El poder de Idris Elba
Para muchos en Hollywood, esta noche el actor deber¨ªa estar entre los candidatos al Oscar por su papel en ¡®Beasts of No Nation¡¯
Vestido con traje de tres piezas de Ermenegildo Zegna, Idris Elba bailotea en el centro de la pista. El brillo et¨ªlico de su mirada promete. Lo ¨²nico que parece faltarle al actorazo con alma de disc jockey, que sali¨® hace 43 a?os de una de las peores colmenas del barrio londinense de Hackney, es que le dejen pinchar la m¨²sica de esta fiesta en el coraz¨®n de Hollywood. Uno de los hombres mejor vestidos del planeta se despoja de la americana dejando relucir el chaleco m¨¢s elegante visto ¨²ltimamente por estos pagos. Saluda con un abrazo sin dejar de bailar. La noche va a ser larga en esta terraza de Los ?ngeles (California). Acaba de conquistar dos galardones del Sindicato de Actores, como mejor int¨¦rprete de reparto por Beasts of No Nation y como mejor protagonista en una serie de televisi¨®n con Luther. Se ha convertido en el primer int¨¦rprete masculino que logra tal hito. Una descomunal bofetada al statu quo de una industria que se niega a aceptar lo que Idrissa Akuna Elba (nombre completo) lleva a?os diciendo: no hay actores blancos o negros. Solo hay actores. En su caso, buenos.
Ser¨¢ uno de los muchos ausentes en la ceremonia de los Premios Oscar que se celebra esta noche. R¨ªos de tinta han corrido por lo blancos que son en esta edici¨®n los galardones que representan el rostro de Hollywood. Nadie se explica c¨®mo el trabajo de Idris Elba en Beasts of No Nation como sanguinario comandante de una guerrilla en un pa¨ªs africano fue pasado por alto en las candidaturas. Un papel que se queda tanto en la piel como el indeleble recuerdo que dej¨® aquel otro secundario de lujo que interpret¨® en la serie The Wire. Y su encarnaci¨®n en Mandela. Y el detective televisivo de Luther.
La actriz Helen Mirren se le acerca para hacerse una foto durante los premios del sindicato de actores. ¡°Es tan guapo que nubla el sentido¡±
Envuelto en un aura de victoria, riendo junto a Ted Sarandos, el jefe de contenidos de ?Netflix, y dej¨¢ndose fotografiar junto a varios de sus rivales en la ceremonia de los Premios del Sindicato de Actores. En un arrebato de ternura, Idris se lanza a retratar entre los flases de los reporteros a su hija Isan. Su compatriota Helen Mirren, ganadora del Oscar por su inolvidable papel en The Queen, tampoco quiere perderse la posibilidad de quedar deslumbrada ante la presencia de Elba. ¡°Tiene tanta sensibilidad¡ ?Es brit¨¢nico!¡±, suelta la veterana actriz. ¡°Claro que entiende las implicaciones de esta noche, parte de una conversaci¨®n m¨¢s amplia que est¨¢ en boca de todos. Pero aqu¨ª est¨¢ disfrutando del momento, sin postureos. Y es tan guapo que nubla el sentido¡±.
Como repite a todo el que se acerca a felicitarle durante esta velada y ¨¦l mismo escribir¨¢ en Twitter, en estos momentos vive una efervescencia similar a la que uno siente cuando espera el autob¨²s y llegan dos.
Pero sigue cansado de tener que dar explicaciones por el cacareado papel de James Bond que nunca llega. Otra evidencia m¨¢s del racismo imperante en Hollywood. Bailando junto a Jamal, su guardaespaldas, el actor baja la guardia al calor de la m¨²sica. ¡°Claro que me gustar¨ªa hacer de Bond. Y lo llevar¨ªa a un estilo mucho m¨¢s retro, una figura da?ada, mucho m¨¢s oscura. Pero es un color al que no s¨¦ si alguna vez podr¨¦ acercarme¡±, dice bromeando.
Su parlamento dista mucho del que manten¨ªa durante otro encuentro semanas atr¨¢s. Entonces hasta se disculpaba antes de decir: ¡°No puedo contestar a nada que tenga que ver con Bond porque lo que digo se queda y bastante circo hay ya formado¡±. Pero el circo lo montaron otros. Los que hackearon los estudios Sony divulgando correos personales como el de la entonces jefa Amy Pascal, que dijo que ¡°Idris debe ser nuestro pr¨®ximo Bond¡±. O Jamie Foxx, cuando cont¨® a la revista Rolling Stone su ¨²ltimo encuentro con Elba. Una conversaci¨®n entre estrellas en la que Foxx le solt¨®: ¡°?Sabes que eres el cabr¨®n de Bond?¡±.
