Tras el lucro del despilfarro
El actual sistema de compra y venta de alimentos pone en riesgo los derechos de las personas m¨¢s vulnerables y al planeta, seg¨²n los expertos, que abogan por el consumo local
¡°El primer d¨ªa que fui a recoger un encargo para donar, el distribuidor me dio mil kilos de patatas y alucin¨¦. ?Mil kilos! Que se dice r¨¢pido, pero no cab¨ªan ni en la furgoneta¡±, espeta Barri a¨²n con cara de asombro, mientras conduce su furg¨®n con otros casi 700 kilogramos de tomates dispuestos en la parte de atr¨¢s.
Hace dos a?os ?scar Ag¨²ndez, de 43, y de Barcelona (lo de Barri viene de ni?o por su admiraci¨®n por el grupo musical Barricada), se uni¨® a lucha contra el despilfarro de alimentos. Rockero de coraz¨®n y ex carpintero de profesi¨®n, entr¨® en una fuerte depresi¨®n al quedarse en el paro durante tres a?os. Esta fase amain¨® cuando se incorpor¨® en la empresa social Espigoladors, que opera en Catalu?a para combatir el desaprovechamiento de frutas y verduras que se descartan, ya sea por un descenso en las ventas o por cuestiones est¨¦ticas. Una propuesta local a un problema global organizada alrededor de la recogida de excedentes directamente en campos y empresas, la donaci¨®n a entidades sociales y la transformaci¨®n de productos frescos en mermeladas que posteriormente se comercializ¨¢n. Pero la sorpresa de Barri no fue nada m¨¢s que un acercamiento sin intermediarios a la realidad.
En Espan?a se desperdician anualmente ocho millones de toneladas de alimentos; en Europa, un 60% del despilfarro que se realiza en los hogares ser¨ªa evitable, seg¨²n la Comisi¨®n Europea. Resulta muy c¨®modo ir a comprar a los grandes supermercados porque encontramos productos de temporada durante todo el a?o, a buenos precios y cerca de casa. Pero, con ello, ¡°promovemos un modelo menos sostenible y saludable que concentra, desperdicia y promueve el consumo de productos cada vez m¨¢s industrializados que escapan nuestra capacidad de decisi¨®n¡±, explica Marco Gordillo, coordinador de campa?as de Manos Unidas. Esta organizaci¨®n identifica el despilfarro alimentario como una de las grandes problem¨¢ticas para combatir el hambre en el mundo. As¨ª lo subraya en su campa?a?Trienio de lucha contra el hambre que han lanzado este 2016. Tener acceso a productos econ¨®micos nos hace sentir beneficiarios pero, como apunta Gordillo, ¡°es importante tomar conciencia de que con este sistema de producci¨®n y distribuci¨®n de alimentos tambi¨¦n somos v¨ªctimas y c¨®mplices. Hemos sido capaces de aumentar la producci¨®n pero no de distribuir los alimentos equitativamente alrededor del mundo¡±.
Si rescatamos la expresi¨®n think globally, act locally (iiensa globalmente, act¨²a localmente) que se us¨® inicialmente para hablar de retos medioambientales, vemos que la traducci¨®n del panorama nacional a cifras mundiales existe y es muy grave: 1.300 millones de toneladas de alimentos acaban en la basura anualmente, representando aproximadamente un tercio de su producci¨®n total, al mismo tiempo que 800 millones de personas sufren desnutrici¨®n cr¨®nica en el mundo, seg¨²n la FAO. Considerando estas cifras, Juan Carlos Garc¨ªa y Cebolla, jefe del equipo de derecho a la alimentaci¨®n de este organismo de la ONU, advierte que hay un "d¨¦ficit notable" en la atenci¨®n y prioridad que se requiere para el cumplimiento de las obligaciones de los estados en materia de pol¨ªticas, programas para abordar el impacto de las p¨¦rdidas y el desperdicio de alimentos sobre el derecho a la alimentaci¨®n adecuada de las generaciones presentes y futuras.
