La hora de decir basta
Cuando se pertenece a un club como la UE hay que estar a las duras y las maduras. No se puede ceder siempre y mucho menos cuando se trata de los fundamentos de la Uni¨®n
El Consejo Europeo estudiar¨¢ en su reuni¨®n de hoy y ma?ana un conjunto de decisiones preparadas por su Presidente, Donald Tusk, con la ayuda de la Comisi¨®n, para buscar un nuevo acuerdo con Reino Unido, antes de que el premier, David Cameron, someta a refer¨¦ndum la permanencia de su pa¨ªs a la Uni¨®n Europea, tal como se comprometi¨® a hacer durante la campa?a electoral de 2015. El Presidente del Gobierno espa?ol en funciones participar¨¢ en esa reuni¨®n, y su posici¨®n a favor o en contra de las propuestas afectar¨¢ al pr¨®ximo Gobierno y a toda la naci¨®n, por lo que ser¨ªa altamente deseable llegar a un consenso lo m¨¢s amplio posible entre las fuerzas pol¨ªticas presentes en las Cortes.
Los borradores que ha presentado Tusk, pendientes de desarrollar en algunos aspectos, se refieren a las cuatro ¨¢reas en las que Cameron ped¨ªa reformas sustanciales. La menos conflictiva es la relativa a la competitividad, en la que se prev¨¦n medidas para simplificar la prolija legislaci¨®n comunitaria y facilitar as¨ª la actividad econ¨®mica, algo que ya se ven¨ªa haciendo y en lo que est¨¢n m¨¢s o menos de acuerdo todos los Estados miembros (EM). Los problemas empiezan cuando se trata de la gobernanza econ¨®mica de la zona euro. Londres quiere tener capacidad de influir en las decisiones que se tomen en la zona euro y que puedan afectarle, y desde luego no est¨¢ dispuesto a que esas decisiones le cuesten una sola libra. Aunque el borrador no le reconoce ning¨²n derecho de veto, acepta ciertas restricciones a la libertad de decisi¨®n de la eurozona, atendiendo al ¡°respeto mutuo¡±, incluida la exenci¨®n de cualquier carga econ¨®mica a los EM que no participen.
Mucho m¨¢s grave es lo que el borrador prev¨¦ en el ¨¢rea titulada Soberan¨ªa. Comienza asestando un terrible golpe a la esencia de la Uni¨®n, contenida en el Art. 1 del Tratado de la UE (TUE), que proclama ¡°un proceso creador de una uni¨®n cada vez m¨¢s estrecha entre los pueblos de Europa¡±. El borrador de Tusk afirma, con absoluta desfachatez, que esta formulaci¨®n no equivale a un objetivo de integraci¨®n pol¨ªtica y que no significa que la Uni¨®n vaya a tener m¨¢s competencias en el futuro, ni siquiera que no puedan reducirse las competencias que ahora tiene. Adem¨¢s establece un mecanismo por el cual los parlamentos nacionales que representen un 55% de los votos de los EM, podr¨ªan paralizar una iniciativa legislativa comunitaria en ¨¢reas de su competencia, apelando al principio de subsidiariedad, que seg¨²n el Art 5.3 del TUE solo deber¨ªa aplicarse en los ¨¢mbitos que no sean de su competencia exclusiva. Esto supone una clara regresi¨®n en el proceso de construcci¨®n europea que no est¨¢ en absoluto justificada ni razonada.
Finalmente, en la cuesti¨®n m¨¢s pol¨¦mica de todas, la relativa a las restricciones a las ayudas sociales a los ciudadanos de otros EM residentes en Reino Unido, la propuesta del borrador atenta gravemente contra el principio de libertad del movimiento de personas dentro de la Uni¨®n sin que sufran ninguna discriminaci¨®n por su nacionalidad, al establecer que este derecho puede estar sujeto a limitaciones o ser restringido por razones de inter¨¦s p¨²blico. En concreto, el Consejo permitir¨¢ a un EM restringir la entrada de ciudadanos comunitarios en situaciones de emergencia cuando la llegada de trabajadores de otros EM tenga una magnitud excepcional durante un largo periodo de tiempo. Pero aun hay m¨¢s. En otra decisi¨®n que se tomar¨¢ simult¨¢neamente, se acuerda que Reino Unido cumple ahora mismo este requisito y ¨C por tanto ¨C puede poner en marcha el mecanismo de restricci¨®n de derechos, sin m¨¢s exigencias. Y esto con una tasa de desempleo del 5%! Una verdadera tomadura de pelo, que no hace sino disfrazar burdamente lo que Londres exige, socavando una de las cuatro libertades en las que se fundamenta la Uni¨®n.
