El potaje madrile?o
En la lista de las calles ¡®franquistas¡¯ solo ha habido ignorancia, la que viene del fanatismo
La noche del pasado 20 de diciembre, tras conocerse los resultados electorales, Pablo Iglesias compareci¨® enardecido ante la opini¨®n p¨²blica. La formaci¨®n que lidera hab¨ªa ganado las elecciones generales y, m¨¢s importante a¨²n, la Guerra Civil. Empez¨® a desgranar una letan¨ªa abrumadora, melodram¨¢tica, furiosa, en su l¨ªnea. Se oyen, entre otras, proclam¨®, ¡°las voces de Margarita Nelken, Clara Campoamor y Dolores Ibarruri (¡), las voces de Durruti, de Largo Caballero, de Aza?a, de Pepe D¨ªaz y de Andreu Nin¡±. Un ¡°Pepe¡± que le sali¨® con el mismo arrobo con el que los camaradas espa?oles hablaban de ¡°Pepe Stalin¡±. No llamaba tanto la atenci¨®n que la mayor parte de ¡°las voces¡± que se oyeran esa noche fueran de la Guerra Civil, ni la exaltaci¨®n y el convencimiento de estar escribiendo y reescribiendo de paso la Historia, sino el potaje.
Otros art¨ªculos del autor
Pablo Iglesias deber¨ªa leer, en el tiempo que le dejen libre el Juan de Mairena de Machado y La ¨¦tica de la raz¨®n pura, La revoluci¨®n espa?ola vista por una republicana, de Clara Campoamor. Es un libro extraordinario. Hay edici¨®n reciente. Comprender¨ªa las razones por las cuales Clara Campoamor tuvo que salir por pies de Espa?a apenas estall¨® la guerra (como Chaves Nogales, don Jos¨¦ Castillejo o Juan Ram¨®n Jim¨¦nez): sus vidas corr¨ªan peligro, el de verdad; por ejemplo, Margarita Nelken, una escritora mediocre, no parece que hubiera tenido reparo en ¡°pasear¡± personalmente a Campoamor, o alguno de los partidarios de Pasionaria, Durruti o Largo Caballero, quienes hicieron, por cierto, todo lo posible por acabar con Aza?a y lo que ¨¦l representaba. En cuanto a Andreu Nin¡ Fue a ¡°Pepe¡± D¨ªaz a quien debieron pedirse responsabilidades directas por su asesinato, ejecutado por comunistas espa?oles.
Queda por dilucidar si toda esta confusi¨®n de obras, tiempos, ideas es fruto de la precipitaci¨®n, la ignorancia o el oportunismo, con el fin de ¡°envolver la mercanc¨ªa¡±, como suele decirse, para pasar el g¨¦nero averiado. Por esa raz¨®n tal vez no sea abusivo parafrasear aquel c¨¦lebre ¡°quita tus sucias manos de Clara Campoamor; quita tus sucias manos de Andreu Nin¡±.
El debate sobre los s¨ªmbolos y monumentos del franquismo es antiguo, y no est¨¢ en absoluto resuelto (por ejemplo, los restos de Jos¨¦ Antonio y de Franco deber¨ªan salir del Valle de los Ca¨ªdos, pero ser¨ªa un disparate volarlo con dinamita) ni es el objeto de estas l¨ªneas.
En aquella guerra no fue infrecuente que la v¨ªctima acabara en victimario, y a la inversa
Lo rid¨ªculo de la lista confeccionada por una comisi¨®n de la Memoria Hist¨®rica de la Universidad Complutense, seg¨²n este peri¨®dico a petici¨®n de la alcaldesa (ella lo niega), no es tanto la satanizaci¨®n de tales o cuales escritores y artistas, sino conocer las razones por las que, ¡°sin salirnos de sus prop¨®sitos¡±, como dec¨ªa Hannah Arendt de Hitler y sus pogromos, no han incluido en ella a Ram¨®n G¨®mez de la Serna, Azor¨ªn, Dionisio Ridruejo, P¨ªo Baroja, Jos¨¦ Ortega y Gasset, Julio Camba, Tom¨¢s Borr¨¢s, Jos¨¦ Guti¨¦rrez Solana, Edgar Neville, Emilio Carrere, Ricardo Le¨®n, Antonio D¨ªaz Ca?abate, Jacinto Benavente (o Mara?¨®n, con hospital, o Maeztu, con instituto) y muchos otros con tantos m¨¦ritos como ellos. Seguramente solo haya habido, en uno y otro caso, en el de las inclusiones y en el de las exclusiones, la ignorancia, una ignorancia que al mismo tiempo que se origina en el fanatismo, conduce irremediablemente a ¨¦l.
Es absurdo, y una p¨¦rdida de tiempo, hablar de literatura con quienes han confeccionado esa lista en la que figuran Manuel Machado, Cunqueiro o Pla, ni tratar de convencerles de que merecen no una calle en Madrid, sino en todas las ciudades espa?olas, ni que, como dec¨ªa Nietzsche, el exceso de memoria mata la vida, ni recordarles que en aquella guerra no fue infrecuente que la v¨ªctima acabara en victimario, y a la inversa, ni porfiar enumer¨¢ndoles a quienes escribieron odas a Stalin o secundaron sus pol¨ªticas genocidas, con calles hoy en Espa?a¡ pero quiz¨¢ s¨ª valga la pena este ¨²ltimo apunte. En la lista, incumpliendo a todas luces la Ley de Memoria Hist¨®rica, figura Mu?oz Seca. El mismo 18 de julio de 1936 sali¨® al escenario del teatro Poliorama de Barcelona, donde se representaba su obra La tonta del rizo, y anunci¨® a los espectadores, al grito de ¡°?Viva Espa?a!¡±, la sublevaci¨®n de los militares en ?frica. Lo detuvieron y lo metieron en la c¨¢rcel de San Ant¨®n, de Madrid, de donde sali¨® tres meses despu¨¦s para ser asesinado en Paracuellos, a manos de verdugos que jam¨¢s pagaron por ese crimen. Particip¨® en la Guerra Civil tanto como Rodr¨ªguez Zapatero, Iglesias o yo mismo.
Andr¨¦s Trapiello es escritor.
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