Jos¨¦ Mourinho, la t¨¢ctica del camale¨®n
El t¨¦cnico portugu¨¦s afronta ahora su nuevo desaf¨ªo: entrenar al Manchester United
A¨²n recuerda la amarga Navidad de 1974. Son¨® el tel¨¦fono y no eran buenas noticias. Su pap¨¢, Jos¨¦ Manuel F¨¦lix Mourinho, era despedido del Rio Ave. El mismo mensaje navide?o le lleg¨® al hijo 41 a?os despu¨¦s. Esta vez era del Chelsea. El m¨¢s grande entrenador en la historia del club ingl¨¦s, el m¨¢s grande de la historia del Oporto, el ¨²nico en el mundo en ganar Liga, Copa y Supercopa en cuatro pa¨ªses, Jos¨¦ Mourinho, idolatrado en Portugal, amado en Inglaterra, respetado en Italia y malquerido en Espa?a, busca empleo en Manchester; hipertensos, abstenerse. El duro Materazzi ¨Cya el nombre lo dice todo¨C lloraba desconsolado en los brazos de Mourinho. Hab¨ªa ganado la Champions, pero se iba su entrenador. ¡°Me retiro¡±, le anunciaba el defensa del Inter de Mil¨¢n. ¡°Despu¨¦s de ti, no podr¨ªa tener otro entrenador¡±. Mourinho tambi¨¦n rompi¨® a llorar, qu¨¦ mayor elogio que el de un jugador al que casi nunca hab¨ªa alineado.
¡°Despu¨¦s de cinco minutos de charla, pod¨ªamos conquistar el mundo por ¨¦l¡±, aseguraba el delantero Stankovic, campe¨®n europeo con el portugu¨¦s. Didier Drogba, la bestia azul, tambi¨¦n habla de la transmutaci¨®n del Chelsea con Mourinho: ¡°Antes ¨¦ramos jugadores normales; ahora somos guerreros que luchan unos por los otros¡±.
Mourinho (Set¨²bal, 1963) descubri¨® muy de joven la fuerza de las emociones. Para ganarse un dinero, hab¨ªa obtenido un peque?o trabajo con discapacitados cerebrales. Carec¨ªa de cualquier conocimiento espec¨ªfico para la ense?anza, pero all¨ª hubo ¡°peque?os milagros¡± gracias a la empat¨ªa emocional entre ¨¦l y los ni?os. Quien jam¨¢s hab¨ªa querido subir escaleras, comenz¨® a subirlas; quien nunca hablaba, habl¨®.
¡°Los ¨¢rbitros esperaban en el t¨²nel mientras los jugadores hac¨ªan cola ante el espejo¡±, revel¨® tras dejar el Real Madrid
Despu¨¦s de 16 a?os de carrera, Mourinho es un mago de las emociones. ¡°Nunca celebro mucho un t¨ªtulo¡±, contaba en una entrevista a la cadena portuguesa TVI, ¡°porque ese no va a ser mi ¨²ltimo. Intento controlar las emociones; unas veces lo consigo, otras no¡±.
Mientras los clubes de Portugal, Italia o Inglaterra ensalzan sus ¨¦xitos como algo que dif¨ªcilmente reeditar¨¢n, en Espa?a los agrios recuerdos tapan sus logros deportivos. Con el portugu¨¦s, el Real Madrid conquist¨® su primera Copa en 18 a?os. La ¨²nica Liga madridista en ocho tambi¨¦n fue sellada con Mourinho: la primera con 100 puntos y 121 goles y teniendo enfrente al mejor Barcelona de la historia del f¨²tbol; para muchos, sin embargo, Mourinho es quien meti¨® el dedo en el ojo de Tito Vilanova y quien ech¨® de la porter¨ªa a Casillas. Un portugu¨¦s aparcando al s¨ªmbolo de Espa?a en el Mundial y Eurocopas triunfadores. Aquello era m¨¢s que un lance futbolero, era una cuesti¨®n patri¨®tica que saltaba a las tertulias de peluquer¨ªa.
¡°Yo tengo un problema¡±, Mourinho le dio la primicia a un periodista ingl¨¦s el pasado a?o. ¡°Cada d¨ªa soy mejor en mi trabajo, domino mejor cada faceta de mi profesi¨®n. Pero hay un punto que no consigo cambiar: mis relaciones con la prensa¡±.
En Mourinho todo es por y para el equipo. Se lleva mal con el vedetismo. La estrella, el genio, tiene que subordinarse al equipo y si no habr¨¢ un choque. Aunque se llame Cristiano Ronaldo y sean compatriotas. En el trabajo no tiene patrias. Y si en la porter¨ªa prefiri¨® a Diego L¨®pez en lugar de a Casillas, el portugu¨¦s Pepe fue su mayor cr¨ªtico cuando supo que Mourinho prefer¨ªa al franc¨¦s Varane.