Las restricciones se producen en un asunto que afecta directamente a los derechos sociales de los ciudadanos europeos, y particularmente de los m¨¢s desfavorecidos, dando la raz¨®n a los que pensamos que estamos construyendo una Europa de y para los capitales, y no de y para la gente. Como siempre, Londres intenta elegir lo que le gusta del men¨² comunitario y rechazar lo que no le conviene, aunque lo haya firmado previamente, como si a los dem¨¢s les interesara todo lo que tienen que hacer por pertenecer a la Uni¨®n. Cabe imaginarse lo que suceder¨ªa si cada uno o algunos de los otros 27 plantearan sus propias exigencias. ?Aceptar¨ªa Cameron restricciones a la libertad de movimiento de capitales? Porque esa libertad ha producido muchos perjuicios durante la crisis a algunos Estados miembros perif¨¦ricos.
El Consejo Europeo se va a ver empujado a aprobar un paquete de decisiones que suponen una marcha atr¨¢s en el proceso de construcci¨®n europea y que atentan contra los principios en los que se basa la propia Uni¨®n, recogidos en los tratados, porque un solo Estado Miembro lo desea. La pregunta que cabe hacerse es ?a cambio de qu¨¦? ?Cu¨¢l es el retorno que ofrece Reino Unido por las concesiones que hacen los dem¨¢s? Ninguno. Solo permanecer en la Uni¨®n. Y bien, ?para qu¨¦ queremos que permanezca un Estado que no acepta la libre circulaci¨®n de personas, ni la moneda ¨²nica, ni Shengen, ni el acervo comunitario de libertad, seguridad y justicia, ni la Carta de los Derechos Fundamentales, ni - lo que es m¨¢s importante ¨C la evoluci¨®n hacia una uni¨®n pol¨ªtica, imprescindible e inevitable si se completa la uni¨®n econ¨®mica, y que har¨¢ todo lo posible ¨C como ha hecho hasta ahora - por evitar que los dem¨¢s la alcancen?
Si Reino Unido saliera, la UE perder¨ªa un Estado importante, el segundo en poblaci¨®n y PIB (pr¨¢cticamente empatado con Francia) y el primero en capacidades de defensa. Es bueno que est¨¦. Pero no a cualquier precio, ni marcando continuamente sus propias condiciones cada vez m¨¢s lesivas para los dem¨¢s. Reino Unido, por su parte, perder¨ªa mucho m¨¢s si se quedara fuera: ser¨ªa negativo para su negocio financiero, para su industria y su comercio, su recuperaci¨®n econ¨®mica se paralizar¨ªa, perder¨ªa influencia internacional, su relaci¨®n privilegiada con Estados Unidos se resentir¨ªa, y podr¨ªa perder incluso a Escocia. No se ir¨¢n. No lo quieren los empresarios, ni la City, ni Washington, ni la mayor¨ªa de los brit¨¢nicos a tenor de las encuestas. Siempre han hecho el mismo juego, desde que est¨¢n en la Uni¨®n: tensar la cuerda hasta el m¨¢ximo¡sin que se rompa, para obtener siempre lo que quer¨ªan. Pero cuando se pertenece a un club hay que estar a las duras y las maduras. No podemos estar cediendo siempre a lo que no es otra cosa que un chantaje, y mucho menos cuando se trata de los fundamentos de la Uni¨®n. Tal vez ha llegado el momento de decir basta, e incluso de se?alarles que la puerta est¨¢ abierta ?Qu¨¦ creen que pasar¨ªa entonces?
Jos¨¦ Enrique de Ayala es miembro del Consejo de Asuntos Europeos de la Fundaci¨®n Alternativas
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