De la mano al mundo digital

Awa Traor¨¦, de 11 a?os, es marfile?a y estudia quinto curso. Junto a sus compa?eros, intenta montar y programar un robot bajo la atenta supervisi¨®n de Diabat¨¦, su profesor. Este les explica con lenguaje pedag¨®gico los distintos pasos que requiere el montaje de la m¨¢quina. Despu¨¦s de la clase magistral pasan a los ejercicios pr¨¢cticos. Todo transcurre en un ambiente distendido y l¨²dico. Diabat¨¦, el instructor, hace preguntas a los ni?os, que al un¨ªsono pugnan por responder: ¡°?Yo, profesor, yo!¡±. El entusiasmo demuestra que han asimilado bien la clase del d¨ªa.

Awa, dirigida por su maestro, coge el destornillador. Con mano firme, la ni?a monta la primera pieza del robot en un momento. Toda la clase aplaude. Y, sucesivamente, cada participante en la sesi¨®n de iniciaci¨®n a la rob¨®tica monta una parte del aut¨®mata. Es lo habitual en BabyLab, y se ha convertido en una tradici¨®n todos los mi¨¦rcoles por la tarde y los s¨¢bados.

BabyLab es un centro digital creado en julio de 2014 por siete amigos inform¨¢ticos. Se llama as¨ª por Baby ¡ªel apodo de Abiy¨¢n, la principal ciudad de Costa de Marfil, donde tiene su sede¡ª y Lab, diminutivo de laboratorio. Uno de sus cofundadores, Obin Guiako, explica que el objetivo del espacio es promover el acceso a las nuevas tecnolog¨ªas en los barrios desfavorecidos del pa¨ªs. ¡°En el sistema educativo marfile?o no se tiene en cuenta la Inform¨¢tico. Los cursos son mucho m¨¢s te¨®ricos que pr¨¢cticos. As¨ª que nosotros queremos ayudar a que los ni?os se interesen m¨¢s por lo digital¡±, indica.

Una iniciativa que Awa Traor¨¦ est¨¢ dispuesta a aprovechar al m¨¢ximo, como si fuera un regalo ca¨ªdo del cielo. No tiene ordenador en casa, ni derecho a usarlo en el colegio. Lo m¨¢s cercano a la inform¨¢tica en su programa educativo consiste en hablar de ratones y teclados en unos apuntes. "En el BabyLab he aprendido procesamiento de textos y c¨®digo inform¨¢tico. Adem¨¢s, ahora s¨¦ c¨®mo montar un robot", se?ala contenta. Lo mismo opina su compa?ero Daniel Sadia Traor¨¦. Tambi¨¦n tiene 11 a?os, cursa quinto, y sue?a con convertirse alg¨²n d¨ªa en un cient¨ªfico eminente. Daniel nunca se salta una clase de BabyLab. ¡°Quiero ser mejor que mis compa?eros de clase, por eso vengo aqu¨ª. Aqu¨ª tengo la oportunidad tocar y manipular el ordenador¡±, suelta orgulloso.

El BabyLab ha sido el primer fab lab (del ingl¨¦s fabrication laboratory o laboratorio de fabricaci¨®n) en Costa de Marfil en pertenecer a la red de la Fundaci¨®n Fab del MIT (Massachusetts Institute of Technology). Hoy d¨ªa tiene tres proyectos emblem¨¢ticos: el Kids Lab, que es un programa de iniciaci¨®n al c¨®digo inform¨¢tico, la electr¨®nica y la rob¨®tica; Han Ko? Tsan, un proyecto que busca reciclar residuos pl¨¢sticos para imprimir objetos en 3D y, por ¨²ltimo, el Carto CO₂, otro plan ecol¨®gico que pretende identificar y cartografiar los distintos lugares con contaminaci¨®n por di¨®xido de carbono. Obin Guiako y sus socios pretenden convertir cada problema de los africanos en una idea de negocio. Y la elecci¨®n del barrio de Abobo no es casual.

Guiako siempre ha vivido en ese distrito de un mill¨®n de habitantes, abandonado en cuesti¨®n de infraestructuras y desarrollo. Ahora ha creado un laboratorio en el sal¨®n, la terraza y el garaje del patio de su familia, con el que espera acercar lo digital a los habitantes de Abobo en general y a los estudiantes en particular, para que estos ¨²ltimos no pierdan el tren de la tecnolog¨ªa digital.

¡°Ojal¨¢ en un futuro pr¨®ximo Babylab sea el despacho de estudio y programaci¨®n del pr¨®ximo Einstein¡±, suspira. Para lograr sus fines, Guiako ha solicitado a las autoridades locales una ayuda que ¨¦l y sus compa?eros esperan desde hace mucho tiempo, para poder ayudar al mayor n¨²mero posible de ni?os en Abobo y en Costa de Marfil.