Pero la explotaci¨®n insostenible de los recursos no es solamente una amenaza de futuro, sino que ya se manifiesta en la actualidad, por ejemplo, sobre comunidades de pescadores cuyos medios de vida se han visto alterados por la sobre pesca de las grandes flotas, una parte de cuyas capturas termina desech¨¢ndose. ¡°El desperdicio de alimentos es parte de un sistema alimentario que no tiene en cuenta las necesidades de la poblaci¨®n m¨¢s vulnerable, de un sistema que a escala global y local asigna el uso de los recursos de un modo desigual, promoviendo el acaparamiento de tierras y otros procesos que no son tan visibles a escala micro pero que no pueden dejar de considerarse conectados cuando se ve el conjunto¡±, denuncia el experto en Derecho a la Alimentaci¨®n de FAO.
Porque tirar es f¨¢cil con los ojos cerrados. O al menos si tenemos la sensaci¨®n de que las consecuencias no nos afectan directamente: ¡°El problema actual en la producci¨®n y el consumo de alimentos es el control creciente del sistema alimentario por parte de empresas multinacionales que sobrevive a costa de expropiar las tierras a muchas personas de pa¨ªses subdesarrollados¡±, plantea Jose Emmanuel Yap, director de proyectos de seguridad alimentaria de CIDSE, la coalici¨®n de ONG Cat¨®licas de Desarrollo de la que la ONG espa?ola Manos Unidas forma parte y que tuvo representaci¨®n en las negociaciones de la COP21 de Par¨ªs. Seg¨²n Emmanuel Yap, este modelo no contempla la cantidad de alimentos que van a ir a la basura ni la posibilidad de que muchos peque?os agricultores pierdan la oportunidad de diversificar sus cultivos si se imponen sobre sus tierras monocultivos que requieren del uso de t¨¦cnicas y materiales que ¡°destruyen la tierra porque la proporci¨®n de p¨¦rdidas para las multinacionales es mucho menor que los beneficios obtenidos¡±. ¡°Adem¨¢s ¡ªremata el experto¡ª, cuando la tierra ya no es f¨¦rtil por la intervenci¨®n de las multinacionales, estas simplemente se van y dejan poblaciones enteras sin fuentes de cultivo o de agua porque sus terrenos se han degradado y ya no tienen posibilidad de darles rendimiento¡±.
La agricultura es un sector clave en t¨¦rminos de emisiones de gases de efecto invernadero
El pasado mes de diciembre, 195 pa¨ªses llegaron por primera vez en la historia a un acuerdo global contra el cambio clim¨¢tico en Par¨ªs. La agricultura es un sector clave en t¨¦rminos de emisiones de gases de efecto invernadero. Producir comida que no va a consumirse supone emisiones innecesarias de CO2. Adem¨¢s del desaprovechamiento de recursos utilizados en la producci¨®n, como tierra, agua, energ¨ªa e insumos. Estudios de la FAO han demostrado tambi¨¦n que el desperdicio de alimentos es responsable de la liberaci¨®n a la atm¨®sfera de miles de millones de toneladas de gases de efecto invernadero (GEI), consumiendo cerca de 250 km3 de agua y 1,4 millones de hect¨¢reas de tierra cada a?o. Normalmente, se relaciona la producci¨®n con la fase que m¨¢s GEI genera a lo largo de la cadena alimentaria, sin embargo, las emisiones generadas por las actividades que tienen lugar fuera de los l¨ªmites de las explotaciones agr¨ªcolas (distribuci¨®n, almacenaje, empaquetado...) representan cerca del 50% de toda la cadena alimentaria: ¡°Cuanto m¨¢s consumamos, m¨¢s emitiremos para producir los alimentos y envasarlos, pero tambi¨¦n para transportarlos¡±, explica Fran?ois Delvaux, responsable de pol¨ªticas y promoci¨®n de comercio y agricultura sostenible de CIDSE.
