¨®vil. Esa idea revolucionaba la relaci¨®n entre movilidad y arquitectura: ¡°?Ser¨ªa posible vivir en el transporte? ?Desligar las viviendas y los dem¨¢s edificios de la tierra? ?Liberar el territorio de construcciones?¡±.
El valor de lo ut¨®pico estriba m¨¢s en el empuje y la apertura de miras que supone y genera que en los logros palpables que echar¨ªan a perder el calificativo inalcanzable de ese tipo de propuestas. La idea de destinar el uso del suelo a actividades productivas y buscar otro espacio para la construcci¨®n tiene toda la l¨®gica. Entre las maneras de hacerla viable la posibilidad de levantar una ciudad, o ciudades, hasta hacerlas flotar es, posiblemente, de las m¨¢s inalcanzables y, puede que por eso, de las m¨¢s fascinantes.
Corr¨ªa el a?o 1928 -todav¨ªa no estaba claro si ser¨ªan los aeroplanos o los dirigibles los que se impondr¨ªan en el transporte a¨¦reo futuro- cuando el estudiante fascinado por la aeron¨¢utica Gueorgui Kr¨²tikov present¨® esa propuesta en su proyecto de final de carrera. El objetivo estaba claro, de la manera de hacerlo posible asegur¨® que se encargar¨ªa la ciencia, el desarrollo de la t¨¦cnica. ¡°?No era posible ya permanecer quieto en el espacio en el interior de un dirigible?¡±, espet¨® al tribunal.
Los talleres de Artes y Oficios Vjutem¨¢s eran una especie de Bauhaus rusa donde se formaba a los alumnos casi como ordenadores: se les ense?aba a agotar las combinaciones espaciales de los proyectos. All¨ª present¨® Kr¨²tikov su proyecto ¨CLa ciudad voladora-, que era, naturalmente, una especulaci¨®n. Sin embargo, hab¨ªa nacido para tratar de solucionar un problema real. As¨ª, se apoyada en posibilidades tambi¨¦n reales, como las cabinas de tele-transporte individuales con las que los ciudadanos se mover¨ªan por el espacio urbano.
Hoy, pasado casi un siglo y rescatado del olvido por el especialista en vangardia rusa Selim Om¨¢rovich Jan-Magom¨¦dov, m¨¢s all¨¢ de la posibilidad real de desarrollar y construir el proyecto, la fuerza de la propuesta de Kr¨²tikov radica en su amplitud de miras. Y en su prospectiva para adelantar el futuro de la arquitectura desde la defensa de la movilidad (no de una forma precisa de movilidad) o de la flexibilidad como v¨ªa de crecimiento para las ciudades. No en vano, aunque todav¨ªa no sea viable vivir en el espacio, los dise?os ¨Cy las ideas- desarrollados en estas escuelas han servido de inspiraci¨®n a la vanguardia de finales del siglo XX. Tanto la iraqu¨ª Zaha Hadid como el holand¨¦s Rem Koolhaas, han reconocido su deuda con una ¨¦poca, tras la Revoluci¨®n Rusa, en la que todo parec¨ªa posible y que concluy¨® cuando los cambios pol¨ªticos ¨Cel comunismo posterior a la muerte de Lenin- hicieron que nada resultase probable.
La biograf¨ªa de Gueorqui Kr¨²tikov, el brillante estudiante que inici¨® su carrera proponiendo una ciudad voladora y la concluy¨® defendiendo el patrimonio arquitect¨®nico sovi¨¦tico, resume esa ¨¦poca. Y constituye toda una lecci¨®n de ambici¨®n, ideolog¨ªa e historia. De ah¨ª el valor de la editorial Tenov al encargar a Miquel Cabal Guarro la traducci¨®n al castellano del libro biogr¨¢fico que Selim Om¨¢rovich Jan-Magom¨¦dov escribi¨® en 2008.
Planificaci¨®n m¨®vil, arquitectura din¨¢mica: ¡°La lucha por la arquitectura del futuro es la lucha de hoy¡±. Kr¨²tikov quer¨ªa ¡°compartir el destino de los so?adores del pasado¡±. ?l mismo lo anunci¨® al defender su proyecto. Para ¨¦l ¡°la evoluci¨®n de la construcci¨®n deb¨ªa defender la tendencia humana a separarse de la tierra¡±. El peri¨®dico Postroika (construcci¨®n) calific¨® al joven arquitecto de Julio Verne sovi¨¦tico: ¡°en los Vjutem¨¢s no se forman constructores sino so?adores¡±. ¡°La fantas¨ªa es para las novelas. Y si a un novelista como este se le permite construir el resultado final no va a ser un edificio sino una mala novela de aventuras¡±, opin¨® el periodista. Tambi¨¦n Le Corbusier quiso liberar el suelo y para eso instal¨® sus edificios sobre pilotis, ciertamente levantados, pero capaces de mantener tambi¨¦n los pies en ese suelo. ?Cu¨¢nto sue?o necesita la arquitectura? ?Y cu¨¢nto de ese sue?o corre el riesgo de terminar convertido en pesadilla? La ambici¨®n, los logros y tambi¨¦n el final de Kr¨²tikov son patrimonio hist¨®rico rescatado.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.