La incuestionable revoluci¨®n tunecina
La revoluci¨®n tunecina no admite cr¨ªtica ni competencia. La falta de objetividad del ciberactivismo y la inflexibilidad de los ciberactivistas ponen en peligro la transici¨®n democr¨¢tica
La revoluci¨®n tunecina que dio pie a las primaveras ¨¢rabes hoy se niega a ceder el espacio para una transici¨®n ya en marcha. Desde el primer Gobierno tras las revueltas, los j¨®venes expresaron su rechazo a una clase pol¨ªtica que no les representa y es incapaz de responder de inmediato a sus peticiones: empleo, libertad y justicia.
El jefe de Estado tunecino, Beji Kaid Sebsi, tiene 88 a?os. El jefe de Gobierno actual, Habib Essid, tiene 66 a?os. S¨®lo ocho mujeres del total de 42 ocupan cargos en su Gobierno, de las cuales solo tres son ministras. Adem¨¢s de realizar nombramientos de otros partidos de izquierdas, el Gobierno selecciona tambi¨¦n algunos del partido islamista. Pol¨ªticamente, T¨²nez no refleja la esperanza de sus votantes. El Gobierno es muy criticado a pesar del poco tiempo que lleva en el poder y, entre tanto, los debates pol¨ªticos se suceden tanto en los medios de comunicaci¨®n tradicionales como en las redes sociales, que siguen atrayendo a usuarios y ciberactivistas.
Cuando el acceso a Internet era limitado y controlado, un grupo de j¨®venes decidi¨® luchar de forma c¨ªvica y creativa contra la censura. Es entonces cuando nace el ciberactivismo tunecino. Conectado a internet, cada joven busca su libertad digital pero se choca con un mensaje: "error 404". El ciberactivismo ofreci¨® una alternativa: el acceso v¨ªa proxy, una tecnolog¨ªa que permite abrir los enlaces censurados. El ciberespacio tunecino se desarroll¨®, se hizo solidario y empez¨® a tener seguidores y simpatizantes. Empez¨® la lucha por su independencia del ciberespacio, desarroll¨® su propio c¨®digo y lenguaje metaf¨®rico, colores y caricaturas simb¨®licos, grupos de blogueros, iniciativas por acciones en las calles como acto reivindicativo. Se aprovechaban todas las posibilidades que ofrec¨ªan las nuevas tecnolog¨ªas de comunicaci¨®n. Un lenguaje diferente, moderno y atrevido fortaleci¨® las redes y grupos tunecinos.
Ammar404 (error 404) era el principal enemigo de la libertad digital en T¨²nez. Las met¨¢foras y expresiones nuevas atacaban a la censura de Internet que bloqueaba el acceso a blogs que abordaban los temas prohibidos: sexo, religi¨®n y pol¨ªtica. Antes de la ca¨ªda de la dictadura, los tunecinos no hablaban abiertamente de estos temas en las redes sociales, pero los activistas y blogueros s¨ª. En este contexto podemos citar alg¨²n ejemplo de entre muchos, como el del blog feminista Amcha fi bled Al Imyan (en dialecto tunecino significa Tuerta en el pa¨ªs de los ciegos), cuya autora es una bloguera e hispanista tunecina que resid¨ªa en Canad¨¢. Su ciberactivismo ten¨ªa un fin preciso y atrevido: hablar de la sexualidad como parte de la rutina, un tab¨² que nadie antes pudo superar. Amcha eligi¨® expresarse en el dialecto tunecino sin caer en una vulgaridad ni buscar met¨¢foras. Hablaba del sexo y de las relaciones de pareja criticando a la sociedad que frustraba sus propios deseos. Este blog se bloque¨® y no se pod¨ªa abrir desde T¨²nez pese a que arrastraba un gran n¨²mero de seguidores y cada publicaci¨®n generaba debates.
