Bendito castigo

La tendencia del ser humano a poner etiquetas a diestro y siniestro es nefasta. Peligros¨ªsima. Por eso, creo que la literatura deber¨ªa luchar, por encima de todo, contra esa man¨ªa recalcitrante que sufrimos la mayor¨ªa de basar nuestro pensamiento en el m¨¢s puro manique¨ªsmo, dej¨¢ndonos caer por la cuesta abajo de los prejuicios. Algo que parece cong¨¦nito o, al menos, un tumor bien arraigado en nuestra idiosincrasia.

Que la opini¨®n p¨²blica, a pesar de que la educaci¨®n b¨¢sica en Espa?a es obligatoria desde hace tiempo, no evolucione en una direcci¨®n m¨¢s juiciosa resulta alarmante. Ese discurso basado en un enfrentamiento casi permanente entre hombres y mujeres. Que muchos a los que leemos en la prensa o escuchamos en la radio o en la televisi¨®n parezcan ver la vida como una pel¨ªcula en blanco y negro, contribuyendo a aumentar las diferencias, creando nuevas jerarqu¨ªas. De buenos y malos. Izquierdas y derechas. Tirios y troyanos¡­ Cuando alguien a mi alrededor se comporta mal, repetidamente, trato de entender sus motivos, sin por ello disculpar sus acciones ni demonizarle, convencida de que tras la maldad a menudo se oculta un trastorno. O alguna carencia.

Hace poco un amigo me habl¨® de lo que se denominan personas t¨®xicas. De las que, dijo, sin duda con raz¨®n, habr¨ªa que huir. El polo opuesto, pens¨¦, ser¨ªan las ben¨¦ficas o beneficiosas, compa?eros ideales para toda una vida. No todos nos apartamos a tiempo de aquellos que no nos convienen en absoluto, porque hasta pueden destruirnos. Y as¨ª tambi¨¦n yo me he visto dividiendo a mis semejantes en dos categor¨ªas. Y me he estremecido. Despu¨¦s he recordado unas palabras de Pedro Casariego C¨®rdoba: Vivir / bendito castigo / si nos lleva / hacia el amor / en almohadas / de sangre y roca¡­ Este es el lenguaje que nos hace falta. El lenguaje de los poetas.