Le sirvo, no le sirvo
Rajoy y S¨¢nchez se citan para no decirse nada, otra vez
Por la prensa no se entera un presidente de la corrupci¨®n sino de algo que afecta a¨²n m¨¢s a su intimidad: su propio final. ¡°Un d¨ªa te despiertas y te enteras por los peri¨®dicos de que te tienes que marchar¡±, contaba P¨ªo Cabanillas. ¡°Llamas a la redacci¨®n y tardas cinco minutos en que se te ponga alguien. Eso no es lo peor: lo peor es cuando descubres que ni siquiera se ha puesto el director¡±.
Hace unos d¨ªas el fen¨®meno se produjo en La Moncloa con tanta violencia que no hubo tregua en ning¨²n diario, y por llamar, hasta llam¨® un imitador del presidente de la Generalitat con el que Rajoy estuvo a punto de seguir adelante con tal de que alguien lo sacase de casa. Ocurri¨® despu¨¦s de las citas con Pedro S¨¢nchez y Pablo Iglesias; tras hablar con ellos empez¨® a pensar que lo mejor ser¨ªa no formar gobierno y comenzar una guerra de resistencia.
Su encuentro con el socialista dur¨® 20 minutos porque tuvieron que hacer parip¨¦. Nada m¨¢s desaparecer los fot¨®grafos, un camarero se acerc¨® a servir caf¨¦. En ese momento, sin esperar a que el hombre se marchase, S¨¢nchez dijo: yo lo que tengo que decirte es que no tengo nada que decirte. La escena fue c¨®mica. El camarero y Rajoy se intercambiaron miradas (?le sirvo, no le sirvo?) y el presidente le pidi¨® a S¨¢nchez que hiciesen algo de tiempo, porque salir a los dos minutos no dar¨ªa buena impresi¨®n.
Con Iglesias, dijo, se lo pas¨® mejor. Seg¨²n Rajoy, dice cosas disparatadas, pol¨ªticamente no van juntos a ning¨²n lado, pero al menos es un tipo divertido. Tiene con ¨¦l la qu¨ªmica que est¨¢ muerta con S¨¢nchez desde antes de que el socialista le llamase indecente. Con S¨¢nchez estuvo 20 minutos; con Iglesias, 1 hora y 45.
Ahora Rajoy considera, sin embargo, que en el juego en que se han embarcado todos ¨¦l es mejor. Lo ha citado S¨¢nchez el viernes a una reuni¨®n en la que no se van a decir nada otra vez y que consistir¨¢ en un juego por aparentar que los dos act¨²an como presidentes: uno en funciones y otro que se considera de facto.
Con su partido en bancarrota de credibilidad, despedazado por la corrupci¨®n y embarcado junto a Ciudadanos en intoxicaciones con las que agitar a su electorado (enaltecer el terrorismo desde la ficci¨®n con dos titiriteros encarcelados, el ¨²ltimo delirio), nadie sabe ya si Rajoy espera enterarse de su adi¨®s por el Marca, como los entrenadores del Madrid, o est¨¢ prolongando ese momento en el que nada vale tanto como todo lo que en un instante puede perder.
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