Hasta finales de 2010, gran parte del ciberactivismo centraba sus esfuerzos en luchar contra la censura. Otros combat¨ªan desde sus pueblos las injusticias y la humillaci¨®n. Cuando las noticias de las protestas llegaron a las redes sociales con imagen y sonido, el ciberactivismo y la lucha por la dignidad se unieron y se forj¨® un pacto impl¨ªcito de apoyo unilateral: el ciberactivismo al servicio exclusivo de los indignados.
Observando desde lejos esta coordinaci¨®n entre espacio p¨²blico y redes sociales, se distinguen tres fases que se repiten y casi siempre llevan a una situaci¨®n de bloqueo cuya ¨²nica salida es un cambio en el Gobierno. El mejor ejemplo para ilustrarlo es el de las revueltas de diciembre de 2010. Ante el silencio e indiferencia de la prensa formal, y en plena lucha por la libertad de expresi¨®n y contra la censura de internet, los ciberactivistas jugaron un papel clave en la cobertura de los eventos en el origen de la revoluci¨®n. En el ciberespacio y en las redes sociales se difundieron las noticias de la inmolaci¨®n del joven diplomado, de las protestas callejeras y de la brutalidad de la represi¨®n policial. En aquel momento nadie se hab¨ªa fijado en el grado de subjetividad de la transmisi¨®n de la informaci¨®n, caracter¨ªstica del ciberactivismo, los activistas y sus seguidores.
Llegado el momento de madurez, el descontento llev¨® a la gente a salir masivamente a las calles pidiendo la ca¨ªda del Gobierno, pero nadie pens¨® en las consecuencias y nadie imagin¨® ni la huida del presidente ni el caos que se desencadenar¨ªa: vandalismo, saqueo, delincuencia, terrorismo e inseguridad.
En 2013, una sentada en la plaza Bardo provoc¨® una crisis en el Gobierno de la coalici¨®n tripartita, y el cuarteto logr¨® evitar lo peor mediante el di¨¢logo. Esto permiti¨® la llegada al poder de un Gobierno de tecn¨®cratas y se organizaron las primeras elecciones democr¨¢ticas en la historia del pa¨ªs. En ambos casos, las redes sociales jugaron un papel clave para que tanta gente saliera a la calle, pero no ofrecieron ninguna soluci¨®n.
La libertad de expresi¨®n es el ¨²nico logro de la revoluci¨®n
Y ahora, en 2016, con un Gobierno elegido en las urnas, las cosas han cambiado. Por mucho que consideremos que su rendimiento es decepcionante, s¨®lo podremos cambiarlo en las pr¨®ximas elecciones si entendemos bien el pacto de la democracia. Pero para los ciberativistas parece que las cosas no han cambiado. Si hay un grupo descontento y oprimido hay que salir a la calle y paralizar una econom¨ªa que ya est¨¢ mal. Opinar en contra se interpreta como una traici¨®n a la revoluci¨®n y sus principios.
Los ciberactivistas han fracasado esta vez, pues no han podido cumplir con su compromiso con los desfavorecidos de cuya ciudad sali¨® la primera llama de la revoluci¨®n. Las redes sociales se han dividido en muchos grupos; quiz¨¢s en la p¨¢gina de Facebook de la activista Lina Ben Mhenni se puede ver una muestra de estas divisiones. Difamaci¨®n, decepci¨®n, acusaciones... Tales son las respuesta que recibe cualquier oponente a una nueva revoluci¨®n por miedo al caos en estos tiempos revueltos.
Los ciberactivistas no lograron el apoyo suficiente de los usuarios para reavivar las protestas de los diplomados desempleados de las ciudades empobrecidas. Los que se opusieron a una segunda revoluci¨®n lo hicieron porque, seg¨²n ellos, las huelgas y manifestaciones crear¨ªan una situaci¨®n de caos que permitir¨ªa a los yihadistas aprovechar la situaci¨®n para introducir m¨¢s armas en preparaci¨®n de un posible ataque, ya que nadie est¨¢ a salvo de esta amenaza. Otro atentado acabar¨ªa con la democracia y cualquier intento de recuperaci¨®n econ¨®mica. Mientras, los activistas siguen apoyando incondicionalmente las protestas de los desfavorecidos con reportajes de intentos de suicidio colectivo o de acampadas en zonas lim¨ªtrofes de la capital. Unos reportajes acompa?ados de descripciones subjetivas y acusaciones hacia quienes no los han apoyado.
