El ciberactivismo argelino, en busca de una revoluci¨®n ¡°dulce¡±
El activista Abdou Semmar es el art¨ªfice de Algerie-Focus, un portal que se consider¨® el primero de periodismo ciudadano del pa¨ªs
¡°Nosotros no queremos una Primavera ?rabe en Argelia. Ya hicimos una primavera ¨¢rabe en 1988. Hubo 400 muertos. No hab¨ªa Facebook, ni Al Jazeera. Hubo una apertura democr¨¢tica y en 1992 los militares interrumpieron el proceso electoral, como en Egipto, y una guerra civil. No queremos esa primavera, ya lo intentamos y no ha funcionado. Queremos un cambio dulce. Un cambio que pase por nuestro cuestionamiento de un r¨¦gimen envejecido, y debemos reformarlo desde el interior para que ceda el sitio a una nueva generaci¨®n¡±. Quien habla es Abdou Semmar, un controvertido periodista y ciberactivista argelino que desarrolla una particular visi¨®n del periodismo como herramienta de transformaci¨®n en Algerie-Focus. ¡°Queremos una nueva constituci¨®n, que llegar¨¢ pronto, en la que se respeten las libertades y se podr¨¢ proponer una alternativa que vendr¨¢ de las elecciones. Queremos llegar hasta lo alto de la pir¨¢mide para limpiarla completamente¡±, asegura convencido.
Semmar es un transgresor nato, en cada una de sus frases lanza una provocaci¨®n, no se preocupa e, incluso, le divierte que sus afirmaciones sean pol¨ªticamente incorrectas y su energ¨ªa puede llegar a ser avasalladora. Tiene prisa, o al menos eso es lo que transmite su forma de hablar. Las frases se atropellan al salir de su boca, porque quiere estar seguro de pasar correctamente el mensaje. La iron¨ªa ti?e su discurso, pero no desplaza para nada el rigor, una de las m¨¢ximas preocupaciones de una forma de entender el periodismo que, seguramente, despiertan las cr¨ªticas de muchos profesionales tradicionales. El pilar de esta concepci¨®n de la profesi¨®n que desarrolla y defiende con pasi¨®n es el compromiso.
¡°Vengo de un pa¨ªs en el que ha habido tantos muertos y una guerra civil¡ No tengo nada que perder¡±, afirma. Por primera y ¨²nica vez en la conversaci¨®n, el periodista adopta un tono grave para afirmar: ¡°En una d¨¦cada de guerra me han robado mi infancia, ?qu¨¦ m¨¢s me pueden quitar? Yo he vivido un trauma personal que me ha forjado y ni la prisi¨®n ni la muerte me dan miedo ahora. Adem¨¢s, tengo la fuerza de la convicci¨®n. Estoy seguro de que no podemos permitir que nuestra sociedad se convierta en un supermercado en el que los medios nos digan lo que tenemos que comer, autoridades que nos hagan pagar lo que quieran. Esto va contra mi concepci¨®n de la libertad y creo que no hay dignidad si libertad. Si no puedo vivir libre, prefiero morir¡±.
Con estas premisas Semmar descarta lo que califica de periodismo factual, ¡°el periodismo que dice lo que ha pasado y punto¡±. Este activista argelino apuesta por un periodismo comprometido: ¡°Me implico, explico todo el proceso e impongo mi juego, porque para m¨ª una prensa libre s¨®lo puede ser una prensa no convencional. Si aceptas el formato impuesto, pasas a estar sometido a los lobbies, al poder, a las autoridades y eso es peligroso para la libertad de expresi¨®n¡±.
En esa combinaci¨®n de periodismo y activismo, los ciudadanos pasan a ocupar la posici¨®n central. ¡°Hasta ahora el periodismo est¨¢ en la parte superior de la pir¨¢mide y los lectores est¨¢n abajo. Los periodistas lanzan la informaci¨®n y los lectores son pasivos. Con el desarrollo de las redes sociales y las TIC, el ciudadano se ha convertido en un actor del proceso de fabricaci¨®n de la informaci¨®n¡±, explica Semmar. Este activista argelino ha encontrado el espacio perfecto para desplegar el modelo que defiende en Algerie-Focus, un portal que se consider¨® el primero de periodismo ciudadano del pa¨ªs. ¡°Mi trabajo se basa en el 80% de los casos en los materiales period¨ªsticos que nos aportan los ciudadanos¡±, cuenta, pero matiza que ya no son, como antes, meros lanzadores de alertas, sino que son actores de la informaci¨®n adem¨¢s de fuentes, porque aportan v¨ªdeos, fotos, grabaciones, documentos¡
¡°A partir del momento en el que aceptas el reto de hablar de las preocupaciones de la gente, de denunciar las injusticias que constatas con pruebas, de ser la voz de los d¨¦biles, de los que est¨¢n oprimidos, de desafiar a los poderes y los dictados, empiezan los problemas¡±, reconoce este periodista-activista. Los problemas a los que se refiere son, por ejemplo, la censura, las denuncias judiciales o las acusaciones de atentar contra los s¨ªmbolos del Estado.
