Cervantes, Santiago y abre Espa?a
La desidia del gobierno con el aniversario de la muerte de Cervantes contrasta con el programa de Reino Unido para Shakespeare
Es muy probable que Cervantes no asista a los actos del IV centenario de su muerte.
En primer lugar, porque el funeral est¨¢ muy mal organizado. Y adem¨¢s, porque Cervantes est¨¢ muy vivo. M¨¢s contempor¨¢neo que nunca. ¡°Este que veis aqu¨ª, de rostro aguile?o, de cabello casta?o, frente lisa y desembarazada, de alegres ojos y nariz corva, aunque bien proporcionada¡±, dice en su autorretrato. Alegres ojos. Una mirada que traspasa los siglos. Un cl¨¢sico de transfusi¨®n incesante, que reactiva el presente con iron¨ªa, libertad y maravilla. La que est¨¢ difunta es la oficialidad cultural, con un Gobierno ahora en funciones, pero que ha estado pasmado para la cultura cuatro a?os como cuatro siglos. Cuando no pasmado, falt¨®n. Es un lugar com¨²n en debates y tertulias el descartar la teor¨ªa de las conspiraciones. Conspiranoico es una descalificaci¨®n que te deja fuera de juego, como a un disidente chiflado. As¨ª que yo tampoco creo en las conspiraciones, pero haberlas haylas. Y contra la cultura en Espa?a ha habido algo muy parecido a una conspiraci¨®n. No, no creo que se haya reunido un comit¨¦ bajo el ep¨ªgrafe ?C¨®mo acabar de una vez por todas con la cultura? Eso ser¨ªa demasiado divertido. Hay que tener cierta cultura incluso para acabar con la cultura.
La de ¡°pol¨ªtica cultural¡± no es una expresi¨®n feliz, pero m¨¢s infeliz es una pol¨ªtica cultural consistente en embestir contra la cultura. Y esa es la manera campante, incluso en el hablar. El acometer.
Con ese don de reactivar el presente desde el pasado, lo expresa Cervantes por boca de Sancho Panza en la segunda parte del Quijote: ¡°Tiempos hay de acometer, y tiempos de retirar, y no ha de ser todo ?Santiago y cierra Espa?a!¡±.
Contra la cultura en Espa?a ha habido algo muy parecido a una conspiraci¨®n. Y la oficialidad cultural est¨¢ difunta
Eso que dice Sancho a Sans¨®n Carrasco, eso s¨ª que es un tuit que atraviesa la historia, un mensaje portador de sentido, un regalo de iron¨ªa y sutileza contra la gran costra de intolerancia y groser¨ªa.
En la Espa?a de hoy, el acometer se ha convertido en una adicci¨®n. El l¨ªder que niega el saludo al interlocutor. El cargo que disculpa la corrupci¨®n del propio partido con la corrupci¨®n de los otros, a ver qui¨¦n acarrea m¨¢s sacos de mierda. La declaraci¨®n que demoniza al otro, el uso del lenguaje como arma destructiva. Resulta muy alarmante, por ejemplo, que una parte importante de ciudadanos que reclaman de forma pac¨ªfica una consulta, lo que llaman el ¡°derecho a decidir¡±, sean tratados como una especie de subciudadanos con los que es pecado constitucional dialogar. L¨¢stima que no motivaran m¨¢s reflexiones, en lugar de acometidas, las palabras de Julio Rodr¨ªguez, militar y cervantino, exjefe de Estado Mayor de la Defensa, cuando habl¨® de una ¡°propuesta para enamorar a Catalu?a¡±. No, no todo va a ser acometer. No todo va a ser ?Santiago y cierra Espa?a!
La imprevisi¨®n y la desidia gubernamental en el caso del IV centenario de la muerte de Cervantes, que contrasta con el programa conmemorativo de Reino Unido sobre Shakespeare, es una consecuencia de esa pol¨ªtica de la acometida permanente. Cuando toda la estrategia se centra en la acometida, se atrofia la capacidad para convocar y unir, para crear confianzas b¨¢sicas. Para el IV centenario hay un interlocutor imprescindible, la Real Academia Espa?ola, que hoy preside un hombre sabio y cervantino, Dar¨ªo Villanueva. Se ha perdido mucho tiempo, hay mucha gente indignada. Ni siquiera el ilustre florete de Luis Mar¨ªa Anson, que cimbrea indignado en su tribuna de El Cultural, ha conseguido despeinar a Crist¨®bal Montoro, ducho especialista en acometidas culturales.
Si algo puede unir pluralidades y crear una confianza b¨¢sica en Espa?a es Cervantes. Eso no significa que la cultura espa?ola, y la literatura en particular, sea de tradici¨®n muy cervantina. La obra de Cervantes, tan audaz, tan valiente, pertenece a la tradici¨®n de la antitradici¨®n. Su gran revoluci¨®n, la iron¨ªa, enlaza con la cultura popular carnavalesca, la estirpe del humor que conoce el dolor y hace pensar. Por eso este Gobierno, ya zombi, y los que vengan deber¨ªan ser, para empezar, m¨¢s cervantinos. Es decir, entender que la cultura es el l¨ªquido amni¨®tico de la libertad. Y que la libertad est¨¢ para ejercerla. La cr¨ªtica y el inconformismo son parte de la identidad de la gente de la cultura. Le dice Sancho al barbero: ¡°Yo no estoy pre?ado de nadie ni soy hombre que me dejar¨ªa empre?ar del rey que fuese¡±. Ante la libertad, no decora al Poder el capricho de ser vengativo.
Pero cuando se est¨¢ en permanente acometida no se escucha al otro. No se escucha ni a Cervantes.
elpaissemanal@elpais.es
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