Ryan Reynolds: ¡°Soy como un ¡®meme¡¯ sin fin¡±

El ¨¦xito se huele en el aire. Y resuena en la voz de Ryan Reynolds (Vancouver, 1976), el hombre que por tercera semana consecutiva ha conquistado la taquilla estadounidense gracias a Deadpool. ?Su superpoder? ?No calla! "Soy como un meme sin fin. Crec¨ª con tres hermanos mayores y mi labia era m¨¢s r¨¢pida que mis pu?os", cuenta acelerado y exultante tras su ¨²ltimo estreno. "Luego, aprend¨ª a moderarme pero con este gran cond¨®n rojo no hay quien me pare", se atropella entre risas y verdades. El ¨¦xito de Deadpool y esa malla insultantemente roja que viste este antih¨¦roe del c¨®mic trasplantado a la pantalla ha cambiado a Reynolds. No hace ni cinco a?os el "jamoncito canadiense", como le llamaban algunos, era un fracasado gru?¨®n. M¨¢s conocido entonces como el hombre que conquist¨® a Scarlett Johansson, su matrimonio con la musa se hab¨ªa venido abajo y su intento de hacer carrera entre los superh¨¦roes con Linterna verde se hundi¨® en el mismo barco.

Pero, cuando su nueva franquicia est¨¢ a punto de cruzar la barrera de los 500 millones de euros en la taquilla mundial y en casa le esperan su esposa, la tambi¨¦n actriz Blake Lively, y su hija, James, Reynolds se siente mejor que Leonardo DiCaprio en la proa del Titanic. "Nunca me sent¨ª mejor", afirma ufano. "A riesgo de sonar rid¨ªculo, lo mismo que muchos actores sue?an con su Hamlet, mi sue?o era ser Deadpool".

El sue?o le llev¨® 11 a?os y bastantes negativas hasta hacerse realidad. Y unos cuantos m¨¢s desde que decidi¨® cruzar la frontera entre Canad¨¢ y Estados Unidos de manera, se podr¨ªa decir, poco ortodoxa ("ahora tengo tarjeta de residente") para buscar fortuna en Hollywood. All¨ª, en uno de los mejores grupos de improvisaci¨®n, The Groundlings, aprendi¨® las bases del arte dram¨¢tico. "Me ense?aron a morirme de hambre", se r¨ªe ahora con un f¨ªsico por el que la revista People le otorg¨® el t¨ªtulo del hombre m¨¢s sexy del a?o en 2010, y ahora le ha nombrado como el padre m¨¢s sexy. "Tambi¨¦n me hicieron darme cuenta de que la necesidad es la madre de todas las ciencias. Dado que, como canadiense, no pod¨ªa trabajar de camarero, esperando a una oportunidad hice lo que ten¨ªa que hacer: presentarme a todos los castings protag¨®nicos para que me consiguieran el visado", recuerda dejando de lado la calidad.

Lo hizo con el coche m¨¢s destartalado del mundo, donde por robarle hasta le robaron las puertas. Pero lo consigui¨®. Y entre la malograda serie Tres para todo (1998-2001) y la comedia rom¨¢ntica Van Wilder: Animal Party (2002), se hizo un hueco. Un nombre que reson¨® con m¨¢s fuerza gracias a su ¨¦xito con las mujeres. Primero, la cantante ¡ªtambi¨¦n canadiense¡ª Alanis Morissette cuya relaci¨®n lleg¨® casi hasta el altar. Para ese momento, la fama del actor superaba a la de la cantante de Jagged Little Pill. Con Scarlett Johansson, la boda fue un escopetazo e igual de r¨¢pidos se sucedieron sus trabajos de comparsa en filmes de ¨¦xito como X-Men Origins: Wolverine (2009) y La proposici¨®n (2009). Por entonces tambi¨¦n se embarc¨® en uno de sus pocos trabajos dram¨¢ticos, Enterrado (2010), a las ¨®rdenes del espa?ol Rodrigo Cort¨¦s. "Estoy superorgulloso de ella, tanto como de Deadpool, pero no s¨¦ si volver¨¦ a hacer algo tan oscuro", admite sincero.

Ryan Reynolds y Blake Lively en el Festival de Cannes de 2014.?

Reynolds vive su cuento de hadas junto a Lively, levant¨¢ndose un par de horas antes que su beb¨¦ para hacer lo que necesite y luego estar solo pendiente de su peque?a; altern¨¢ndose los rodajes con su esposa, para que al menos uno de ellos siempre est¨¦ con James, y protegiendo sin filtros el bienestar de la ni?a, de poco m¨¢s de un a?o. Como dice el director de Deadpool, Tim Miller, Reynolds no se anda con chiquitas en lo que a su familia se refiere. Pero no ataca, solo reacciona si alguien se pasa. "Ser padre te cambia la vida", afirma el actor sobre un momento tan importante en su vida como lo fue la muerte de su progenitor, v¨ªctima de p¨¢rkinson, o su llegada a Los ?ngeles con una mano delante y otra detr¨¢s. "La idea de que, con suerte, vivir¨¦ 85 a?os y que me quedan apenas 45 para estar a su lado lo cambia todo, me hace apreciar cada momento por peque?o que sea", se explaya cuando ronda ya los 40, ahora sin servirse de la iron¨ªa como escudo.

Son muchos los hombres que hay dentro de Reynolds. Ryan aspira a tener el humor de un Bill Murray, un Chevy Chase o un Eddie Murphy, de esos c¨®micos de los a?os ochenta con los que se crio y que querr¨ªa emular. No tiene t¨¦rmino medio. Tambi¨¦n le gustar¨ªa sacar el Hugh Jackman que hay en ¨¦l. O el que le gustar¨ªa que hubiera. "?Qui¨¦n no quiere ser como Lobezno?", pregunta sin esperar respuesta para referirse a una de las estrellas de Hollywood que considera su amigo. Y en cuesti¨®n de moda, querr¨ªa ser Eddie Redmayne, alguien que hace del vestir su forma de expresi¨®n. "Pero tengo hombros anchos y si pruebo otra cosa parezco un mafioso as¨ª que me tiro a lo seguro", reconoce. De ah¨ª que el Reynolds que queda es "el gamba que realmente no creci¨® hasta los 20 a?os" y al que, asegura, su mujer le da 20.000 vueltas. "En la moda, en la cocina... me sobrepasa en todo. Solo espero que nuestra hija salga a ella". Pero, a¨²n as¨ª, se confiesa "un hombre feliz".