Ante esas amenazas, el n¨²mero, las redes y la solidaridad son las herramientas para sobrevivir. ¡°Nosotros hemos ten¨ªamos una estrategia, porque el sacrificio no quiere decir falta de lucidez¡±, bromea Semmar. ¡°Para conseguir un modelo period¨ªstico interesante tiene que haber sinergias entre todos los actores de la informaci¨®n¡±, explica, ¡°entre los ciudadanos de a pie, los lanzadores de alertas, los periodistas ciudadanos, etc¡ Estos lazos crean las redes. Cuanto m¨¢s grandes son las redes, m¨¢s importante es la influencia. Cuanto m¨¢s grandes son las redes, menos pueden ser atacadas por las autoridades. Porque son conscientes de que en una red grande, cuando se ataca a un miembro, la red sigue funcionando. Saben que no sirve de nada¡±. Y aunque reconoce que ¡°el riesgo cero no existe¡±, tiene la experiencia de que el n¨²mero da amparo a los miembros del colectivo. ¡°Nosotros tejimos redes internacionales inmediatamente. Cuando tienes la adhesi¨®n de la poblaci¨®n, cuando consigues una cierta popularidad, cuando la gente en la calle te reconoce, te sigue, te apoya, entonces un r¨¦gimen autoritario no te tocar¨¢, porque sabe que tiene mucho que perder si hace de ti un m¨¢rtir. Esa era nuestra estrategia¡±, confiesa el joven argelino.
La doble dimensi¨®n de Abdou Semmar, la de periodista y la de activista, tiene para ¨¦l todo el sentido del mundo: ¡°Como periodista revelo una informaci¨®n comprometedora y escandalosa. Hago una investigaci¨®n, doy los hechos y las claves de an¨¢lisis. Pero como activista, mi objetivo no se detiene ah¨ª. Como activista pretendo usar esa informaci¨®n para influenciar a los reg¨ªmenes autoritarios, para poder conseguir un cambio¡±. Y en ese sentido, Semmar se ha metido en constantes y diversos combates, a trav¨¦s de las videocr¨®nicas contundentes que difunde. La explotaci¨®n del gas en algunas regiones del pa¨ªs, la legislaci¨®n para luchar contra la violencia contra las mujeres, contra la discriminaci¨®n de los subsaharianos, contra la detenci¨®n de activistas, la corrupci¨®n, son algunos de los temas que ha tratado. Y la lista contin¨²a.
En un pa¨ªs que transmite una imagen de firmeza como pocos y en la que los episodios de violencia del pasado afianzan los temores, este activista no tiene miedo a hablar y a denunciar. Los motivos son diversos. Por un lado, esas redes y ese modelo de ¡°nuevo periodismo interactivo¡± que se ha materializado gracias a las tecnolog¨ªas de la informaci¨®n y de la comunicaci¨®n (TIC). Por otro, la convicci¨®n de que el r¨¦gimen no es tan firme ni tan fuerte como parece. ¡°El Gobierno depende del petr¨®leo y estamos en medio de una ca¨ªda del precio; tenemos un 75% de juventud y un r¨¦gimen viejo y envejecido no podr¨¢ frenar mucho tiempo a esa juventud; tenemos experiencias cercanas, Argelia no quiere convertirse en una nueva Siria y, para eso, el r¨¦gimen no puede permanecer cerrado, es necesario un cambio lento pero completo¡±, se?ala Semmar en un an¨¢lisis r¨¢pido pero profundo, como todas sus argumentaciones.
La experiencia de este joven le lleva a lanzar un mensaje de esperanza en relaci¨®n a otros pa¨ªses del continente. ¡°Si nosotros hemos conseguido existir en un pa¨ªs tan cerrado como Argelia, eso ya es una buena se?al¡±, dice en tono c¨®mplice. Semmar habla de construir una nueva africanidad, de huir de la dependencia de la ayuda al desarrollo, y del discurso de la incapacidad y los complejos. Y demuestra esta actitud desacomplejada cuando expresa en resumen los objetivos del activismo argelino: ¡°Sufrimos las tonter¨ªas que han hecho nuestros mayores y por eso necesitamos crear una nueva Argelia, hacemos un trabajo para que eso cambie completamente. No tenemos complejos respecto a Occidente. No queremos parecernos a Occidente, reivindicamos una excepcionalidad cultural que vamos a convertir en un ejemplo de democracia local¡±. Y con cierta iron¨ªa y tono de satisfacci¨®n afirma: ¡°No tenemos pretensiones. S¨®lo queremos crear un nuevo pa¨ªs que responda a nuestros valores. S¨®lo eso¡±.
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