Los activistas que defienden la revoluci¨®n apoyan a estos j¨®venes, solo a ellos. En las redes sociales se chocan todos los d¨ªas con opiniones diferentes, pero lo cierto es que esta vez una minor¨ªa est¨¢ a favor de protestar y manifestarse. Los dem¨¢s tienen opiniones diferentes y otros forman una mayor¨ªa silenciosa. El rechazo se debe a varias razones: la fr¨¢gil transici¨®n democr¨¢tica, la amenaza islamista y la dificultad de crear trabajo en este contexto de inestabilidad. Los ciberactivistas opinan que se deben a la indiferencia, la falta de solidaridad de la mayor¨ªa y a la traici¨®n de los pseudo-revolucionarios, aquellos que hace cinco a?os apoyamos y defendimos la revoluci¨®n de la dignidad, el trabajo y la justicia social.
La nueva dictadura en T¨²nez se llama revoluci¨®n y sus protectores, ciberactivistas, una idea que confirma una joven escritora y activista tunecina llamada Samar Samir Mezghani. Ella expone en una de sus intervenciones que hoy en T¨²nez hemos recuperado parte de nuestra libertad. La libertad de expresi¨®n es el ¨²nico logro de la revoluci¨®n. Y eso nadie lo puede poner en duda, pero hasta cierto l¨ªmite. Hoy en T¨²nez podemos hablar casi de todo y opinar libremente, puede que haya contestaciones pero nadie impedir¨¢ que nos expresemos abiertamente. Podemos opinar sobre la situaci¨®n pol¨ªtica, sobre los derechos del colectivo LGBT, sobre la religi¨®n y derechos de la mujer¡ Sobre cualquier tema sin ning¨²n miedo, se ha roto la barrera del miedo. Pero ojo, no est¨¢ permitido criticar la revoluci¨®n, poner en duda la sangre derramada ni la legitimidad de sus objetivos. La revoluci¨®n tiene sus cancerberos: los ciberactivistas.
La revoluci¨®n tiene sus cancerberos: los ciberactivistas
Ocupar las calles, paralizar la vida econ¨®mica y llamar a la ca¨ªda del Gobierno forman parte de la revoluci¨®n. Oponerse hoy al caos que puede generar esto es considerado una traici¨®n a la revoluci¨®n y los ciberactivistas no lo toleran. No admiten que haya otra v¨ªa de expresi¨®n, quiz¨¢s porque la democracia es una nueva experiencia que necesita m¨¢s tiempo y pr¨¢ctica, algo parecido a la experiencia de la transici¨®n espa?ola.
En T¨²nez, la transici¨®n convive con la revoluci¨®n y la amenaza terrorista en busca de un equilibrio para llegar a estabilizarse. Mientras el mundo demuestra su apoyo y admiraci¨®n a la fr¨¢gil transici¨®n tunecina, los usuarios de las redes sociales llaman a un nuevo levantamiento. De las provincias m¨¢s desfavorecidas nos llegan noticias de inestabilidad y consternaci¨®n, intentos de suicidio colectivo, acampadas en los locales de la delegaci¨®n del Gobierno regional. Los ciberactivistas siguen denunciando la censura y amenazando con una nueva revoluci¨®n. Los homosexuales denuncian las intimidaciones y los obst¨¢culos a los que hace frente su asociaci¨®n Shams-We Exist, la feminista Amina, de Femen, ha vuelto a T¨²nez y habla de lanzar una nueva revista para las mujeres, la joven activista Afra ha sido detenida, a pesar de ser menor de edad, por defender un patrimonio cultural... Y Lina Ben Mhenni, la bloguera m¨¢s famosa de la revoluci¨®n, cubre las protestas en el interior del pa¨ªs y se indigna ante el escaso apoyo. As¨ª es el panorama actual.
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