Elba incluso so?¨® con ello. No en vano el agente especial 007 con licencia para matar forma parte de su cultura. Las pel¨ªculas de la saga son las que ve¨ªa de peque?o en el cine Rio de su barrio en East London y forjaron su inter¨¦s por la actuaci¨®n. En esta pol¨¦mica arreciaron aquellos para quienes resulta inconcebible la idea de un negro interpretando al h¨¦roe ideado en la imaginaci¨®n blanca de Ian Fleming en 1953. Son los mismos que se niegan a cambiar el color imperante en Hollywood.
El aludido aprende a ser cauto en el maremoto racial que le rodea. Evita los encuentros con la prensa desde que se anunciaron las candidaturas al Oscar. Ha preferido llevar su mensaje en favor de la diversidad a otros foros. De ah¨ª su reciente discurso ante el Parlamento brit¨¢nico, donde exigi¨® una ¡°carta magna¡± que ofrezca m¨¢s oportunidades a las minor¨ªas. Cr¨ªtico tambi¨¦n consigo mismo, afirma que dej¨® de ver la televisi¨®n porque nunca se ha sentido reflejado en ella. Pero estamos ante alguien que ha pasado a la historia reciente del medio con su retrato del maquiav¨¦lico narcotraficante Russell Stringer Bell en la serie The Wire.
Asegura que se hizo un hombre a los 18 a?os, cuando se march¨® de casa de su madre. Llevaba trabajando desde los 14 haciendo un poco de todo. Y se march¨® a Estados Unidos. ¡°Me considero actor desde que consegu¨ª el carn¨¦ del Sindicato de Actores¡±, dice sacando a relucir su verdadero acento londinense de barriada. Los segundos comienzos tampoco fueron f¨¢ciles. ¡°No me gusta hablar mucho sobre este tema. Ya sabes, Nueva York, sin dinero¡ Todo lo que ten¨ªa se lo daba a mi hija porque hab¨ªamos decidido que mi esposa y ella se quedasen el apartamento¡±. Con esto ¨²ltimo se refiere a su separaci¨®n de la actriz liberiana Dormowa Sherman, con quien se hab¨ªa instalado en la Gran Manzana en 1997 en busca del sue?o americano. El mismo del que se despert¨® mientras dorm¨ªa en su furgoneta. ¡°Tampoco me gusta hablar de ello. Era una furgoneta Astro de Chevrolet con cinco o seis asientos y se dorm¨ªa de maravilla. Aquello solo se prolong¨® durante un par de meses. Iba a las audiciones por la ma?ana y me ganaba algo pinchando m¨²sica por la noche. Aquel periodo concluy¨® cuando me contrataron en The Wire¡±.
¡°Claro que me gustar¨ªa hacer de James Bond. Lo llevar¨ªa a un estilo mucho m¨¢s retro, mucho m¨¢s oscuro¡±
The Wire marc¨® un antes y un despu¨¦s. En la peque?a pantalla y en la vida de Idris Elba. La aclamada creaci¨®n de David Simon no lleg¨® a encontrar al p¨²blico durante su vida en antena, pero su visi¨®n en torno al crimen organizado en Baltimore a trav¨¦s de sus diferentes instituciones consigui¨® su lugar en la memoria colectiva, transformando a un desconocido como Elba en un actor imprescindible. Lleg¨® al papel desde la necesidad, en una audici¨®n donde, dada su talla, aspiraba a encarnar al narco principal de la trama: Avon Barksdale. Como en muchas otras ocasiones, se qued¨® con el papel secundario, el de aquel otro narco aspirante a genio de las finanzas que trabajaba bajo la sombra de Avon ?Barksdale. ¡°Fue un excelente veh¨ªcu?lo para su lucimiento¡±, reconoci¨® su creador, David Simon. ¡°Lo mismo que Luther¡±.
Elba no esquiva los halagos. Se encuentra c¨®modo entre ellos. En los ¨²ltimos a?os, los piropos le llegan a mares. ¡°Yo mismo estoy asombrado, del trabajo, del afecto, del terremoto que me lleva sacudiendo y con el que sigo lidiando. Llevo trabajando en esto desde hace m¨¢s de 25 a?os, disfrutando de grandes cimas, filmes que han cambiado mi vida, personajes como Luther, como Stringer Bell, como Mandela¡ De todos ellos, el de la serie Luther es mi beb¨¦, por el que siento m¨¢s pasi¨®n¡±.
