¡°Dios es la persona a la que tengo delante. Eso me hace actuar¡±
La inmensa labor del religioso Enrique Figaredo simboliza 30 a?os de paz y desarrollo en un pa¨ªs, Camboya, que vivi¨® en los a?os ochenta lo que hoy vive Siria
Se cumplen 30 a?os de la llegada del obispo Enrique Figaredo (Gij¨®n, 1959) a Camboya. Corr¨ªa el a?o 1985. Apenas hab¨ªan pasado seis a?os desde el fin del r¨¦gimen dictatorial de los jemeres rojos liderado por Pol Pot, responsable del genocidio que acab¨® con la vida de 1,7 millones de camboyanos entre 1975 y 1979. El pa¨ªs del Sudeste asi¨¢tico estaba inmerso a¨²n en un cicl¨®n de inestabilidad y de violencia. ¡°Fue una ¨¦poca horrible, en la que hab¨ªa que dar respuestas inmediatas: comida, higiene y educaci¨®n para que los peque?os pudieran estudiar y no vivieran la violencia las 24 horas del d¨ªa. Era una situaci¨®n comparable a la que se sufre hoy en Siria¡±, recuerda el jesuita asturiano.
Entonces no se usaba el concepto de ni?o soldado, pero Kike, como prefiere que le llamen tiene las im¨¢genes grabadas a fuego. ¡°Los llam¨¢bamos mutilados de guerra, ni?os peque?os mutilados de guerra¡±, evoca. La labor en sus primeros a?os en el pa¨ªs fue aportar ayuda humanitaria ¡°sin mucha estrategia de desarrollo¡± para que los peque?os tuvieran una vida m¨¢s acogedora, ¡°porque los ni?os son el futuro¡±. En 1993, Figaredo cre¨® una f¨¢brica de sillas de ruedas que devolvi¨® un pedazo de dignidad a los masacrados por las minas antipersona, por lo que se le empez¨® a conocer como ¡°el cura de las sillas de ruedas¡±.
Entregado al servicio al pr¨®jimo, es obispo de la di¨®cesis de Battambang ¡ªprovincia camboyana en la frontera con Tailandia de unos 900.000 habitantes¡ª y presidente de la secci¨®n de C¨¢ritas en el pa¨ªs asi¨¢tico, por lo que conoce de primera mano que la situaci¨®n actual es muy diferente. ¡°Estamos en un pa¨ªs en paz y tenemos muchos proyectos de desarrollo, e incluso proyectos que generan recursos y aspiran a ser autosostenibles¡±. Porque ese es el nuevo mantra del desarrollo desde 2015, a?o de la redefinici¨®n de los Objetivos del Milenio. Para unos, es la ¨²nica soluci¨®n para impulsar el inter¨¦s de m¨¢s empresas privadas por la cooperaci¨®n internacional; para otros, conlleva el peligro de que todo acabe girando ¨²nicamente sobre el rendimiento econ¨®mico.
En Camboya, la labor por el desarrollo choca una y otra vez con las persistentes huellas del conflicto. ¡°Justo antes de venir estuve con una chica llamada Kueich, que acababa de tener un beb¨¦. Es de una familia muy pobre y me pidi¨® ayuda¡±. Figaredo tuvo que inscribir a la joven en una lista para que recibiera leche en polvo de un programa de ayuda y le dio ¡°unos trapitos" para que vistiera al ni?o. Kueich, de 23 a?os, es hija de jemeres rojos. Nunca vivi¨® con su padre, a pesar de tener que cruzarse con ¨¦l continuamente. Este nunca acept¨® su paternidad al considerar que la madre de Kueich se hab¨ªa quedado embarazada de otro hombre: ¡°Posiblemente, v¨ªctima de una violaci¨®n¡±, apunta tristemente Figaredo y a?ade: ¡°A la gente pobre le ocurren todas las tragedias¡±.
¡°Las instituciones oficiales tienen un coraz¨®n muy estrecho¡±
La guerra acab¨® hace m¨¢s de cuatro d¨¦cadas, pero en Camboya quedan cientos de miles de minas sin desactivar, seg¨²n Manos Unidas. Por eso los programas de la ONG en el pa¨ªs se centran en la inserci¨®n laboral de los mutilados de guerra y discapacitados ¡ªen un centro de producci¨®n textil¡ª y en la educaci¨®n de los ni?os m¨¢s desfavorecidos. Cuando toca hablar del papel de los Estados en la cooperaci¨®n internacional, el asturiano se remueve en su silla. ¡°Las instituciones oficiales tienen un coraz¨®n muy estrecho, y m¨¢s hoy en d¨ªa, en ¨¦poca de crisis, cuando tendr¨ªa que crecer la generosidad¡±, reprocha.
El obispo podr¨ªa ser la mezcla perfecta entre rebeld¨ªa y fe. ¡°?Qu¨¦ me mueve? A una persona creyente le responder¨ªa que mi fe cristiana, pero al resto les dir¨ªa que me mueve la gente que est¨¢ sufriendo", reflexiona. ¡°Cuando escucho esa pregunta de ¡®?d¨®nde estaba Dios?¡¯, suelo pensar: ¡®Dios est¨¢ ah¨ª, Dios es la persona a la que tengo delante¡¯. Y eso es lo que me mueve¡±, explica. Cuenta que su manera de evaluar a quienes se presentan voluntarios, a trav¨¦s de la ONG Sauce, es preguntarles cu¨¢ntos amigos tienen: ¡°Porque lo importante es escuchar, que las personas se sientan acogidas y sepan que aunque la salud les falle, tienen un valor como personas¡±.
¡°La situaci¨®n de Camboya en 1985 era comparable a la que se vive hoy en Siria¡±
Antes de despedirse, el asturiano insiste en que pobreza y belleza no est¨¢n re?idas. ¡°En Camboya, la gente puede ser pobre, muy pobre, pero es a la vez elegante y guap¨ªsima¡±.
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