Se trata de una cuesti¨®n ambiental y social, pero tambi¨¦n de econom¨ªa local. ¡°Es importante potenciar el consumo local porque de esta forma fortalecemos el sistema alimentario nacional. Si reducimos el consumo de productos importados los agricultores tendr¨¢n m¨¢s oportunidades de diversificar sus cultivos y reducir los excedentes¡±, apunta Delvaux. Los expertos advierten que el desperdicio de alimentos es mayor cuando la comida se transporta entre distancias largas, ya que aumenta el riesgo de que entren bacterias que provoquen enfermedades, de golpes que estropeen los alimentos u ocasionarse problemas en los sistemas de refrigeraci¨®n. Por el contrario, consumir productos de proximidad contribuye a erradicar el desaprovechamiento de alimentos ya que supone menos horas de transporte, los productos llegan m¨¢s frescos a los puntos de venta y as¨ª se dispone de tiempo para consumirlos. ¡°Con el sistema actual compramos solamente las frutas bonitas e iguales que llegan a los supermercados y descartamos las que son diferentes a¨²n siendo de mayor calidad. Quiz¨¢ paguemos m¨¢s por un producto local, pero de esta forma los peque?os agricultores podr¨¢n tener trabajo y, por tanto, aportar a la econom¨ªa nacional que al mismo tiempo es la misma que la tuya¡±, sugiere Delvaux.
No todo se queda en casa
Los datos de despilfarro alimentario est¨¢n recogidos en informes, sin embargo, seguimos comprando a otros pa¨ªses productos que ya cultivamos en nuestros campos (y de los que resultan excedentes) e incluso aumentamos las importaciones. Datos de la Federaci¨®n Espa?ola de Asociaciones de Productores Exportadores de Frutas, Hortalizas, Flores y Plantas vivas (FEPEX), muestran que las importaciones de frutas y verduras en Espa?a crecieron en 2014 un 5% en volumen y un 3,6% en valor con relaci¨®n a 2013, totalizando 2,4 millones de toneladas y 1.697 millones de euros.
El desperdicio de alimentos es mayor cuando la comida se transporta entre distancias largas
Los principales productos frescos que importamos en nuestro pa¨ªs son la patata y la manzana, pero ?cu¨¢l es el precio que no pagamos aqu¨ª por comprar casi 100 millones de toneladas de alimentos frescos a pa¨ªses no europeos de ?frica o Latinoam¨¦rica, entre otros?
La activista Mamalefetsane Phakoe, originaria de Lesoto y miembro de la Rural Women¡¯s Assembly que opera con ocho pa¨ªses de la Comunidad de Desarrollo de ?frica Austral (SADC), denuncia la relaci¨®n entre el despilfarro de alimentos en el Norte y la desnutrici¨®n y el subdesarrollo en los pa¨ªses del Sur: ¡°Estamos convirti¨¦ndonos en esclavos dentro de nuestras propias tierras. Una gran cantidad de la comida que se est¨¢ desperdiciando en los pa¨ªses ricos la producimos en ?frica, especialmente frutas y vegetales como manzanas, uva, melocotones y tomates. Las personas que llegan a nuestras tierras nos las quitan, las explotan y cuando ya dejan de ser f¨¦rtiles se van sin dejarnos nada con que alimentarnos¡±. En consecuencia, el derecho a la alimentaci¨®n y, por tanto, la seguridad alimentaria (que busca el acceso a alimentos suficientes, seguros y nutritivos para cubrir sus necesidades por parte de todos y en todo momento) no se cumple. ¡°Nos emplean en nuestros propios campos y nos pagan 1.000 rands mensuales (60 euros aproximadamente) trabajando ocho horas diarias. Cuando llegan, tenemos que firmar un contrato de 50 a?os con el que vallan nuestras propiedades y eso significa, por una parte, que nunca m¨¢s volvemos a tener acceso a los campos que vemos desde nuestra casa a no ser que nos convirtamos en sus trabajadores y, por otra, que tendremos que ir al supermercado a comprar los mismos productos que crecen en nuestras tierras¡±, explica Phakoe con la mano replegada en un pu?o. Y termina: ¡°Este es un problema a largo plazo porque el envenenamiento de las tierras derivado de la industrializaci¨®n de la agricultura las deja inf¨¦rtiles y no tenemos posibilidad de cultivar productos nunca m¨¢s¡±.