Vestido hoy con una especie de ch¨¢ndal en tonos celestes, sin perder su estilo, pero con aire de andar por casa, resulta dif¨ªcil imaginar el otro Idris con el que convive Elba. El de los momentos bajos como muchas de esas pel¨ªculas que quiz¨¢ sea mejor no recordar. No tanto por su trabajo, sino porque de donde no hay no se puede sacar. T¨ªtulos como Obsesionada, que sirvi¨® de trampol¨ªn como actriz a Beyonc¨¦ y que no fue m¨¢s que una versi¨®n negra de Atracci¨®n fatal. Detalles que le matan tras haber dado forma a papeles como Mandela desde el coraz¨®n, sin artificios. Contra las desilusiones o las obsesiones, Big Driis viene al rescate. Ese es el nombre que utiliza en muchas ocasiones como disc jockey. Su ant¨ªdoto para los bajonazos est¨¢ en un campo al que empez¨® a dedicarse antes que a la interpretaci¨®n.
Habla de Ibiza con pasi¨®n y del lugar que se ha ganado en el mundo de la m¨²sica house. Lo hace mostrando mucho m¨¢s orgullo que con sus recientes premios como actor. ¡°Me llevo mi peque?o equipo de disc jockey donde quiera que voy. Son muchas horas de hotel en las que me conecto y busco nuevos beats¡±, explica este lobo solitario. Prefiere trabajar solo, lejos de su familia. ¡°No es f¨¢cil convivir con un actor¡±. En esas ocasiones m¨¢s que nunca prefiere la compa?¨ªa de su m¨²sica. ¡°Me relaja, s¨ª. Pero se trata de un mundo muy competitivo. Muchos no lo entienden y me critican porque se piensan que, si ya soy un actor, para qu¨¦ quiero ir por ah¨ª pinchando. Pero mi primer amor es la m¨²sica¡±.
Su forma de desconectar le ha facilitado otras conexiones. El pasado a?o ejerci¨® de disc jockey en Berl¨ªn, calentando a 17.000 personas antes del concierto de Madonna a petici¨®n de la artista. Y ya tiene en el mercado un par de ¨¢lbumes. Un tema de nuevo cu?o, titulado Murdah Loves John, est¨¢ dedicado a su alter ego, John Luther, su personaje m¨¢s querido.
El ritmo de Idris Elba tambi¨¦n resuena en otros campos como el del vil metal. Su nombre destaca en una lista que encabeza Jamie Foxx y que engloba a las figuras negras m¨¢s ricas del negocio del espect¨¢culo. Un listado sesgado por colores, pero donde se constata que la fortuna de Elba supera los 13 millones de euros. La mitad del montante, gracias a la m¨²sica. Con unos ingresos anuales de 1,25 millones de euros, de los que el ¨¢mbito de la moda le ha reportado 277.000. Jamal, su guardaespaldas, forma parte de su vida tanto como los viajes en jets privados que le brindan los estudios.
Reparte su vida entre Londres (donde est¨¢n su madre y su oficina), Nueva York, Los ?ngeles y Atlanta. En este ¨²ltimo enclave atesora vivienda para poder estar m¨¢s cerca de su hija. Tiene otro hijo, Winston, nacido en 2014 de su relaci¨®n con Naiyana ?Garth. Y no duda en asegurar que el tiempo que pasa junto a Winston e Isan es el que m¨¢s aprecia en su vida. ¡°Pero mi carrera siempre es lo primero¡±.
¡°No hablo mucho de cuando dorm¨ªa en una furgoneta. estuve un par de meses as¨ª, hasta que me contrataron en The wire¡±
Hay alg¨²n otro cad¨¢ver en su armario que habla de una boda en Las Vegas en 2006, anulada 24 horas m¨¢s tarde. O de ese hijo que cre¨ªa suyo y luego descubri¨® que era de otro. Prefiere fomentar la imagen de alguien que ha roto las barreras raciales e incluso de g¨¦nero posando para Maxim (la primera vez que un hombre protagoniza la portada de esta revista).
La irresistible atracci¨®n que emana clava cada vez m¨¢s hondo la espinita que tiene en su coraz¨®n de actor. ¡°Claro que busco papeles que trasciendan mi color, mi raza. Soy un h¨ªbrido, alguien orgulloso de ser brit¨¢nico, pero que creci¨® amamantado por la cultura africana. Al que le gusta celebrar los dos mundos. Tampoco entiendo por qu¨¦ todav¨ªa nadie me ha ofrecido una comedia rom¨¢ntica. No, no bromeo. Tengo que ingeni¨¢rmelas para conseguir algo m¨¢s ligero que los dramas que llevo a?os interpretando¡±.
Tendr¨¢ que esperar. Ni The Dark Tower ni The Mountain Between Us, sus pr¨®ximos rodajes, son historias c¨®micas ni rom¨¢nticas. Al menos, algo ha cambiado. Ambas iban a ser interpretadas por un actor blanco: Javier Bardem, en la adaptaci¨®n de la novela de Stephen King; Charlie Hunnam, en la versi¨®n cinematogr¨¢fica de la novela hom¨®nima de Charles Martin. El gran Big Driis ha conseguido, esta vez s¨ª, que Hollywood baile a su ritmo.
elpaissemanal@elpais.es
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