Soporta mal que los futbolistas aparezcan un d¨ªa s¨ª y otro tambi¨¦n con un cochazo nuevo, tampoco aguanta la escenograf¨ªa est¨¦tica de los deportistas, ensayando la celebraci¨®n de un gol o su pr¨®ximo corte de pelo. ¡°Los ¨¢rbitros esperaban en el t¨²nel mientras los jugadores hac¨ªan cola ante el espejo¡±, revel¨® tras haber dejado el Real Madrid.
¡°Despu¨¦s de cinco minutos de charla, pod¨ªamos conquistar el mundo por ¨¦l¡±, aseguraba el delantero Stankovic
Protagonista en las ruedas de prensa, su perfil bajo lo guarda para la vida personal.
Desata sus sentimientos, sus l¨¢grimas, en la intimidad de casa, con los suyos, en su Set¨²bal, donde ya tiene una avenida con su nombre. All¨ª mantiene un centro de asistencia a personas sin abrigo. Es embajador de Naciones Unidas contra el Hambre del Mundo y a sus hijos les recuerda la suerte que tienen.
Cat¨®lico practicante, m¨¢s en tierras cristianas que en el Londres protestante, le gusta visitar las iglesias para hablar con Dios de sus runrunes, de todo menos de f¨²tbol. Mourinho conoce las capacidades y limitaciones de cada uno. En 2003 a¨²n no era campe¨®n de Europa, pero ya sab¨ªa lo que quer¨ªa. ¡°Quiero una buena educaci¨®n para mis hijos¡±, le comentaba a Anabela Mora Ribeiro para Selecciones de Reader¡¯s Digest. ¡°Quiero vestir bien, unas buenas vacaciones¡; no quiero m¨¢s que lo que quiere un ciudadano com¨²n. No tengo ambiciones desmedidas. No quiero una casa de 800 metros cuadrados ni un Ferrari. Quiero ganar t¨ªtulos, quiero ser reconocido, quiero que en otros pa¨ªses sepan que existe un tal Jos¨¦ Mourinho¡±.
Le pueden, le desmontan su personalidad, los colegas pol¨ªticamente correctos, de modales suaves y educados. Para ¨¦l, los Ars¨¨ne Wenger, Guardiola o Pellegrini son fariseos que encandilan a la prensa con sus buenas palabras. Mou es m¨¢s de Van Gaal, de Luis Enrique y, sobre todo, de Alex Ferguson, entrenadores que se enfrentan a los periodistas como si fueran los culpables de sus desgracias.
¡°Si no me atacan, no ataco. Si me atacan, estoy preparado para golpear m¨¢s duro¡±, advierte a quien le quiera o¨ªr. Despu¨¦s de sus combates en el c¨¦sped a cara de perro, solo con sir Alex Ferguson se iba a celebrar la victoria de uno, que era la derrota del otro. Al malencarado escoc¨¦s hasta le admit¨ªa reproches por la mala calidad de su vino.
Tantos a?os siendo una monta?a rusa de triunfos y derrotas dos veces por semana, a¨²n no se le ha quitado la quemaz¨®n que siente al abrir la puerta de casa y ver las caras tristes de su esposa, Matilde, y de sus dos hijos si el equipo ha perdido. ¡°La felicidad¡±, escribe Mourinho en el ¨²ltimo de los muchos libros dedicados a ¨¦l, ¡°no es solamente ganar. La felicidad es sonre¨ªr mucho¡±.
Y su mayor ¨¦xito, recuerda, es ¡°estar los cuatro juntos¡±. Donde va ¨¦l, van los cuatro. No quiere repetir la experiencia de su padre, siempre de un lado para otro mientras la familia aguardaba su regreso a Set¨²bal. Los cuatro van juntos y asisten en directo a los grandes partidos. Antes de cada gran acontecimiento, Mourinho se entera del lugar donde han sido colocados, y, tras el triunfo, las emociones no le distraer¨¢n de levantar hacia ellos el dedo ¨ªndice, que no es la se?al de victoria, sino la del ¨²nico, la del primero.
Ahora rumia la llamada de Manchester y escucha a Matilde, su esposa desde hace 27 a?os. Su influencia es absoluta. Por presi¨®n suya dio el primer no al Manchester United. La vida en Londres pes¨® m¨¢s que suceder a Ferguson al frente de otro de los clubes legendarios del f¨²tbol. En esta segunda oportunidad, adem¨¢s tendr¨ªa enfrente, en el City, a su m¨¢ximo rival, Pep Guardiola, con quien disputa r¨¦cords de t¨ªtulos (22 de Mou por 19 de Pep) y de ganancias (17 millones de euros contra 14). Tal para cual, obsesivos por el control total. ¡°Los dos son muy parecidos¡±, reconoc¨ªa Xabi Alonso, que ha aguantado a los dos. Matilde no puede decir otra vez no al United. Ya el mismo fichaje ser¨ªa un triunfo de su marido sobre su colega; no es lo mismo entrenar en Old Trafford, el teatro de los sue?os, que en el campo del City, un estadio con nombre de aerol¨ªnea. Manchester no es una etapa m¨¢s de Jos¨¦ Mourinho, es el pr¨®ximo desaf¨ªo.
elpaissemanal@elpais.es
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