Si desperdiciamos una tercera parte de los alimentos que producimos, el precio de estos sube hasta ser inaccesibles para los pa¨ªses subdesarrollados. Tiramos la comida en nuestros entornos cercanos pero, aunque as¨ª parezca, no todo queda en casa. La lucha contra el despilfarro alimentario es tambi¨¦n una lucha por los derechos humanos que incluye la acci¨®n de todos: actores gubernamentales, sector privado y espacios u organizaciones multilaterales internacionales y regionales como el Comit¨¦ Mundial de Seguridad Alimentaria (CSA) o la Uni¨®n Africana. ¡°Los ciudadanos no pueden desentenderse de sus obligaciones si aspiran a ejercer y consolidar sus derechos. Esto no exime a los Estados y sus poderes de sus obligaciones, sino que nos recuerda que la fragmentaci¨®n que a veces hacemos de las diferentes dimensiones que concurren en cada ciudadano ocultan la necesidad de una mayor coherencia que solo puede alcanzarse desde una conciencia ciudadana de nuestra interdependencia¡±, apunta Garc¨ªa y Cebolla de FAO.
Estamos convirti¨¦ndonos en esclavos dentro de nuestras propias tierras. Una gran cantidad de la comida que se est¨¢ desperdiciando en los pa¨ªses ricos la producimos en ?frica Mamalefetsane Phakoe, Lesoto
Ante el dolor del planeta
Hace cuatro a?os que el agua no cae sobre las tierras del pueblo Turkana. Rodeados por Sud¨¢n del Sur al norte y Etiop¨ªa al este, m¨¢s de dos centenares de n¨®madas viven a las orillas del Lago Turkana. Pero una sequ¨ªa dram¨¢tica ha aniquilado el terreno y los esfuerzos por mantener una econom¨ªa basada mayoritariamente en la cr¨ªa de ganado y el cultivo de vegetales son cada vez m¨¢s complicados. Los pastores caminan horas con sus reba?os en busca de zonas para alimentarse y los problemas traspasan las fronteras de esta tribu: ¡°El cambio clim¨¢tico est¨¢ provocando conflictos entre tribus en el norte de Kenia. La gente tiene que alimentar a sus animales fuera de sus tierras y los pueblos vecinos se sienten invadidos¡±, cuenta Benedict Ayodi, cura franciscano capuchino originario de Kenia. ?l, junto con otros miembros de la iglesia cat¨®lica franciscana de la zona, trabaja para ayudar al pueblo en el desarrollo de una econom¨ªa de subsistencia pese a las dificultades del entorno: ¡°Les ense?amos t¨¦cnicas para almacenar el agua y as¨ª cultivar sus propios vegetales aunque el agua sea escasa¡±, explica.
El nexo entre la agricultura, la seguridad alimentaria, el despilfarro de alimentos y el cambio clim¨¢tico puede resultar incierto, sin embargo, es del todo vinculante. ¡°Debemos diferenciar la p¨¦rdida de alimentos, derivada entre otras causas de los fen¨®menos meteorol¨®gicos que terminan con los cultivos, del despilfarro que hace referencia a la comida que tiramos de forma voluntaria¡±, apunta Delvaux. El sector agr¨ªcola se est¨¢ viendo especialmente afectado por el cambio clim¨¢tico y los colectivos m¨¢s pobres, especialmente las mujeres, los ni?os y las personas con discapacidad en las zonas rurales son quienes m¨¢s sufren los desaf¨ªos relacionados con el clima como la desertificaci¨®n, la degradaci¨®n de la tierra, las sequ¨ªas, las inundaciones y la escasez de agua por la falta de recursos e infraestructuras para sobrellevarlos. No obstante, seg¨²n datos del informe Par¨ªs, para las Personas y el Planeta elaborado por CIDSE ante la cumbre del clima en Par¨ªs, los peque?os agricultores gestionan m¨¢s del 80% de los aproximadamente 500 millones de peque?as explotaciones agr¨ªcolas del mundo y proporcionan m¨¢s del 80% de los alimentos consumidos en gran parte del mundo en desarrollo. Este escenario puede contribuir significativamente a la reducci¨®n de la pobreza y a la seguridad alimentaria y refleja que, aunque el despilfarro pod¨ªa haber sido otra realidad sufrida en silencio, el planeta no ha podido evitar sincerarse ante todos.
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