Ejemplo desastroso
Urdangarin deber¨ªa haber empezado por reconocer sus equivocaciones
Los focos del juicio por el caso N¨®os ya han alcanzado a I?aki Urdangarin y el resultado de sus dos primeras horas de declaraci¨®n ante el tribunal confirma las peores impresiones. El yerno de don Juan Carlos, que tard¨® mucho tiempo en levantar un cortafuegos entre sus actividades profesionales y la Casa del Rey, ha declarado en la sala de audiencia debilitado por las investigaciones que desmienten la imagen de hombre inocente predicada de s¨ª mismo y el limitado papel simb¨®lico que en todo momento se ha atribuido en el Instituto N¨®os.
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El principal acusado por el supuesto desv¨ªo de 6,2 millones de euros de fondos p¨²blicos se desvincula de la gesti¨®n diaria de N¨®os y su entramado empresarial, y pretende haber permanecido tan separado de aquella que no estaba al tanto de facturas, presupuestos ni contrataciones. Ni siquiera conoc¨ªa la existencia de empleados ficticios ¡ªdos de ellos son sobrinos suyos¡ª, de la que dice haberse enterado a lo largo del proceso. Menos a¨²n acepta haber sido un comisionista ¡ª¡°en mi vida he sido comisionista de nada¡±¡ª, pese a la descripci¨®n que de ¨¦l hiciera el expresidente balear, Jaume Matas, como ¡°un conseguidor¡± y ¡°un facilitador¡±.
¡°Yo me dedicaba a lo que me dedicaba¡±, afirm¨® Urdangarin ante el tribunal. En esa ambigua frase reside el meollo del problema. Voluntaria o involuntariamente, se ha convertido en el s¨ªmbolo de una ¨¦poca de deterioro moral: de un tiempo en que el yerno del entonces rey de Espa?a, por el hecho de serlo, se sent¨ªa autorizado a hacer y organizar lo que quisiera, y a que otras autoridades dieran por supuesto que les interesaba o conven¨ªa entrar en el juego. Un ejemplo desastroso para la Espa?a que se esfuerza, mientras personas como esta demuestran desentenderse de lo que hacen incluso los que trabajan para ¨¦l.
Habr¨ªa sido de agradecer que Urdangarin hubiera cogido el toro por los cuernos y empezara por reconocer que ha implicado a su esposa, la infanta Cristina, en un asunto que nunca debi¨® tener relaci¨®n alguna con la familia real, de la que siempre se ha esperado un comportamiento ajustado a reglas estrictas. Tras ese reconocimiento habr¨ªa llegado la hora de determinar si los errores cometidos lo fueron por imprudencia, desconocimiento o equ¨ªvoco. Lo que no puede admitirse es el aire distante con el que I?aki Urdangarin habla del Instituto N¨®os y de su entramado empresarial, como si hubiera sido un lejano colaborador del mismo y no el responsable principal de sus actividades y negocios.
Episodios como el protagonizado por el marido de la infanta Cristina son de los que han contribuido a la p¨¦rdida de prestigio de las instituciones. Pero es verdad que la reacci¨®n demuestra que estas funcionan y que hay motivos para recobrar la confianza.
El rey Felipe VI ha trazado un camino firmemente alejado de manejos como los que han dado origen al proceso que se desarrolla en Palma de Mallorca. Y la propia celebraci¨®n de las audiencias p¨²blicas ¡ªtras un largo recorrido de investigaciones, pruebas y recursos¡ª demuestra que el poder judicial no se pliega ante el poder de otras instituciones.
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